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Andalucía

Sevilla (I): la Hispalis romana


Resumen histórico



En el Sur de España, se encuentra la ciudad de Sevilla, capital de la provincia de igual nombre y de la Comunidad Autónoma de Andalucía. Tiene una población de 688.711 habitantes, la cuarta en el conjunto de España tras Madrid, Barcelona y Valencia (datos del INE1 del 1 de enero de 2018); un PIB de 36.906.626.000€, el cuarto tras Madrid, Barcelona y Valencia; y un PIB per cápita de 19.011€, el 40º de España y el 2º de Andalucía, tras Almería (datos del INE de 2016).

Sevilla, Museo Arqueológico Antiquarium (subsuelo de la Plaza de la Encarnación)

Museo Arqueológico Antiquarium (subsuelo de la Plaza de la Encarnación).

Los orígenes de Sevilla –sobre la cual ha existido tradicionalmente la leyenda de que fue fundada por Hércules, el héroe mitológico griego– son un tanto confusos. Aunque en los terrenos de mayor altura que rodean este valle han aparecido restos de población humana de hace al menos unos 300.000 años, no es hasta mediados del siglo VIII a. C. que los primeros pobladores se asientan en donde hoy se levanta la ciudad de Sevilla. Y es que los terrenos situados en ambas márgenes de por donde entonces corría el Guadalquivir se inundaban con frecuencia, haciéndolos inhabitables.

Estos primeros habitantes se establecerían en la zona que hoy delimitan las actuales Cuesta del Rosario, Barrio de Santa Cruz, Iglesia de San Nicolás y Calle Francos. En la curva formada entonces por el río aquí, los pobladores se habrían visto obligados a vivir, a causa de las inundaciones, en casas levantadas sobre palos, en palafitos2, algo que igualmente ha sido confirmado por la arqueología.

En este lugar, se construiría además, entre las calles Aire y Mármoles, un santuario del dios fenicio Melkart. Aunque para entonces, los fenicios ya hacía varios siglos que habían llegado hasta el Sur de la Península Ibérica, a las costas de Cádiz, no es hasta este siglo VIII a. C. que se acercan hasta este asentamiento colonizándolo, cercándolo con murallas y protegiéndolo frente a las inundaciones del arroyo Tagarete, un afluente del Guadalquivir que en la actualidad está en su mayor parte intubado bajo tierra. Los fenicios aportaron a la población indígena, además de sus propios dioses, importantes avances en la construcción, la minería, los tejidos, los tintes y el alfabeto, base éste de la escritura ibérica. El río pasó a ser una importante vía de comunicación por la que se exportaban los productos de la minería y agricultura locales. El núcleo de población ve ampliados sus límites, por el Norte, hasta la hoy Plaza del Salvador, y por el Sur, hasta los Jardines de Murillo.

En el Museo Arqueológico de Sevilla, se conserva una pequeña escultura en bronce de la diosa fenicia Astarte que cuenta con una inscripción que informa de que es la ofrenda de dos hermanos con el texto “Este trono lo han hecho Ba'lyaton, hijo de Dommilk y 'Abda'l, hijo de Dommilk, hijo de Ysh'al para Astarte-Hor, nuestra señora, porque ha escuchado sus palabras”. Su importancia queda atestiguada por el hecho de que es la escritura fenicia más antigua conservada en la Península Ibérica y de que fue hallada en Camas, en el mismo cerro donde se encontró el Tesoro de Carambolo, el cual se hallaba oculto en un santuario dedicado a los dioses fenicios Astarté y Baal.

Sevilla, Reproducción del Tesoro de Carambolo del siglo XX. El original está datado entre los siglos VIII al VI a. C. Museo Arqueológico de Sevilla

Reproducción del Tesoro de Carambolo del siglo XX. El original está datado entre los siglos VIII al VI a. C. Museo Arqueológico de Sevilla.

La existencia de este tesoro, del que hay una reproducción expuesta en el mismo museo anterior, ya sea fenicio, como apuntan los últimos descubrimientos, o tartésico, como se creía hasta hace pocos años, no hace sino atestiguar la existencia en el lugar, alrededor del año 600 a. C., de una avanzada civilización con grandes influencias de las culturas orientales. Los testimonios sobre la existencia de Tartessos, cuya etapa de mayor esplendor se situaría entre los años 630 y 530 a. C., desaparecen en el siglo V a. C. para dar lugar a los turdetanos, un pueblo prerromano que pobló la mayor parte de la actual Andalucía y cuya existencia se prolongó hasta la llegada de los romanos. Para entonces, el comercio de su producción agrícola y minera seguiría siendo la base de su economía y el núcleo de población se habría ampliado en dirección al río, el cual pasaba entonces por las actuales Alameda de Hércules, calles Trajano y Tetuán, y Avenida de la Constitución. A la altura de la calle Méndez Núñez, el río Guadalquivir giraría en una curva que lo conduciría hasta su cauce actual.

Más adelante, la coexistencia de turdetanos y fenicios dejó de ser pacífica, intentando los primeros expulsar a los segundos, por lo que estos últimos tuvieron que solicitar la ayuda de Cartago, una de las potencias mediterráneas de la época. Aunque desde el siglo IV a. C. los cartagineses ya habían hecho acto de presencia en la Península Ibérica, no es hasta el III a. C. que éstos logran vencer a los turdetanos. En este conflicto, intervendrían Amílcar Barca, su hijo Aníbal y su yerno Asdrúbal. Primero, tomaron la plaza de Gadir (nombre fenicio de Cádiz), en el 237 a. C., para a continuación dirigirse hacia la zona del bajo Guadalquivir y conquistar Sevilla. En la Cuesta del Rosario, la arqueología halló dos shekeles4 de tiempos de Amílcar Barca acuñados en Gadir. La Sevilla turdetana se adaptó a la dominación cartaginesa hasta que la guerra entre Cartago y Roma llegó al Sur peninsular, momento éste en que una rebelión de los turdetanos fue vencida por los cartagineses, quienes, en represalia, quemaron parte de Sevilla.

En el año 206 a. C., tras su derrota en Ilipa frente a los romanos, los cartagineses se retiraron de Sevilla en dirección a Gadir para, a continuación, tras sucesivas derrotas, ser expulsados definitivamente de la Península Ibérica, dando inicio así a la historia de Hispalis, la Sevilla romana.

Después de la derrota cartaginesa, los romanos dejan en Hispania (nombre dado por los romanos a la Península Ibérica) un pequeño ejército y fundan la primera ciudad romana de la península, Itálica, para acoger en ella a los soldados romanos heridos. Itálica, o Sevilla la Vieja, como también ha sido conocida, se convirtió en un centro de comercio para la minería de Huelva y en puerta de entrada a Lusitania, provincia romana que tenía su capital en Augusta Emérita (Mérida) y abarcaba casi todo el territorio de Portugal, y de Extremadura y Salamanca en España.

