Miércoles, 27 de febrero de 2019
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Resumen histórico
Contenidos
- Resumen histórico
- Restos principales de construcciones musulmanes
- Más Sevilla
- Monográficos de Sevilla
En el año 531 d. C., la ciudad de Sevilla, la antigua Hispalis romanae en poder de los suevos1 desde el año 441, es conquistada por los visigodos. Estos invasores se encuentran con una población fundamentalmente hispanorromana. Tras su llegada, varias de las familias más importantes de los visigodos se unieron a los principales latifundistas de la población y, durante el reinado de Teudis (539-548), se traslada la Corte a su palacio de Sevilla. Un palacio éste del que se desconoce con certeza su emplazamiento, pero del que se cree que pudo estar cercano a la Plaza del Salvador, alrededor de la calle Corral del Rey. Tras el asesinato en este palacio de Teudis y de su sucesor Teudiselo (548-549), el siguiente soberano, Agila I (549-554) trasladó la Corte a Mérida, un cambio de sede que su rival Atanagildo (551-567) modificó llevándola hasta Toledo.
Con la subida al trono de Leovigildo (568-586), uno de los más importantes monarcas visigodos, se promulga el Código de Leovigildo, una revisión de anteriores códigos visigodos cuya particular importancia radica en la derogación de la prohibición de los matrimonios mixtos entre hispanorromanos y visigodos, lo que constituyó un gran paso en la unificación de estas dos sociedades. No obstante, había aún una diferencia fundamental entre ambas, los visigodos eran arrianos y los hispanorromanos católicos. El arrianismo era una herejía cristiana que negaba la consustancialidad2 de la Santísima Trinidad, es decir, que ésta fuera una misma persona en tres, rezando, de hecho, “Gloria al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo”.
Esta diferencia religiosa será uno de lo motivos para la guerra que enfrentó a este rey con su hijo, San Hermenegildo, el cual estaba casado con la princesa católica Ingundis. Después de nombrarlo su padre gobernador de la Bética, se trasladó hasta Sevilla para, una vez allí, influenciado por su esposa y/o por San Leandro, obispo de Spalis (nombre visigodo de Sevilla), convertirse al catolicismo, agrupar a su alrededor a todos aquellos que estaban en contra de su padre o de los visigodos y autoproclamarse rey en el año 582. En la ceca4 de Sevilla, se llegó a acuñar moneda en la que se leía “Al rey, de Dios le viene la vida”, con lo que Hermenegildo intentaba dar un carácter religioso a su lucha por el poder. Leovigildo, ocupado en otros conflictos en el Norte, tardará algo en poder reaccionar y no es hasta el 584 en que termina el conflicto, tras entregarse Hermenegildo en Córdoba, a la que huyó tras la toma de Sevilla por su padre.
El motivo del conflicto, más que por causas religiosas, parece ser, según algunos historiadores, que fue por la propia rebelión del hijo contra el padre, junto a los contactos diplomáticos que éste mantuvo con el Imperio Bizantino, el cual poseía en Hispania la provincia de Spania. Ésta, en los momentos de mayor esplendor, se extendía desde Cartagena hasta el Guadalete y Leovigildo tuvo varios enfrentamientos con Bizancio, donde fue conquistando territorios de Spania.
Tras la captura de Hermenegildo, éste fue llevado preso a Sevilla, luego a Alicante (o Valencia, según otras fuentes) y, finalmente, después de intentar escapar, a Tarragona, donde muere preso en 585, se cree que envenenado. No obstante, la leyenda acerca de su muerte defiende que ésta se produjo en Sevilla, en una celda existente en la Puerta de Córdoba, junto a la que levantó la iglesia de San Hermenegildo (no confundir con la del colegio de igual nombre). En 1585, al cumplirse mil años de su muerte y a instancias de Felipe II, es declarado Santo por el Papa Sixto V. Durante el barroco5, la iconografía7 representa a San Hermenegildo con un hacha en la cabeza, simbolizando así su martirio.
Una vez muerto Leovigildo, comienza el reinado de su otro hijo, Recaredo (586-601), durante el cual éste se convirtió al catolicismo y declaró la fe católica en 589 como la religión oficial del reino visigodo, una decisión en la que tuvo gran importancia la participación de San Leandro (Cartagena, ¿534? – Sevilla, 596) y de su hermano, San Isidoro (Cartagena, ¿556? – Sevilla, 636), los cuales, junto a sus hermanos San Fulgencio y Santa Florentina, constituyen los Cuatro Santos de Cartagena. La quinta hermana, Teodora (o Teodosia), no fue santa, pero sí madre de santo, de San Hermenegildo.
San Leandro, Arzobispo de Sevilla entre los años 578 y 600, fue un notable personaje sevillano que mantuvo amistad con el Papa San Gregorio (590-604), también conocido como Gregorio Magno o Gregorio I; visitó Constantinopla para recabar ayuda de los bizantinos en favor de San Hermenegildo; asimismo, lo designaron para terminar el Concilio de Toledo en el año 589 y, además, se encargó de la educación de Recaredo a pesar de haber sido anteriormente desterrado por Leovigildo. Finalmente, antes de morir, participó en el sínodo8 de los obispos de la Bética.
A San Leandro lo sucedió su hermano San Isidoro como arzobispo sevillano y, durante su mandato diocesano, logró hacer de Sevilla uno de los principales focos culturales de Europa; terminó con el arrianismo y estableció la disciplina de la Iglesia en su diócesis, participó en el II Concilio de Sevilla, en el año 619, y en el IV de Toledo, en el 633, y fue consejero de los reyes visigodos Gundemaro (610-612), Sisebuto (612-621), Suintila (621-631) y Sisenando (631-636).
Culturalmente, además de consolidar la Escuela de Clérigos fundada por su hermano en Sevilla, tuvo una amplia producción literaria en la que trató temas de filosofía, historia y teología. Fue autor de las “Etimologías”, veinte tomos de una obra que sintetizaba gran parte del saber clásico y que se convirtió, durante la Edad Media, en una fuente de consulta para toda biblioteca.
Del lugar que ambos hermanos han ocupado en la historia sevillana, puede atestiguar el hecho de que ambos, junto a San Fernando, forman parte del escudo de la ciudad.
En la segunda mitad del siglo VII, debido a la lucha por el poder que enfrentaba entre sí a la aristocracia visigoda, el florecimiento cultural de Sevilla decayó. Cuentan los cronistas que a principios del siglo VIII, durante el reinado de Witiza (700-710), la decadencia política y moral alcanzó su punto más álgido. A su muerte, a pesar de haber nombrado como herederos a sus hijos, los nobles y prelados reunidos en concilio eligieron como rey a Rodrigo (710-711), con lo que se inició una guerra civil entre éste y los partidarios de Akhila, hijo de Witiza, que contaba con el apoyo de de su tío, el obispo de Sevilla Oppas.
La guerra se decantó a favor de Rodrigo y cuando éste debió partir hacia el Norte a combatir una rebelión de los vascones11, el conde don Julián, gobernador de Ceuta, y el obispo Oppas acudieron a Musa ibn Nusair, más conocido como Muza, gobernador del Califato12 de los Omeyas15 en el Norte de África, para que ayudara a Akhila a subir al trono. Muza colaboró enviando a Tariq ibn Ziyad al mando de un ejército de bereberes18 y africanos que desembarcó en Gibraltar el 30 de abril de 711.
Para enfrentarse a los musulmanes, con un ejército que reúna el necesario número de efectivos como para tener posibilidades de victoria, Rodrigo debe aceptar la participación en él de los witizianos, dado que, debido a los diferentes conflictos que hay en el reino, no le es posible reunir más tropas. Así, sin saber del pacto entre los partidarios de Witiza y los musulmanes, parte al combate contra los supuestos invasores y se enfrenta a ellos entre el 19 y el 26 de julio de 711 en la batalla de Guadalete. En ella, los witizianos, a los que Rodrigo ha encomendado el mando de las alas, abandonan la lucha, dejando al soberano en inferioridad numérica y táctica, lo que precipita la derrota de su ejército, no apareciendo nunca el cadáver de don Rodrigo, al contrario que el de su caballo. Comienza así una ocupación de la Península Ibérica que no terminaría hasta ocho siglos después, con la entrada victoriosa de los Reyes Católicos en Granada.
Para Sevilla, la ocupación musulmana no comenzó hasta un año después, en el 712, cuando Muza entró en la localidad sin tener que combatir por ella ya que aquellos que no aceptaban su conquista huyeron hacia Niebla (Huelva) y Beja (Portugal). Sin embargo, el hecho de disponer de pocas tropas provocó que tuviese que retirarlas de la ciudad para continuar la conquista del reino visigodo. Muza parte de Sevilla dejando al mando de ésta a la comunidad judía, que se había prestado a colaborar con él. Este abandono de las tropas musulmanas trae consigo una revuelta de la población local con la colaboración de aquellos que habían huido, obligando al ejército de Muza a volver a Sevilla de nuevo para, esta vez, en el 713, sí tener que luchar por su conquista. Los sublevados fueron ejecutados tras su derrota.
Arquillo de la Plata o Puerta de las Palmas en época musulmana o Arquillo de los Ciervos en el siglo XVIII.
Tras su conquista, durante más de cinco siglos, hasta la llegada del rey Fernando III “el Santo”, Ishbiliya, o Isbiliya, como será llamada por los árabes, pasará a ser una ciudad musulmana. Esta prolongada ocupación significó para Sevilla la llegada de los profundos cambios sociales, administrativos, económicos, religiosos, etc. que trae consigo la convivencia de distintas comunidades, invasor e invadido en este caso, así como la mezcla cultural –en la que están presentes las distintas herencias romana, visigoda, cristiana, judía y musulmana– que ello conlleva.
Inicialmente, entre los años 713 y 716, Sevilla fue la capital administrativa de Al-Andalus, nombre este último con el que se denominan los territorios de la Península Ibérica y de Septimania (Sudoeste mediterráneo de Francia) que durante la Edad Media estuvieron en manos de los musulmanes y que se estructuraron como un emirato dependiente del califato de Damasco. En el 713, el hijo de Muza, Abd al-Aziz ibn Musa, se casa con Eginola, la viuda del rey Rodrigo, con la esperanza de atraer así a la nobleza visigoda. En el 714, cuando su padre parte hacia Damasco, es designado por éste como valí (gobernador) de Al-Andalus, y en el 716, debido a distintas luchas por el poder entre los invasores y utilizando como excusa su posible conversión al cristianismo, Abd al-Aziz es asesinado. A continuación, tras un mandato de sólo seis meses de su sucesor y primo hermano Ayyub ibn Habib al-Lajmi, es nombrado desde el Norte de África como nuevo valí Al-Hurr ibn Abd ar-Rahman ath-Thaqafi, más conocido como Al-Hurr, quien traslada la capital de Al-Andalus hasta Córdoba.
La población de Sevilla se componía, durante los primeros años de gobierno musulmán, de los nativos hispanorromanos, los judíos y los aproximadamente 18.000 árabes llegados durante la conquista y que se dividían en adaníes (árabes del Norte), yemeníes o qahtaníes (árabes del Sur) y, en menor medida, bereberes norteafricanos. Los musulmanes adaptaron a sus usos el antiguo palacio real visigodo y transformaron en mezquitas algunas de las iglesias cristianas; la nueva aristocracia, formada por los clanes familiares de los conquistadores árabes, se incautaron de las mejores tierras. A los cristianos se les permitió mantener su religión a cambio de que pagaran un impuesto personal y sobre sus tierras, un tributo que desaparecería si se convertían al Islam, algo que mucho de ellos no tuvieron mayor problema en hacer. Esta tolerancia religiosa, junto a una ligera permisividad global y el ser menos los invasores que los invadidos, propició la convivencia de ambas comunidades dentro de un entorno no demasiado hostil.
