Miércoles, 14 de agosto de 2019
Resumen histórico
Contenidos
- Resumen histórico
- Principales construcciones cristianas del siglo XIII
- Más Sevilla
- Monográficos de Sevilla
El 23 de noviembre de 1248, día de San Clemente, con la entrada en Sevilla de Fernando III “el Santo”, rey de Castilla y de León, se produce la reconquista cristiana de esta ciudad, la cual, con el nombre de Ishbiliya, o Isbiliya, había sido, desde su captura en el 712, una de las grandes capitales musulmanas de Al-Andalus1. Su conquista trajo consigo la de otras poblaciones del Valle del Guadalquivir, con lo que se logró, casi en su totalidad, la ocupación cristiana de éste. Aunque Fernando III fue el conquistador de Sevilla, a su vez, como dice el medievalista Manuel González Jiménez (Carmona, Sevilla, 1938), “la ciudad conquistó a sus conquistadores, fijando este soberano en ella su residencia y, por tanto, la capital del reino hasta poco antes de su muerte, ocurrida en el año 1252.
Como cuenta su hijo Alfonso X “el Sabio” en su “Estoria de España”, tras la conquista de Sevilla, Fernando III les concedió a los habitantes musulmanes un plazo de un mes para que, después de la venta de todo aquello que no pudieran llevarse consigo, abandonaran la ciudad. A los que partieron por mar se les facilitó cinco naves y dos galeras y a los que lo hicieran por tierra, unas bestias y la protección del ejército hasta la frontera con la España musulmana. Conforme a lo pactado con el rey, Sevilla quedó prácticamente sin musulmanes, quedando sólo en algunas de las localidades cercanas un número considerable de ellos, los mudéjares2.
Alfonso X, quien mantuvo en Sevilla la capital del reino castellano, continuó la labor de reconquista de su padre tomando las ciudades de Niebla, en la hoy provincia de Huelva, Écija y Morón, en la de Sevilla, y Cádiz, Medina Sidonia y Arcos, en la de Cádiz. Además, con la idea de organizar una expedición militar al Norte de África en la que asoló las hoy ciudades marroquíes de Rabat y Salé, potenció las Atarazanas3 de Sevilla, habiendo quedado restos de esta instalación en el Hospital de la Santa Caridad, que fue levantado sobre cinco de sus naves, como veremos más adelante. Al contrario que su padre, no confiaba en los mudéjares, por lo que los expulsó del reino, una medida que, junto a la de cerrar la salida al mar de la ribera del Guadalete, llevó a la sublevación de estos musulmanes en el año 1262. Entre los ambiciosos planes de los sublevados estaba el ocupar la ciudad de Sevilla y el secuestro de la familia real castellana. Sin embargo, un soplo alertó a los cristianos de su planes, por lo que estos fracasaron, triunfando sólo temporalmente la revuelta en las ciudades gaditanas de Arcos, Rota, Sanlúcar de Barrameda y Vejer. Después de la derrota de los sublevados, los mudéjares fueron expulsados al completo de estas tierras, refugiándose en el reino de Granada o en el Norte de África.
Durante la Reconquista del antiguo reino visigodo, uno de los principales problemas para los reyes cristianos fue la repoblación de los territorios que iban cayendo en su poder, un hecho agravado por la baja demografía que entonces tenían sus reinos. Si a ello le sumamos que a los nuevos pobladores dispuestos a dejar su lugar de residencia lo que se les ofrecía era repoblar un territorio fronterizo expuesto a los ataques y razzias4 de los musulmanes, era lógico que no se encontraran muchos voluntarios, a menos que se les diera una serie de ventajas.
Gracias a los Libros de Repartimiento5 que se han conservado, ha quedado suficiente información para, en algunos casos, saber hasta la identidad de los nuevos vecinos. Este repartimiento se dividía en dos tipos: el donadío y el heredamiento. El primero consistía en la donación de un territorio, en ocasiones de gran extensión, que el rey hacia a los nobles, clérigos e instituciones que habían participado en la reconquista y llevaban aparejadas unas servidumbres militares para con el monarca. Los segundos, los heredamientos, eran otros territorios, de menor tamaño que los anteriores, que se daban al concejo7 de la ciudad para su reparto por sorteo entre aquellas personas que habían participado a título particular en la conquista de Sevilla. Para acceder a estas tierras, la cuales no podrían vender durante al menos cinco años (según otras fuentes, el plazo iba de dos a cinco años, según la posesión), los habitantes debían instalarse junto a sus familias en la localidad y acatar su fuero8. Estos particulares se convirtieron en los nuevos vecinos de Sevilla y se dividían en los siguientes tres grupos sociales: los caballeros de linaje, unos doscientos nobles que constituyeron la nobleza de Sevilla; los caballeros, combatientes a caballo; y los peones, soldados de a pie. Estos nuevos vecinos se instalaron en la parte Sureste de la ciudad, ocupando unas nueve collaciones9 de las veintisiete en que se había dividido el resto, por lo que muchas de éstas quedaron vacías durante años.
En el repartimiento de Sevilla, realizado por la Junta de Partidores, tanto Fernando III como Alfonso X fueron fieles a los deberes contraídos con todos aquellos que colaboraron en su reconquista, pero, a la par, para compensar el poder de los nobles, la ciudad quedó directamente bajo su autoridad. Esto no fue óbice para que tanto los beneficiados por donadío como por heredamiento quedaran obligados a colaborar en la defensa del territorio. Tras el reparto llevado a cabo por la Junta de Partidores, quedó un pequeño grupo de titulares de grandes extensiones de terreno situadas en el Aljarafe, una comarca de gran riqueza, y un numeroso conjunto de titulares cuyas propiedades eran de pequeño o mediano tamaño.
Fernando III “el Santo” (Valparaíso, Zamora, 1199 (ó 1201) – Sevilla, 1252), hijo de Alfonso IX de León y de Berenguela de Castilla, sucedió al rey castellano Enrique I al morir éste en 1217 y al Leonés tras su fallecimiento en 1230, uniendo así de manera definitiva ambos reinos. Después de conquistar Córdoba en 1236, Lorca y Mula, en 1244, Jaén, en 1246, y Carmona, en 1247, sitió la capital sevillana por tierra y por el río, labor esta última encomendada a la escuadra castellana al mando de Ramón de Bonifaz, a quien se considera el creador de la marina de Castilla. Tras la reconquista de Sevilla en 1248, llegaron las de Arcos, Medina Sidonia, Sanlúcar, Jerez y Cádiz. En el momento de su muerte en 1252, estaba preparando una expedición al Norte de África con la que continuar sus conquistas. Fue canonizado en 1671 por el papa Clemente X.
En cuanto a su origen, los repobladores, en un número de alrededor de unos 24.000, procedían mayoritariamente de Castilla o de otros territorios de la Corona de Castilla, como Asturias, León y Galicia, además de los procedentes de los de la Corona de Aragón, como Cataluña. También, tras la reconquista, llegó hasta la ciudad una importante comunidad judía, hasta entonces inexistente en la ciudad. Con los judíos, protegidos por los reyes cristianos en la práctica de su religión, llegó igualmente su experiencia y conocimiento financiero y de negocios, estableciendo la judería en los hoy barrios de Santa Cruz, Santa María la Blanca y San Bartolomé, y llegando a constituir la segunda comunidad judía de Castilla tras la de Toledo. Lamentablemente, esta permisividad desaparecería a finales del siglo XIV. Otros vecinos que llegaron hasta la ciudad –dada la envidiable localización de la urbe, al pasar por aquí el tráfico de mercancías tanto del Norte de Europa como de Italia con el Norte de África– fueron los extranjeros que habitaron en el llamado barrio de francos, situado en los alrededores de la calle que hoy lleva dicho nombre. A éstos se les dieron algunas ventajas en forma de franquicias y privilegios, y acapararon en gran medida el comercio.
Una vez reconquistada Sevilla, el gobierno municipal se ejercía a través de un concejo constituido por una asamblea de ciudadanos formada por los caballeros –los cuales pertenecían a la nobleza inferior y fueron conocidos como los veinticuatro, dado que ése fue su número inicial– y por los delegados del común de ciudadanos. La autoridad de este concejo no se limitaba sólo a la de la propia ciudad, sino que también, desde el reinado de Alfonso X, comprendía la Tierra de Sevilla o su alfoz10. Éste estaba conformado por el Aljarafe, la Ribera y la Campiña, ricos, respectivamente, en olivares, zona de marismas con ganadería y terreno cerealista en el que había un pequeño número de pueblos, aunque, en cambio, eran éstos de gran tamaño.
La justicia era igualmente ejercida por el concejo a través de sus alcaldes mayores, los cuales, en número de tres, inicialmente, y de cuatro, posteriormente, eran designados por el rey y presidían el cabildo11.
Alfonso X “el Sabio” (Toledo, 1221 – Sevilla, 1284), hijo de Fernando III, fue rey de Castilla y León entre 1252 y 1284. Aspiró a la Corona del Sacro Imperio Romano-Germánico y, a pesar de ser proclamado emperador por alguno de los electores, no fue coronado por el Papa y, finalmente, no logró acceder a dicho trono. Como soberano castellano, se considera que destacó en sus labores culturales y fracasó en las políticas. Entre las primeras, sobresalen el apoyo dado para el progreso de la lengua castellana, la unificación y sistematización del Derecho en su reino, la renovación de la Escuela de Traductores de Toledo, practicó la Astronomía –el cráter lunar Alphonsus se llama así en su honor– y escribió, entre otras obras, las “Cantigas de Santa María”. A él se debe, para algunos especialistas, la fusión cultural de Oriente y Occidente, y la de las comunidades cristianas, judías y musulmanas que habitaban en sus dominios.
Se le considera el creador de la prosa castellana y, entre sus obras, destacan las jurídicas, como “Las siete partidas”, o “Libro de las Leyes”; las históricas, como la “Crónica General” y “Grande e General Estoria”; las científicas y de recreo, como “Libros del saber de Astronomía”, “Tablas astronómicas o alfonsíes”, “Lapidario”, “Setenario” o “Libros de Ajedrez, dados y tablas”; y las poéticas, como las ya mencionadas “Cantigas de Santa María” (427 composiciones en galaico-portugués).
En cuanto a sus acciones políticas, su intento centralizador provocó que los nobles se desnaturaran12 y se exiliaran, junto a sus ejércitos, en el reino musulmán de Granada; igualmente, la muerte de su primogénito, Fernando de la Cerda, y algunas cesiones que hizo a favor de los hijos de éste, como el intento de crear un reino en Jaén para el mayor de ellos, provocó que su hijo, el futuro Sancho IV “el Bravo”, se sublevara en su contra. Aquí hay que puntualizar que el derecho consuetudinario13 castellano establecía que, en caso de muerte del primogénito en la sucesión real, los derechos pasaban al segundogénito. Sin embargo, Alfonso X, en “Las Siete Partidas”, el cuerpo de normas legislativas con el que había tratado de unificar el derecho en sus estados, había introducido el derecho romano privado, por el que los herederos debían ser los hijos del primogénito fallecido.
La sublevación de Sancho IV logró el apoyo de gran número de nobles e hizo que sólo Badajoz, Murcia y Sevilla permanecieran fieles al monarca. Por este motivo, Alfonso X añadió al escudo de Sevilla el anagrama14 “NO MADEXADO”, simbolizado por las letras NO y DO, conteniendo una madeja de hilo de lana entre ellas.
A su muerte, Alfonso X fue enterrado junto a su padre en la Iglesia de Santa María, habiéndose trasladado posteriormente ambos sepulcros hasta la Capilla Real de la Catedral de Sevilla.
Del mismo modo, tras la reconquista, hubo que restablecer la Iglesia en Sevilla y, para ello, se nombró, a pesar de no estar consagrado15, a uno de los hijos de Fernando III, el infante Felipe, como su arzobispo entre los años 1250 y 1258. Tras la renuncia del infante a la carrera eclesiástica para poder contraer matrimonio con la princesa Cristina de Noruega, fue sucedido en el cargo por Raimundo de Losada. Don Remondo, como es más conocido este arzobispo, fue quien se encargó durante su mandato, entre los años 1259 y 1286, de reorganizar la Iglesia sevillana hasta ponerla al mismo nivel de las principales de Castilla, las de Toledo y Santiago. Para su sustento, la Iglesia sevillana contaba con los ingresos procedentes de los diezmos16 y de la rentas de las propiedades que les habían otorgado los reyes castellanos. Tras el clero de carácter secular17, fueron llegando hasta Sevilla distintas comunidades conventuales, como agustinos, carmelitas, dominicos, franciscanos, etc., hasta sumar treinta congregaciones. De entre todos ellos, destacan los dos importantes conventos femeninos de San Clemente y Santa Clara, fundados en el siglo XIII.