No obstante hay que hablar de dos Itálicas: la primera, ya mencionada, y otra fundada más adelante por Adriano (emperador romano entre los años 117-138), cuyas ruinas, situadas a 11 km al Noreste de Sevilla, en el municipio sevillano de Santiponce, son las que se conocen en la actualidad. Los restos de la primera Itálica, ubicados presumiblemente bajo la población de Santiponce, aún permanecen sin descubrir y, por tanto, sin explorar.

Sevilla, Piletas de la Factoría de salazones. Siglo I d. C. Museo Arqueológico Antiquarium

Piletas de la Factoría de salazones. Siglo I d. C. Museo Arqueológico Antiquarium.

Debido a la vecindad e importancia de esta última ciudad, que llegó a tener dos teatros y un anfiteatro con un aforo de unos 26.000 espectadores, hasta mediados del siglo I a. C. no se sabe demasiado de Hispalis (Sevilla), salvo que fue absorbiendo la cultura romana y pasó a ser un centro comercial de los excedentes agrícolas, de la minería y de su aún naciente artesanía. Además, se convirtió en una ciudad de tipo stipendiaria, lo cual la ponía bajo la autoridad de gobernador romano y la obligaba a pagar el stipendium, un impuesto anual, a cambio de gozar de cierta autonomía, tanto administrativa como religiosa. De la importancia alcanzada en este último siglo da cuenta el relieve que adquirió durante la guerra civil romana que, entre 49 y 44 a. C., libraron Julio César y Pompeyo.

Aunque la tradición, ha situado a Julio César como fundador de Hispalis y responsable de la construcción de sus murallas, su relación con la ciudad empezó en el año 69 a. C., cuando llegó a ella con el cargo de cuestor5 y, ocho años después, cuando regresa como pretor (gobernador de la provincia). Hispalis, durante el conflicto antes mencionado, comenzó apoyando a Julio César, pero la aciaga actuación de un nuevo gobernador, Cayo Casio Longino, forzó a la población a cambiarse al bando de Pompeyo, una decisión que haría que César, al vencer, les diera el siguiente discurso: “Vuestro odio hacia la paz ha sido siempre tal que han podido ser retiradas de esta provincia las legiones del pueblo romano. Para vosotros los beneficios son injurias y las injurias beneficios... ¿Qué esperabais en el caso de haber salido vencedores? ¿Es que, por ventura, no veíais que, aun muerto yo, le quedaban todavía al pueblo romano diez legiones con las que podía no sólo conteneros sino, incluso, asaltar los cielos?”.

A continuación, en el año 45 a. C., César dio a la ciudad el estatuto de Colonia Iulia Romula Hispalis, el mismo que concedió a Córdoba, Urso y Hasta y que representa su fundación como colonia.

Lo que parece una actuación beneficiosa en contradicción con el anterior discurso puede quedar explicado conforme a las conclusiones expresadas por el catedrático de Historia Antigua don Antonio Caballos Rufino, quien, en su discurso de ingreso a la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, desmitifica la actuación beneficiosa de Julio César en Sevilla y quita el título de Julia a la colonia. Este dictador ejecutó a muchos de los sublevados en su contra y vendió a los demás como esclavos; además, despojó de sus tierras a los hispalenses y dejaron de poder actuar como ciudadanos, pasando a ser extranjeros en su propia ciudad. Igualmente, el título de la colonia no fue Iulia durante el Imperio, sino solamente el de Colonia Romula. Según Caballos Rufino, el verdadero fundador de la ciudad fue el procónsul6 Gayo Asinio Polión.

Debido al asesinato de César, en el año 44 a. C., sería Marco Antonio quien iniciaría en Hispalis las reformas propias de su nueva condición de colonia. La ciudad vio aumentada su población con colonos procedentes del ejército, de la sociedad civil romana y de algunos conventus7 de las inmediaciones que ya habían sido romanizados.

En esta época, la ciudad se encuentra protegida por una muralla cuyo recorrido sólo puede conjeturarse. Éste podría extenderse por el Este entre las puertas de la Carne y de Carmona; desde esta última, continuaría hacia el Norte hasta llegar a la Iglesia de Santa Catalina, punto éste en el que existiría otra puerta; desde aquí, el tramo Norte seguiría hasta el área de Villasís y se ampliaría, en el siglo II, d. C., hasta la Iglesia de San Juan de la Palma, pasando a su vez por la Plaza de San Martín; por el Oeste, pasaría por la Calle Cervantes y proseguiría por la Plaza de Villasís, y las calles Cuna y Salvador; finalmente, el lienzo Sur, el más desconocido, debería de finalizar entre las plazas Virgen de los Reyes y del Triunfo.

De la muralla, se han encontrado pocos restos, pudiendo citarse los existentes bajo la Iglesia de Santa Catalina, la Plaza de Villasís y en la calle José Gestoso. Asimismo, el desnivel de unos cuatro metros existente entre las calles Cervantes y Amor de Dios podría estar motivado por la existencia en el lugar de unos restos de muralla.

Sevilla, Diosa Fortuna, datada entre los siglos I y II d. C. Museo Arqueológico de Sevilla

Diosa Fortuna, datada entre los siglos I y II d. C. Museo Arqueológico de Sevilla.

Hispalis estaba atravesada, como era norma en las ciudades romanas, por dos ejes principales, uno con dirección Norte-Sur y otro Este-Oeste. El primero, el Cardo Máximo, se extendía por las calles Alhóndiga, Cabeza del Rey don Pedro y Abades para, posteriormente, comprender también la Calle San Luis, mientras que el segundo, el Decumano Máximo, trascurría desde la calle Águilas hasta la Alcaicería.

El foro de Hispalis –espacio público en las ciudades romanas dedicado a actividades administrativas, comerciales, financieras y religiosas– se creía tradicionalmente que había estado situado en la que hoy es la Plaza de la Alfalfa; sin embargo, el hallazgo en 2005 de un gran aljibe en la Plaza de la Pescadería ha obligado a estudiar otras posibilidades. Así, junto a la Plaza del Salvador, se levantaría la basílica, un importante edificio civil utilizado para labores comerciales, financieras y judiciales, y cuyo emplazamiento ocupaba un lugar destacado en los foros romanos. Además, existiría un segundo foro comercial junto a la zona de la Catedral, cerca del río, en donde se levantaban unas notables atarazanas (establecimiento destinado a la construcción o reparación de embarcaciones).