Sevilla, motivada por tener mayor población y riqueza que Córdoba, le disputó a ésta, en algunos momentos, la capitalidad de Al-Andalus. El haber sido nombrada sólo capital de una cora (provincia) en lugar de capital de todo Al-Andalus provocó que, a lo largo de todo el siglo VIII y parte del IX, la ciudad se rebelara en distintas ocasiones, destacando la del año 772, por la represión que la ciudad sufrió a manos de Abderramán I.
En el siglo IX, Sevilla vio aumentar el número de su población árabe, un aumento que significó, étnica y culturalmente, una gradual arabización de la población sevillana. Es también a mediados de esta centuria, en el 844, cuando la ciudad es saqueada durante tres días por los normandos, llegados hasta ella a través del río Guadalquivir. Tras matar y ultrajar a un gran número de sus habitantes, los invasores vikingos se enfrentan, en Tablada, a las tropas musulmanas llegadas desde Córdoba, con un resultado no del todo claro ya que aún continuaron durante un mes con sus saqueos y asaltos por las riberas del río. Con el objetivo de evitar un nuevo ataque, el emir cordobés Abderramán II ordenó que se reforzaran las defensas de la ciudad, para lo cual se levantó una nueva cerca sobre la muralla romana y se construyeron unas atarazanas19.
De estas fechas, procede también la primitiva Mezquita Aljama de la ciudad, construida en el solar donde actualmente se levanta la Iglesia del Divino Salvador y de la que aún quedan algunos restos, como veremos a lo largo de esta página. Junto a esta mezquita, se situaba la zona comercial y administrativa de Sevilla: el zoco21.
A continuación, la ciudad vivió una serie de conflictos, bien internos, en los que los árabes pugnaban con los muladíes22 por el gobierno de la ciudad, o bien externos, en que continuaban la pugna contra el gobierno desde Córdoba. De hecho, entre los años 900 y 913, Sevilla fue una ciudad independiente, aunque, debido a las peleas entre los distintos clanes familiares, no tardó en volver a estar bajo la órbita cordobesa tras la llegada al poder en el 912 de Abderramán III. En diciembre del año 913, la ciudad se rinde a las tropas de este emir, quien, para asegurarse su sumisión, ordena la destrucción de las murallas sevillanas. Este califato, que durará más de un siglo, hasta el 1031, tuvo al final entre los años 1009 y 1031 un período de gran inestabilidad, con continúas fitnas23 y revueltas. Tras su fin, el territorio se disgregará en diferentes reinos de taifas, pasando Sevilla a ser capital de uno de ellos. No obstante, de facto, la ciudad ya venía siendo independiente desde el año 1027.
El primer rey de la taifa de Sevilla fue Abu Qasim Muhammad (1023-1042). Su sucesor, su hijo Al-Mutadid (1042-1069), pasaría a la historia como un hombre cruel, traicionero y poseedor de un harén de hasta 800 mujeres. Pero también como el soberano con quien Sevilla vivirá un gran desarrollo, correspondido con una ampliación del reino, al anexionarse el Sudoeste peninsular (las taifas de Mértola, Huelva, Algarve, Niebla, Algeciras, Silves, Morón de la Frontera, Ronda y Carmona). Sevilla será así una de las tres grandes taifas de la Península, junto a las de Zaragoza y Toledo. A cambio, esta expansión territorial debilitó en gran medida su taifa, la cual se vio obligada a pagar tributos desde el año 1063 al reino de Castilla, gobernado entonces por Fernando I (1029-1065).
A la muerte de Al-Mutadid, sube al trono su hijo Al-Mutamid (1069-1091), un culto soberano que, a la vez que poeta, se preocupaba por los aspectos militares de su reino. Continuó la expansión territorial llevada a cabo por su padre y, al final de su reinado, la taifa de Sevilla llega por el Este hasta el Mediterráneo, incluyendo la ciudad de Murcia, conquistada en 1078. Anteriormente, en el 1070, había conquistado Córdoba, capital de la taifa del mismo nombre y que para entonces se encontraba ocupada por la de Toledo. Sin embargo, no lo hace para liberarla, sino para anexionarla a su reino, situando en ella a su hijo como gobernador. Éste, en el año 1075, es asesinado al volver a ocupar esta ciudad el reino de Toledo. Sin embargo, dicha reconquista duraría poco, y, en el 1078, Al-Mutamid toma de nuevo Córdoba, permaneciendo ya esta ciudad bajo el dominio sevillano hasta el año 1091, cuando la invasión almorávide25 termina con los reinos de taifas. En esta época, Sevilla logró tener un alto grado de desarrollo cultural que, gracias a la generosidad de su rey poeta, atrajo hasta ella a un gran número de artistas.
Al-Mutamid continuó pagando tributos al rey castellanoleonés Alfonso VI. Sin embargo, ante la mayor presión que éste ejercía sobre las taifas musulmanas y que culminó con la reconquista de Toledo, la antigua capital visigoda, en el año 1085, los soberanos de las taifas de Badajoz, Granada y Sevilla deciden solicitar ayuda exterior y llaman en su auxilio a los almorávides. Sin embargo, contra lo que esperaban los reyes de las taifas peninsulares, los almorávides, al constatar la debilidad de éstos, parte de la cual venía de los constantes enfrentamientos que mantenían entre sí, decidieron conquistar todo Al-Andalus, haciendo desaparecer las distintas taifas. En el año 1091, Sevilla cae en manos de las tropas almorávides y su señor, el emir Tasufin (o Taschfin, según la fuente), apresa y envía al rey sevillano Al-Mutamid a una prisión en el Norte de África, cerca de la ciudad de Tánger.
Comienza así, en el 1091, el período de dominación almorávide de Sevilla, el cual se extendería hasta el año 1147. Estos duros guerreros dejaron de pagar tributos a Castilla e impusieron la vuelta al cumplimiento de las obligaciones señaladas por el Corán26. Tras el saqueo inicial de Sevilla, los almorávides hicieron de ella la capital occidental de Al-Andalus, mientras que la capital de su imperio continuaría siendo Marraquesh (Marruecos).
Sin embargo, la presencia almorávide en Al-Andalus les supuso unos enfrentamientos bélicos con los reyes cristianos que, junto a la pacificación de las antiguas taifas, les obligó a restar importantes recursos bélicos de África, favoreciendo así la expansión de los almohades27, población procedente de la cordillera norteafricana del Atlas. Tras derrotarlos en África, los almohades continuaron la lucha en Al-Andalus, desembarcando en Cádiz en 1146 y ocupando Sevilla en 1147.
La llegada de los almohades, poseedores de un pensamiento más abierto que el de los almorávides, significó para Sevilla la época de mayor brillantez de su período islámico, alcanzando su culmen durante el reinado de Abu Yacub Yusuf (1163-1184). En la actualidad, casi todos los monumentos y restos musulmanes que quedan en la ciudad pertenecen a este período. Durante él, se construyó la nueva Mezquita Aljama con su alminar28, conocido hoy como la Giralda; la coracha30, que enlazaba diferentes torres albarranas31 con la muralla principal y que terminaba en la Torre del Oro; y se terminó el puente de barcas de los almorávides que cruzaba el río Guadalquivir. Éste se levantó para comunicar la ciudad con la comarca del Aljarafe y estaba formado por una sucesión de barcazas unidas con una resistente cadena de hierro sujeta a ambas orillas mediante pilares que se hundían en las aguas. El Guadalquivir, o “el río grande”, que es el significado de esta palabra en árabe, era de gran importancia en la economía de la ciudad musulmana ya que a través de él entraban y salían las mercancías que necesitaba o producía una ciudad de la importancia de la Sevilla de la época.
La ocupación musulmana de Sevilla terminaría en el año 1248, cuando ésta cae rendida frente a las tropas de Fernando III, el santo rey castellano, quien entra en la ciudad el 22 de diciembre de dicho año. Para ello, fueron necesarios dos años de sitio, tanto por tierra como por el río. La conquista comenzó en otoño del año 1146, cuando las tropas castellanas acamparon en sus alrededores. Desde entonces y hasta su rendición, estas fuerzas fueron tomando distintas localidades limítrofes, como Alcalá de Guadaíra, Alcalá del Río, Carmona, etc. La llegada de las galeras de Castilla desde el Mar Cantábrico, al mando del almirante Bonifaz, significó una nueva fase del conflicto, al hacerse éstas con el dominio del río Guadalquivir y completar así el cerco de Sevilla. Para finales del año 1147, la ciudad comienza a ser atacada por las tropas de Fernando III, que sitúan su campamento en el sector de Tablada, y para marzo de 1248, el cerco de la ciudad se completa, teniendo los castellanos bloqueados sus accesos. Aquí, hay que señalar el importante refuerzo que significó para la empresa la llegada de nuevas tropas al mando del hijo de Fernando III, el futuro Alfonso X.
En mayo, la destrucción del puente de barcas por parte de la flota castellana incomunicó más aún la ciudad, por lo que la llegada del verano, en un territorio tan caluroso como es éste, supuso hambre y enfermedades tanto para sitiados como para sitiadores, con la diferencia de que los segundos tenían una libertad de movimientos y de suministros de la que carecían los primeros, encerrados y carentes de auxilio exterior. Finalmente, en otoño de 1248, la ciudad manifiesta su voluntad de rendirse, firmándose su entrega con todos sus inmuebles y tierras; a sus habitantes, se les concede un mes de plazo para que, aquellos que así lo desearan, pudieran abandonar Sevilla, llevando consigo sólo sus bienes muebles33. Así, el 23 de noviembre de ese año, el día de San Clemente, el pendón de Castilla34 se levanta por primera vez en el Alcázar sevillano.
Seguidamente, trataremos los principales monumentos y restos musulmanes conservados en la Sevilla actual. Antes de continuar, hemos de señalar que la evolución urbanística de la ciudad durante este período de su historia es posible verla en su conjunto ya que los cambios por ella experimentados desde la época visigoda fueron ocurriendo de manera pausada, pero continúa. Su crecimiento fue similar, aumentando su superficie de 80 a 187 hectáreas (287, según otras fuentes), a la par que se mantuvieron los dos principales ejes de comunicación provenientes de tiempos de los romanos, Este-Oeste y Norte-Sur. No obstante, las agrupaciones comerciales y gremiales conformaron una urbe sin planificar, de calles estrechas y mayoritariamente sin pavimentar. Entre sus construcciones más destacadas, se pueden citar una veintena de mezquitas, residencias palaciegas y fortificaciones. A estas últimas, anteriormente dedicamos un reportaje completo en Murallas de Sevilla. Asimismo, existían alcaicerías (sitios o barrios de venta de unas determinadas mercaderías), alhóndigas (lugares de depósito de mercancías, venta de éstas y, en su caso, posada para los mercaderes), baños y zoco.
En cuanto a la población sevillana, ésta estaba formada por los habitantes indígenas hispanovisigodos, los judíos y los invasores árabes. Poco a poco, bien por convencimiento o bien por evitar el impuesto al-dimma que pagaban los no creyentes en la fe musulmana, la población indígena, sobre todo a nivel de sus sectores más populares, se fue convirtiendo a esta religión. Los musulmanes consideraban a cristianos y judíos como gentes del libro, al igual que ellos, por lo que, durante los primeros siglos, existió una tolerancia y convivencia hacia estos creyentes. Sin embargo, con la llegada de los almorávides y de los almohades, aquella se acabó y se expulsó a los pocos cristianos que para entonces quedaban, huyendo en 1146 el obispo Clemente para refugiarse en Talavera de la Reina. Esta situación afectó igualmente a la comunidad judía existente en la ciudad desde el período visigodo.