Las mezquitas fueron transformadas en iglesias y la unión de elementos constructivos y ornamentales de cristianos y musulmanes dio origen al mudéjar, un estilo arquitectónico desarrollado en España entre los siglos XIII y XVI.
Artísticamente, aún se conservan en Sevilla algunas de de las imágenes llegadas entonces a la ciudad y conocidas como imágenes fernandinas, como la Virgen de los Reyes, la Virgen de los Reyes de San Clemente, la Virgen de los Sastres o la Virgen de las Aguas.
A pesar de los aires europeos que trajo para la ciudad su reconquista, ésta, urbanísticamente, siguió siendo una ciudad musulmana que mantuvo las murallas almohades18 y sus catorce puertas acodadas20. Las viviendas eran modestas casas de ladrillo, de dos alturas como mucho, pocos vanos21 al exterior, cubiertas de tejas y blanqueadas con cal; asimismo, las calles eran estrechas y zigzagueantes, como los adarves22, los cuales no tenían salida y desembocaban en una plaza de pequeñas dimensiones, como la hoy Plaza de Santa Marta.
Veamos, a continuación, las principales construcciones cristianas del siglo XIII que se conservan en Sevilla.
Principales construcciones cristianas del siglo XIII ▲
Conocida como la “Catedral de Triana”, nuestros primeros pasos nos llevan a la Real Parroquia de Señora Santa Ana, iglesia mayor del arrabal de Triana, comenzada a construir, en estilo gótico23 mudéjar, durante la segunda mitad del siglo XIII por orden del rey Alfonso X “el Sabio”, en agradecimiento de la curación milagrosa de la enfermedad ocular que padecía. Así, en el año 1266, darían comienzo las obras de una parroquia más amplia que la que había en el Castillo, necesaria para acoger al buen número de cristianos que habitaba Triana tras la reconquista. La fecha y el motivo de su construcción se conoce gracias al cronicón29 que, posiblemente, se escribió durante el reinado de Fernando IV “el Emplazado”, rey de Castilla entre 1295 y 1312, ya que el último personaje que se cita en él es Don Almoravit, arzobispo de Sevilla entre 1299 y 1302; en la Capilla del Calvario, podemos ver una transcripción de este cronicón original realizada en el año 1861. Los trabajos correrían a cargo de los maestros canteros castellanos que iban acompañando a las tropas cristianas para levantar y reparar castillos y edificios militares y civiles, además de los alarifes30 musulmanes, expertos en el uso del ladrillo, material de construcción básico en época almohade.
Las obras se prolongarían hasta principios del siglo siguiente, de ahí “sus formas góticas cistercienses31, sus recuerdos románicos32 e, incluso, el influjo musulmán en el empleo del ladrillo como elemento constructivo”, como explica Manuel Jesús Roldán en su libro “Iglesias de Sevilla”.
Es probable que, originalmente, el edificio estuviera fortificado, pues hay que tener en cuenta que estamos ante la primera iglesia levantada tras la reconquista de Sevilla y que ésta se alzó apartada tanto del Castillo de San Jorge como de las Murallas. Sería a esta fortificación a la que pertenecerían, por un lado, las galerías que, a modo de triforio36, recorren el lateral de las naves, y por otro lado, el remate almenado37 de las cubiertas de la terraza del templo.
Estamos, pues, ante el primer templo que sería construido en Sevilla de nueva planta una vez reconquistada la ciudad en 1248. Y es que, tras esto, Fernando III “el Santo” convertiría en iglesias cristianas todas las mezquitas, incluyendo la aljama38, pero no levantaría ninguna nueva.
Durante la segunda mitad del siglo XIV, ya en tiempos de Pedro I de Castilla, apodado “el Cruel” por sus enemigos y “el Justiciero” por sus partidarios, la construcción sería reedificada a consecuencia del terremoto de 1356. Considerado uno de los más importantes de la historia de España y con una intensidad VIII en la escala de Mercalli, este seísmo tuvo lugar el 24 de agosto de dicho año al Suroeste del Cabo de San Vicente (Portugal), sintiéndose en Andalucía Occidental y el Sur de Portugal, y causando numerosos y graves daños en Sevilla, afectando a edificaciones como la Catedral, la Giralda”, el Real Alcázar, la Real Parroquia de Omnium Sanctorum, que veremos más adelante, o esta misma de Señora Santa Ana.
A comienzos del siglo XV, su Capilla Mayor sería ampliada, mientras que durante la segunda mitad de la siguiente centuria, se construirían las dos capillas situadas a los pies de las naves laterales. De principios del siglo XVII es la nueva capilla bautismal y durante la segunda mitad, se llevaría a cabo una serie de reformas en la sacramental. En esta misma centuria, se levantaría la torre, obra del maestro Martín Izquierdo con diseño de Diego López Bueno.
El terremoto de 1755 ocasionaría graves daños en el edificio, por lo que sería necesario realizar importantes reformas en él que serían ejecutadas entre los años 1756 y 1758 por Pedro de Silva, Maestro Mayor de obras del Arzobispado, lo que haría que el primitivo templo medieval adquiriera una imagen barroca39. También se intervendría en la torre, a la que se añadiría el chapitel41 que vemos hoy día, de estilo barroco, y se realizarían las ventanas molduradas que hay en las galerías superiores, además de abrir diez ventanas exteriores, las cuales permitirían la entrada de luz al interior del templo.
Ya en el siglo XX, entre 1970 y 1975, Rafael Manzano, en aquel momento Director-Conservador de los Reales Alcázares, dirigiría una restauración que devolvería a la iglesia su aspecto medieval, pues eliminaría los enlucidos barrocos y dejaría vistos los ladrillos y los muros, una “actuación que no fue ajena a la polémica por los criterios empleados”, según apunta Manuel Jesús Roldán en el libro anteriormente citado.
Pasemos, a continuación, a hacer una descripción de esta Real Parroquia de Señora Santa Ana. Se trata de un templo de planta rectangular, carente de crucero42 y dividida en tres naves, siendo la nave mayor más alta y ancha que las otras, y terminadas todas ellas en capillas poligonales. Estas naves se dividen, a su vez, en cinco tramos separados por pilares rectangulares retallados de ladrillo y en los que su aspecto ha ido cambiando tras las sucesivas reformas acaecidas durante siglos, habiendo llegado a nuestros días sin la decoración barroca que tuvo en su momento. El coro está situado a los pies de la citada nave mayor, mientras que cuenta con capillas adosadas a los muros del lado Evangelio43 y de la Epístola, con la torre a los pies de la nave del Evangelio.
En el exterior, las cubiertas son de ladrillo con forma de azotea, con balaustrada45 a su alrededor y remates de pináculos y jarrones hechos en barro vidriado que se rehicieron en las últimas intervenciones.
El acceso se realiza por medio de tres portadas: dos laterales y una a los pies. La única que ha conservado las formas propias de la transición entre el románico y el gótico es la que se abre en el lado del Evangelio, por la que se entra y sale habitualmente; ésta es abocinada48, con arquivoltas50 apuntadas y muy rebajadas51, quedando el conjunto enmarcado por un gablete52 sobre el que hay un doselete55 románico; las arquivoltas apoyan sobre capiteles56 ornamentados con motivos vegetales. Una serie de elementos barrocos se nos muestran entre el gablete superior y la cornisa. Asimismo, en la parte superior, se han conservado dieciséis cabezas de leones de estilo románico hechas en piedra y que en su día sostuvieron un tejaroz57.
La puerta que se abre en el muro contrario es bastante más sencilla que la anterior. Cuenta con arquivoltas apuntadas y abocinadas, descansando los tres arcos que la componen, con un baquetón58 en cada una de sus aristas60, en pilares un tanto toscos de capiteles moldurados y carentes de ornato.
Por su parte, la portada principal, reformada en el siglo XVIII, es adintelada61 y está dividida en dos cuerpos. El primero de ellos es de líneas clásicas, parte de un vano adintelado y moldurado con orejeras, y se encuentra flanqueado por dos columnas clásicas, quedando rematado por un frontón62 triangular partido que, a su vez, corona otro frontón triangular. En cuanto al segundo, éste es de líneas más barrocas, con un óculo63 a cuyo alrededor se centra la decoración, estando encuadrado por pilastras con capiteles ornamentados con motivos, una vez más, vegetales; lo corona un frontón triangular rematado con perinolas64 vidriadas en blanco. En el conjunto de la portada destacan tanto su falta de proporción como su policromía en tonos almagra65.
A los pies del lado del Evangelio, como dijimos, se levanta la torre, adosada al cuerpo de la iglesia tan sólo por una de sus esquinas. Exteriormente, tiene planta cuadrada, mientras que en su interior es ochavada66, haciéndose cuadrada a partir de alrededor de los tres metros. El ascenso hasta el cuerpo de campanas se hace por dentro a través de una escalera de caracol. Vemos que consta de tres cuerpos, rematándola un chapitel piramidal. El cuerpo inferior fue construido durante la primera mitad del siglo XIV, siendo los dos siguientes de la segunda mitad del XVI. Se trata de una construcción de ladrillo que presenta arcos ciegos67, polilobulados y de herradura68, quedando éstos distribuidos de manera que hay dos en los frentes exentos y uno en los frentes que se adosan al paramento del templo, muestra de su origen mudéjar. La parte superior es, igualmente, de ladrillo; aquí, se abren dos vanos de medio punto en cada frente, decorados en sus claves70 y flanqueados por pilastras de cantería de estilo toscano71 revestidas con cerámica azul, algo que se observa igualmente en el remate de la torre. El cuerpo situado más próximo al chapitel cuenta con antepechos abalaustrados que coronan jarrones de barro vidriado. Finalmente, el chapitel es octogonal, con caras rectas, y apoya sobre un banco ochavado revestido de cerámica vidriada; lo remata una cruz con una veleta de forja.
Una vez en el interior, la iglesia se cubre por medio de bóvedas de crucería gótica, quedando estás separadas por arcos con un nervio que las atraviesa y las une. Están realizadas en ladrillo, siendo los arcos y las nervaduras de piedra, y estando decoradas con puntas de diamante83 y estrellas de reminiscencias mudéjares en las claves, así como con castillos y leones heráldicos, hojas de vid y de higuera, y cabezas humanas.
El presbiterio lo preside uno de los más artísticos retablos mayores de Sevilla. Éste se compone de banco84, tres cuerpos, de siete calles cada uno, y ático85, presentando tanto esculturas como relieves y tablas pintadas. El contrato para su ejecución fue firmado en el año 1542 y el de la policromía, en 1557, quedando el conjunto finalizado en 1565. La realización de la arquitectura del retablo y de las tallas corrió a cargo de Nufro Ortega y Nicolás Jurate, mientras que las quince pinturas sobre tabla fueron obra del pintor flamenco86 Pedro de Campaña. El camarín87 central, remodelado en el siglo XVII, acoge el grupo de Santa Ana y la Virgen con el Niño, una talla de candelero de la segunda mitad del siglo XIII que sería retocada en el XVII por Francisco de Ocampo y, de nuevo, más adelante, en otra intervención del siglo XVIII. El resto del retablo nos muestra una iconografía88 basada en historias apócrifas89 sobre la vida de Santa Ana. De este modo, en el banco hay relieves con los Evangelistas90 y ángeles pasionarios91. En el primer cuerpo, aparecen las tallas de San Pedro y San Pablo, un relieve de la Santa Faz92 y las escenas pictóricas de San Joaquín abandonando su casa por estéril y el Anuncio milagroso al santo. El segundo muestra las tallas de Santiago y San Judas Tadeo, enmarcando las escenas del Abrazo ante la Puerta Dorada, el Nacimiento y Presentación de la Virgen y la Educación de la Virgen por los ángeles. El tercer cuerpo tiene una representación del Nacimiento de Cristo, la Visitación, San Jorge, el Nacimiento de San Juan y los Desposorios de María y José. En el ático, están representados María Salomé y María Cleofás con sus hijos, que, según Roldán, “serían las otras hijas de Santa Ana, que, según los Apócrifos, casó con Joaquín, con Cleofás y con Salomé”. El conjunto queda coronado con la escena de la Asunción de la Virgen.