Entre los restos romanos existentes en esta zona, se encuentran unos baños hallados en la calle Abades; el templo que se levantaba en la calle Mármoles y del que quedan allí tres columnas; o el espacio de artesanía y comercio encontrado bajo la Plaza de la Encarnación, en el que existía una factoría de garum, una salsa elaborada a base de pescado muy valorada en la antigua Roma. Y es que hay que tener presente que el cauce del río discurría entonces cerca de la Plaza del Duque. En este último lugar, está hoy el Museo Arqueológico Antiquarium, el más importante yacimiento arqueológico romano de la ciudad de Sevilla.

Esta zona, la de la Encarnación, dejaría de ser un espacio comercial a finales del siglo I d. C. para convertirse en una zona residencial que prosperó hasta convertirse, en el siglo III d. C., en una zona de lujo en la que se levantarían espléndidas domus (tipo de vivienda romana perteneciente a propietarios de cierta posición económica), como atestiguan los mosaicos descubiertos en el Antiquarium.

La sociedad hispalense comenzó a romanizarse desde tiempos de Julio César. Su aristocracia, los patricios8, se fue constituyendo con los terratenientes, siendo éstos quienes ocupaban los puestos de mayor responsabilidad. Estos puestos eran el de los dunvirus, magistrados con funciones similares a las de alcalde y que eran elegidos en número de dos con la intención de impedir los posibles abusos que uno solo pudiera cometer; los ediles, encargados de labores policiales; y los cuestores, que tenían a su cargo la hacienda pública.

De la importancia que fue adquiriendo esta ciudad a finales del siglo I a. C., da cuenta el hecho de su nombramiento como capital de la Bética, la provincia Sur, tras la división en tres provincias que, en el año 27 a. C., el primer emperador romano, Augusto, hizo de Hispania. Hispalis era también capital del conventus, una división administrativa de tamaño superior al de la actual provincia de Sevilla, al extenderse por parte de las actuales provincias de Huelva y Badajoz.

En el siglo II d. C., el Imperio Romano afrontó una crisis que, entre otras consecuencias, acarreó que los mauritanos saquearan en varias ocasiones el Sur de Hispalis. Para evitarlo, durante el gobierno de Marco Aurelio, emperador romano entre 161 y 180 d. C., la Legio VII Gemina instaló su sede en Itálica. A pesar de estas circunstancias, Hispalis continuó su desarrollo hasta convertirse en capital de las cinco provincias en que Diocleciano, emperador entre 284 y 305, dividió Hispania. La ciudad fue además residencia del vicario9 de la diócesis que gobernaba también sobre Baleárica, Mauritania y Tinjitana.

Sevilla, Casa de la Ninfa, de entre los siglos II y III d. C.

Casa de la Ninfa, de entre los siglos II y III d. C. Museo Arqueológico Antiquarium.

El poeta romano Ausonio (Burdeos, 310-393 d. C.) situaba Sevilla como la undécima ciudad más importante del imperio, por delante de Corduba (Córdoba) y Tarraco (Tarragona), las cuales sitúa en duodécimo y décimo tercer lugar, respectivamente.

“Después de éstas recordarás a mi cara Hispalis, la del nombre ibérico, junto a la que fluye un río marinero y en cuyas manos Hispania entera pone las insignias del poder. Ni Córdoba, ni Tarragona, la de la poderosa ciudadela, te hacen sombra”.

Tradicionalmente se ha considerado Hispalis como uno de los primeros lugares de España hasta los que llegó el cristianismo. A pesar de las leyendas que circulan al respeto, sí parece ser cierto que una de las vías de llegada del cristianismo a Hispania, durante el siglo III d. C., fue mediante los soldados hispanos destinados en el Norte de África. De hecho, los Padres de la Iglesia, San Ireneo de Lyon (Esmirna, 130 – Lyon, 202 d. C.) y Tertuliano (Quinto Septimio Florente Tertuliano) (160 – 220 d. C.), mencionan ya la existencia de núcleos cristianos en Hispalis a finales del siglo II.

Del siglo III, también existe una referencia del obispo Marcelo, el primer obispo hispalense del que hay testimonio histórico. Igualmente, se conocen los nombres de sus sucesores durante los siglos III y IV: Sabino I (obispo desde, aproximadamente, 287 y 302), quien enterró a las santas Justa y Rufina, y acudió al concilio de Elvira, celebrado en una fecha desconocida comprendida entre los años 300 y 324; Evidio (303-326); Deodato (326-349); Semproniano (349-372); y Gémino (372-395). Dado que la iglesia en Hispania se estructuró de igual forma que la división administrativa romana, en cinco provincias eclesiásticas, en Hispalis tuvo su sede la diócesis de la Bética.

Debido a las persecuciones que en aquellos años sufría el cristianismo, tras su llegada a Hispania aparecieron los primeros hispanos martirizados por la fe en Cristo. Es el caso de San Geroncio de Itálica, el diácono San Felix de Sevilla, el Obispo San Crispín, de Écija, o Santa Treptes, también de Écija y de quien se sabe tan poco que incluso a veces se la nombra como varón.

Sevilla, Casa de las Columnas, de entre los siglos IV y V d. C. Museo Arqueológico Antiguarium

Casa de las Columnas, de entre los siglos IV y V d. C. Museo Arqueológico Antiguarium.

Pero son las Santas Justa y Rufina, patronas de Sevilla, las mártires más conocidas de estos primeros tiempos. Estas dos hermanas, nacidas entre los años 268 y 270, y ejecutadas en 287, artesanas alfareras, habían montado un puesto con sus productos en el mercado. Cuando los fieles de la diosa Salambó, a la que rendían culto los seguidores del dios sirio Asiris y que llevaban en procesión, llegaron hasta su tenderete y les demandaron una limosna, ambas se negaron a darla, argumentando que eran cristianas y no se lo daban a ese ídolo, y que sólo se lo darían si quien se la pedía tenía una necesidad o enfermedad. Esta respuesta fue causa de una discusión en la que la cerámica de las hermanas fue destrozada y éstas, enfadadas, tiraron el ídolo, por lo que fueron acusadas de sacrilegio. Torturadas cruelmente y condenadas a muerte, Rufina fue ejecutada quemándola en el anfiteatro, mientras que Justa falleció en la prisión. La tradición localiza el lugar donde sufrieron prisión en donde hoy está la Iglesia de la Trinidad y el del enterramiento en el Campo de los Mártires, motivo que da nombre a la Estación de ferrocarril de Santa Justa.

En el año 313, tras la promulgación por parte del emperador Constantino del Edicto de Milán, que ponía fin a las persecuciones contra ciertos grupos religiosos, en particular de los cristianos, la vida en Hispalis, al igual que en el resto del territorio romano, debió de mejorar para éstos, viéndose reforzada su posición en el año 380 con la conversión al cristianismo del emperador Teodosio.