A continuación, recorreremos en esta página, como hemos dicho, los principales restos musulmanes que podemos encontrar en la actual ciudad de Sevilla. Para ello, comenzaremos por las murallas de Sevilla, a las que dedicamos un monográfico hace pocos años y la Torre del Oro, quizás su elemento más conocido, a pesar de no identificarse siempre como parte de ellas; seguiremos con los restos de las dos mezquitas aljamas de la ciudad, la antigua y la moderna, y el alminar de esta última, la Torre de la Giralda, convertida hoy en icono de Sevilla; pasaremos por los restos del Palacio de la Buhaira y por los Reales Alcázares, a los que igualmente dedicamos dos páginas monográficas hace ya algún tiempo; finalmente, terminaremos nuestro virtual paseo con los restos de tres edificios de baños musulmanes, entre los que se encuentran los de la Reina Mora. Además de estos restos, el Museo Arqueológico de Sevilla dispone en las salas XXVI: Antigüedad tardía y XXVII: Edad Media y Moderna algunos vestigios paleocristianos35 y visigodos, en la primera, y de Al-Andalus, en la segunda.
Restos principales de construcciones musulmanes ▲
Las Murallas con las que los romanos fortificaron la ciudad de Sevilla se mantuvieron con pocas modificaciones hasta después de su saqueo por los vikingos, en el año 844. Tras éste, y debido a la gran mortalidad y destrucción que causaron los invasores normandos, Abderramán II ordenó la reconstrucción y mejora de las fortificaciones bajo la dirección de Abd Allah ibn Sinan.
En el siglo X, se lleva a cabo una nueva intervención en la ciudad, pero de carácter bien distinto; Abderramán III, aún como emir y tras someter Sevilla, ordena la destrucción de sus murallas con el fin de dificultar un nuevo episodio de rebeldía. No obstante, se duda de que esta destrucción fuera total ya que en el siglo XII volvía a contar ellas y no hay constancia de la construcción de hasta tres recintos fortificados (romano, emiral y taifal). Más bien, esta destrucción podría tomarse como un conjunto de acciones encaminadas a anular la eficacia de la fortificación mediante la demolición de puertas y de tramos de muralla de particular importancia para la defensa. De esta época es la construcción de la Dar al-Imara, o Casa del Gobernador, origen de los Reales Alcázares.
En 1125, ante el avance de los cristianos que en 1085 habían reconquistado Toledo, la antigua capital visigoda, el emir almorávide Ali Ben Yusuf ordena su reconstrucción, ampliando el recinto amurallado para que éste incluyera las nuevas zonas habitadas que quedaban fuera del antiguo perímetro, obra que finalizó entre los años 1133 y 1134. Los almohades, tras su conquista de Sevilla en 1147, amplían también la muralla en diversas ocasiones, motivadas algunas de ellas por los daños que conllevaban las crecidas del río Guadalquivir. Entre estas obras, destacan las del año 1220, cuando se levantaron las torres del Oro, de la Plata, de Abd-el-Azzi y de la Cilla, entre otras varias que formaban la coracha, que iba desde la primera de estas torres hasta el recinto fortificado. Esta fábrica, junto a la ampliación de las situadas al Sur de palacio, son la última intervención sobre las murallas llevada a cabo en época musulmana.
En la página Murallas de Sevilla, “uVdM” dedica un monográfico a dicha fortificación.
Entre los elementos que quedan de las antiguas murallas, se encuentra uno de los monumentos más famosos de la ciudad de Sevilla, la Torre del Oro, llamada Borg-al-dsayeb, o Borg-Al-Azajal (según la fuente), por los árabes. Esta torre, construida durante las obras de ampliación de las murallas llevadas a cabo en el año 1220, formaba parte de la coracha que iba desde ella hasta el recinto amurallado de la ciudad y en donde se levantaban otras varias importantes torres reforzándola. La misión de esta muralla era la de proteger el Alcázar y el puerto de Sevilla, cerrando la entrada a la ciudad por este arenal que el curso del río había ido ampliando.
Hoy día, la torre consta de tres cuerpos, de los que los dos inferiores, de planta dodecagonal (doce lados), son los originales, mientras que el tercero, de planta cilíndrica, se añadió en el siglo XVIII. Su altura es ahora de 37 metros, pero varios metros de ella continúan bajo el nivel de la superficie, al haber subido la altura a la que se encuentra el muelle. Las medidas de los cuerpos son de 21 metros para el primero, contados desde el suelo hasta el final de los merlones36, y de aproximadamente 8 metros para el segundo y el tercero. Los materiales utilizados en su fábrica son piedra, ladrillo y tapial38.
El primero de los cuerpos esta construido de sillería39 en el basamento y en la unión de sus paramentos41, y de tapial en estos últimos. En cambio, el segundo y el tercer cuerpo son ambos completamente de ladrillo.
El exterior de la torre se encuentra actualmente desnudo, no habiendo siendo así siempre ya que hasta finales del siglo XIX éste estaba enlucido44. En los paramentos, se repiten, alternándose, dos módulos. Uno está formado por un eje vertical en el que se abren tres vanos45 de diferente tamaño y rematados todos con arcos de medio punto46, y dos saeteras47, cada una de ellas situada en los espacio entre dos arcos; el otro es un eje vertical dotado de tres saeteras y una ventana superior, idéntica a la del eje anterior y a la misma altura que ésta. Por encima de cada eje, existe un alfiz50 con dos arcos lobulados54 levantados sobre columnas y una ventana ciega en su interior. En el segundo cuerpo, se repite la existencia de dos módulos diferentes y alternos, ambos de arcos ciegos56. En uno, vemos un gran arco de herradura58, con arco polilobulado sobre columnas, mientra que en el otro, tenemos dos arcos ojivales59 túmidos60 levantados sobre tres columnas. El remate de los dos primeros cuerpos se hace mediante antepechos61 de almenas piramidales bajo los que sobresalen los arcos que rodean las construcciones almohades, siendo en este caso tres, en lugar de dos. En el último cuerpo, rematado por una cúpula enlucida con azulejos dorados, se abren cuatro vanos con óculos62 ciegos y pinjantes63 entre ellos.
Hay que tener presente que era ésta una torre defensiva, por lo que muchas de las aberturas con las que ahora cuenta no existían en el momento de su construcción y son el resultado de las obras realizadas durante los siglos XVIII y XIX, en las que se instalaron viviendas y oficinas en su interior.
Dentro de la torre, tenemos un primer cuerpo hexagonal con tres plantas, cuyas cubiertas son de bóveda de arista64 de ladrillo. La comunicación entre cada una de ellas se hace por la escalera dispuesta entre el cuerpo dodecagonal exterior y el hexagonal interior. El acceso al segundo cuerpo se hace por medio de una doble escalera dispuesta en el Este de la torre, estando el interior macizado, casi al completo, desde el terremoto de Lisboa de 1755. Sólo se ha dejado una escalera helicoidal65 por la que es posible acceder hasta la terraza. Es entonces, tras las obras llevadas a cabo como consecuencia de este terremoto, cuando se construye el tercer cuerpo.
Por lo que respecta al origen de su nombre, Torre del Oro, hay diversas teorías al respecto, pudiendo ser que éste se deba tanto a azulejos dorados que cubrían su exterior como a las riquezas que algunos reyes, como Pedro I “el Cruel”, atesoraron en su interior.
En la actualidad, este monumento acoge la sede del Museo Marítimo Torre del Oro, dependiente de la Fundación Museo Naval.
En el año 1931, la torre fue declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.
Localización: Paseo Cristobal Colón, s/n. 41001 Sevilla.
A continuación, veremos los denominados Caños de Carmona, de cuya primitiva estructura podremos encontrar tres restos visibles que han llegado a nuestros días en tres localizaciones distintas: por un lado, un primer tramo situado en la esquina entre las calles Cigüeña y Cruz del Sur; por otro lado, un segundo tramo ubicado entre las calles Luis Montoto y Jiménez Aranda; y finalmente, un tercer tramo en la confluencia de las calles Luis Montoto, José María Moreno Galván y Juan Antonio Cavestany, éste descubierto en 1990 durante las obras que se realizaron con motivo de la Expo 92.
Construidos, según algunas fuentes, en época almohade (concretamente en 1172), su finalidad era la conducción de agua para el riego de los jardines del Palacio de la Buhaira, que veremos más adelante. La obra, mandada ejecutar e inaugurada por el emir Abu Yusuf Yaqub, fue llevada a cabo por el ingeniero al-Hayy-Yaçis, descubridor de la antigua conducción de agua de origen romano que procedía de la localidad sevillana de Alcalá de Guadaíra y que, siguiendo presumiblemente el trazado que también tuvieron después los Caños de Carmona, llevaba agua hasta la cisterna romana de la Plaza de la Pescadería, abasteciendo la ciudad de Hispalis y convirtiéndose en su principal suministro de agua potable con el agua del manantial de Santa Lucía, en Alcalá. En total, los caños recorrerían unos 17,2 kilómetros, pasando, como indican en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, “por Torreblanca”, subiendo hasta Hernán Cebolla, bajando hasta el Humilladero de la Cruz del Campo y Eduardo Dato, y desviándose aquí hasta entrar en la ciudad por la Puerta de Carmona. Este camino puede ser el que diera el nombre con el que conocemos los caños.
El material principal con el que fueron levantados fue el ladrillo, estando formados en total por unos 400 arcos que apoyaban sobre pilares en la parte que quedaba a la vista y contando en algunas zonas con un segundo cuerpo de arcadas en la parte superior.
Ya desde finales del siglo XIX, los vecinos que vivían en los alrededores del último tramo del acueducto interpusieron varias quejas al Ayuntamiento porque los arcos se habían convertido en refugio de gente sin hogar y, habitualmente, de delincuentes; esto, unido a los planes que había de ensanchar las rondas de la ciudad, hizo que desde el consistorio se enviara una consulta a la Comisión de Monumentos del Gobierno central, en Madrid. La respuesta a la demolición de los Caños de Carmona fue afirmativa, apuntando que era una “obra vulgar, sin rasgos artísticos, desprovisto de interés arqueológico”. El derribo comenzaría el 26 de enero de 1912, siendo destruidos los últimos tramos en 1959, cuando se edificaron los barrios de Los Pajaritos y La Candelaria.
Localización: Primer tramo, en la esquina entre las calles Cigüeña y Cruz del Sur; segundo tramo, en la esquina entre las calles Luis Montoto y Jiménez Aranda; tercer tramo, en la confluencia de las calles Luis Montoto, José María Moreno Galván y Juan Antonio Cavestany. 41006, 41018 y 41003, respectivamente. Sevilla.
Uno de los elementos más importantes en la vida de la Sevilla musulmana tras la conquista de la ciudad en el año 711 sería su Mezquita Aljama de Ibn Addabás, o Mezquita Mayor, que, junto con el palacio del gobernador, se instalaría en el centro urbano, escogiendo para ello, posiblemente, un edificio público anterior, quizás una basílica, lugar donde hoy hallamos la Iglesia Colegial del Divino Salvador. Nada se sabe, en cambio, de dónde estuvo ubicado el palacio del gobernador.
La Mezquita de Adabbás, llamada así por haber sido levantada por el qadí66 del mismo nombre por orden del emir Abd al-Rahman al Awsat, fue fundada entre los años 829 y 830, según consta en una inscripción grabada en una columna de dicho templo que podemos contemplar en el Museo Arqueológico de Sevilla, si bien es posible que los musulmanes compartieran con los cristianos el primitivo edificio romano-visigótico, algo que ya ocurrió con la cordobesa Basílica de San Vicente. Lo que sí se haría, tal y como mandaba la tradición, sería la destrucción del antiguo templo y el reaprovechamiento de los materiales constructivos para levantar la mezquita musulmana según el modelo oriental.