La Capilla Mayor queda flanqueada por sendos retablos hechos en el siglo XVII por Miguel Cano y Juan del Castillo: el izquierdo contiene una pintura de la Piedad de Castillo, inspirada en un lienzo de Juan de Roelas, y se completa con otras pinturas de santos (San Juan Bautista, San Francisco de Asís, San Pedro, San Diego de Alcalá, Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Paula); el derecho, que originariamente fue la capilla de Gaspar de Ramallo, familiar de la Santa Inquisición, lo preside la Virgen del Rosario, a la que acompañan representaciones pictóricas de San Antonio de Padua, San Fernando, la Adoración de los Reyes, Santa Inés, San Diego de Alcalá y San Gonzalo de Amarante.
En la cabecera de la nave derecha, se sitúa la Capilla del Calvario, ornamentada con pinturas murales realizadas por Domingo Martínez en el año 1740. Arriba, está el Crucificado del Socorro, obra atribuida Andrés de Ocampo de hacia 1620 y que fue titular de la ya extinguida Hermandad de Nuestra Señora del Buen Viaje, Tentación de Cristo en el desierto y Nuestra Señora de los Peligros. En el muro de esta misma nave, hay sendas tablas de comienzos del siglo XV y atribuidas al Maestro de Moguer; destaca una de ellas, en la que aparecen las santas Justa y Rufina, mártires de Triana, por la representación que se ve entre ambas de la ciudad de Sevilla; en la otra, figura la Adoración de los Reyes Magos. A su lado, hay una imagen de San José con el Niño, datada de la segunda mitad del siglo XVIII, y, a continuación, vemos el Retablo de San Joaquín, de finales del XVII y atribuido a Bernardo Simón de Pineda, si bien la figura del titular, de 1664, es obra de Blas Muñoz de Moncada. Seguidamente, hay un retablo recompuesto del que sobresale la tabla central de Santa Catalina, hecha por Hernando de Sturmio en 1554 para un retablo que después sería desmembrado, habiéndose conservado algunas de sus piezas en la sacristía del templo. A su lado, otra capilla queda cerrada por una reja de principios del siglo XVII, presentando como elemento decorativo un zócalo de azulejos de la misma centuria; la preside, dando nombre a la capilla, una talla de la Virgen de la Victoria (XVI) que proviene del Convento de la Victoria de frailes mínimos93, hoy desaparecido y antiguamente ubicado en el barrio de Triana, donde nos encontramos, concretamente en la actual Calle Pagés del Corro; el retablo, posiblemente de finales del siglo XVII, cuenta con formas que recuerdan al taller de Bernardo Simón de Pineda. El retablo de la Inmaculada es recompuesto, presidido por una tabla central con la representación de la Virgen y otras laterales, todas ellas de alrededor de 1569; las tablas de San Jerónimo y San Agustín pudieron formar parte del retablo que Sturmio dedicó a Santa Catalina; a los pies, se halla la lápida sepulcral de Iñigo López, un sepulcro cerámico renacentista conocido popularmente como “el Negro de Triana” y obra de Niculoso Francisco Pisano, y que, según cuenta la leyenda, las casaderas que dieran una patada en su cara contraerían matrimonio; dicha lauda94 consta de 32 azulejos y, en ellos, se puede ver la fecha de su ejecución (1503) y los nombres del autor y del yacente. La última capilla de este muro la compone un retablo neoclásico95 con una talla de la Divina Pastora realizada durante la primera mitad del siglo XIX por Gabriel de Astorga. Finalmente, a los pies de la nave de la Epístola, está la primitiva Capilla de las Ánimas, con yeserías96 barrocas de Martín de Toledo y cerrada con rejería herreriana97 datada de 1591; dentro, además del zócalo de azulejos hecho por Alonso García en 1576, se puede contemplar una talla de la Virgen del Carmen del siglo XVIII.
Con la portada que se abre a los pies de la iglesia a nuestra espalda, veremos al frente, en la nave central, la estructura del coro. Éste queda cerrado por una reja que data de la segunda mitad del siglo XVIII, aunque Roldán apunta en su ya mencionado libro “Iglesias de Sevilla” que “la doble fila de sillas que los componen y el facistol98 central parecen anteriores”; la sillería es de Miguel Cano, de entre 1619 y 1620. El órgano situado en el lado derecho es una obra de 1814 de Valentín Verdalonga, quien usaría la caja del órgano anterior, de 1762. También es interesante el área del trascoro, presidida por una tabla de la Virgen de la Rosa, realizada durante el primer tercio del siglo XVI por Alejo Fernández, pintor de origen alemán. En los muros del coro, se pueden ver otras tallas dignas de mención, como un grupo de las Santas Justa y Rufina o unas imágenes de San Francisco y Santa Teresa, provenientes del antiguo Convento de Nuestra Señora de los Remedios, hoy convertido en Museo de Carruajes.
Desde aquí, recorreremos el muro del Evangelio, comenzando por los pies de la nave, lugar donde se encuentra la Capilla de San Francisco de Asís; con una reja fechada en 1570 y ornamentada con yeserías del siglo XVIII de Martín de Toledo, cuenta con un retablo que data de la segunda mitad del siglo XVI y que fue reformado ya en época barroca; éste lo forman tablas realizadas alrededor del año 1570 por Pedro Villegas Marmolejo en las que se representan, además de a San Francisco de Asís, a San Juan y a San Pablo. La capilla bautismal data de 1614 y fue construida siguiendo el diseño de Diego López Bueno; con azulejos de la misma época, en sus muros podemos ver dos copias de Rubens de principios del siglo XVIII, así como el Bautismo de Cristo, de Tomás Martínez. Al lado de la puerta lateral, hay otra capilla que, decorada en su interior con un zócalo de azulejos de temática de clavos y friso de grutescos99, acoge las imágenes de quienes, posiblemente, fueran los titulares de la desaparecida Cofradía de la Sexta Angustia de Triana, un grupo de La Piedad carente de cronología exacta y de autoría desconocida. Pasado el cancel100 de acceso, se halla la Capilla Sacramental, de planta cuadrada y construida a mitad del siglo XVI; la preside un retablo barroco hecho en 1713 por Miguel Franco cuyo elemento principal es una talla de la Inmaculada del siglo XVII que se ha relacionado con el estilo del taller de Luisa Roldán; asimismo, se pueden contemplar sendos lienzos que representan, por un lado, el Martirio de San Lorenzo, copia de Tiziano, y por otro lado, la Resurrección, pintada por Alonso Vázquez en 1590. Por último, en el muro de la nave, ya hacia la cabecera, tenemos la custodia101 sacramental, obra de 1726 del platero Andrés Ossorio que procesiona por las calles de Triana en el conocido como “Corpus Chico”, celebración que se lleva a cabo desde el siglo XVI.
Una vez en la cabecera de la nave, en el recinto que originariamente acogía una capilla sacramental patrocinada por los marqueses de Malagón, veremos otro retablo de Miguel Franco de principios del siglo XVIII; decorado con columnas salomónicas102 de alrededor de 1690, en este caso, lo preside una imagen de candelero de la Madre de Dios del Rosario datada del año 1816 y que, según Roldán, “tiene el patronazgo de los capataces y costaleros de la ciudad”; el muro cuenta con un significativo zócalo de azulejos de 1920 de Mensaque e Hijos.
Bajo las naves del templo, se disponen tres criptas y algunas debajo de sus capillas que son usadas como columbarios103, mientras que, actualmente, la cripta que se halla bajo la nave de la Epístola acoge el museo parroquial.
Desde 1931, la Real Parroquia de Señora Santa Ana está declarada Bien de Interés Cultural y catalogada como Monumento.
Localización: Calle Párroco don Eugenio, 1. 41010 Sevilla.
Jardín del Crucero después de la intervención de Alfonso X. Fuente: Hipótesis de A. Almagro e imagen virtual de M. González (2015). Banco de imágenes de la Universidad de Almería. Siglos XIII, XVI y XVIII.
Una de las obras llevadas a cabo por los castellanos durante el siglo XIII y que aún se conserva en Sevilla es el Palacio Gótico que fue levantado en los Reales Alcázares durante el reinado de Alfonso X. Para ello, cuatro canteros de Burgos, cuyos conocimientos se considera que estaban algo anticuados conforme a lo realizado hasta entonces por otros maestros góticos en la capital burgalesa, se encargarían de occidentalizar la imagen del Alcázar y de la propia ciudad. De hecho, este nuevo palacio mantiene una unidad estilística con la Iglesia de Santa Ana y la Torre de Don Fadrique.
Antes de describir este palacio, en el que habitó el sabio rey y de entre cuyos muros puede que surgiesen parte de sus obras, como las “Cantigas de Santa María”, comencemos por situarlo en el recinto del Alcázar de entonces, mencionando que su solar fue el del antiguo palacio musulmán que, junto al Jardín del Crucero, formaba la mayor unidad residencial de las existentes en los Reales Alcázares y por tanto, seguramente, la del califa104 almohade. Y dado que la construcción de este nuevo Palacio Gótico pudo estar motivada por la voluntad del rey de exteriorizar el triunfo de las armas cristianas mediante el establecimiento en Sevilla del nuevo estilo arquitectónico que era entonces el gótico, lógicamente éste era el lugar más idóneo para su realización.
Por ello, se amplió en anchura el antiguo salón Sur del palacio almohade por medio del desplazamiento de su fachada Norte hacia el Patio del Crucero. Con ello, desapareció el anterior salón Sur, junto a sus pórticos superior e inferior. Esta nueva sala se vio rodeada de otras tres, una paralela a ella y dos laterales perpendiculares a ambas, todas ellas levantadas en estilo gótico. Dado que esta obra llevó aparejado el derribo del tramo de muralla del Alcázar existente al Sur, el nuevo edificio fue levantado como si de una fortificación se tratase, con torres en sus cuatro extremos que, además, son contrafuertes, y por cuyo interior discurrían escaleras de caracol, justificando así el nombre de “Cuarto del Caracol”. Igualmente, a cada uno de los tramos internos corresponde otro contrafuerte externo finalizado en forma de torre almenada.
Las dos salas paralelas, destinadas seguramente a un uso civil, tenían cinco tramos de bóvedas ojivales, mientras que las dos laterales sólo constaban de cuatro, siendo la situada en el Sudoeste utilizada como capilla (quizás la de San Clemente, que es citada en un privilegio de 1271 de Alfonso X). Estas bóvedas, de tipo cisterciense, tenían sus arranques en los pilares que se encontraban adosados al muro y fueron, en el siglo XVI, sustituidas por ménsulas106 manieristas107, lo que permitió que la paredes fueran cubiertas con los zócalos de azulejos de Cristóbal de Augusta. Del mismo modo, los ventanales góticos que iluminaban tan pobremente estas estancias, utilizadas en el siglo XVI como almacén de madera vieja, fueron sustituidos en el último cuarto de centuria por los actuales.
Otra modificación importante fue la realizada en el patio con la construcción de una vía de comunicación central entre el nuevo salón y el salón Norte, mediante un andén elevado sostenido por una estructura abovedada sobre la alberca central, o Baños de doña María de Padilla, la amante del rey Pedro I. Y es que según la leyenda, estos baños fueron construidos por dicho rey tras pedírselo doña María con el fin de utilizarlos para su diversión. Asimismo, se levantaron otros dos andenes transversales que, junto al anterior, adoptaban una forma de crucero y dejan, en la cota inferior, en los cuadrantes delimitados por el crucero, cuatro jardines de menor tamaño. Esta nueva estructura permaneció hasta el terremoto de Lisboa de 1755, el cual obligó a cerrar los pórtico perimetrales del jardín bajo y a elevar la superficie de los cuatro jardines hasta la altura de los andenes centrales góticos, formando así un patio de estilo barroco en el que, en época romántica108, se plantaron los actuales jardines. Del jardín medieval sólo quedan hoy los Baños de doña María de Padilla, pero ya en un ambiente oscuro, sin la vegetación e iluminación natural de entonces.