No son muchos los restos de esta época del cristianismo que quedan en Sevilla, habiendo desaparecido la Basílica de San Vicente, un importante templo construido entonces y del que no se sabe con certeza cuál fue su localización, pudiendo ser ésta el Patio de Banderas de los Reales Alcázares. De este mismo templo podrían ser varias de las columnas del palacio que el rey Pedro I construyó en dicho alcázar. Además de éste, parece ser que hubo templos en el lugar donde hoy se levanta la Catedral, en el de la Iglesia Colegial del Salvador o en la Plaza de la Encarnación. Otros restos romanos son los sarcófagos de la colección del Museo Arqueológico o la escultura de mármol del Buen Pastor expuesta en la Casa de Pilatos.

Es en el siglo IV, con el obispo Gémino (obispo entre 372 y 395), cuando, según algunas fuentes, Sevilla se convierte en metrópoli (iglesia arzobispal que tiene dependientes otras) de toda la Bética.

Sevilla, Sala dedicada a Trajano en el Museo Arqueológico de Sevilla

Sala dedicada a Trajano en el Museo Arqueológico de Sevilla.

El siglo V es una centuria de inestabilidad para el Imperio Romano y para Hispania. En el año 409, los bárbaros (alanos, suevos y vándalos) invaden Hispania, llegando en el 426 los vándalos silingos hasta Hispalis, la cual ocupan y saquean para, pocos años después, en el 429, abandonarla al partir hacia África. Vuelve la ciudad a estar bajo control romano, más nominal que efectivo, dada la debilidad que ya acusaba el Imperio. En el año 441, la ciudad es nuevamente conquistada, esta vez por los suevos, quienes la retendrán hasta el año 531, cuando la pierden en favor de los visigodos. Hispalis cambiará en estas fechas su nombre por el de Spalis y formará parte del reino visigodo hasta la desaparición de éste tras su derrota por los árabes en la batalla de Guadalete, en el año 711. Pero la historia de Spalis en el reino visigodo es tema de nuestra siguiente página de Sevilla. En el año 476, con la desaparición del Imperio Romano de Occidente, tras la destitución de su último emperador Rómulo Augústulo por los germanos, acaba la época romana de Sevilla, un fin que aquí había llegado antes de manos de los sucesivos invasores.

Para conocer más acerca del pasado romano de la provincia de Sevilla, nada mejor que hacer una visita al Museo Arqueológico de Sevilla de la ciudad, instalado en el antiguo Pabellón de las Bellas Artes, edificio construido durante la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, en la Plaza de América del Parque de María Luisa. A lo largo de sus veintiocho salas, podremos ver una exposición que abarca desde la prehistoria hasta la época medieval, estando parte de los fondos de Arqueología Romana mostrados en las salas de la XII a la XXV.

Pasemos, a continuación, a ver con detenimiento algunos de los restos de este pasado romano que aún podemos contemplar en la ciudad de Sevilla.


Restos de construcciones romanas



Sevilla, Yacimiento arqueológico del Patio de Banderas

Yacimiento arqueológico del Patio de Banderas.

Comenzaremos en el conocido como Patio de Banderas, en la actualidad una plaza pública que antaño formó parte del primer alcázar sevillano, del siglo XI. En los últimos cincuenta años, se han llevado a cabo en él las dos campañas arqueológicas que a continuación citamos.

En 1976, los arqueólogos Manuel Bendala Galán (Cádiz, 1949) y Iván Negueruela Martínez (Valladolid, 1951) realizaron una excavación en su ángulo Noroeste, a resultas de la cual se encontraron los restos del baptisterio10 de un monasterio paleocristiano11 y visigodo, de finales del siglo V, que fueron preservados en el lugar dentro de una cripta arqueológica de unos 70 m2.

Entre los años 2009 y 2014, es el arqueólogo Miguel Ángel Tabales Rodríguez quien realiza otra excavación en un área de unos 700 m2, en el centro de este patio. Los hallazgos resultantes de ésta abarcan un período de unos dos mil años en la historia de Sevilla, en particular del siglo IX a. C. al XII d. C. De entre todos los elementos hallados, destacan los restos, bastantes bien conservados, de un edificio romano del siglo I a. C., de la época tardorrepublicana. Este antiguo edificio, que en algunos puntos conserva muros de más de dos metros, podría haber sido un almacén portuario.

Entre los distintos restos, situados a entre 4 y 6 metros de profundidad, destacan los romanos datados entre los años 60 y 30 a. C. (época tardorrepublicana) y los de un gran edificio del siglo V d. C. estructurado en torno a un patio de columnas. Un tercer hallazgo, particularmente importante, es un depósito de limos12 y arcillas de finales del siglo II o principios del III d. C., producido por una gran tormenta o un tsunami que destruyó, seguramente, además del edificio romano antes señalado, el puerto y parte de la ciudad de Hispalis.

También son de mencionar los restos de muros islámicos de finales del siglo X a comienzos del XI y un pozo ciego, abierto en una calle situada junto a estos muros, que atravesaba las diferentes capas de restos y rellenos hasta llegar al pavimento romano.

En la actualidad, el Patio de Banderas ha recuperado gran parte de su imagen previa, habiéndose cubierto la excavación tras proteger los restos hallados, en espera de que se pueda financiar su exposición, salvaguardados dentro de una cripta arqueológica.

Localización: Plaza del Patio de Banderas, s/n. 41004 Sevilla.


Sevilla, Antiguo Templo Romano

Antiguo Templo Romano.

Desde aquí, nos dirigiremos hacia el inicio de la Calle Mármoles, donde podremos contemplar los restos que han llegado a nuestros días de un antiguo Templo Romano. Se trata de tres columnas que se hallan alineadas con dirección Noroeste-Sureste y que pudieron formar parte del pórtico del templo. Con una altura de casi 9 metros, se alzan en un solar en su cota original (a aproximadamente unos 4,5 metros de profundidad respecto al actual nivel de dicha calle, éste de 14,40 metros).

Los fustes13, carentes de capiteles, son de granito, lisos y miden unos 8 metros de altura, quedando dos de ellos asentados sobre basas áticas16, mientras que el tercero lo hace sobre una basa jónica20.

En el año 1574, otras tres columnas del mismo templo fueron descubiertas, decidiéndose la instalación de una de ellas en el Alcázar de Sevilla, aunque lamentablemente se rompió durante su traslado. Las otras dos, se elevan en la Alameda de Hércules, donde están rematadas por sendas esculturas de Hércules y de Julio César. Sus basas, como las anteriores, son áticas y los fustes igualmente de granito y lisos. A diferencia de aquellas, éstas han conservado los capiteles de mármol blanco, habiendo sido éstos restaurados en el siglo XVI, si bien todavía pueden contemplarse las coronas, los caulículos34 y las hojas de acanto.