De este modo, el edificio de la antigua Mezquita Mayor era una sala hipóstila67 de fustes68 y capiteles romanos, rodeada por muros a los que, en el exterior, se adosaban comercios y pequeños talleres de artesanos, y con el acceso principal abierto por el Norte por medio de la torre de la Calle Córdoba. En el interior, la mezquita quedaba dividida en dos espacios rectangulares: por un lado, el que se hallaba en el Norte, antesala del edificio, era la sala de abluciones71 y configuraba un patio rodeado por galerías que debió de utilizarse, asimismo, como espacio público; por otro lado, estaba la sala de oración, lugar abierto con arcadas de herradura bicolor, al igual que en la Mezquita de Córdoba, y compuesto por nueve naves idénticas en tamaño, a excepción de la nave central, más ancha y alta que el resto, e indicadora del camino hacia el mihrab72 (Sur).
Cuando en el año 1248 Sevilla es conquistada por los castellanos, las mezquitas de la ciudad serán transformadas en templos cristianos, para lo cual cambiarían el eje de oración de Norte-Sur a Este-Oeste y colocarían en el mihrab una capilla de la Virgen; en el caso de la mezquita que nos ocupa, ésta sería la Capilla de la Virgen de las Aguas, quedando el templo bajo la advocación del Divino Salvador. Igualmente, en el patio de abluciones, que contaba con agua corriente, una fuente y soportales a su alrededor, se instalarían habitaciones y otras dependencias para los religiosos, y también se usaría como cementerio con enterramientos en el centro y con la construcción de capillas funerarias, como la de la familia Pineda. De su alminar, han llegado a nuestros días aproximadamente 11 metros de alzado del cuerpo inferior (otros 2 metros han quedado por debajo del actual terreno), con una planta cuadrada de 5,85 metros de lado y aparejo73 de sillares como material constructivo. Tal y como podemos leer en la web oficial de la Catedral de Sevilla, la actual torre de la Iglesia del Salvador constituye “[...] con dos construcciones más (primitiva Mezquita mayor de Córdoba 786/87 y Alcazaba de Mérida 835) la única fuente de estudios superviviente para el Emirato andalusí74”.
Finalmente, como pasaría con la casi totalidad de las mezquitas andaluzas, la de Ibn Addabás también sería derribada, si bien sería una de las últimas en derruirse, ya en el año 1671. Cinco siglos antes, en 1172, perdería la condición de Mezquita Mayor, pasando ésta a ser la que se encontraba donde hoy se levanta la Catedral (derribada, a su vez, para construir el templo cristiano, como veremos a continuación), mientras que la de Addabás seguiría siendo reutilizada, como hemos dicho, hasta el segundo tercio del siglo XVII.
Localización: Plaza del Salvador, 3. 41004 Sevilla.
En el año 1172, la antigua mezquita pierde su condición de Mayor, momento en que el califa Abu Yaqub Yusuf, quien trasladaría la capital almohade a Sevilla, ordena la construcción de la que sería la nueva Mezquita Aljama para atender el considerable aumento de población en la ciudad, levantada entre abril de 1172 y el 19 de marzo de 1198 por el arquitecto Ahmad ben Basso, aunque había sido inaugurada ya el 30 de abril de 1182. A la muerte del califa, será su hijo y sucesor Abu Yusuf Yaqub quien mande, en 1184, construir el alminar, en la actualidad, torre de la Catedral de Sevilla y conocida como Giralda.
Pocos han sido los restos que han llegado a nuestros días de esta nueva Mezquita Mayor: el hoy Patio de los Naranjos, con la Puerta del Perdón, acceso a éste, y parte del alminar integrado en la torre catedralicia.
Al Patio de los Naranjos, como decimos, se accede por la llamada Puerta del Perdón, uno de los principales elementos del antiguo templo almohade y, por entonces, puerta de acceso a su interior, la cual se alineaba con su nave central y con el mihrab. Se trata de un arco de herradura apuntado, cuya forma ha perdurado hasta nuestros días, si bien la ornamentación plateresca75 de yeserías76 que presenta data de 1522 y fue ejecutada por Bartolomé López. Asimismo, dos años antes, en 1520, se añadió un conjunto escultórico de barro cocido hecho por Miguel Florentín y compuesto por las imágenes de San Pedro y San Pablo, en los laterales, las de la Virgen y el Arcángel San Gabriel, sobre las anteriores, y un relieve con la Expulsión de los Mercaderes, sobre el arco. Las hojas de la puerta están hechas de madera con un revestimiento de chapa de bronce y, en ellas, se pueden ver inscripciones cúficas77 almohades, además de contar con dos aldabones78 también de bronce procedentes de la mezquita. En la actualidad, la Puerta del Perdón despide a los visitantes que realizan la visita artística y cultural de la Catedral de Sevilla.
En cuanto al Patio de los Naranjos, éste era el primitivo sahn79 de la mezquita, hoy, lógicamente, muy transformado debido a las sucesivas intervenciones que se han llevado a cabo a lo largo de los siglos, aunque aún es posible vislumbrar su estructura original, configurada por una serie de pilares sobre los que apoyan los arcos de herradura apuntados. En el centro, donde antaño se ubicaba el antiguo sabil, tenemos una fuente moderna cuya taza superior, de época visigoda, es la misma que tuvo la fuente almohade en la que se llevaban a cabo las correspondientes abluciones. Tuvo entonces el patio tres galerías, de las cuales tan sólo se han conservado dos, pues la del lado Oeste fue demolida para construir en su lugar la iglesia del Sagrario.
Por lo que respecta al alminar, como ya apuntamos al inicio, éste comenzó a levantarse en 1184 por orden de Abu Yusuf Yaqub. Paralizadas las obras, cuatro años más tarde, en 1189, serán reanudadas con ladrillo, siendo finalmente inaugurado el alminar en 1198 y quedando coronado por el yamur82. El 24 de agosto de 1356, un gravísimo terremoto, con epicentro83 en el Cabo de San Vicente (Portugal), derribaría el yamur de la torre, motivo por el que tuvo que ser sustituido por un campanario de madera que costearía el propio rey Pedro I. La imagen que ha llegado a nuestros días del antiguo alminar es la suma de los cambios que, a partir especialmente del siglo XV, se fueron sucediendo en él.
La parte de la Giralda que se corresponde con el que fuera alminar de la mezquita es la práctica totalidad de la torre, a excepción del cuerpo de campanas. Así, se compone de un prisma central con base cuadrada que rodean cuatro muros exteriores, existiendo, entre las dos estructuras, unas amplias rampas de subida. Estas cuatro caras cuentan con decoración de sebka85, además de varias ventanas geminadas90 que enmarcan sendos alfices y arcos angrelados91. Asimismo, presenta una ornamentación basada en ajimeces92 con arcos de herradura semicirculares o polilobulados que quedan rodeados por un alfiz y, a su vez, por un gran arco lobulado apuntado. Finalmente, las calles laterales tienen arcos murales que, desde lejos, simulan ser una red de rombos.
Al igual que ocurriera con la antigua Mezquita de Addabás, la nueva Mezquita Mayor sería convertida en templo cristiano tras la reconquista de Sevilla por los castellanos en 1248, momento en que pasaría a ser Iglesia de Santa María y, tres años después, en 1251, a estar bajo la advocación de la Asunción de María. El 29 de diciembre de 1928, la Catedral de Sevilla fue declarada Bien de Interés Cultural, siendo, desde 1987, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y desde el 25 de julio de 2010, Bien de Valor Universal Excepcional.
Localización: Avenida de la Constitución, s/n. 41001 Sevilla.
Restos menores han quedado de un tercer templo musulmán, el que fue conocido como Mezquita de los Osos, ubicada en lo que hoy es la Plaza de la Virgen de los Reyes y que antaño se llamó Corral de los Olmos.
Poco, o casi nada, se sabe de esta mezquita, salvo que pudo haber sido construida antes de la nueva Mezquita Aljama. Después de la reconquista de Sevilla por los cristianos y perdida su función como oratorio musulmán, el edificio es cedido en el siglo XIV al Arcediano93 de Écija, Ferrán (o Fernan) Martínez, para construir en este terreno y en el de las casas del propio arcediano un hospital para el cuidado de tuberculosos: el Hospital de Santa Marta. Posteriormente, ya en el siglo XIX, se asentaría en este lugar el Convento de la Encarnación que podemos contemplar en la actualidad.
Por lo que respecta a los restos que han llegado hasta nuestros días de aquella primitiva Mezquita de los Osos, en el exterior de la cabecera de la iglesia del citado convento (entre la Plaza de la Virgen de los Reyes y el Callejón de Santa Marta), se pueden ver dos arcos ciegos polilobulados.
Localización: Entre la Plaza de la Virgen de los Reyes y el Callejón de Santa Marta. 41004 Sevilla.
Los Reales Alcázares de Sevilla son una sucesión de recintos construidos, ampliados o modificados en Sevilla desde el siglo X y que constituyen una buena muestra de la historia de ésta desde entonces. Este conjunto palaciego está considerado como el edificio civil más antiguo de la ciudad, habiendo sido palacio real tanto de los monarcas musulmanes como de los cristianos. Aquí vamos a tratar, como corresponde a esta página, su parte islámica.
La construcción inicial, levantada en el exterior del recinto amurallado de la ciudad sobre los restos de la basílica visigoda de San Vicente, quizás destruida ésta durante la invasión normanda de 844, es el Dar al-Imara, o Palacio del Gobernador, un recinto cuadrangular que da a las hoy plazas del Triunfo y de la Alianza. Su constructor, Abdallah ben Sinan “el Siríaco”, construyó entre los años 913 y 914, siguiendo las órdenes de Abderramán III, una fortaleza no demasiado grande cuyo patio de armas debía de ser el hoy Patio de Banderas. Las murallas que rodean éste son las del Dar Al-Imara, conservándose igualmente, aunque cegada, una de sus antiguas puertas en la Calle J. Romero Murube.
Durante el reino taifa de Sevilla, en el siglo XI, el recinto se amplió bajo el reinado de Al-Mutamid con la construcción del Al Qasr Al-Mubark, o Alcázar de las Bendiciones, (Al-Muwarak, el Bendito, según otras fuentes), el cual se extendía hasta donde hoy se encuentra el Arco de la Plata, considerado por algunos autores como su acceso principal y que era llamado por los musulmanes Puerta de las Palmas. Desde esta entrada, se accedía a un camino que, encajonado entre dos murallas, llevaba hasta otra entrada que daba a una pequeña dependencia militar situada antes del palacio, donde se encuentra el hoy conocido como Patio del León.
Por su lateral Oeste, el palacio Al-Mubark daba a una explanada o plaza de armas situada donde la Puerta de Jerez. Parte de los restos de este palacio quedaron sepultados por la Casa de la Contratación y, tras haber sido excavados, se ha señalado la antigua existencia de una construcción alrededor de un jardín dotado con andenes altos y albercas94 en los extremos. El Salón del Trono de este palacio, también conocido como de Salón de las Pléyades, estaba situado donde hoy está el Salón de Embajadores del Palacio de Pedro I, del siglo XIV, y cubierto por la decoración de éste. Se cree que este salón debía de ser exento y estar orientado hacia el Oeste, al contrario que el actual de Embajadores. Podría haber constado de un pórtico tripartito y tener una arquería que hoy quizás se encontraría bajo el muro por el que limita con el Jardín del Príncipe. La entrada a él se haría por el Arco de Pavones y el trono se situaría donde actualmente se abre una entrada por la que se accede al Patio de Doncellas.
