Miércoles, 26 de febrero de 2020
Resumen histórico
En esta página, la segunda que dedicamos al siglo XIV en Sevilla, vamos a recorrer las iglesias de la ciudad que, bien por su fecha de construcción o bien por las grandes obras que en ella se realizaron durante este período, podemos considerar como de dicha centuria, si bien algunas ya se encuentran desacralizadas, como es el caso de la Iglesia de Santa Lucía.
A principios de este siglo, se levantaron en Sevilla una serie de iglesias de estilo gótico1-mudéjar7 que, con unas características comunes –planta rectangular, tres naves, cubierta con armadura de madera, presbiterio8 ochavado9 y bóveda de piedra–, servirían de modelo para las iglesias parroquiales sevillanas. En ellas, las torres-campanarios se construyeron basándose en los alminares10 almohades12, aunque siempre, como señal de respeto a la mayor prelación14 de este templo, con unas medidas inferiores a las de la Catedral de Santa María, cuya torre no es otra que la Giralda. Además, en la segunda mitad de este siglo, hubo otro período de edificación, o reconstrucción, de iglesias, debido a las destrucciones que el 24 de agosto de 1356 provocó el terremoto del Cabo de San Vicente, en el Sudoeste de Portugal.
En la portada de alguna de estas iglesias, como la de San Esteban o la de San Marcos, vemos reflejada, en su decoración mudéjar y su estructura gótica, la integración que de ambos estilos lograron los maestros de obra sevillanos.
No nos demoremos más y conozcamos esta parte del patrimonio religioso de la ciudad hispalense.
Iglesias del siglo XIV ▲
Situada en la Plaza de San Lorenzo, lugar que conforma junto con la Basílica Menor de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, se halla la Iglesia de San Lorenzo Mártir, templo en el que fueron bautizados el escritor Gustavo Adolfo Bécquer y su hermano, el pintor Valeriano Domínguez Bécquer. Construida originariamente en el siglo XIV, la apariencia que ha llegado a nuestros días es distinta a la de entonces, debido a las distintas obras que se han ejecutado posteriormente y que han ido alterando su imagen primitiva, como por ejemplo las llevadas a cabo en 1572, año en que se eliminaría el portal que acogía a los fieles. Según nos cuenta Manuel Jesús Roldán en su libro “Iglesias de Sevilla”, “Parece que en origen su feligresía era reducida, aunque con la desaparición de la jurisdicción de las órdenes militares (se le agregó el barrio de San Juan de Acre), aumentó su extensión”. Más adelante, en el siglo XIX, volvería a realizarse una serie de trabajos en el templo, tanto arquitectónicos como decorativos, lo que ha ocasionado que sea complicado establecer qué forma parte del conjunto original.
Al exterior, la iglesia cuenta con tres portadas. Por un lado, la que hay a los pies, cegada y que data del siglo XV; ésta se encuentra rematada por una torre hecha de ladrillo en la que se abren varios arcos de herradura15 y, si bien se levantó también en el siglo XV, el cuerpo de campanas es del XVIII. Por otro lado, hay sendas portadas laterales que fueron diseñadas en 1625 por el escultor y arquitecto Diego López Bueno, una de ellas, la que da a la plaza, con la imagen de San Lorenzo y la parrilla en la que fue martirizado en la hornacina que parte el frontón17 curvo que remata la portada. A la izquierda de esta entrada, hay un retablo cerámico de la Virgen de la Soledad, obra de 1944 de Alfonso de Córdoba; a su lado, nuevamente a la izquierda, hay otro azulejo, en este caso, con una representación de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, obra de 1912 de Manuel Rodríguez y Pérez de Tudela, fundador de Cerámicas Santa Ana, quien plasmó este recuerdo de la imagen que estaría en este templo desde el siglo XVIII hasta 1965, año en que pasó a la basílica aneja; acompaña al retablo el lema en latín “In Manu Ejus Potestas et Imperium” (“En tu mano está la potestad y el imperio”).