Sevilla, Columnas del templo romano en la Alameda de Hércules

Columnas del templo romano en la Alameda de Hércules.

Según se apunta desde el catálogo de bienes inmueble, en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, si las seis columnas encontradas formaron parte de la fachada, se podría “pensar que se trataría de un templo exástilo38 (sic) y próstilo39, con unos 20 metros de frente y unos 40 metros de fondo”. Algo, esto, que también nos mostraría la actual parcela, donde su costado Sur lo marca la Calle Mármoles, y el Norte, el fondo del Callejón de Gandesa y otro callejón que había en la Calle Abades, hoy desaparecido, y que entraba hasta el lateral del templo. Gran parte de su superficie está actualmente urbanizada.

En 1988, año en que las columnas fueron declaradas Bien de Interés Cultural, salieron a la luz lo que podrían ser los restos del pavimento del templo, compuesto por grandes losas de piedra. Asimismo, los materiales cerámicos que se han encontrado en la zona estarían datados de alrededor de finales del siglo I o comienzos del II d. C.

Localización: Calle Mármoles (solar nº 9) y Alameda de Hércules. 41004 y 41002, respectivamente. Sevilla.


Sevilla, Localización de la Cisterna Romana en la Plaza de la Pescadería (Captura de Google Maps)

Localización de la Cisterna Romana en la Plaza de la Pescadería (Captura de Google Maps).

Nuestros pasos nos llevarán ahora a la Plaza de la Pescadería, en la confluencia con las calles Ángel María Camacho, Huelva y la Cuesta del Rosario. Viendo su apariencia moderna y siendo éste uno de los principales núcleos comerciales de Sevilla, poco podemos imaginar que bajo ella, en el subsuelo, se encuentra uno de los elementos más antiguos de la ciudad. Se trata de una Cisterna Romana, o castellum aquae, datada de la primera mitad del siglo II d. C. y que estuvo en uso hasta el siglo V, a la que se accede por medio del armazón de metal y vidrio que se halla en la superficie.

Su descubrimiento es relativamente reciente, pues salió a la luz en el año 2006, con motivo de las obras enmarcadas en el proyecto llamado “Piel Sensible” de recuperación del espacio público y peatonalización de diversas zonas de la ciudad.

Se trata de un conjunto de tres espacios impermeabilizados que sirvieron, como es de suponer, para almacenar agua y que estaban comunicados entre sí por medio de arcos de medio punto40, ligeramente rebajados41, de pequeño tamaño a través de los cuales circulaba el agua. Con una planta rectangular, las dimensiones totales del complejo son de 45 metros de longitud por 20,7 de anchura, midiendo cada una de las naves unos 41 metros de largo por 5 de ancho. A pesar de constar, como decimos, de tres espacios, sólo se puede acceder a parte de una de las naves, precisamente la que se halla bajo la plaza. Asimismo, formaría parte del acueducto romano con que contó Sevilla y del que se supone que seguía el trazado del que hoy conocemos como Caños de Carmona, de época ya almohade43, abasteciendo la ciudad de Hispalis desde lo que hoy es el municipio sevillano de Alcalá de Guadaira.

Este castellum aquae fue construido en opus testaceum45, con fábricas de ladrillo a soga46 y tizón47 en las caras de los muros y con un relleno de mortero48 de cal con refuerzo de distintos materiales de acarreo en el interior. La tensión del empuje de las bóvedas y del propio terreno quedaba resuelta por medio de verdugadas49 de ladrillo. Los muros se hallan revestidos interiormente por una doble capa de mortero de cal hidráulica, además de contar con cordones51 de refuerzo en los puntos donde se unen las paredes con el pavimento. Éste se compone de una base de opus signinum52 hecho con mortero de cal, trozos cerámicos y materiales de acarreo dispuestos en tongadas53 y compactados. En la parte externa del cierre Oeste, se documentó durante las excavaciones el arranque de un muro de sillares54 sustentado por ladrillos y completamente saqueado; con él, se trataba de ocultar al exterior la parte visible de la estructura, dotándola de un cierto carácter monumental. Respecto a las cubiertas de las naves, no se ha conservado resto alguno de ellas, si bien se cree que posiblemente fueran bóvedas de medio cañón56, desconociéndose, en cambio, la altura total de las naves. Asimismo, tampoco se han podido documentar los elementos funcionales de la cisterna, por lo que no se sabe la ubicación exacta de donde estaban la entrada y la salida del agua, ni el acceso original al recinto.

Como apuntábamos anteriormente, se cree que estuvo en uso hasta el siglo V d. C., momento a partir de entonces en que se documenta un período de reocupación, el derrumbe de las bóvedas, su expolio y una continua colmatación hasta entrada la época islámica.

Localización: Plaza de la Pescadería. 41004 Sevilla.


Sevilla, Museo Arqueológico Antiquarium

Museo Arqueológico Antiquarium.

Cuando en 1973 se termina de demoler el mercado que había en la Plaza de la Encarnación y que se había derribado en parte en 1948, nada hacía presagiar que –cuando varios años después, en 1990, comenzara la construcción de una Plaza de Abastos y un aparcamiento subterráneo– en su subsuelo iba a aparecer el yacimiento arqueológico romano más importante de toda la ciudad. El hallazgo trastocó los planes de construcción y, en su lugar, se levantó el Espacio Metropol, también conocido como las Setas de la Encarnación.

Por debajo del anterior espacio, a una profundidad de entre 3,5 y 9 metros de la superficie, se configuró, en torno a los restos arqueológicos hallados, el Museo Arqueológico Antiquarium, de 4.500 m2 de superficie. En él, en donde se pueden recorrer 1.200 años de historia de Sevilla, se da la particularidad de que, a diferencia de otros yacimientos, es posible observar tanto la excavación como los objetos encontrados en ella.

Los restos más antiguos, del siglo I d. C., una Factoría de salazones y un Taller de fabricación de lucernas, corresponden a la época de la primera ocupación de este terreno, alrededor del año 40 d. C., cuando fue urbanizado, delimitando las parcelas y dotándolas de calles empedradas y cloacas, a la par que se protegía con la construcción de una muralla. De la anterior factoría, destacan las piletas conservadas en donde se maceraba el pescado para la obtención del Garum, una salsa muy cara y apreciada por la sociedad romana, y un subproducto, el allec, obtenido a partir de los residuos de la producción anterior y de coste más económico. Del taller de lucernas, se han encontrado unas setecientas lámparas procedentes de material defectuoso y decoradas con, entre otros motivos, dioses y animales.