Este espacio central estaría flanqueado por dos alcobas separadas de él mediante arcadas de tres arcos de herradura sobre columnas de mármol, al igual que las del Salón Rico de Medina Azahara. La cúpula que cubría este espacio podría ser una representación de la bóveda celeste, cubierta de estrellas. Como podemos leer en el libro “El Alcázar de Sevilla bajo los Austrias”, de Ana Marín Fidalgo, el arquitecto Rafael Manzano cree que este espacio sería una recreación de la qubba95 de Medina Azahara, cuyas ruinas visitó el rey Al-Mutamid.
Otros restos de este palacio se encuentran en las casas 1 y 2 del Patio de Banderas, contando la última de estas casas con una bóveda musulmana y existiendo disparidad según las fuentes sobre si es de origen almohade o si formaba parte del palacio de Al-Mutamid. Recientemente, han aparecidos otros restos del palacio de este último rey en las casas 7 y 8 del citado patio, contiguas a las ya mencionadas antes.
En esta centuria, los monarcas sevillanos también construyeron otros palacios en diversos puntos de Sevilla, como los de Al-Qasr Al-Zahi y Qars Al-Mukarram.
Más adelante, durante la ocupación almorávide (1091-1147), el recinto fue ocupado, y quizás saqueado, por éstos sin que haya constancia de que se realizaran obras de ampliación, reforma, etc. en él. Es con los almohades, entre 1147 y 1248, cuando se amplia el recinto, levantando nuevos palacios de los que hoy quedan el Patio del Yeso y los Jardines del Crucero, formándose, en su conjunto, un espacio triangular que llegaría hasta el río Tagarete y en el que se forma el espacio que posteriormente se utilizaría para jardines. Donde más adelante se levantó el Cenador de Carlos V, se construyó entonces una musalla96, un oratorio con forma de qubba, para ser utilizada como cementerio real, como rawda97.
El Patio del Yeso es parte de lo que hoy queda del llamado Palacio de Yusuf, construido en el siglo XII por el califa almohade Abu Yakub Yusuf. Tiene una alberca en su centro y un arco de lambrequines98 de notable tamaño levantado sobre pilares de ladrillo y enmarcado por sendas arquerías de tres arcos lobulados a cada lado, apoyados éstos sobre fustes de mármol y prolongados por arriba con paños99 de sebka. Tras esta arquería, hay un muro con otros dos arcos de herradura con una columna central. En el centro del patio, existe una alberca y, enfrente de la anterior arquería, se encuentra otra arqueria de tres arcos de herradura sobre dos columnas centrales actualmente cegados. Por encima de éstos, se construyeron tres ventanas de pequeño tamaño y rematadas igualmente por arcos de herradura. Este patio –en el que está presente la idea musulmana de que “sólo Dios permanece”, por lo que lo construido por el hombre debe parecer frágil, tal y como lo es el yeso– se puede considerar como un antecedente de los de la Alhambra granadina.
El Patio del Crucero fue reformado en 1755 tras el terremoto de Lisboa. En él, Sebastián Van der Borcht construyó una galería porticada que daba acceso al Palacio Gótico100. Originalmente, el patio tenía dos alturas: la superior, en forma de cruz, se apoyaba sobre las bóvedas que cubrían el inferior, mientras que este último poseía una alberca central rodeada, en las cuatro esquinas que dejaba al descubierto la superior, por naranjos y plantas aromáticas. En el inferior, está actualmente el espacio conocido como los Baños de María de Padilla, la amante del rey Pedro I, un espacio luminoso entonces y oscuro desde el siglo XVIII, tras la realización de las obras antes mencionadas.
Otros posibles restos del este palacio son las dos pequeñas bóvedas del Palacio de Pedro I, situadas junto al acceso del Patio de Doncellas.
El 4 de junio de 1931, los Reales Alcázares fueron declarados Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento, y en 1987, junto a la Catedral de Sevilla y el Archivo de Indias, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Se puede encontrar más información sobre este conjunto palaciego en el monográfico que sobre él publicó “uVdM” en el año 2010, formado por Sevilla - Reales Alcázares (I) y Sevilla - Reales Alcázares (y II).
Localización: Patio de Banderas, s/n. 41004 Sevilla.
Tras el Alcázar, el otro espacio palaciego de gran importancia en la Sevilla islámica fue el Palacio de la Buhaira, descubierto en 1971 por el arqueólogo y humanista Francisco Collantes de Terán y Delorme y el también arqueólogo Juan Zozaya. Su construcción se debe al califa Abu Yaqub Yusuf, quien la encomendaría al alarife104 Ahmad ben Basso, comenzando las obras en octubre de 1171. Sin embargo, para conocer los orígenes del área en la que se asienta el conjunto palaciego, hay que remontarse al reinado de Al-Mutamid, cuando, tras secarse la antigua laguna “al buhayra”, que estaba en este mismo lugar, se construyen aquí varias huertas de recreo que serían ampliadas con olivos, palmeras, viñas y árboles frutales por los almohades bajo el mandato de Abu Yacub Yusuf. Es en este período cuando se levantan el palacio y los jardines, los cuales estaban dotados de agua corriente que provenía de los Caños de Carmona, vistos en este reportaje, y que los regaba gracias a una gran alberca y a un sistema de acequias105, todo ello conservado en la actualidad.
Sin embargo, no son los restos que veremos aquí los primeros que hay documentados en este lugar, pues, en la zona Noroeste, se han encontrado los restos de una villa romana que dataría del siglo I d. C. Asimismo, hacia el Este, había una necrópolis106 que, aunque está parcialmente excavada, cuenta con alrededor de 33 tumbas, algunas de ellas del siglo V y otras más tardías (siglos XI y XII).
En 1248, cuando Fernando III “el Santo” entra en Sevilla, encontrará la Buhaira, o Buhayra, en ruinas, después de que el arrabal de Benialofar, nombre donde se alzaba el palacio, hubiera sido incendiado por las tropas castellanas durante el asedio. A partir de entonces, el arrabal, ya como propiedad real, recibirá el nombre de Benahofar, y el conjunto palaciego será conocido como Huerta del Rey, siendo concedido a diferentes propietarios, como el rey de Niebla, don Álvaro de Luna, Juan de Monsalve, etc., volviendo siempre, de un modo u otro, a la Corona. En 1493, el lugar será vendido a doña Catalina de Ribera y a su hijo don Fadrique Enríquez, marqués de Tarifa, siendo reforestado ya en el siglo XVI, convirtiéndose en lugar de tertulias literarias y logrando recuperar así el esplendor del que había gozado tiempo atrás. Sin embargo, la finca volvería a entrar en decadencia.
A finales del siglo XIX, en 1892, María de los Ángeles Medina Garvey da la orden de que se construya el pabellón neomudéjar que llevaría su nombre (“María de los Ángeles”) a Aníbal González, arquitecto que también proyectaría más adelante, en 1928, la Basílica de la Inmaculada Milagrosa y el conjunto escolar Portaceli, ya como encargo de los jesuitas, quienes habían adquirido 28 hectáreas de terreno de la Huerta del Rey, en manos entonces de la Casa de Medinaceli; sin embargo, todo este complejo no llegaría a ser construido. Tiempo después, serán los propios jesuitas los que vuelvan a encargar la edificación de un centro educativo en esta área, en esta ocasión al arquitecto Antonio Illanes del Río, quien levantaría una serie de pabellones y de centros deportivos semiautónomos y conectados entre sí por largos pasillos, contando con una iglesia central. Lamentablemente, estas obras conllevaron la destrucción de los caños originales, al atravesar éstos la zona donde iba ubicado el colegio nuevo, quedando el sector occidental de la finca destinado a la explotación agrícola.
Y con este uso agrario continuó durante el siglo XX, estando a punto de desaparecer debido al crecimiento urbanístico que tuvo la ciudad. Será en 1971, como decíamos al inicio de este artículo, cuando se lleven a cabo las excavaciones arqueológicas que dejarían al descubierto el primitivo Palacio de la Buhaira. Al año siguiente, el 3 de febrero de 1972, el Ministerio de Educación y Ciencias declararía el conjunto de los Antiguos Palacios y Jardines de la Buhayra Monumento Histórico Artístico, siendo publicado en el BOE el día 22 del mismo mes. En 1982, la construcción del túnel de ferrocarril metropolitano dañó estos terrenos, debiendo realizarse excavaciones de urgencia que llevaron a cabo F. Fernández y A. de la Hoz.
En 1985, con motivo de los trabajos previos a la redacción del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Sevilla, volvería el área a ser intervenida arqueológicamente, momento en que serían estudiados detenidamente los restos que aquí se hallan conservados.
Del Pabellon “María de los Ángeles”, hablaremos en el reportaje dedicado a la Sevilla del siglo XIX. Ahora, toca centrarnos en el original Palacio de la Buhaira y sus restos hallados. De planta rectangular, era una construcción realizada íntegramente en ladrillo, formada por cuatro pórticos de pilares ochavados107 y, en los laterales, flanqueada por cuatro torres como si fueran estribos108 de las arquerías. Las fachadas Este y Oeste se organizan en torno a un gran vano central que, situado formando un eje con la alberca, hace que la fachada pierda la simetría en la distribución de elementos que la conforman. Partiendo del arco, los tramos quedan organizados en función de dos módulos sucesivos compuestos por una triple y una doble arquería, respectivamente. Los cambios entre los módulos son marcados por anchos pilares, parecidos a los que enmarcan el hueco central; a su vez, los vanos interiores de cada uno de los tramos descansan en machones109 de menos longitud. En el extremo Sur de las fachadas, corrigiendo la simetría que marca la alberca, hay un arco más añadido a través de un ancho machón, mientras que en el pórtico Este, los pilares que separan los módulos, aquí de mayor grosor, tienen en el centro de su cara externa una pilastra que, antaño, la enmarcaría formando calles o elementos ornamentales independientes. Las fachadas Sur y Norte, con más de 20 metros de largo, forman una arquería de cuatro arcos, siendo los dos centrales un poco más estrechos que los laterales.
Dentro del pórtico, había una estancia rectangular concebida como una sola crujía110, una central, de planta rectangular, y dos alcobas laterales asimétricas a las que se entraba atravesando un arco sobre pilastras, siendo la del lado Sur de un tamaño mayor para, de este modo, salvar la descompensación que daba el eje de la alberca antes mencionado. Se han encontrado en algunas partes de este pabellón algunos vestigios, aunque muy pocos, de una solería original de ladrillo, así como un grueso zócalo de pared blanco. Los caños que conducían el agua del interior la piscina y, después, al área de las huertas circulaban por la fachada Sur; es un muro grueso y opaco que rodea tanto las torres como el pórtico.
La alberca, construida con ladrillo y tapial, es un gran estanque de planta cuadrangular111 de 43 metros de lado por 1,70 metros de profundidad. Las paredes están formadas por dos tabiques exteriores de ladrillo, que hacen de enconfrado112 y que se hallan separados entre sí por 1,85 metros, y por un tapial rojizo, que rellena el hueco externo de la obra y que funciona como muro de contención. Dentro de cada entramado de ladrillo, se labraron adarajas113 machihembradas116 y se alzaron contrafuertes en los lados. Hoy, la fachada original de la alberca está oculta en tres de los cuatro lados que la conforman detrás de una serie de arrimos119 de ladrillo de variado espesor, siendo algunos de ellos de mediados del siglo XVII. Gracias al grosor de los muros que bordean el estanque, se hizo un ancho pase en el límite superior, del cual se han conservado algunos restos de su antigua solería.