Una vez vista la transformación, por no decir desaparición, del Patio del Crucero gótico, revisemos –tras las diversas intervenciones que a lo largo de la historia ha tenido el palacio y entre las que destacan las realizadas en el siglo XVI, durante el reinado de Carlos V, y las llevadas a cabo tras los graves daños causados por el ya citado terremoto de Lisboa, que obligaron a realizar importantes modificaciones en él– lo que queda, o más bien lo que hay, en los espacios del antiguo Palacio Gótico.
Al Sur del Patio del Crucero, se encuentra el Pórtico de entrada al palacio. Por él, pasamos al primero de los salones que hallamos, el Salón de Tapices, y paralelo éste, hacia el Norte, el Salón de las Bóvedas, también conocido como Gran Salón, o Sala de Fiestas. Al Oeste de ambos y perpendicular a ellos, con acceso tanto desde el Pórtico como desde el Salón de las Bóvedas, se halla la Capilla del Palacio Gótico, mientras que al Este, paralela a la Capilla, está la Sala Cantarera.
El Pórtico, una obra del siglo XVIII tras la ruina del anterior por el terremoto de Lisboa, está formado por cinco arcos sobre pilares y una galería superior en los que aparece un doble estilo, dórico, en el inferior, hasta las impostas de los arcos, y jónico109, en el superior, en las pilastras que, desde las anteriores impostas, se prolongan hasta la cornisa. El efecto visual es así algo desproporcionado, con una planta baja de menor tamaño que la superior, una imagen mitigada, aunque no anulada, al situar dobles columnas delante de las pilastras de apoyo de los arcos y el arranque de las pilastras superiores en las molduras que continúan el volteo de los arcos.
El Salón de Tapices fue reconstruido en el siglo XVIII tras el terremoto por Sebastián Van Der Borcht, quien le dio un estilo barroco con influencias neoclásicas. En él, cuelgan reproducciones de los tapices que a mediados del siglo XVI fueron realizados por la Real Fábrica de Tapices de Madrid. Los originales, de futura exposición en el aún inacabado Museo de Colecciones Reales de Madrid, fueron hechos por Francisco y Cornelio Van der Gottenson e imitan “La Conquista de Túnez”, una serie de doce tapices que en el siglo XVI salieron de los talleres de Guillermo de Pannemaker y en los que se muestra a Carlos V como el héroe militar cristiano frente a los turcos.
El Salón de Bóvedas mantiene los arcos apuntados del siglo XIII, aunque, como ya vimos antes, apoyados sobre las ménsulas manieristas que en 1577 realizó Asensio de Maeda, en lugar de los pilares que fueron retirados tras la reforma del siglo XVI, en la que también se cubrieron las paredes con zócalos de azulejos del ceramista italiano Cristóbal de Augusta. De sus paredes, cuelgan cuatro sargas122 de Gustavo Bárcenas y temas colombinos123 que fueron encargadas por Alfonso XIII para el Pabellón Real de la Exposición Iberoamericana de 1929.
La Capilla, en donde quizás estuvo la antigua de San Clemente, del siglo XIII, mantiene las mismas bóvedas con que fue levantada en dicho siglo, si bien, al igual que en el anterior salón, se encuentran apoyadas sobre las ménsulas de Maeda, mientras que las paredes se cubren con los azulejos renacentistas de Augusta. El actual retablo es del siglo XVIII y contiene una pintura de la Virgen de la Antigua, copia de la de la Catedral de Sevilla. Las otras obras que vemos en las paredes son pinturas religiosas de los siglos XVII y XVIII.
La Sala Cantarera, anteriormente llamada Sala de Letras, tiene las paredes también decoradas con azulejos de Augusta y, tras ser utilizada hasta hace pocos años como almacén, fue abierta en 2015 para acoger exposiciones temporales.
Localización: Patio de Banderas, s/n. 41004 Sevilla.
Lateral Norte de las Reales Atarazanas, en la calle Dos de Mayo. Siglos XIII, XIV, XVI, XVII, XVIII y XX.
Desde donde nos encontramos, nuestro siguiente punto de interés serán las Atarazanas Reales, construidas por orden de Alfonso X “el Sabio” en el año 1252 en el Arenal, en las afueras del recinto amurallado y con el apoyo que ofrecían las murallas y la coracha124 saliente. Es posible que se tratase de una reconstrucción o de una remodelación de otras construidas anteriormente, en el siglo XII, bajo el mandato del califa Abu Yacub Yusuf (1163-1184), que ordenaría las obras en 1184.
El objetivo de este edificio era que sirviera como astillero en el que construir galeras125. El lugar elegido no era casual. Y es que aquí la diferencia de cota con el río era de poco menos de un metro, por lo que resultaba más fácil la entrada y salida de los barcos. Se sabe que la construcción original contaba con un espacio diáfano estructurado en naves con arcadas mudéjares. En la actualidad, el interior queda organizado en torno a dieciséis naves adosadas y dispuestas perpendicularmente a la dirección del río; la cubierta es a dos aguas126, quedando sostenida por una sucesión de pilares de ladrillo sobre los que se sustentan los arcos, contando con amplios canales para recoger el agua. Cada nave tiene unas medidas de cien metros de largo por doce de alto; las de pilastras de ladrillo, de sección rectangular, miden 2,40 por 1,80 metros, con una luz de unos 8,50 metros y una altura de 5 metros hasta el arranque de los arcos, siendo éstos ligeramente apuntados y con el intradós127 rehundido.
Reinando Pedro I, se llevaría a cabo una ampliación de las Atarazanas, añadiéndose tres naves por su lateral Norte.
Estamos ante una construcción que ha ido cambiando su uso a lo largo de los siglos, adaptándose continuamente a la nueva utilización. Así, en el siglo XVI, se llevarán a cabo obras que transformarían la actividad como astilleros, trasladándose la pescadería a la primera nave, ubicada hasta ese momento en la Plaza de San Francisco, si bien en la “Guía de Arquitectura de Sevilla” (1992) se apunta que la lonja de pescado se trasladaría a las Atarazanas en 1493. Asimismo, se construirían viviendas, se compartimentarían los diferentes despachos128 de pescado y se realizarían unos rellenos que subirían el nivel de las naves hasta los casi cuatro metros ya que se inundaban frecuentemente. De este modo, esta primera nave acogía doce lonjas grandes y dieciséis pequeñas, quedando las demás divididas en bodegas a las que se accedía desde el Arenal y desde el interior. Por su parte, en la novena nave, estaba la vivienda del alcaide129, con un corral que se abría al interior, y en la octava, la capilla consagrada a San Jorge, en la cual se reunía la cofradía del vecino Hospital de la Santa Caridad desde 1578 para para recoger los cadáveres de aquellos ahogados y ajusticiados. También en esta octava nave, estaban los espacios comunes principales, la Placeta y el Pozo, a partir de los cuales quedaban organizados unos pasajes cubiertos que facilitaban el registro de las distintas dependencias. Había, igualmente, tres puertas principales, dos que daban al Arenal y una, al casco histórico, localizada en la placeta del Carbón y conocida como Puerta del Hierro.
A finales del siglo XVI, en 1580, se empezarían los trabajos en las naves 13, 14 y 15 con el fin de instalar en ellas la Aduana, siguiendo para ello las trazas proyectadas por Asensio de Maeda; las obras terminarían siete años después, reconociéndose en ellas la intervención de Juan de Oviedo y habiéndose generado las naves 16 y 17, las dos últimas de la manzana, que se usarían para el almacenaje de azoque y lana. A mediados del XVII, en 1641, se llevan a cabo nuevos trabajos que transformarían las naves de la 8 a la 12, ambas incluidas, en Hospital de la Santa Caridad, donde aún es posible ver parte de ellas.
A principios del XVIII, según unas fuentes, y en marzo de 1775, según otras, se realiza el primer plano que se conoce de la manzana; en él, se pueden distinguir autónomas las intervenciones de Maeda en la Aduana y de Leonardo de Figueroa y Pedro Sánchez Falconete en el Hospital de la Caridad y en la Capilla de San Jorge. En 1719, el asistente Lorenzo Fernández de Villavicencio dispondrá cinco naves como almacenaje de artillería. A finales de esta misma centuria, se ejecuta una serie de reformas en la Maestranza de Artillería, consolidándose por completo la manzana que constituían las Atarazanas con la construcción de tres crujías131 que discurrirían perpendiculares a las siete naves de los antiguos astilleros, que colgaban de manera transversal sobre los contrafuertes y los primeros arcos de cada una de éstas. Al mismo tiempo, se elevó una sala que se usaría como depósito de armas y que se cubriría con una cubierta de tejas, dotando el conjunto de un cuerpo común de cabecera. Además, en 1804, serán ocupados los terrenos delanteros hasta llegar a alcanzar los malecones132 del río.
En 1846, se diseña un proyecto, obra de Balbino Marrón, mediante el cual se planea ensanchar la ciudad, alineando a cordel133 el Paseo de Cristóbal Colón.
El siglo XX comienza con la construcción de los nuevos almacenes de Artillería, alineados en esta ocasión con el ya citado Paseo de Colón. Consecuencia directa de esto será la creación del Pasaje Temprado, un espacio urbano entre verjas laterales donde se hallan los jardines de acceso a las Atarazanas, quedando al otro lado el crecimiento exterior de la Maestranza de Artillería y los jardines del Hospital de la Caridad. En el año 1945, serán derribadas las últimas cinco naves mudéjares del ala Sur de las Atarazanas para, en el solar, levantar el edificio que albergaría la Delegación de Hacienda. Ya en los 80, se redacta y se aprueba el “Modificado del Plan de Reforma Interior del Casco Antiguo de Sevilla”, con el que se deja patente que es necesario crear un “Plan Especial de Reforma Interior” que, como se indica en la web de la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, . Entre los años 1993 y 1995, la Consejería de Cultura realizará una serie de obras de consolidación en el conjunto y, más adelante, se iniciaría el estudio de viabilidad “sobre la capacidad espacial y constructiva de la Maestranza de Artillería como paso previo a su adquisición”; después de llevar a cabo este estudio, se adquiriría el inmueble, siendo desalojado por parte de la institución militar.
En la actualidad, las Atarazanas Reales, declaradas Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento el 13 de marzo de 1969, están siendo objeto de una profunda intervención para ser rehabilitadas y convertidas en un espacio cultural.
Localización: Calle Temprado, 1. 41001 Sevilla.
A continuación, conoceremos la Real Parroquia de Omnium Sanctorum, una de las iglesias históricas de la ciudad hispalense y la única con su nombre en latín, aludiendo con él a “Todos los Santos”. Fundada durante la segunda mitad del siglo XIII dentro de la collación que había sido designada al caballero Alvar Negro por ayuda a Fernando III en la Reconquista de Sevilla, se dice que en las obras se reaprovecharon las dependencias de una antigua mezquita almohade. Sin embargo, Manuel Jesús Roldán nos indica en su libro “Iglesias de Sevilla” que “Al igual que con otras obras gótico mudéjares, hay que descartar su posible origen musulmán aunque copie en su torre los paños de sebka134 más cercanos al modelo almohade de la Giralda”. De la época de su fundación, se ha conservado, además de la fachada principal, su portada, que se abre en este mismo muro, a los pies del templo; está hecha en piedra y se compone de un arco ojival con arquivoltas y baquetones; en la línea que sobresale, hay relieves que representan cabezas humanas, mientras que en la parte inferior, siguen los boceles del dintel. Sobre el dintel, se enmarca un precioso vano mudéjar formado por dos arcos ojivales de ladrillo rojo y decoración de ataurique138 en las albanegas139. Por encima, se abre un rosetón142 gótico con bocel adornado con puntas de diamante, similar a los otros dos de menor tamaño que flanquean el vano.
La iglesia cuenta con otra portada realizada en piedra que se abre en la fachada Sur, en el muro de la Epístola. Ésta data del último tercio del siglo XIV y está compuesta por una gran arco apuntado con baquetones y tres hornacinas vacías con doselete sobre él, todo ello cubierto por un tejaroz sustentado por canecillos143 con forma de cabezas de animales.