No obstante, la mayor parte de los restos encontrados son de siglos posteriores (II y III d. C.) y, entre otros, tenemos la Casa de las Yedras, la Casa de los Dameros, la Casa de la Ninfa, el Callejón Occidental, el Hospitium de los Delfines, la Casa de Baco, el Callejón Oriental y la Casa de Océano. Durante el siglo I, la zona fue perdiendo su carácter artesanal para ir conformando un núcleo residencial que, más adelante, a partir del siglo II d. C., sería de lujo.

Sevilla, Museo Arqueológico Antiquarium. Siglo I d. C.

Museo Arqueológico Antiquarium. Siglo I d. C.

Varias de estas casas han conservado la planta completa, como es el caso de la Casa de la Ninfa, en donde el patio ha mantenido el impluvium (estanque central que recogía las aguas de lluvia) y los mosaicos de su galería.

En el Callejón Occidental, se conservan los distintos materiales en él utilizados conforme las diferentes épocas. Así, de la piedra pasó al ladrillo para terminar, en el siglo V, con tierra sin pavimentar. Las cloacas que por él trascurrían fueron igualmente adaptándose a los nuevos tiempos, pasando de una atarjea (pequeño canal descubierto a nivel del suelo) a otra cañería de mayor tamaño y techada con bóveda.

Tras quedar despoblada la zona en el siglo III, los materiales de sus construcciones se reutilizaron para otras obras. En el siglo IV, se vuelven a construir casas aquí de dimensiones mayores a las de las anteriores para, nuevamente, ser abandonada en el siglo V. De estos dos últimos siglos, se han encontrado los restos de la Casa de las Columnas, construida como una ampliación de la Casa de los Dámeros, a la que se unió parte de las casas de Baco y de la Ninfa.

Del siglo VI, quedan los vestigios de lo que fue la casa de un comerciante que, además, levantó una factoría de vidrio sobre la Casa de las Columnas. De este siglo, se puede recorrer en el museo la Casa de las Basas y la Casa del Sigma.

Nuevamente abandonado este lugar, los siguientes restos, por orden cronológico, corresponden al período de tiempo comprendido entre los siglos XI y XIII. Los musulmanes vuelven a poblar esta zona, en este caso con viviendas unifamiliares, de planta casi cuadrada, una única planta y construidas con mampostería. Pueden estar adosadas entre sí o separadas por calles sin pavimentar. Con la reconquista cristiana, en el año 1248, sus ocupantes pasan a ser ahora cristianos, manteniendo éstos el tipo de vivienda. De época almohade, se conserva la Casa de la Noria, datada entre los siglos XII y XIII y de 350 m2 de superficie.

En el año 2014, uVdM publicó este monográfico sobre el Museo Arqueológico Antiquarium.

Localización: Plaza de la Encarnación, s/n. 41003 Sevilla.


Sevilla, Hombre de piedra

Hombre de piedra.

Y finalizaremos este reportaje dedicado a la Sevilla romana en la Calle Hombre de Piedra, nombre que recibe porque en ella podemos contemplar una estatua que muestra, precisamente, el torso desnudo de un Hombre de Piedra.

Carece de la cabeza y lleva la cintura rodeada por una toga57, estando la figura un tanto desgastada. Algunas teorías apuntan a que esta estatua podría haber formado parte de la decoración de unas termas romanas que habrían estado, aproximadamente, en esta zona de la ciudad. En la actualidad, su emplazamiento es bien distinto, pues se halla empotrada en una hornacina a ras del suelo en la fachada de la casa número 10, existiendo una leyenda de lo más curiosa sobre ella.

Existía en el siglo XV una ley por la cual el rey Juan II ordenó que toda aquella persona que se cruzase por la calle con el Santísimo Sacramento debería arrodillarse en el suelo ante éste; de no ser así, quien no lo hiciese perdería el caballo y pagaría 600 maravedíes59 de multa, y si carecía de ello, tendría que dar la ropa que llevara puesta en ese momento.

Un día, pasó por la Calle Buen Rostro un cura acompañado de un grupo de personas que portaban velas y faroles; el párroco llevaba en las manos y cerca de su pecho una pequeña cajita con la Sagrada Forma que, presumiblemente, iba a servir para dar la última comunión a algún enfermo. Ante el revuelo, salieron a la puerta de una taberna que había en dicha calle unos cuantos vecinos que, al ver la comitiva, se arrodillaron delante del Santísimo Sacramento, tal y como mandaba la ley. Sin embargo, no todo el mundo lo hizo. Hubo alguien, llamado Mateo “el Rubio”, que permaneció de pie. Y de pie se quedaría para siempre, pues la leyenda cuenta que, en aquel momento, un rayo cayó sobre él, hundiéndole en el suelo hasta las rodillas y convirtiéndole en piedra. Desde entonces, la estatua de Mateo “el Rubio” permanece en aquel lugar y la calle pasó de llamarse Buen Rostro a Hombre de Piedra, en recuerdo de este sevillano que osó llevar la contraria al mandato real.

Localización: Calle Hombre de Piedra, 10. 41002 Sevilla.


Lourdes Morales Farfán es Licenciada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. ↑


Origen del nombre de Sevilla

El origen del nombre de Sevilla comienza, para algunos, con Ispal (o Spal, hay diversas opiniones), al ser éste el que utilizaban los turdetanos cuando llegaron los romanos. Y sobre la causa de este nombre, igualmente, hay diversas versiones. Para algunos, se debe al hecho de que, con motivo de las frecuentes inundaciones del terreno, sus primeros pobladores levantaron sus viviendas sobre palos, algo que ya vimos al inicio de este reportaje, por lo que de ahí derivaría en lengua fenicia, dada la influencia de éstos sobre los turdetanos, el término Y-sbael-ya, ciudad sobre palos. Otra fuentes, sin embargo, defienden que su significado, en lengua fenicia, es el de llanura o tierra llana. También ha habido quienes han encontrado la procedencia de su nombre en la mitología, relacionándolo con la leyenda de su fundación por Hércules, el héroe mitológico griego, y con los espalos, los habitantes de Escilia, que lo acompañaban y de quienes tomó su nombre la ciudad. Y con respecto a Hércules, hay asimismo (como el bachiller Peraza, en el siglo XVI) quienes dedujeron como causa de su nombre la decisión de este héroe de darle a la ciudad el nombre de Hispalo, su hijo, para algunos, y nieto, para otros.

Con la llegada de los romanos, este nombre se latiniza como Hispalis, el cual, a su vez, tornaría en Spalis con los visigodos. Los árabes, tras su conquista, adaptan la palabra a su lengua y, dado que en árabe no existe el sonido “p”, se cambia éste por “b”, pasando la ciudad a llamarse Ishbiliya, nombre que finalmente se castellaniza como Sevilla.