Por lo que respecta al pabellón situado al Sur de la alberca, prácticamente arrasado y sin apenas datos de él, las excavaciones que se han llevado a cabo en esta área han sacado a la luz que era exento, hecho de ladrillo, de planta cuadrangular de 6,77 metros de lado y de una composición estructural muy sencilla.
Al Sur del palacio, entre la fachada de pilares y su lado Sur, se localizaron unos pilares al nivel del cimiento que formarían el único vestigio del acueducto original que surtía de agua a la piscina antes de que se construyera el propio palacio.
Localización: Avenida de la Buhaira, esquina con Avenida Eduardo Dato. 41018 Sevilla.
Baños Árabes Mesón del Moro. Siglo XII. Fuente: Fondo Gráfico del IAPH (Licencia IAPH https://repositorio.iaph.es/licenciaIAPH.txt). Más información: http://hdl.handle.net/11532/114840.
Uno de los elementos más característicos de las ciudades islámicas eran los baños públicos, de gran importancia en la vida religiosa y social de los habitantes musulmanes, pues, a través de la ablución mayor y de la inmersión completa del cuerpo en el agua, se podían considerar puros para dirigirse a Dios orando, de ahí que estos establecimientos se ubicaran en las proximidades de las mezquitas. Desde el punto de vista social, los baños servían como lugar de reunión. Además de cerca de las mezquitas, la necesidad lógica de agua de estos baños públicos hacía que estuvieran situados en las partes más bajas de la ciudad, próximos a acequias o ríos. Generalmente, la administración pública era la propietaria de estos lugares, si bien en ocasiones pertenecían a fundaciones de caridad o a personas adineradas, que los alquilaban.
Estaban compuestos por dos partes diferenciadas: por un lado, el baño en sí, que constaba de tres salas (la fría, la templada o intermedia, y la caliente) y que, por su carácter húmedo, requería tener instalaciones sólidas, de ahí que casi siempre lo que ha llegado a nuestros días ha sido parte de esas estructuras; y por otro lado, algunas dependencias adyacentes, como una sala de estar. Asimismo, contaban con personal de servicio, como barberos, bañeros o masajistas, además del alcabalero120, que recibía el importe del baño.
No hay demasiados datos sobre los baños árabes sevillanos, siendo también pocos los restos que se han podido hallar de ellos. Sí se documentó un nombre árabe de estos establecimientos, Hammam al-Satara, en el siglo XI. En él, existía una estatua de mármol de tamaño natural de una mujer con un niño apoyado en sus rodillas al que una serpiente amenaza con morderle.
El resto de informaciones que hay sobre estos baños las dan fuentes cristianas, conociéndose a través de ellas que había en las colaciones122 de San Pedro y de San Marcos. Hasta la segunda mitad del siglo XVI, continuaban usándose dos de ellos: el de San Ildefonso y el de San Juan de la Palma. Igualmente, hay documentos que citan, en 1287, los baños de García Jofre (surtidos de agua por un conducto de la Catedral, primitiva Mezquita Aljama), los del barrio de Castellanos y los de don Diego del Corral, en la colación de Santa María. También estaban los de la “cal de Francos”, los de la colación de San Salvador, los baños de la Reina Mora (en la colación de San Vicente y que veremos más adelante), el de San Pablo, etc.
Varios fueron, como hemos visto, los baños con que contó la Sevilla islámica, teniendo en cuenta el elevado número de mezquitas que poblaron la ciudad. Ejemplo de ello son los Baños Árabes Mesón del Moro, del siglo XII, en el Barrio de Santa Cruz, dentro de lo que fue el histórico “Mesón del Moro” (datado según algunas fuentes del año 1400) que da nombre a la calle y, por tanto, a los baños.
Se ha conservado su estructura realizada en ladrillo, que nos presenta un patio que se correspondería con lo que pudo ser la sala templada o incluso el vestíbulo, según la fuente a consultar. A éste, se accede por medio de un arco apuntado, llegando a un espacio central que se cubre con una bóveda de cañón125 con lucernarios126 estrellados; este espacio queda dividido en su extremo por dos arcos de herradura que sostienen sendas ménsulas127 laterales pétreas y una columna de mármol en el centro.
Localización: Calle Mesón del Moro, 6. 41003 Sevilla.
Vista parcial de un ángulo de la arquería exterior de los Baños de la Reina Mora. Siglos XII y XIII. Fuente: Romero García, Javier (autor) / Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (derechos) (Licencia CC BY-NC-SA 3.0 https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/deed.es). Más información: http://hdl.handle.net/11532/120174.
Los siguientes, de los más conocidos, son los llamados popularmente Baños de la Reina Mora, al que algunos autores han tratado de identificar con el Hammam al-Satara que aparece mencionado en la documentación histórica antigua. Se hallan ubicados en el Barrio de San Vicente, entre las calles Baños de la Reina Mora, Miguel del Cid y Jesús de la Veracruz, colindando con la Capilla del Dulce Nombre de Jesús (de la que se cree que está levantada sobre el solar de una antigua mezquita), de la Hermandad de la Vera Cruz, que es, a su vez, copropietaria de los baños. Sus características estilísticas de trazas almohades hacen que se apunte que, en tiempos de Al-Mutamid, estos baños pertenecerían al patrimonio de la reina madre, de ahí su nombre.
Varias y distintas son las opiniones que hay sobre la suerte que corrieron los baños una vez reconquistada Sevilla por Fernando III, si bien todas parecen estar de acuerdo en que no tardarían demasiado en ser una posesión más de la Iglesia, institución que los vendería a diferentes particulares, que construirían aquí sus casas nobiliarias.
A finales del siglo XV, el edificio pasaría a ser Convento de Dueñas, de la orden carmelita, si bien se sabe que a principios del XVI seguía siendo propiedad particular. A mediados de siglo, por ejemplo, sus dueños eran don Pedro de Córdoba, don Antonio Jerónimo de Montalván y doña Ana Henríquez, quienes lo donarían, tal y como se menciona en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, “a un “recogimiento de mujeres arrepentidas”” que llevaría por nombre “Dulce Nombre de Jesús”, instalándose ahí desde entonces y hasta 1837, momento en que, por orden del Gobierno, se suprimiría el establecimiento, teniendo que unirse las religiosas a las del Convento de San Leandro. El edificio se destinaría a casa de vecinos, salvo la iglesia, que seguiría dando culto hasta la Revolución de 1868, aunque no tardaría en reabrir, ya que en 1870 se trasladaría allí la Cofradía del Cristo del Amor.
En cuanto al inmueble conventual, que había sido convertido en edificio de vecinos, fue habilitado como cuartel hasta el año 1974, anunciándose en diciembre que saldría a subasta; lo acabaría adquiriendo una inmobiliaria que solicitaría al Ayuntamiento la pertinente licencia de derribo. Sin embargo, una vez comenzadas las obras, el arquitecto Rafael Manzano redactaría un informe en el que apuntaría la existencia en el solar de restos de unos antiguos baños árabes, por lo que, siguiendo el requerimiento de la Comisión de Patrimonio, se llevaría a cabo el derribo, pero se conservarían los mencionados baños y se proyectaría la construcción de un inmueble que integrase en su interior los restos arqueológicos. Antes de ejecutar las obras, en 1983, se realizan unas excavaciones con las que delimitar el ámbito del monumento musulmán, a partir de las cuales comenzaría la construcción de nueva planta.
Según el estudio de los restos y de las fuentes documentales en las que aparecen referenciados, parece que éstos se corresponden con la etapa almohade de la ciudad (siglos XII y XIII), aunque no faltan autores que piensan que algunos de sus elementos, como algunos fustes califales, pertenecieron a unos baños más antiguos que fueron reaprovechados para construir éstos de la Reina Mora, algo que se podría sostener con el hecho de que lo conservado a día de hoy no guarda una estructura muy organizada, acorde con lo acostumbrado en otras construcciones de la época. Sin embargo, salvo las teorías, en las excavaciones no se han encontrado datos objetivos que nos puedan asegurar esto.
Vista parcial de un ángulo del patio de los Baños de la Reina Mora. Siglos XII y XIII. Fuente: Romero García, Javier (autor) / Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (derechos) (Licencia CC BY-NC-SA 3.0 https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/deed.es). Más información: http://hdl.handle.net/11532/120176.
En la actualidad, y distando mucho de lo que fueron entonces, debido a los numerosos y diversos usos que han tenido a lo largo del tiempo, los Baños de la Reina Mora se hallan incluidos en el interior de un edificio de viviendas.
La fábrica del inmueble es de argamazón, un tapial bastante fuerte compuesto por cal, arena y guijarros, y parecido al que se usó en la construcción de la muralla almohade. El cuerpo principal lo forman cuatro grandes estancias abovedadas que se distribuyen alrededor de un patio central rodeado por columnas. Estas salas se cubren por bóvedas de medio cañón rebajado, con lucernas128 estrelladas dispuestas para facilitar la salida del vapor. Por lo que respecta a las columnas, éstas son almohades, del siglo XII, de mármol con capiteles de mocárabes129. El patio central pudo estar cubierto por una gran bóveda esquifada130 que, quizás, fuera demolida cuando el edificio fue convertido en convento, siendo entonces transformado como claustro. Este patio se correspondería con la sala templada de los baños, mientras que las estancias circundantes servirían como salas frías. Contaba el conjunto, asimismo, con otras dependencias destinadas a distintos usos, además de un corral, o espacio abierto, donde se almacenaba la leña con la que se calentaba el agua y donde se disponía de un pozo, o aljibe, y una noria, por medio de la que se conducía el agua a través de canalizaciones hasta los propios baños.
De manera paralela a la sala Norte, se alza otra de mayor tamaño que la anterior estancia, pero de idénticas características, mientras que en el lado Oeste, hay otra mucho menor, pero igualmente cubierta por una bóveda de medio cañón rebajada y con lucernas que se abre a un patio por un arco rebajado131. En la parte posterior, se han conservado restos de pintura que, por los materiales utilizados, parecen ser de una decoración realizada ya a finales de la Edad Media. Frente a esta sala, hay otra que guarda una estructura parecida y que también queda abierta por un arco rebajado de ladrillo que asienta sobre columnas. En la bóveda, de medio cañón, se ven apliques renacentistas hechos de yeso, compuestos por casetones1321 con rosetas y que arrancan de una cornisa132 corrida con un friso en el que la temática es la exaltación de la Eucaristía143. En el intradós de la bóveda, se aprecian paños de sebka labrados en ladrillo y que habían sido ocultados.
En 1996, los Baños de la Reina Mora fueron declarados Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.
Localización: Dentro del edificio con fachadas a las calles Jesús de la Veracruz, 27 y 29, Baños de la Reina Mora y Miguel del Cid, 14, 16, 18 y 20. 41002 Sevilla.
Baño Bar Giralda. Primer cuarto del siglo XII. Fuente: Fondo Gráfico del IAPH (Licencia IAPH https://repositorio.iaph.es/licenciaIAPH.txt). Más información: http://hdl.handle.net/11532/114837.
Finalmente, los últimos restos que veremos serán los que en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, denominan como Baño Bar Giralda. Se trata, como los anteriores, de lo que ha llegado a nuestros días de unos primitivos baños islámicos, en este caso datados del primer cuarto del siglo XII, siendo posiblemente de origen almorávide. Su especial interés radica en que son los que más cerca se hallan de la que fuera Mezquita Aljama de la ciudad (donde hoy se alza la Catedral, no confundir con la de la Iglesia del Salvador).