Las crónicas medievales señalan que después del terremoto de Lisboa del año 1356, la iglesia tuvo que ser reedificada en el siglo XIV, reinando Pedro I; de entonces son las dos portadas laterales y la cabecera, compuesta por dos tramos rectangulares y otro pentagonal, y cubierta con bóvedas nervadas. En la actualidad, la puerta que da al mercado se halla cegada. Del mismo modo, no se ha conservado el antiguo acceso elevado que comunicaba la tribuna alta de la iglesia con el cercano palacio de los marqueses de la Algaba, quienes eran patronos históricos de la parroquia.
Por su parte, la torre, que se alza sobre una de las capillas almohades de la nave de la Epístola, data de principios del siglo XV, si bien hay algunas fuentes que aseguran que se trata del alminar de la antigua mezquita y que fue recrecido posteriormente. Cuenta con un primer cuerpo con ornamentación de estilo mudéjar, como son paños romboidales de sebka similares a los de la Giralda; en cuanto al cuerpo de campanas, éste fue añadido en el siglo XVIII.
Tal y como ocurriera con otros edificios religiosos, el 18 de julio de 1936 fue pasto de las llamas al sufrir un incendio intencionado en el marco de la Guerra Civil Española (1936-1939), quedando en pie los muros y las pilastras, perdiéndose destacadas obras de arte y salvándose algunas otras gracias a las hermandades que allí tenían su sede. Entre las piezas desaparecidas, estaban algunas pinturas notables de la Capilla de los Cervantes, un crucifijo de estilo gótico titulado de la Buena Muerte, otro cuya autoría se atribuye a Andrés de Ocampo, el tabernáculo144 neoclásico de la Virgen de Todos los Santos, diferentes retablos, etc. Tras este fatídico hecho, las autoridades se mostraron diligentes en restaurar lo antes posible el templo y desde la Campiña sevillana se procedió al traslado de numerosos retablos que se instalaron en él. La reconstrucción correría a cargo del arquitecto Juan Talavera, inaugurándose el templo nuevamente el 12 de octubre de 1940.
Además de la portada y la torre, en la fachada podemos contemplar una cruz que se halla enmarcada en un hueco como si de una pequeña hornacina se tratara; procede de la actual Calle Peris Mencheta, antiguamente conocida como Peso del Carbón, y de ella se colgaba antaño una balanza en la que los carboneros pesaban su mercancía. A los pies, hay un retablo cerámico como recordatorio del cincuentenario de la fundación de la Hermandad de los Javieres. A la derecha de la portada principal, vemos otro retablo cerámico, en este caso dedicado a la Virgen de Todos los Santos y realizado en 1928 en el taller de Antonio Kiernam Flores. Hay dos cruces más dentro. Por un lado, está la de Calatrava, con dos ángeles portadores; ésta, ubicada en el centro de la Calle Ancha de la Feria, sería renovada en el año 1839 y trasladada a la iglesia en 1854. Por otro lado, llegada a la parroquia también en 1854, tenemos la cruz de la Calle Linos, en cuyo centro aparece el anagrama de María y que fue levantada en dicha calle a causa de la epidemia de peste sucedida en 1649.
Una vez en el interior, vemos que el templo es de planta basilical145 y está compuesto de tres naves con cinco tramos cada una, que cuenta con bastante profundidad y altura, y que se cubre con madera, teniendo la cubierta central forma de artesa146 y siendo las laterales cubiertas de colgadizo147; todas ellas son modernas e imitan el artesonado mudéjar que se destruyó en el incendio de 1936. La cabecera es poligonal con tres tramos, dos rectangulares y uno pentagonal, quedando cubierta por nervadura gótica con nervio espinazo; se refuerza en el exterior con contrafuertes en las aristas, entre los cuales se abren altas ventanas góticas; el ábside queda rematado a base de almenas.
En el centro del presbiterio, hay un templete con forma de baldaquino149 hecho por José Paz Campano en el año 1940 y que acoge una imagen de la Virgen de Todos los Santos, obra de 1554 del artista flamenco Roque Balduque; aunque ha sufrido algunos daños y es revestida ocasionalmente con telas, ha conservado su calidad y la policromía originales. A los pies, a ambos lados, están las tallas de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen. En el siglo XVIII, tuvo algunas transformaciones, pues se le añadirían, a sus pies, una serie de figuras de santos, obras en barro de Cristóbal Ramos que representan a San José, San Lorenzo, San Basilio, San Pedro, Santo Domingo de Guzmán y Santa Catalina de Alejandría. En la parte inferior, se halla un sagrario monumental hecho por el orfebre Cayetano González Gómez.
En la cabecera de la nave del Evangelio, tenemos un retablo con las esculturas de Santa Rita, San Antonio de Padua y la Virgen de Fátima; del siglo XVIII, se baraja que procede de Osuna o de Estepa, ambas localidades sevillanas. Seguidamente, hay dos arcos ornamentados con azulejos del siglo XVII que se han completado con otros del año 1940; éstos dan cobijo a los sepulcros de los Guzmanes, actualmente vacíos, pero con sobresalientes esculturas yacentes hechas en terracota durante la segunda mitad del siglo XV y atribuidas a la mano de Lorenzo Mercadente de Bretaña. A continuación, encontramos el Retablo del Sagrado Corazón, datado de alrededor de 1780, realizado en estilo rococó150 y “que sigue modelos lebrijanos en su decoración tardobarroca de hojarascas y espejitos”, según apunta Manuel Jesús Roldán. A los pies de este mismo lateral, hay dos capillas más. Una de ellas es la Capilla de las Ánimas, de trazas irregulares y con una lápida del párroco que salvó el sagrario del incendio de 1936; en ella, se dispone una pintura de las Ánimas Benditas del siglo XVIII, así como una talla de la Virgen de Belén del escultor Manuel Domínguez procedente de la hoy desaparecida parroquia de la Calle Calatrava. En este muro de la nave del Evangelio, hay varias ménsulas que sostienen algunas tallas, como un San Francisco de Paula del siglo XVII, una Santa Apolonia y una Santa Bárbara que parece de la segunda mitad del XVI. Al final de esta nave, se halla la capilla bautismal, que, como indica Roldán, se corresponde con “la antigua capilla del linaje de los Cervantes según atestigua la heráldica de la reja de acceso y según constaba en el antiguo retablo de Varela desaparecido en el incendio de 1936”; aquí, estuvo el conocido como Pendón Verde, una antigua insignia que fue usada como enseña durante el motín del mismo nombre ocurrido en 1521 en la zona de la Calle Feria; hoy, esta capilla acoge las imágenes de la ya mencionada Hermandad de los Javieres. Las imágenes titulares son: el Cristo de las Almas, talla de 1947 hecha por el escultor portugués José Pires Azcárraga que fue reformada por Espinosa de los Monteros y restaurada por Jesús Santos y Juan Manuel Miñarro; la Virgen de Gracia y Amparo, una dolorosa encargada en 1936 por la congregación a José Fernández Andes y cuya actual policromía es de Ramos Corona; y una imagen de San Juan, cuya cabeza ha sido atribuida al imaginero del siglo XVIII José Montes de Oca y que, originalmente, pudo tratarse de un San José al cual Francisco Buiza añadiría un nuevo cuerpo en el siglo XX. Al lado de la reja, hay otra imagen propiedad de la hermandad, en este caso, una Inmaculada tallada por Manuel Escamilla, para lo que se basó en la de Alonso Cano que se encuentra en la Parroquia de San Julián.
Comenzaremos ahora el recorrido por el lado de la Epístola, empezando por los pies de la nave. Aquí, se hallan las tallas de Nuestro Padre Jesús de la Paz, de Francisco José Reyes Villadiego, y de Nuestra Señora del Carmen Doloroso, de Francisco Berlanga, ambas imágenes pertenecientes a la Cofradía del Carmen Doloroso. Seguidamente, hay dos retablos que provienen de otras localidades. Uno de ellos es el dedicado a San Antonio de Padua, obra del segundo cuarto del siglo XVIII traída de Osuna; el otro está dedicado a San José y se trata de una hornacina que, datada hacia el año 1760 y de estilo rococó, viene de la Iglesia de la Victoria de Estepa, hoy desacralizada151. Próximas a la entrada de las dependencias parroquiales, se han conservado algunas yeserías mudéjares, así como decoración de atauriques al lado del retablo de Santa Apolonia. De finales del siglo XVI es el Crucificado conocido como de la Buena Muerte y que se enmarca en un retablo de columnas salomónicas donde, a ambos lados, se sitúan también las tallas de San Juan y de la Virgen.
La iglesia se completa con otras figuras y elementos de notable interés artístico para el visitante: una cruz parroquial de Francisco de Alfaro de finales del siglo XVI, una foto en sepia dedicada en francés a la Virgen de Todos los Santos, un cuadro moderno de la Virgen del Rocío, una lápida en recuerdo de la posible fundación en 1340 de la Hermandad del Silencio en la Capilla de los Cervantes, etc.
En el exterior, una placa nos recuerda que esta Real Parroquia de Omnium Sanctorum fue declarada Monumento Histórico-Artístico por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes el 3 de junio de 1931.
Localización: Calle Peris Mencheta, 2. 41002 Sevilla.
Desde aquí, atravesaremos la Alameda de Hércules dando un agradable paseo hasta llegar a nuestro siguiente punto de interés: la Torre de Don Fadrique. Enclavada en el interior del Convento de Santa Clara, se trata del único resto que ha llegado a nuestros días del desaparecido palacio del infante Don Fadrique de Castilla (Guadalajara, 1223 – Burgos, 1277), el mayor de los quince hijos de Fernando III “el Santo”, el cual se hallaba levantado anexo al actual convento.
La construcción de esta torre data de 1252. Su planta es cuadrada, mide 7,75 metros de lado y 65,30 metros de altura total, y cuenta con tres cuerpos: el primero de ellos se cubre con una bóveda ojival y, en él, se abren tanto la puerta (sobre la que hay una lápida de mármol en la que consta el año de su construcción y el nombre de Fadrique) como ventanas de tipo saeteras152; en el segundo, se repite la misma tipología de cubrición que en el anterior, abriéndose, en este caso, ventanas de estilo románico; finalmente, el tercer cuerpo está cubierto con bóvedas octogonales, mientras que sus ventanas son góticas, quedando coronado por un remate almenado.
En el año 1289, el conjunto palaciego fue donado por el rey Sancho IV, tío del infante, a las monjas clarisas, las cuales se instalarían en la casa del infante hasta que, más adelante, entre los siglos XV y XVI, construyeron el ya mencionado Convento de Santa Clara. Sería en ese momento cuando desaparecería el palacio, quedando en pie tan sólo la torre que ahora nos ocupa.
El paso de los años y las dificultades económicas hicieron que la congregación fuera vendiendo parte de los terrenos. Será en 1920 cuando el Ayuntamiento de Sevilla compre algunas dependencias del convento, así como la Torre de Don Fadrique, con el fin de instalar en todo ello el Museo Arqueológico Municipal, que sería inaugurado cinco años después, siendo el arquitecto Juan Talavera y Heredia quien diseñe un foso con un estanque que devolvería a la torre su cota original.
Tal y como se apunta en la web de la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, “El interés arqueológico estriba en conocer con precisión el carácter exento que hasta ahora se ha atribuido a la Torre o si por el contrario ésta estuvo conectada con algunas dependencias de la desaparecida casa-palacio”. Y es que algunas fuentes apuntan a que el palacio no era tal, sino que se trataba de un conjunto de casas que pasaron a manos de don Fadrique tras la reconquista y el repartimiento de Sevilla. Tal es el caso de Rafael Cómez Ramos, catedrático de la Universidad de Sevilla, quien, en su artículo “Las casas del infante don Fadrique y el convento de Santa Clara en Sevilla”, del que recomendamos su lectura para una visión más profunda de este tema, señala que dicho convento se levantó en “toda una manzana de casas [...] que pertenecieron originariamente al infante don Fadrique, hijo de Fernando III de Castilla, tras el repartimiento de Sevilla después de su conquista en 1248 y donde labraría su famosa torre gótica”; asimismo, añade que “Dichas casas, a consecuencia del enfrentamiento y rebelión de don Fadrique, fueron donadas por Alfonso X a la orden de Calatrava en 1269 [...]”, que “La orden de Calatrava tomó posesión un año más tarde de estas propiedades y tuvieron allí una capilla llamada de san Antolín [...]” y que “Con posterioridad, estas posesiones de la orden de Calatrava fueron donadas por Sancho IV en 1289 a las monjas de santa Clara para que allí construyeran su monasterio, al que ayudaría también con limosnas la reina doña María de Molina”, concluyendo que “[...] esto es lo que sabemos de estas casas –en modo alguno se menciona un palacio– en cuya huerta había levantado el infante don Fadrique su famosa torre”.