Leyenda de la Fundación de Sevilla por Hércules

Otro de los orígenes que también se ha querido ver en Sevilla tiene, esta vez, carácter mitológico. Y es que la leyenda señalaba a Hércules (nombre romano de Heracles, héroe de la mitología griega) como su fundador. Dentro de los doce trabajos que Hércules tenía que realizar, uno era robar el ganado de Gerión, un gigante monstruoso, con tres cuerpos y tres cabezas, que vivía en Hispania. Tras llevarse el ganado, Gerión fue tras él y el héroe griego lo mató. Del papel de Gerión hay diversas versiones, incluida la que lo sitúa como un rey tirano de Hispania.

Una vez cumplida su misión, al quedar Hércules prendado de un sitio tan fértil y rico, fundó una ciudad junto al río como señal de su paso por el lugar.

Emperadores hispanos

Además de sus recursos humanos y naturales, Hispania aportó a la historia de Roma, entre otros personajes, a dos de sus emperadores, Trajano y Adriano.

Marco Ulpio Trajano (Itálica, 52 – Selino, Cilicia, 117), tras estar destinado diez años en el Rin y Siria como tribuno60 militar, en el año 91 fue nombrado cónsul64 y como tal gobernó en la Alta Germania. En el año 97, Marco Coceyo Nerva, emperador entre el 96 y el 98, lo adoptó como heredero y sucesor, accediendo al trono imperial el 27 de enero del 98. Ya como emperador, en el año 101 emprende una guerra contra Dacia que se alargará hasta el 106 y que culminará con este país conquistado y convertido en una provincia romana. En conmemoración de este hecho, se erigió en Roma, y aún se conserva, la Columna de Trajano.

Publio Elio Adriano (Itálica, 76 – Baia, 138) sucedió en el trono imperial a Trajano, quien lo había adoptado como sucesor, en el año 117. Como emperador, construyó, en el 131, una ciudad romana con el nombre de Aelia Capitolina sobre las ruinas de Jerusalén, destruida tras la primera guerra entre los romanos y los judíos, desarrollada entre los años 66 y 73. El que los romanos mostrasen su intención de levantar en su sagrada ciudad un templo al dios Júpiter ocasionó una revuelta de los judíos que desembocó en la segunda guerra judeo-romana (para algunos autores, la tercera) que terminó con la derrota de los israelitas, a costa de un gran número de bajas para los romanos y centenares de miles de muertos y esclavos para los judíos, en el año 117.

A Adriano se debe la promulgación del edictum perpetuum, una recopilación de todos los edictos anteriores. Finalmente, cabe decir que el mausoleo que para sí construyó se ha conservado hasta hoy como el Castillo de Sant’Angelo.