En la actualidad, se conserva el espacio central, que se cubre mediante una bóveda esquifada compuesta de ocho paños sobre trompas146 y que se encuentra enmarcado por cuatro arcadas con columnas de mármol de orden toscano147. Es probable que estemos hablando de la que fuera la sala templada de los baños, quedando flanqueada por dos estancias más, cubiertas por bóvedas de cañón y que se corresponderían con las salas fría y caliente.
Localización: Calle Mateos Gago, 1. 41004 Sevilla.
Lourdes Morales Farfán es Licenciada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. ↑
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- 1 Suevo: Dicho de una persona: De la liga de tribus germánicas que en el siglo III se hallaba establecida entre el Rin, el Danubio y el Elba, y en el siglo V invadió las Galias y parte de Hispania. ↑
- 2 Consustancialidad: Calidad de consustancial3. ↑
- 3 Consustancial: En la doctrina católica, dicho de una de las tres personas divinas: Que comparte la misma sustancia con las otras dos. ↑
- 4 Ceca: Establecimiento oficial donde se fabricaba y acuñaba moneda. ↑
- 5 Barroco: Dicho de un estilo arquitectónico o de las artes plásticas: Que se desarrolló en Europa e Iberoamérica durante los siglos XVII y XVIII, opuesto al clasicismo6 y caracterizado por la complejidad y el dinamismo de las formas, la riqueza de la ornamentación y el efectismo. ↑
- 6 Clasicismo: Estilo artístico o literario conforme a los ideales de la Antigüedad grecorromana. ↑
- 7 Iconografía: Conjunto de imágenes, retratos o representaciones plásticas, especialmente de un mismo tema o con características comunes. ↑
- 8 Sínodo: Concilio9 de los obispos. ↑
- 9 Concilioz: Junta o congreso de los obispos y otros eclesiásticos de la Iglesia católica, o de parte de ella, para deliberar y decidir sobre las materias de dogmas10 y de disciplina.z ↑
- 10 Dogma: Conjunto de creencias de carácter indiscutible y obligado para los seguidores de cualquier religión. ↑
- 11 Vascón: Natural de la Vasconia, región de la Hispania Tarraconense. ↑
- 12 Califato: Sistema de gobierno regido por un califa13. ↑
- 13 Califa: Título de los príncipes sarracenos14 que, como sucesores de Mahoma, ejercieron la suprema potestad religiosa y civil en algunos territorios musulmanes. ↑
- 14 Sarraceno: Mahometano. // Musulmán. // Natural de la Arabia Feliz, antigua región de Asia. ↑
- 15 Omeya: Integrante de la dinastía que rigió en Damasco el primer califato árabe y posteriormente el emirato16 y califato de Córdoba. ↑
- 16 Emirato: Dignidad o cargo de emir17. // Tiempo que dura el gobierno de un emir. // Territorio gobernado por un emir. ↑
- 17 Emir: Príncipe o caudillo árabe. ↑
- 18 Bereber: Natural de Berbería, región del norte de África. // Dicho de una persona: De la raza que habita el África septentrional desde los desiertos de Egipto hasta el océano Atlántico y desde las costas del Mediterráneo hasta el interior del desierto del Sahara. ↑
- 19 Atarazana: Establecimiento militar o particular en que se construyen, reparan y conservan las embarcaciones, y se guardan los pertrechos20 y géneros necesarios para equiparlas. ↑
- 20 Pertrecho: Municiones, armas y demás instrumentos, máquinas, etc., necesarios para el uso de los soldados y defensa de las fortificaciones o de los buques de guerra. ↑
- 21 Zoco: En Marruecos, mercado. ↑
- 22 Muladí: Dicho de un cristiano: Que, durante la dominación de los árabes en España, se convertía al islamismo y vivía entre los musulmanes. ↑
- 23 Fitna: Palabra árabe que podría traducirse, dentro del mundo islámico, como “división” y “guerra civil”, y que conlleva la idea de un castigo que Dios inflige a los pecadores. En cuanto a la llamada Fitna de Al-Ándalus, se trata un período de muy inestable y de guerra civil entre los años 1009 y 1031 que llevaría al colapso el Califato de Córdoba, apareciendo, así, los primeros reinos de taifas24. ↑
- 24 Taifa: Cada uno de los reinos en que se dividió la España musulmana al disolverse el califato cordobés. ↑
- 25 Almorávide: Dicho de una persona: De una tribu guerrera del Atlas que fundó un vasto imperio en el occidente de África y llegó a dominar toda la España árabe desde 1093 hasta 1148. ↑
- 26 Corán: Libro en que se contienen las revelaciones de Dios a Mahoma y que es fundamento de la religión musulmana. ↑
- 27 Almohade: Seguidor de Aben Tumart, jefe musulmán que en el siglo XII fanatizó a las tribus occidentales de África y dio ocasión a que se fundase un nuevo imperio con ruina del de los almorávides. ↑
- 28 Alminar: Torre de las mezquitas, por lo común elevada y poco gruesa, desde cuya altura convoca el almuédano29 a los musulmanes en las horas de oración. ↑
- 29 Almuédano: Musulmán que desde el alminar convoca en voz alta al pueblo para que acuda a la oración. ↑
- 30 Coracha: Muro, recto o quebrado, que arranca de la muralla o de la barrera y termina en una torre situada en un punto de servicio (toma de agua, lugar de observación, etc.). ↑
- 31 Albarrana: Torre que, levantada fuera de los muros de un lugar fortificado, servía no solo para defensa, sino también de atalaya32. ↑
- 32 Atalaya: Torre hecha comúnmente en lugar alto, para registrar desde ella el campo o el mar y dar aviso de lo que se descubre. ↑
- 33 Bienes muebles: Bienes que, por oposición a los inmuebles, se caracterizan por su movilidad y posibilidad de traslación, y ciertos derechos a los que las leyes otorgan esta condición. ↑
- 34 Pendón de Castilla o Pendón morado: Insignia personal del monarca. ↑
- 35 Paleocristiano: Dicho de un arte: Correspondiente al cristianismo primitivo anterior al siglo VI. ↑
- 36 Merlón: Almena. // Cada uno de los prismas37 que coronan los muros de las antiguas fortalezas para resguardarse en ellas los defensores. ↑
- 37 Prisma: Cuerpo limitado por dos polígonos planos, paralelos e iguales, que se llaman bases, y por tantos paralelogramos cuantos lados tengan dichas bases, las cuales, según su forma, dan nombre al prisma: triangular, pentagonal, etc. ↑
- 38 Tapial: Pared o trozo de pared que se hace con tierra amasada. ↑
- 39 Sillería: Fábrica hecha de sillares40 asentados unos sobre otros y en hileras. ↑
- 40 Sillar: Piedra labrada, por lo común en forma de paralelepípedo41 rectángulo, que forma parte de un muro de sillería. ↑
- 41 Paralelepípedo: Sólido limitado por seis paralelogramos42, cuyas caras opuestas son iguales y paralelas. ↑
- 42 Paralelogramo: Cuadrilátero cuyos lados opuestos son paralelos entre sí. ↑
- 43 Paramento: Cada una de las dos caras de una pared. ↑
- 44 Enlucido: Capa de yeso, estuco u otra mezcla, que se da a las paredes de una casa con objeto de obtener una superficie tersa. ↑
- 45 Vano: En una estructura de construcción, distancia libre entre dos soportes y, en un puente, espacio libre entre dos pilas o entre dos estribos consecutivos. ↑
- 46 Arco de medio punto: Arco que consta de una semicircunferencia. ↑
- 47 Saetera: Aspillera48 para disparar saetas49. ↑
- 48 Aspillera: Abertura larga y estrecha en un muro para disparar por ella. ↑
- 49 Saeta: Flecha. ↑
- 50 Alfiz: Recuadro del arco árabe, que envuelve las albanegas51 y arranca bien desde las impostas53, bien desde el suelo. ↑
- 51 Albanega: Espacio triangular comprendido entre la rosca52 de un arco y el alfiz. ↑
- 52 Rosca: Faja de material que, sola o con otras concéntricas, forma un arco o bóveda. ↑
- 53 Imposta: Hilada de sillares algo voladiza, a veces con moldura, sobre la cual va sentado un arco. ↑
- 54 Lóbulo: Cada una de las partes, a manera de ondas, que sobresalen en el borde de una cosa; como en la hoja de una planta o en el intradós55 de un arco. ↑
- 55 Intradós: Superficie inferior de un arco o bóveda. ↑
- 56 Arco ciego: Arco que tiene tapiada su luz57. ↑
- 57 Luz: Distancia horizontal entre los apoyos de un arco, viga, etc. ↑
- 58 Arco de herradura: Arco que tiene más de media circunferencia y cuyos arranques vuelan tanto como la imposta. ↑
- 59 Arco ojival: Arco apuntado. // Arco que consta de dos centros situados en la línea de arranque. ↑
- 60 Túmido: Dicho de un arco o de una bóveda: Que es más ancho hacia la mitad de la altura que en los arranques. ↑
- 61 Antepecho: Pretil o baranda que se coloca en lugar alto para poder asomarse sin peligro de caer. ↑
- 62 Óculo: Ventana pequeña redonda u ovalada. ↑
- 63 Pinjante: Dicho de un adorno: Que cuelga, especialmente de un techo. ↑
- 64 Bóveda de arista: Bóveda de aljibe. // Bóveda cuyos dos cañones semicilíndricos se cortan el uno al otro. ↑
- 65 Helicoidal: En forma de hélice. ↑
- 66 Qadí: Cadí. // Entre turcos y moros, juez que entiende en las causas civiles. ↑
- 67 Hipóstilo: Especialmente en la arquitectura antigua, dicho de un edificio o de un recinto: Que tiene el techo sostenido por columnas. ↑
- 68 Fuste: Parte de la columna que media entre el capitel69 y la basa70. ↑
- 69 Capitel: Parte superior de una columna o de una pilastra, que la corona con forma de moldura y ornamentación, según el orden arquitectónico a que corresponde. ↑
- 70 Basa: Asiento sobre el que se pone la columna o la estatua. ↑
- 71 Ablución: Lavatorio ritual del cuerpo o de una parte de él con el fin de purificarlo. ↑
- 72 Mihrab: En las mezquitas, nicho u hornacina que señala el sitio adonde han de mirar quienes oran. ↑
- 73 Aparejo: Forma y modo de disponer, tallar y enlazar los materiales de una construcción. ↑
- 74 Andalusí: Natural de al-Ándalus o España musulmana. ↑
- 75 Plateresco: Dicho de un estilo arquitectónico: Que se desarrolló en España en el siglo XVI y que se caracteriza por una ornamentación que recuerda las filigranas de los plateros. ↑
- 76 Yesería: Obra hecha de yeso. ↑
- 77 Cúfico: Dicho de una escritura o de un alfabeto: Empleado antiguamente por los árabes. ↑
- 78 Aldabón: Aldaba. // Pieza de hierro o bronce que se pone a las puertas para llamar golpeando con ella. ↑
- 79 Sahn: En la arquitectura islámica, término con el que se designa un patio religioso porticado donde se halla el sabil80 y por el que se accede al iwán81. Si el sahn está ubicado en una mezquita, es utilizado para llevar a cabo las abluciones. ↑
- 80 Sabil: Término árabe con el que se designa una fuente pública destinada, principalmente, a las abluciones en las mezquitas. ↑
- 81 Iwán: Elemento arquitectónico islámico cuya forma es originariamente iraní y que consiste en un gran porche bajo un arco, un espacio rectangular, usualmente abovedado y cerrado por tres de sus cuatro lados con muros, quedando abierto el cuarto. ↑