En la actualidad, la torre y su entorno están en proceso de restauración. Y es que la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico de Sevilla ha aprobado a finales del pasado mes julio (2019) un proyecto de rehabilitación redactado por la Gerencia de Urbanismo de la ciudad por el cual el coste de las obras será afrontado por el Ayuntamiento (55%) y el Ministerio de Fomento (45%). De este modo, está previsto que a finales de 2020 o comienzos de 2021 la torre sea accesible a las visitas.
Considerada en la actualidad Bien de Interés Cultural, la Torre de Don Fadrique fue declarada Monumento Histórico-Artístico perteneciente al Tesoro Artístico Nacional en el año 1931.
Localización: Calle Becas, s/n. 41002 Sevilla.
En las afueras de la ciudad, extramuros de ésta y alejado de ella, se halla el Real Hospital de San Lázaro, en el camino real que comunicaba Sevilla con Córdoba y Mérida, próximo al Guadalquivir, en unas huertas llamadas Grande y Chica de San Lázaro ubicadas entre el Hospital de las Cinco Llagas (cerca de la Puerta de la Macarena) y el Monasterio de San Jerónimo de la Buena Vista, y en las proximidades del Cementerio de San Fernando. El lugar elegido para su construcción, la finca llamada “Machar al Wazir”, propiedad de un visir153 musulmán, fue el más indicado debido a que, como decimos, estaba alejado de la ciudad, pero, a la vez, destacaba su buena comunicación.
Para conocer su origen, hay que remontarse a la segunda mitad del siglo XIII, momento en que Alfonso X “el Sabio” decide crear en la ciudad un hospital para los enfermos de lepra que estaría bajo la advocación de San Lázaro. Por entonces, y también en el siglo siguiente, el primitivo hospital debió de ser un conjunto compuesto “por un indeterminado número de casas” que estarían ocupadas por los enfermos, tal y como apunta el catedrático de la Universidad de Sevilla Rafael Cómez Ramos en su artículo “El Hospital de San Lázaro en Sevilla. De fundación medieval a edificio renacentista”, al citar las “Ordenanzas del Hospital de San Lázaro”, redactadas en 1393, reinando Enrique III. Asimismo, Cómez Ramos también indica que “parece ser que el tipo de vivienda consistía en una humilde morada de sencillos muros de adobe154 con tejado a dos aguas, que había de repararse a expensas de los propios inquilinos. Sin embargo, este tipo era el más modesto y aquéllas no eran las únicas en el conjunto pues en esta pequeña villa del dolor también se hacía patente la distinta extracción social, las diferentes clases sociales y los desiguales niveles y status (sic) económicos” ya que en las mismas “Ordenanzas” se puede entrever que “debió existir otro tipo de construcción, si no lujoso, al menos de mejores materiales y más hermoso aspecto, al que se le denomina “palacios”, donde vivían ciertos enfermos, más poderosos económicamente, quienes llevaban a sus mujeres así como otras viviendas en las que moraban mujeres que no tenían marido”.
El edificio consta de dos núcleos diferenciados: uno, la iglesia con la torre, y el otro, el hospital como tal, con sus dependencias y patios, donde se pueden ver restos de un claustro155 mudéjar y una torre defensiva conocida como Torre de los Gausines, lo único que ha perdurado de la finca citada en el párrafo anterior.
El hospital, como podemos leer en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, queda inscrito dentro del tipo de hospital palaciano156 y se caracteriza por ser un conjunto de planta cuadrada o rectangular que se dispone alrededor de un patio en el que, bien al fondo o bien en un lateral, está la iglesia, quedando las funciones religiosas al margen de las hospitalarias. Al contar con tres construcciones de diferente época, es posible apreciar visualmente cómo se superponen los volúmenes, en los cuales destacan las crujías del hospital renacentista, en la horizontal, y el machón de la Torre de los Gausines y la iglesia, en la vertical.
En el siglo XV, se llevó a cabo una serie de obras en las cuales se pueden enmarcar el claustro y las crujías principales, mientras que la fachada principal, abierta en el lado del Evangelio del templo, es de mediados del siglo XVI. Esta fachada, de carácter manierista, comienza en el núcleo de la Torre de los Gausines, en cuya base se abre la portada principal. Consta de dos cuerpos que se articulan por medio de tres módulos distintos y repetidos hasta en ocho ocasiones. El cuerpo bajo queda estructurado con semicolumnas toscanas que alternan con arcos de medio punto, todo de ladrillo visto simulando sillares157; sobre él, hay un friso con metopas y triglifos. En cuanto al cuerpo superior, el vano está sustentado sobre el macizo inferior y lo flanquean sendas columnas de orden jónico sobre las que se dispone un entablamento liso y un frontón recto. Algunos historiadores han llegado a relacionar esta fachada con Hernán Ruiz II.
En lo que concierne a la portada, de ladrillo emulando sillares, ésta se configura a través de un vano adintelado que flanquean sendas columnas fajadas158; sobre él, hay un entablamento liso y, seguidamente, un frontón curvo partido, todo ello coronado por un balcón rematado con un azulejo de cerámica.
En el interior del hospital, entre la portada principal y el paramento del Evangelio del templo, hay restos de un patio mudéjar construido en ladrillo. En él, se ha conservado una serie de arcos que forman dos crujías del propio claustro. Está compuesto por un basamento corrido sobre el cual se alzan pilares ochavados que sostienen arcos de medio punto enmarcados por un alfiz. Lamentablemente, el edificio ha sufrido tantas ampliaciones, demoliciones y transformaciones a lo largo del tiempo, que es muy complicado situar correctamente dónde se hallaba cada dependencia del hospital renacentista.
Por lo que respecta a la iglesia, ésta se halla ubicada de manera oblicua a la línea horizontal de la fachada principal del conjunto hospitalario, teniendo una orientación Este-Oeste. Su planta es rectangular, con unas medidas de 24 por 16 metros, de tipo basilical, es decir, que consta de tres naves, siendo la central, con 5,50 metros, más ancha que las laterales. Dichas naves están separadas por una arcada de arcos apuntados sobre pilares cruciformes. La cabecera es poligonal, reforzada en el exterior por medio de cuatro contrafuertes y, en su frente, se abren ventanas bíforas159 de huecos alancetados160. Su alzado sigue la línea propia de las iglesias de estilo gótico-mudéjar de Sevilla, con unas cubiertas de madera modernas que sustituyeron unas anteriores y que tienen forma de artesa, en la nave mayor, y de colgadizo, en las laterales. Por su parte, el ábside queda cubierto con una bóveda gótica de terceletes161 con las nervaduras descansando sobre ménsulas ornamentadas con motivos vegetales. Al exterior, el cuerpo de la iglesia lo cubre un tejado a dos aguas, estando entre él y la portada una crujía correspondiente a una ampliación datada de la segunda mitad del siglo XVIII y debido a la cual hubo que trasladar la portada a un nuevo emplazamiento, también a los pies de la nave central. La portada principal del templo, rehundida en su tercio inferior y cegada, tal vez para evitar las consecuencias de las crecidas del Guadalquivir, es de ladrillo agramilado162 y está formada por un arco de medio punto que enmarca un alfiz, coincidiendo su disposición y sus molduras con otras que fueron realizadas durante el reinado de los Reyes Católicos; sobre ella, hay un azulejo cerámico con la imagen de San Lorenzo; al estar cegada, como decíamos, el acceso a la iglesia se efectúa desde el interior del hospital.
En el exterior de la iglesia, destaca su pronunciado ábside, rematado por almenas escalonadas y sobre cuyo lado de la Epístola se alza el campanario, éste de planta octogonal. La torre fue construida en época contemporánea a la de la fachada principal del hospital y está formada por un fuste liso de cantería en el que, en sus frentes, se abren varias troneras163. El cuerpo de campanas alterna cuatro muros macizos con cuatro vanos abiertos, siendo éstos arcos de medio punto flanqueados por pilastras, con una cornisa que une las impostas en los arcos ciegos. Seguidamente, hay un entablamento decorado con metopas y triglifos en el friso, quedando rematada la cornisa con frontones triangulares en los vanos alternos con frontones curvos en los muros. El conjunto queda rematado por una pequeña cúpula en la que se alza una cruz de forja.
A finales del siglo XIX, en 1884, la Iglesia del Hospital de San Lázaro fue profundamente restaurada, destacando de su interior tan sólo el retablo mayor, compuesto por banco, dos cuerpos de tres calles y ático, y con columnas salomónicas en el templete superior del segundo cuerpo. Las tablas que lo componen fueron un encargo para el pintor renacentista Pedro Villegas Marmolejo, según se desprende del contrato que firmó el artista el 17 de julio de 1553 junto a Juan Chacón. Originalmente, estaba formado por un total de diez tablas, teniendo, además, una ordenación diferente a la actual. Por desgracia, desaparecieron las pinturas en las que se representaba al Padre Eterno y la Anunciación, así como la tabla central, una representación de San Lázaro, la cual fue enviada al rey intruso José I en 1811, y la imagen central del banco. Hoy, de Juan Chacón han sobrevivido dos pinturas en el banco: la Coronación de espinas y Cristo con la cruz a cuestas. El resto es de Villegas Marmolejo: en el primer cuerpo, la Resurrección de Lázaro y la Magdalena Penitente, y en el segundo, el Noli me Tangere y el Martirio de San Lázaro. El templete superior acoge una talla del siglo XVIII de San José con el Niño, mientras que el Crucificado que está en el ático tampoco pertenecía originalmente al retablo.
Según Manuel Jesús Roldán, “En la sacristía se conserva una talla de San Lázaro cercana al estilo del flamenco Roque Balduque (siglo XVI), que pudo ser el antiguo titular de una iglesia olvidada entre tanatorios, cementerios, chabolas y viejas camas de hospital”.
El Hospital de San Lázaro, declarado Monumento Histórico-Artístico en el año 1964, continúa en la actualidad prestando servicios sanitarios a la ciudad de Sevilla, siendo, como desde él mismo apuntan, “El Hospital más antiguo de Europa” en activo. Así, tras funcionar como geriátrico, como centro para la atención de enfermos terminales, como psiquiátrico y como hospital penitenciario, hoy forma parte del Área del Hospital Universitario Virgen Macarena, realizando funciones de medicina interna, psiquiatría y cirugía mayor y menor ambulatoria.
Localización: Avenida del Dr. Fedriani, 56. 41009 Sevilla.