GLOSARIO

- 1 INE: Instituto Nacional de Estadística.
- 2 Palafito: Construcción que se alza en la orilla del mar, dentro de un lago o en terrenos anegables, sobre estacas o pies derechos3.
- 3 Pie derecho: Madero que en los edificios se pone verticalmente para que cargue sobre él algo.
- 4 Shekele: Antigua unidad de peso, variable según la cultura a la que perteneciera, que solía utilizarse como unidad monetaria de plata.
- 5 Cuestor: Magistrado romano que en la ciudad y en los ejércitos tenía funciones de carácter fiscal principalmente.
- 6 Procónsul: Entre los antiguos romanos, gobernador de una provincia con jurisdicción e insignias consulares.
- 7 Conventus: División territorial adoptada por las provincias romanas de Asia, Dalmacia e Hispania. La provincia de la Bética tenía cuatro conventus: Astigitanus, con capital en Astigi (Écija); Cordubensis, con capital en Corduba (Córdoba); Gaditanus, con capital en Gades (Cádiz); e Hispalensis, con capital en Hispalis (Sevilla);
- 8 Patricio: En la antigua Roma, dicho de una persona: Que descendía de los primeros senadores y formaba parte de la clase social privilegiada.
- 9 Vicario del Imperio: Dignidad que hubo en el Imperio romano, y que ha habido después en el de Alemania.
- 10 Baptisterio: Edificio, por lo común de planta circular o poligonal, próximo a un templo y generalmente pequeño, donde se administraba el bautismo.
- 11 Paleocristiano: Dicho de un arte: Correspondiente al cristianismo primitivo anterior al siglo VI.
- 12 Limo: Lodo, cieno.
- 13 Fuste: Parte de la columna que media entre el capitel14 y la basa15.
- 14 Capitel: Parte superior de una columna o de una pilastra, que la corona con forma de moldura y ornamentación, según el orden arquitectónico a que corresponde.
- 15 Basa: Asiento sobre el que se pone la columna o la estatua.
- 16 Basa ática: Basa formada por una escocia17 entre dos filetes18 y dos toros19, muy usada y de la que se derivaron otras.
- 17 Escocia: Moldura cóncava cuya sección está formada por dos arcos de circunferencias distintas, y más ancha en su parte inferior.
- 18 Filete: Componente de una moldura en forma de lista larga y angosta.
- 19 Toro: Bocel. // Moldura convexa lisa, de sección semicircular y a veces elíptica.
- 20 Orden jónico: Orden que tiene la columna de unos nueve módulos21 o diámetros de altura, el capitel, adornado con grandes volutas22, y dentículos23 en la cornisa33.
- 21 Módulo: Medida que se usa para las proporciones de los cuerpos arquitectónicos. En la antigua Roma, era el semidiámetro del fuste en su parte inferior.
- 22 Voluta: Figura en forma de espiral.
- 23 Dentículo: Cada uno de los adornos con forma de paralelepípedo24 rectángulo que, formando fila, se colocan en la parte superior del friso26 del orden jónico y en algunos otros miembros arquitectónicos.
- 24 Paralelepípedo: Sólido limitado por seis paralelogramos25, cuyas caras opuestas son iguales y paralelas.
- 25 Paralelogramo: Cuadrilátero cuyos lados opuestos son paralelos entre sí.
- 26 Friso: Parte del entablamento27 en los órdenes clásicos que media entre el arquitrabe28 y la cornisa, en ocasiones ornamentado de triglifos29, metopas32 u otros elementos.
- 27 Entablamento: Conjunto de molduras que corona un edificio o un orden de arquitectura y que ordinariamente se compone de arquitrabe, friso y cornisa.
- 28 Arquitrabe: Parte inferior del entablamento, la cual descansa inmediatamente sobre el capitel de la columna.
- 29 Triglifo: Adorno del friso dórico30 que tiene forma de rectángulo saliente y está surcado por dos glifos31 centrales y medio glifo a cada lado.
- 30 Orden dórico: Orden que tiene la columna de ocho módulos o diámetros a lo más de altura, el capitel sencillo y el friso adornado con metopas y triglifos.
- 31 Glifo: Canal vertical poco profundo que decora el frente de los triglifos en los órdenes clásicos.
- 32 Metopa: En el friso dórico, espacio que media entre triglifo y triglifo.
- 33 Cornisa: Parte superior del entablamento de un pedestal, edificio o habitación.
- 34 Caulículo: Cada uno de los vástagos o tallos que nacen del interior de las hojas de acanto35 del capitel corintio36 y se vuelven en espiral bajo el ábaco37.
- 35 Acanto: Planta de la familia de las acantáceas, perenne, herbácea, con hojas anuales, largas, rizadas y espinosas. // Ornato hecho a imitación de las hojas del acanto, característico del capitel del orden corintio.
- 36 Capitel corintio: Capitel formado por hojas de acanto superpuestas, caulículos y volutas de ángulo.
- 37 Ábaco: Conjunto de molduras, generalmente en forma de dado, que corona el capitel y tiene la función de recibir directamente la carga del arquitrabe.
- 38 Hexástilo: Dicho especialmente de un edificio de estilo clásico: Que presenta una fila de seis columnas en el frente.
- 39 Próstilo: Dicho especialmente de un edificio de estilo clásico: Que tiene en su fachada delantera un pórtico de columnas. // Dicho de un templo: Templo de segunda especie entre los antiguos, el cual, además de las dos columnas conjuntas, tenía otras dos enfrente de las pilastras angulares.
- 40 Arco de medio punto: Arco que consta de una semicircunferencia.
- 41 Arco rebajado: Arco cuya altura es menor que la mitad de su luz42.
- 42 Luz: Distancia horizontal entre los apoyos de un arco, viga, etc.
- 43 Almohade: Seguidor de Aben Tumart, jefe musulmán que en el siglo XII fanatizó a las tribus occidentales de África y dio ocasión a que se fundase un nuevo imperio con ruina del de los almorávides44.
- 44 Almorávide: Dicho de una persona: De una tribu guerrera del Atlas que fundó un vasto imperio en el occidente de África y llegó a dominar toda la España árabe desde 1093 hasta 1148.
- 45 Opus testaceum: Aparejo romano hecho con ladrillos cocidos al horno.
- 46 A soga: Dicho de construir: Con la dimensión más larga del ladrillo o piedra en la misma dirección del largo del paramento.
- 47 A tizón: Dicho de construir: Con la dimensión más larga del ladrillo o piedra colocada perpendicularmente al paramento.
- 48 Mortero: Conglomerado o masa constituida por arena, conglomerante y agua, que puede contener además algún aditivo.
- 49 Verdugada: Verdugo. // Hilada horizontal, doble o sencilla, de ladrillo en una fábrica de tierra o mampostería50.
- 50 Mamposteria: Obra hecha con mampuestos50b colocados y ajustados unos con otros sin sujeción a determinado orden de hiladas o tamaños.
- 50b Mampuesto: Piedra sin labrar que se puede colocar en obra con la mano.
- 51 Cordón: Bocel. // Moldura convexa lisa, de sección semicircular y a veces elíptica.
- 52 Opus signinum: Especie de hormigón utilizado por los romanos y hecho a base de cal, arena y polvo de ladrillo o cerámica. Esta mezcla resultaba ser impermeable, por lo que fue utilizada para revestir conductos y depósitos de agua.
- 53 Tongada: Cosa extendida encima de otra. // Pila de cosas unas sobre otras.
- 54 Sillar: Piedra labrada, por lo común en forma de paralelepípedo rectángulo, que forma parte de un muro de sillería55.
- 55 Sillería: Fábrica hecha de sillares asentados unos sobre otros y en hileras.
- 56 Bóveda de medio cañón: Bóveda de/en cañón. // Bóveda de superficie generalmente semicilíndrica que cubre el espacio comprendido entre dos muros paralelos.
- 57 Toga: Vestidura talar58 que usaban encima de la túnica los antiguos romanos, consistente en una pieza larga de tela enrollada alrededor del cuerpo.
- 58 Talar: Dicho de un traje o de una vestidura: Que llega hasta los talones.
- 59 Maravedí: Moneda antigua española, efectiva unas veces y otras imaginaria, que tuvo diferentes valores y calificativos.
- 60 Tribuno: Cada uno de los magistrados que elegía el pueblo romano reunido en tribus, y tenían facultad de poner el veto a las resoluciones del Senado y de proponer plebiscitos61.
- 61 Plebiscito: En la antigua Roma, ley que la plebe62 establecía a propuesta de su tribuno, separadamente de las clases superiores de la república, y que obligó al principio solo a los plebeyos63, pero más tarde a todo el pueblo.
- 62 Plebe: En la antigua Roma, clase social que carecía de los privilegios de los patricios.
- 63 Plebeyo: En la antigua Roma, que pertenecía a la plebe.

- 64 Cónsul: Cada uno de los dos magistrados que durante un año tenían en la república romana la suprema autoridad.

DATOS DE INTERES

HORARIOS DE APERTURA/VISITA:

LOCALIZACIÓN Y COMUNICACIONES:
CARRETERAS:
Autopistas:
- A-4, que la conecta con Córdoba y Madrid
- A-49, con Huelva y Portugal
- A-66, con Extremadura
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FERROCARRIL:
- Estación de Santa Justa

RENFE, Telf: 902 240 202
http://www.Renfe.es

AEROPUERTO: - Aeropuerto de San Pablo

PUERTO: - Por Sevilla pasa el Guadalquivir, el único río navegable de España, por lo que es posible llegar a la ciudad desde el Océano Atlántico.


BIBLIOGRAFIA Y ENLACES EXTERNOS:
- Manuel Jesús Roldán: Historia de Sevilla, Almuzara, ISBN: 978-84-16100-18-7, Depósito Legal: CO-690-2014.
- Rafael Sánchez Mantero: Historia Breve de Sevilla, Silex, ISBN: 84-7737-038-9, Depósito Legal: M-26207-2000.
- Varios autores: Folleto informativo del Antiquarium de Sevilla, Instituto de la Cultura y de las Artes del Ayuntamiento de Sevilla.
- Guillermo Fatás y Gonzalo M. Borrás: Diccionario de Términos de Arte, Alianza Editorial, S.A., ISBN: 84-7838-388-3, Depósito Legal: M-26.868-1993.
- Pierre Grimal: Diccionario de Mitología Griega y Romana, Paidos, ISBN: 978-84-493-2457-4, Depósito Legal: M-4.0935-2010.
- "Sevilla no tiene ningún referente para sentirse vinculada sentimentalmente a Julio César", de Aurora Flórez; 24/10/2016, ABC de Sevilla
- Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía - Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico
- Miguel Ángel García García: “Aqua Hispalensis: Primer avance sobre la excavación de la cisterna romana de Plaza de la Pescadería (Sevilla)”; Romula, nº 6, año 2007, págs. 125-142
- DRAE

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