- 82 Yamur: En la arquitectura islámica, remate con el que se suelen terminar los alminares de las mezquitas. Se compone de una barra vertical metálica en la que se insertan unas bolas de bronce, cobre o latón en orden de tamaño decreciente de abajo hacia arriba, finalizando con una media luna. Además de ser un elemento ornamental, el yamur tiene un carácter protector de la mezquita. Aunque pueden colocarse dos o cuatro bolas, lo habitual es que éstas sean tres y se dice que representarían a los tres profetas más importantes del Islam (Mahoma, Moisés y Jesucristo) o a los tres mundos en los que se da a conocer la divinidad islámica (el terrestre, el celestial y el espiritual). ↑
- 83 Epicentro: Centro superficial del área de perturbación de un fenómeno sísmico, que cae sobre el hipocentro84. ↑
- 84 Hipocentro: Punto del interior de la corteza terrestre donde tiene origen un terremoto. ↑
- 85 Sebka: En arquitectura, término que hace referencia a un elemento ornamental característico del arte islámico con forma de retícula86 oblicua87 como si fuera un entrelazado geométrico de rombos con el que se diferentes tipos de paramentos. Generalmente, se compone de piezas cerámicas o de ladrillos que crean formas mixtilíneas o lobuladas y que aparecen organizadas en los paramentos a modo de paneles, compartimentando el espacio, de ahí que reciban el nombre de “paños de sebka”. Fue ampliamente utilizado y desarrollado en época almohade, continuando su uso en el arte nazarí88 y mudéjar89 cristiano. ↑
- 86 Reticular: De forma de redecilla o red. ↑
- 87 Oblicua: Dicho de un plano o de una línea: Que corta a otro plano u otra línea, formando un ángulo que no es recto. ↑
- 88 Arte nazarí: Último estilo del arte hispanomusulmán, desarrollado durante los siglos XIII al XV y que contribuyó al surgimiento del arte mudéjar. ↑
- 89 Mudéjar: Dicho de un estilo arquitectónico: Que floreció en España desde el siglo XIII hasta el XVI, caracterizado por la conservación de elementos del arte cristiano y el empleo de la ornamentación árabe. ↑
- 90 Geminado: Partido, dividido. ↑
- 91 Angrelado: Dicho de una pieza de heráldica, de una moneda o de un adorno de arquitectura: Que remata en forma de picos o dientes muy menudos. ↑
- 92 Ajimez: Ventana arqueada, dividida en el centro por una columna. ↑
- 93 Arcediano: Juez ordinario que ejercía jurisdicción delegada de la episcopal en determinado territorio, y que más tarde pasó a formar parte del cabildo catedral. ↑
- 94 Alberca: Depósito artificial de agua, con muros de fábrica, para el riego. ↑
- 95 Qubba: Término árabe de la arquitectura islámica típica del arte musulmán con el que se designa una estructura de base cuadrada y cubierta con forma de cúpula generalmente semiesférica. Usualmente, se emplea en monumentos de carácter funerario, así como en salones del trono en palacios. De la palabra “qubba” deriva la española “alcoba”. ↑
- 96 Musalla: Espacio abierto fuera de una mezquita usado, principalmente, para la oración y destinado para pequeñas congregaciones de personas. ↑
- 97 Rawda: Rauda. // Cementerio árabe. ↑
- 98 Lambrequín: Adorno, generalmente en forma de hojas de acanto, que baja de lo alto del casco y rodea el escudo. Representa las cintas con que se adornaba el yelmo, o la tela fija en él para defender la cabeza de los rayos del sol. ↑
- 99 Paño: Lienzo de pared. ↑
- 100 Gótico: Dicho del arte: Desarrollado en Europa desde finales del siglo XII hasta el Renacimiento y caracterizado, en arquitectura, por el arco apuntado, la bóveda de crucería101 y los pináculos103. ↑
- 101 Crucería: Conjunto de nervios102 que refuerzan y ornamentan las intersecciones de las bóvedas, típico del estilo gótico. ↑
- 102 Nervio: Arco que, cruzándose con otro u otros, sirve para formar la bóveda de crucería. Es elemento característico del estilo gótico. ↑
- 103 Pináculo: Remate piramidal o cónico que en la arquitectura gótica cumple una doble función, estética y estructural. ↑
- 104 Alarife: Arquitecto o maestro de obras. ↑
- 105 Acequia: Zanja o canal por donde se conducen las aguas para regar y para otros fines. ↑
- 106 Necrópolis: Cementerio de gran extensión en que abundan los monumentos fúnebres. ↑
- 107 Ochavado: Dicho de una figura: De ocho ángulos iguales y ocho lados iguales cuatro a cuatro y alternados. ↑
- 108 Estribo: Contrafuerte. // Refuerzo vertical en el paramento de un muro para aumentar su estabilidad. ↑
- 109 Machón: Pilar de fábrica. ↑
- 110 Crujía: Tránsito largo de algunos edificios que da acceso a las piezas que hay a los lados. // Espacio comprendido entre dos muros de carga. ↑
- 111 Cuadrangular: Que tiene o forma cuatro ángulos. ↑
- 112 Encofrado: Tapial. ↑
- 113 Adaraja: Cada uno de los dentellones114 que se forman en la interrupción lateral de un muro para su trabazón115 al proseguirlo. ↑
- 114 Dentellón: Parte de la adaraja que está entre dos vacíos. ↑
- 115 Trabazón: Juntura o enlace de dos o más cosas que se unen entre sí. ↑
- 116 Machihembrar: Ensamblar dos piezas de madera a caja y espiga117 o a ranura y lengüeta118. ↑
- 117 A caja y espiga: Técnica utilizada para ensamblar piezas de madera entre sí, sobre todo cuando estas piezas se juntan en un ángulo de 90 grados. Consiste, de forma básica, en una espiga, o saliente de una de las piezas, que encaja en la caja, o hueco, de la otra pieza. ↑
- 118 A ranura y lengüeta: Técnica utilizada para ensamblar tablas de madera por sus cantos, de modo que la lengüeta de una de las piezas encaja en la ranura de la otra. ↑
- 119 Arrimo: Pared medianera. ↑
- 120 Alcabalero: Administrador o cobrador de alcabalas121. // Cobrador de tributos o impuestos aunque no sean de alcabala. ↑
- 121 Alcabala: Tributo del tanto por ciento del precio que pagaba al fisco el vendedor en el contrato de compraventa y ambos contratantes en el de permuta. ↑
- 122 Colación: Territorio o parte de vecindario que pertenece a cada parroquia123 en particular. ↑
- 123 Parroquia: Territorio que está bajo la jurisdicción espiritual del cura de almas124. ↑
- 124 Cura de almas: Cargo que tiene el párroco de cuidar, instruir y administrar los sacramentos a sus feligreses. // Responsabilidad que tiene el sacerdote respecto de los fieles que han sido confiados a su ministerio. ↑
- 125 Bóveda de cañón: Bóveda de superficie generalmente semicilíndrica que cubre el espacio comprendido entre dos muros paralelos. ↑
- 126 Lucernario: Claraboya. // Ventana abierta en el techo o en la parte alta de las paredes. ↑
- 127 Ménsula: Elemento perfilado con diversas molduras, que sobresale de un plano vertical y sirve para recibir o sostener algo. ↑
- 128 Lucerna: Abertura alta de una habitación para dar ventilación y luz. ↑
- 129 Mocárabe: Labor formada por la combinación geométrica de prismas acoplados, cuyo extremo inferior se corta en forma de superficie cóncava, que se usa como adorno de bóvedas, cornisas, etc. ↑
- 130 Bóveda esquifada: Bóveda de aljibe. // Bóveda cuyos dos cañones semicilíndricos se cortan el uno al otro. ↑
- 131 Arco rebajado: Arco cuya altura es menor que la mitad de su luz. ↑
- 132 Casetón: Artesón. // Elemento constructivo poligonal, cóncavo, moldurado y con adornos, que dispuesto en serie constituye el artesonado133. ↑
- 133 Artesonado: Techo, armadura o bóveda con artesones de madera, piedra u otros materiales y con forma de artesa invertida. ↑
- 134 Cornisa: Parte superior del entablamento135 de un pedestal, edificio o habitación. ↑
- 135 Entablamento: Conjunto de molduras que corona un edificio o un orden de arquitectura y que ordinariamente se compone de arquitrabe136, friso137 y cornisa. ↑
- 136 Arquitrabe: Parte inferior del entablamento, la cual descansa inmediatamente sobre el capitel de la columna. ↑
- 137 Friso: Parte del entablamento en los órdenes clásicos que media entre el arquitrabe y la cornisa, en ocasiones ornamentado de triglifos138, metopas142 u otros elementos. ↑
- 138 Triglifo: Adorno del friso dórico139 que tiene forma de rectángulo saliente y está surcado por dos glifos141 centrales y medio glifo a cada lado. ↑
- 139 Orden dórico: Orden que tiene la columna de ocho módulos140 o diámetros a lo más de altura, el capitel sencillo y el friso adornado con metopas y triglifos. ↑
- 140 Módulo: Medida que se usa para las proporciones de los cuerpos arquitectónicos. En la antigua Roma, era el semidiámetro del fuste en su parte inferior. ↑
- 141 Glifo: Canal vertical poco profundo que decora el frente de los triglifos en los órdenes clásicos. ↑
- 142 Metopa: En el friso dórico, espacio que media entre triglifo y triglifo. ↑
- 143 Eucaristía: En la tradición católica, sacramento instituido por Jesucristo, mediante el cual, por las palabras que el sacerdote pronuncia, se transustancian144 el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. ↑
- 144 Transustanciar: Transformar una sustancia en otra. // En la doctrina católica, convertir el pan y el vino en el cuerpo y sangre de Cristo mediante las palabras de la consagración145 eucarística. ↑
- 145 Consagrar: Hacer sagrado a alguien o algo. // Dicho de un sacerdote católico: Pronunciar en la misa las palabras que operan la transustanciación. ↑
- 146 Trompa: Bóveda fuera del paramento de un muro. ↑
- 147 Orden toscano: Orden que se distingue por ser más sólido y sencillo que el dórico. ↑
HORARIOS DE APERTURA/VISITA:
LOCALIZACIÓN Y COMUNICACIONES:
CARRETERAS:
Autopistas:
- A-4, que la conecta con Córdoba y Madrid
- A-49, con Huelva y Portugal
- A-66, con Extremadura
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FERROCARRIL:
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RENFE, Telf: 902 240 202
http://www.Renfe.es
AEROPUERTO:
- Aeropuerto de San Pablo
PUERTO:
- Por Sevilla pasa el Guadalquivir, el único río navegable de España, por lo que es posible llegar a la ciudad desde el Océano Atlántico.
BIBLIOGRAFIA Y ENLACES EXTERNOS:
- Manuel Jesús Roldán: Historia de Sevilla, Almuzara, ISBN: 978-84-16100-18-7, Depósito Legal: CO-690-2014.
- Rafael Sánchez Mantero: Historia Breve de Sevilla, Silex, ISBN: 84-7737-038-9, Depósito Legal: M-26207-2000.
- Guillermo Fatás y Gonzalo M. Borrás: Diccionario de Términos de Arte, Alianza Editorial, S.A., ISBN: 84-7838-388-3, Depósito Legal: M-26.868-1993.
- Jaime Passolas Jáuregui: Apuntes para conocer Sevilla, Editorial Jirones de Azul, I.S.B.N.: 84-935059-2-7, Depósito Legal: SE-4393-06.
- José Gestoso y Pérez: “Curiosidades antiguas sevillanas” (serie segunda); Sevilla, 1910.
- Web oficial de la Catedral de Sevilla
- Web oficial de la Hermandad de la Santísima Vera Cruz
- Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía - Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico
- Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla
- DRAE