Lourdes Morales Farfán es Licenciada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. ↑
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- 1 Al-Andalus: Nombre que los árabes dieron en la Edad Media a la Península Ibérica. ↑
- 2 Mudéjar: Dicho de una persona: Musulmana, que tenía permitido, a cambio de un tributo, seguir viviendo entre los vencedores cristianos sin mudar de religión. // Dicho de un estilo arquitectónico: Que floreció en España desde el siglo XIII hasta el XVI, caracterizado por la conservación de elementos del arte cristiano y el empleo de la ornamentación árabe. ↑
- 3 Atarazana: Arsenal. // Establecimiento militar o particular en que se construyen, reparan y conservan las embarcaciones, y se guardan los pertrechos y géneros necesarios para equiparlas. ↑
- 4 Razzia: Razia. // Incursión, correría en un país enemigo y sin más objeto que el botín. // Batida, redada. ↑
- 5 Libros de Repartimiento: Después de las conquistas llevadas a cabo por las Coronas de Aragón y Castilla a mediados del siglo XIII, la población cristiana se asentó en los territorios conquistados siguiendo una distribución y reparto de las casas y heredades de los habitantes musulmanes anteriores. Para este fin, los monarcas nombraron comisiones, cuyos miembros eran los partitores, o divisores, que repartirían los lotes de tierras, casas, bienes y derechos entre los conquistadores, en función de su condición social y sus méritos. Todo ello era formalizado con escrituras libradas6 a los beneficiarios y, a su vez, quedaba registrado de manera abreviada en unos libros donde constaban los nombres de dichos beneficiarios, los bienes entregados, las medidas, la localización, etc., dando lugar así a estos documentos, que recibirían el nombre de “Libros de repartimiento”. Si bien se desconoce el número exacto de libros que se redactaron en la Corona de Castilla durante el siglo XIII, sí se sabe que uno de los más conocidos es el de Sevilla (de 1253-58), habiéndose conservado sólo en ese reino otros cinco de esa misma centuria (los de Carmona, Écija, Jerez, Cádiz y Vejer de la Frontera, por orden de antigüedad). ↑
- 6 Librar: Dar o expedir algo, especialmente una orden. ↑
- 7 Concejo: Ayuntamiento. ↑
- 8 Fuero: En España, norma o código históricos dados a un territorio determinado. ↑
- 9 Collación: Colación. // Territorio o parte de vecindario que pertenece a cada parroquia en particular. ↑
- 10 Alfoz: Conjunto de diferentes pueblos que dependen de otro principal y están sujetos a una misma ordenación. ↑
- 11 Cabildo: Ayuntamiento. ↑
- 12 Desnatura: Desnaturalizar. // Privar a alguien del derecho de naturaleza y patria, desterrarlo. // Dicho de un vasallo: Romper los vínculos que le ligaban a su señor natural. ↑
- 13 Derecho consuetudinario: Derecho introducido por la costumbre. ↑
- 14 Anagrama: Símbolo o emblema, especialmente el constituido por letras. ↑
- 15 Consagrar: Hacer sagrado a alguien o algo. ↑
- 16 Diezmo: Contribución que pagaban los fieles a la Iglesia, consistente en la décima parte de sus frutos. ↑
- 17 Clero secular: Clero que no hace los votos de pobreza, obediencia y castidad. ↑
- 18 Almohade: Seguidor de Aben Tumart, jefe musulmán que en el siglo XII fanatizó a las tribus occidentales de África y dio ocasión a que se fundase un nuevo imperio con ruina del de los almorávides19. ↑
- 19 Almorávide: Dicho de una persona: De una tribu guerrera del Atlas que fundó un vasto imperio en el occidente de África y llegó a dominar toda la España árabe desde 1093 hasta 1148. ↑
- 20 Acodado: Doblado en forma de codo. ↑
- 21 Vano: En una estructura de construcción, distancia libre entre dos soportes y, en un puente, espacio libre entre dos pilas o entre dos estribos consecutivos. ↑
- 22 Adarve: En las antiguas ciudades musulmanas, callejón particular que daba acceso a las viviendas situadas en él y que se cerraba por las noches. ↑
- 23 Gótico: Dicho del arte: Desarrollado en Europa desde finales del siglo XII hasta el Renacimiento24 y caracterizado, en arquitectura, por el arco apuntado25, la bóveda de crucería26 y los pináculos28. ↑
- 24 Renacimiento: Movimiento artístico europeo, que comienza a mediados del siglo XV, caracterizado por un vivo entusiasmo por el estudio de la Antigüedad clásica griega y latina. ↑
- 25 Arco apuntado: Arco que consta de dos centros situados en la línea de arranque. ↑
- 26 Crucería: Conjunto de nervios27 que refuerzan y ornamentan las intersecciones de las bóvedas, típico del estilo gótico. ↑
- 27 Nervio: Arco que, cruzándose con otro u otros, sirve para formar la bóveda de crucería. Es elemento característico del estilo gótico. ↑
- 28 Pináculo: Remate piramidal o cónico que en la arquitectura gótica cumple una doble función, estética y estructural. ↑
- 29 Cronicón: Breve narración histórica expuesta en orden cronológico. ↑
- 30 Alarife: Arquitecto o maestro de obras. // Albañil. ↑
- 31 Cisterciense: El arte cisterciense es aquel desarrollado por los monjes de la Orden del Císter para la construcción de sus abadías desde el siglo XII, momento que corresponde con su expansión inicial. Este estilo arquitectónico es un estilo de transición situado a finales del románico con elementos del gótico inicial. Las construcciones cistercienses, al eliminar los adornos siguiendo las normas de sobriedad y pobreza de su orden, logran un espacio constructivo limpio con una distribución espacial propia de su función. ↑
- 32 Románico: Dicho de un estilo arquitectónico: Que dominó en Europa durante los siglos XI, XII y parte del XIII, caracterizado por el empleo de arcos de medio punto33, bóvedas en cañón34, columnas exentas y a veces resaltadas en los machones35, y molduras robustas. ↑
- 33 Arco de medio punto: Arco que consta de una semicircunferencia. ↑
- 34 Bóveda en cañón: Bóveda de cañón. // Bóveda de superficie generalmente semicilíndrica que cubre el espacio comprendido entre dos muros paralelos. ↑
- 35 Machón: Pilar de fábrica. ↑
- 36 Triforio: Galería que rodea el interior de una iglesia sobre los arcos de las naves y que suele tener ventanas de tres huecos. ↑
- 37 Almena: Cada uno de los prismas que coronan los muros de las antiguas fortalezas para resguardarse en ellas los defensores. ↑
- 38 Aljama: En la Edad Media, mezquita. ↑
- 39 Barroco: Dicho de un estilo arquitectónico o de las artes plásticas: Que se desarrolló en Europa e Iberoamérica durante los siglos XVII y XVIII, opuesto al clasicismo40 y caracterizado por la complejidad y el dinamismo de las formas, la riqueza de la ornamentación y el efectismo. ↑
- 40 Clasicismo: Estilo artístico o literario conforme a los ideales de la Antigüedad grecorromana. ↑
- 41 Chapitel: Remate de una torre, generalmente en forma piramidal o cónica. ↑
- 42 Crucero: Espacio en que se cruzan la nave mayor de una iglesia y la que la atraviesa. ↑
- 43 Lado del Evangelio y lado de la Epístola: En una Iglesia, se llama lado del Evangelio al situado en la parte izquierda desde el punto de vista de los fieles, mirando éstos hacia el altar, mientras que el de la Epístola es el de la parte derecha. Toman este nombre de los lados del presbiterio44 desde donde se lee el Evangelio y la Epístola durante la misa. ↑
- 44 Presbiterio: Área del altar mayor hasta el pie de las gradas por donde se sube a él, que regularmente suele estar cercada con una reja o barandilla. ↑
- 45 Balaustrada: Serie u orden de balaustres46, y, por extensión, barandilla o antepecho47. ↑
- 46 Balaustre: Cada una de las columnas pequeñas, generalmente con molduras, que con los barandales forman las barandillas o antepechos de balcones, azoteas, corredores y escaleras. ↑
- 47 Antepecho: Pretil o baranda que se coloca en lugar alto para poder asomarse sin peligro de caer. ↑
- 48 Arco abocinado: Arco que tiene más luz49 en un paramento que en el opuesto. ↑
- 49 Luz: Distancia horizontal entre los apoyos de un arco, viga, etc. ↑
- 50 Arquivolta: Conjunto de arcos concéntricos que componen una portada abocinada. ↑
- 51 Arco rebajado: Arco cuya altura es menor que la mitad de su luz. ↑
- 52 Gablete: Remate formado por dos líneas rectas y ápice agudo, que se ponía en los edificios de estilo ojival53. ↑
- 53 Estilo ojival: Dicho de un estilo arquitectónico: Que dominó en Europa durante los tres últimos siglos de la Edad Media, y cuyo fundamento estaba en el empleo de la ojiva54 para toda clase de arcos. ↑
- 54 Ojiva: Figura formada por dos arcos de círculo iguales, que se cortan en uno de sus extremos y volviendo la concavidad el uno al otro. ↑
- 55 Doselete: Miembro arquitectónico voladizo que a manera de dosel se coloca sobre las estatuas, sepulcros, etc. ↑
- 56 Capitel: Parte superior de una columna o de una pilastra, que la corona con forma de moldura y ornamentación, según el orden arquitectónico a que corresponde. ↑
- 57 Tejaroz: Alero del tejado. ↑
- 58 Baquetón: Baqueta grande. // Junquillo. // Moldura redonda y más delgada que el bocel59. ↑
- 59 Bocel: Moldura convexa lisa, de sección semicircular y a veces elíptica. ↑
- 60 Arista: Línea que resulta de la intersección de dos planos, considerada por su parte exterior. ↑
- 61 Arco adintelado: Arco que viene a degenerar en línea recta. ↑
- 62 Frontón: Remate triangular o curvo de una fachada, un pórtico, una puerta o una ventana. ↑
- 63 Óculo: Ventana pequeña redonda u ovalada. ↑
- 64 Perinola: Adorno en forma de perinola. // Peonza o trompo pequeño que presenta diversas formas, en especial de prisma, provista de un pequeño pivote que se hace girar con los dedos, y que puede llevar inscritos letras o mensajes para jugar. ↑
- 65 Almagra: Almagre. // Óxido rojo de hierro, más o menos arcilloso, abundante en la naturaleza, y que suele emplearse en la pintura. ↑
- 66 Ochavado: Dicho de una figura: De ocho ángulos iguales y ocho lados iguales cuatro a cuatro y alternados. ↑
- 67 Arco ciego: Arco cegado. // Arco que tiene tapiada su luz. ↑
- 68 Arco de herradura: Arco que tiene más de media circunferencia y cuyos arranques vuelan tanto como la imposta69. ↑
- 69 Imposta: Hilada de sillares algo voladiza, a veces con moldura, sobre la cual va sentado un arco. ↑
- 70 Clave: Piedra central y más elevada con que se cierra el arco o la bóveda. ↑
- 71 Orden toscano: Orden que se distingue por ser más sólido y sencillo que el dórico72. ↑
- 72 Orden dórico: Orden que tiene la columna de ocho módulos73 o diámetros a lo más de altura, el capitel sencillo y el friso76 adornado con metopas80 y triglifos81. ↑
- 73 Módulo: Medida que se usa para las proporciones de los cuerpos arquitectónicos. En la antigua Roma, era el semidiámetro del fuste74 en su parte inferior. ↑
- 74 Fuste: Parte de la columna que media entre el capitel y la basa75. ↑
- 75 Basa: Pieza inferior sobre la que se apoya el fuste de la columna en todos los órdenes arquitectónicos excepto en el dórico. ↑
- 76 Friso: Parte del entablamento77 en los órdenes clásicos que media entre el arquitrabe78 y la cornisa79, en ocasiones ornamentado de triglifos, metopas u otros elementos. ↑
- 77 Entablamento: Conjunto de molduras que corona un edificio o un orden de arquitectura y que ordinariamente se compone de arquitrabe, friso y cornisa. ↑
- 78 Arquitrabe: Parte inferior del entablamento, la cual descansa inmediatamente sobre el capitel de la columna. ↑
- 79 Cornisa: Parte superior del entablamento de un pedestal, edificio o habitación. ↑
- 80 Metopa: En el friso dórico, espacio que media entre triglifo y triglifo. ↑
- 81 Triglifo: Adorno del friso dórico que tiene forma de rectángulo saliente y está surcado por dos glifos82 centrales y medio glifo a cada lado. ↑
- 82 Glifo: Canal vertical poco profundo que decora el frente de los triglifos en los órdenes clásicos. ↑
- 83 Punta de diamante: Pirámide de poca altura que como adorno se suele labrar en piedras u otras materias. ↑
- 84 Banco: Parte inferior del retablo. ↑
- 85 Ático: Parte superior del retablo. ↑