Una vez que pasamos a su interior, encontramos cinco naves separadas entre sí por pilares, además de la Capilla Mayor, de planta cuadrada. El presbiterio queda cubierto por una bóveda semiesférica sustentada por pechinas18 y ornamentada con una decoración de estilo historicista20 que sería añadida durante la reforma que se hizo a finales del siglo XIX. A ambos lados del presbiterio, hay sendas capillas, también cuadradas, que se cubren con bóvedas vaídas21; tanto éstas como la Capilla Mayor fueron un diseño de Diego López Bueno, encargándose Juan de Oviedo de su construcción a partir de 1615.
La realización del Retablo Mayor fue contratada en 1632 a Juan Martínez Montañés, quien trazó un conjunto compuesto por banco, dos cuerpos de tres calles y ático. Las esculturas, en cambio, salieron de las manos de Felipe y Francisco Dionisio de Rivas (o Ribas, según la fuente) entre 1645 y 1652. Así, en la obra se alternan las esculturas de bulto redondo22, como las de San Lorenzo con la parrilla y el Crucificado, con escenas plasmadas en altorrelieves que representan distintos momentos de la vida del santo (en el primer cuerpo, dando limosna a los pobres y recibiendo los tesoros de la Iglesia por parte de Sixto II, y en el segundo cuerpo, su flagelación y su martirio). En cuanto a la pintura del sagrario-manifestador23, ésta se debe a Francisco Pacheco, quien partió de un diseño de 1616 de Diego López Bueno.
En la cabecera de las naves laterales, los retablos que hallamos fueron contratados en 1682 por Fernando de Barahona: en el del lateral del Evangelio25, aparece el Cristo del Amparo, quizás obra de Felipe de Rivas intervenida por Barahona, mientras que en el del lado de la Epístola se representa a la Virgen de la Granada (1554), de Roque Balduque. Junto a este último, está el Retablo de la Anuciación (1593), que preside una pintura de dicho tema de Pedro Villegas y Marmolejo, “una interpretación del tema basada en los tratadistas italianos del siglo XVI que se completa con otra escena de menor tamaño que representa la escena de la Visitación”, según Manuel Jesús Roldán.
En la cabecera del lado de la Epístola, se abre la Capilla Sacramental (en origen perteneciente al Hospital de la Misericordia), con un espacio y una decoración que nos hace poder hablar de una iglesia dentro de una iglesia. Ésta comenzó a construirse de nuevo en el año 1699 por el maestro Félix Romero y en su interior, encontramos una serie de pinturas murales del siglo XVIII, obra de Francisco Pérez Pineda, Domingo Martínez y Gregorio Espinal en la que se ha representado simbólicamente el tema de la Eucaristía a través de imágenes como la Última Cena o la Cena en casa de Leví. El retablo que aquí hallamos, patrocinado por don Francisco Bucarelli, marqués de Vallehermoso, es de 1703 y se debe a Pedro Ruiz de Paniagua, quien diseñó un conjunto estructurado por medio de columnas salomónicas26; la Inmaculada que lo preside es más tardía, estando datada en la segunda mitad del siglo XVIII. Los ángeles lampareros fueron hechos por Benito Hita del Castillo en 1738.
Una vez fuera de la Capilla Sacramental, en el muro derecho, encontramos el Retablo de San José, de estilo neoclásico27 y elaborado alrededor de 1790; la escultura del titular se aproxima al estilo de las obras de Cristóbal Ramos, quedando enmarcada por una serie de relieves que aluden a la vida de San José.
Iglesia de San Lorenzo Mártir, a la izquierda, con la Basílica Menos de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder formando una esquina de la plaza.
Al lado de la puerta de acceso, está el Retablo de la Virgen del Carmen, el cual, traído desde otro sector, sustituye a otro que aquí hubo en estilo neoclásico. El actual es del año 1630 y en su construcción participaron Bartolomé de la Puerta, Blas de Castilla y Jacinto Pimentel, mientras que las tablas pictóricas son obra de Juan Sánchez Cotán. En su origen, acogía una imagen de la Inmaculada que hoy podemos ver en la zona del presbiterio, mientras que ahora, la Virgen del Carmen que vemos es una talla gótica del siglo XIV realizada en alabastro y en la que se aprecian restos de policromía, siendo considerada “la representación de la devoción carmelita más antigua de la ciudad”, según Roldán; ésta fue aquí traída desde el desaparecido Convento del Carmen, situado en la Calle Baños y hoy sede del Conservatorio Superior de Música.