- 86 Flamenco: Natural de Flandes, región histórica de Europa. ↑
- 87 Camarín: En un templo, capilla pequeña, generalmente exenta, donde se rinde culto a una imagen muy venerada. ↑
- 88 Iconografía: Conjunto de imágenes, retratos o representaciones plásticas, especialmente de un mismo tema o con características comunes. ↑
- 89 Apócrifo: Dicho de un libro de la Biblia: Que no está aceptado en el canon de esta. ↑
- 90 Evangelistas: Cada uno de los cuatro discípulos de Jesús con cuyo nombre se designa uno de los cuatro Evangelios. ↑
- 91 Pasionario: Libro de canto por donde se canta la pasión en Semana Santa. ↑
- 92 Santa Faz: Sacra Faz. // Imagen del rostro de Jesús. ↑
- 93 Mínimo: Integrante de la Sagrada Orden de los Mínimos, fundada en Italia por san Francisco de Paula en 1435. ↑
- 94 Lauda: Laude. // Lápida o piedra que se pone en la sepultura, por lo común con inscripción o escudo de armas. ↑
- 95 Neoclasicismo: Movimiento literario y artístico dominante en Europa desde finales del siglo XVII y a lo largo del siglo XVIII, que aspira a restaurar el gusto y las normas del clasicismo grecorromano. ↑
- 96 Yesería: Obra hecha de yeso. ↑
- 97 Herreriano: Perteneciente o relativo a Juan de Herrera, arquitecto español del siglo XVI. ↑
- 98 Fascistol: Atril grande en que se ponen el libro o libros para cantar en la iglesia y que, en el caso del que sirve para el coro, suele tener cuatro caras que permiten colocar varios volúmenes. ↑
- 99 Grutesco: Dicho de un adorno: De bichos, sabandijas, quimeras y follajes. ↑
- 100 Cancel: Reja, generalmente baja, que en una iglesia separa el presbiterio de la nave. ↑
- 101 Custodia: En el culto católico, pieza de oro, plata u otro metal, donde se expone la hostia consagrada a la adoración de los fieles. // En el culto católico, templete o trono, generalmente de plata y de grandes dimensiones, donde se coloca la custodia para trasladarla en las procesiones. ↑
- 102 Columna salomónica: Columna que tiene el fuste contorneado en espiral. ↑
- 103 Columbario: En los cementerios, conjunto de nichos. ↑
- 104 Califa: Título de los príncipes sarracenos105 que, como sucesores de Mahoma, ejercieron la suprema potestad religiosa y civil en algunos territorios musulmanes. ↑
- 105 Sarraceno: Musulmán. ↑
- 106 Ménsula: Elemento perfilado con diversas molduras, que sobresale de un plano vertical y sirve para recibir o sostener algo. ↑
- 107 Manierismo: Estilo artístico y literario del Renacimiento tardío, caracterizado por su refinamiento y artificiosidad. ↑
- 108 Romanticismo: Movimiento cultural que se desarrolla en Europa desde fines del siglo XVIII y durante la primera mitad del XIX y que, en oposición al Neoclasicismo, exalta la libertad creativa, la fantasía y los sentimientos. ↑
- 109 Orden jónico: Orden que tiene la columna de unos nueve módulos o diámetros de altura, el capitel, adornado con grandes volutas110, y dentículos119 en la cornisa. ↑
- 110 Voluta: Adorno en forma de espiral o caracol, que se coloca en los capiteles de los órdenes jónico y compuesto11. ↑
- 111 Orden compuesto: Orden que en el capitel de sus columnas reúne las volutas del jónico con las dos filas de hojas de acanto112 del corintio113, guarda las proporciones de este para lo demás y lleva en la cornisa dentículos y modillones116 sencillos. ↑
- 112 Acanto: Planta de la familia de las acantáceas, perenne, herbácea, con hojas anuales, largas, rizadas y espinosas. // Ornato hecho a imitación de las hojas del acanto, característico del capitel del orden corintio. ↑
- 113 Orden corintio: Orden que tiene la columna de unos diez módulos o diámetros de altura, el capitel adornado con hojas de acanto y caulículos114, y la cornisa con modillones. ↑
- 114 Caulículo: Cada uno de los vástagos o tallos que nacen del interior de las hojas de acanto del capitel corintio y se vuelven en espiral bajo el ábaco115. ↑
- 115 Ábaco: Conjunto de molduras, generalmente en forma de dado, que corona el capitel y tiene la función de recibir directamente la carga del arquitrabe. ↑
- 116 Modillón: Miembro voladizo sobre el que se asienta una cornisa o alero, o los extremos de un dintel117. ↑
- 117 Dintel: Pieza horizontal superior de puertas, ventanas y otros huecos, apoyada en sus extremos sobre las jambas118 y destinada a soportar cargas. ↑
- 118 Jamba: Cada una de las dos piezas que, dispuestas verticalmente en los dos lados de una puerta o ventana, sostienen el dintel o el arco de ella. ↑
- 119 Dentículo: Cada uno de los adornos con forma de paralelepípedo120 rectángulo que, formando fila, se colocan en la parte superior del friso del orden jónico y en algunos otros miembros arquitectónicos. ↑
- 120 Paralelepípedo: Sólido limitado por seis paralelogramos121, cuyas caras opuestas son iguales y paralelas. ↑
- 121 Paralelogramo: Cuadrilátero cuyos lados opuestos son paralelos entre sí. ↑
- 122 Sarga: Tela pintada para adornar o decorar las paredes de las habitaciones. ↑
- 123 Colombino: Perteneciente o relativo a Cristóbal Colón. ↑
- 124 Coracha: Muro, recto o quebrado, que arranca de la muralla o de la barrera y termina en una torre situada en un punto de servicio (toma de agua, lugar de observación, etc.). ↑
- 125 Galera: Embarcación de vela y remo, la más larga de quilla y que calaba menos agua entre las de vela latina. ↑
- 126 Agua: Vertiente de un tejado. ↑
- 127 Intradós: Superficie inferior de un arco o bóveda. ↑
- 128 Despacho: Tienda o parte de un establecimiento donde se venden determinados efectos. ↑
- 129 Alcaide: En las alhóndigas130 y otros establecimientos, encargado de su custodia y buen orden. ↑
- 130 Alhóndiga: Casa pública destinada para la compra y venta del trigo. En algunos pueblos sirve también para el depósito y para la compra y venta de otros granos, comestibles o mercaderías que no devengan impuestos o arbitrios de ninguna clase mientras no se vendan. ↑
- 131 Crujía: Tránsito largo de algunos edificios que da acceso a las piezas que hay a los lados. // Espacio comprendido entre dos muros de carga. ↑
- 132 Malecón: Murallón o terraplén que se hace para defenderse de las aguas. ↑
- 133 A cordel: Dicho de situar edificios, arboledas, caminos, etc.: En línea recta. ↑
- 134 Sebka: En arquitectura, término que hace referencia a un elemento ornamental característico del arte islámico con forma de retícula135 oblicua136 como si fuera un entrelazado geométrico de rombos con el que se diferentes tipos de paramentos. Generalmente, se compone de piezas cerámicas o de ladrillos que crean formas mixtilíneas o lobuladas y que aparecen organizadas en los paramentos a modo de paneles, compartimentando el espacio, de ahí que reciban el nombre de “paños de sebka”. Fue ampliamente utilizado y desarrollado en época almohade, continuando su uso en el arte nazarí137 y mudéjar cristiano. ↑
- 135 Reticular: De forma de redecilla o red. ↑
- 136 Oblicua: Dicho de un plano o de una línea: Que corta a otro plano u otra línea, formando un ángulo que no es recto. ↑
- 137 Arte nazarí: Último estilo del arte hispanomusulmán, desarrollado durante los siglos XIII al XV y que contribuyó al surgimiento del arte mudéjar. ↑
- 138 Ataurique: Ornamentación árabe de tipo vegetal. ↑
- 139 Albanega: Espacio triangular comprendido entre la rosca140 de un arco y el alfiz141. ↑
- 140 Rosca: Faja de material que, sola o con otras concéntricas, forma un arco o bóveda. ↑
- 141 Alfiz: Recuadro del arco árabe, que envuelve las albanegas y arranca bien desde las impostas, bien desde el suelo. ↑
- 142 Rosetón: Ventana circular calada, con adornos. ↑
- 143 Canecillo: Modillón. // Miembro voladizo sobre el que se asienta una cornisa o alero, o los extremos de un dintel. ↑
- 144 Tabernáculo: Sagrario donde se guarda el Santísimo Sacramento. ↑
- 145 Planta basilical: Consta de una nave principal rectangular separada mediante columnas de otras naves laterales de menor altura. ↑
- 146 Artesa: Cajón cuadrilongo, por lo común de madera, que por sus cuatro lados va angostando hacia el fondo y sirve para amasar el pan y para otros usos. ↑
- 147 Colgadizo: Tejadillo saliente de una pared y sostenido solamente con tornapuntas148. ↑
- 148 Tornapunta: Madero ensamblado en uno horizontal para servir de apoyo a otro vertical o inclinado. ↑
- 149 Baldaquino: Pabellón que cubre el altar. ↑
- 150 Rococó: Dicho de un estilo artístico: Barroco surgido en Francia en el siglo XVIII y caracterizado por una ornamentación abundante y refinada. ↑
- 151 Desacralizar: Quitar el carácter sagrado a alguien o a algo. ↑
- 152 Saetera: Ventanilla estrecha de las que se suelen abrir en las escaleras y otras partes. ↑
- 153 Visir: Ministro de un soberano musulmán. ↑
- 154 Adobe: Masa de barro mezclado a veces con paja, moldeada en forma de ladrillo y secada al aire, que se emplea en la construcción de paredes o muros. ↑
- 155 Claustro: Galería que cerca el patio principal de una iglesia o convento. ↑
- 156 Palaciano: Palaciego. ↑
- 157 Sillar: Piedra labrada, por lo común en forma de paralelepípedo rectángulo, que forma parte de un muro de sillería. ↑
- 158 Columna fajada: Columna cuyo fuste está formado por anillos en relieve, alternativamente, labrados y sin labrar. ↑
- 159 Ventana bífora: Ventana geminada. // Partido, dividido. ↑
- 160 Arco alancetado: Arco lanceolado. // Lanceolado: Dicho de una hoja o de sus lóbulos: De forma semejante al hierro de la lanza. ↑
- 161 Tercelete: Arco tercelete. // Arco que en las bóvedas por arista sube por un lado hasta la mitad del arco diagonal. ↑
- 162 Agramilar: Pintar hiladas de ladrillo en una pared. // Cortar y raspar los ladrillos para igualarlos o reducir su tamaño. ↑
- 163 Tronera: Ventana pequeña y angosta por donde entra escasamente la luz. ↑
HORARIOS DE APERTURA/VISITA:
LOCALIZACIÓN Y COMUNICACIONES:
CARRETERAS:
Autopistas:
- A-4, que la conecta con Córdoba y Madrid
- A-49, con Huelva y Portugal
- A-66, con Extremadura
- A-92 con Málaga
FERROCARRIL:
- Estación de Santa Justa
RENFE, Telf: 902 240 202
http://www.Renfe.es
AEROPUERTO:
- Aeropuerto de San Pablo
PUERTO:
- Por Sevilla pasa el Guadalquivir, el único río navegable de España, por lo que es posible llegar a la ciudad desde el Océano Atlántico.
BIBLIOGRAFIA Y ENLACES EXTERNOS:
- Manuel Jesús Roldán: Historia de Sevilla, Almuzara, ISBN: 978-84-16100-18-7, Depósito Legal: CO-690-2014.
- Rafael Sánchez Mantero: Historia Breve de Sevilla, Silex, ISBN: 84-7737-038-9, Depósito Legal: M-26207-2000.
- Manuel Jesús Roldán: “Iglesias de Sevilla”; Editorial Almuzara; ISBN: 978-84-92924-61-5; Depósito Legal: J-1238-2010.
- Guillermo Fatás y Gonzalo M. Borrás: Diccionario de Términos de Arte, Alianza Editorial, S.A., ISBN: 84-7838-388-3, Depósito Legal: M-26.868-1993.
- Jaime Passolas Jáuregui: Apuntes para conocer Sevilla, Editorial Jirones de Azul, I.S.B.N.: 84-935059-2-7, Depósito Legal: SE-4393-06.
- Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía - Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico
- Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla
- Web oficial de la Real Parroquia de Señora Santa Ana
- Web oficial de la Real Parroquia de Omnium Sanctorum
- Jaime Blanco Aguilar: “La Torre Don Fadrique y su entorno, (Muro Talavera)”; Alquiansa
- Rafael Cómez Ramos: “Las casas del infante don Fadrique y el convento de Santa Clara en Sevilla”, Historia Instituciones Documentos, nº 34, pp. 95-116; Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2007; I.S.S.N.: 0210-7716; Depósito Legal: SE-210-1975.
- CSIC. Los jardines del Real Alcázar de Sevilla, Historia y Arquitectura desde el Medievo islámico al siglo XX
- Centro Virtual Cervantes. Sevilla: Los Jardines del Alcázar de Sevilla
- Depósito de Investigación Universidad de Sevilla. La reforma del Palacio Gótico de los Reales Alcázares de Sevilla en el siglo XVIII por Francisco Ollero Lobato, 1998
- Banco de imágenes de la Universidad de Almería. Jardín del Crucero después de la intervención de Alfonso X
- DRAE