A los pies de la nave, se halla la Capilla del Dulce Nombre, la cual fue durante dos siglos sede de la Hermandad del Gran Poder y hoy acoge a los titulares de la Hermandad del Dulce Nombre, también conocida como de la Bofetá: la Virgen del Dulce Nombre, una obra realizada en 1923 por el imaginero29 sevillano Antonio Castillo Lastrucci; un Cristo, que el mismo escultor haría al año siguiente; y una talla del Crucificado del Mayor Dolor, obra del siglo XVII, en este caso, anónima.
También a los pies del templo y al lado de esta capilla, se encuentra el Retablo de la Virgen de Rocamador, una pintura mural de finales del siglo XIV, iconografía de origen francés; el retablo que la rodea fue finalizado en el año 1751, estructurándose en torno a dos estípites31 que hacen de marco; cuenta, asimismo, con una profusa ornamentación de rocalla33, además de un relieve de la Anunciación en el ático.
El coro de la iglesia está, igualmente, en esta zona, con unos sitiales34 hechos por el maestro carpintero Juan Leonardo a partir del año 1713 y sobre los cuales se sitúa el órgano, de 1782. En un lateral, hay una pintura de la Sagrada Familia con San Juanito, hecha por Pedro Villegas Marmolejo alrededor de 1585 sobre mármol para que fuera colocada sobre su tumba.
No abandonamos aún los pies del templo, pues, en el lado del Evangelio, está la Capilla de la Soledad, con un retablo de 1730 que preside una imagen de María Santísima en su Soledad, obra de la que no se sabe con exactitud su fecha de realización, habiendo quien la data a finales del siglo XVI.
En la nave, se halla la Capilla Bautismal, con una imagen de Santa Ana enseñando a la Virgen que se ha atribuido al escultor del siglo XVIII Francisco Montes de Oca. En una de las últimas reformas del templo, se trasladó hasta aquí el lienzo de la Inmaculada, de Francisco Pacheco. A continuación, está la Capilla de las Ánimas, decorada con un zócalo de azulejos del siglo XVI y presidida por un retablo de Fernando de Barahona de 1677; lo componen sendas columnas salomónicas que enmarcan la representación pictórica de las ánimas. Finalmente, la capilla que queda más cerca de la cabecera de la nave es la de la Milagrosa, que cuenta con un retablo neoclásico de tonos blancos que cobija una imagen moderna de la Milagrosa.
Localización: Plaza de San Lorenzo, s/n. 41002 Sevilla.
Durante los meses posteriores a la Reconquista de Sevilla, el rey Fernando III “el Santo” realizó en la ciudad una serie de subdivisiones parroquiales, o collaciones35, siendo la primera de ellas la de San Vicente, lugar en el que se construiría la Iglesia de San Vicente, que veremos ahora, y donde se instalarían otras instituciones monásticas, como el Convento Casa Grande de la Merced o el colegio conventual de San Laureano.
Cuenta Manuel Jesús Roldán que este templo “recoge toda una tradición de leyendas con poca base histórica, como su fundación en el año 312 por el arzobispo Evidio, la supuesta elección del templo por San Isidoro para preparar su fallecimiento o el mítico intento del rey vándalo Gunderico para profanar la iglesia, lo que motivaría una supuesta reacción del demonio que abatiría al rey en el mismo atrio de la iglesia”.
En la actualidad, lo que en origen fue un templo mudéjar es un conjunto en el que se hacen presentes varios estilos arquitectónicos, según las modificaciones que ha ido sufriendo a lo largo de la historia. Así, como decimos, cuenta con una primera construcción mudéjar del siglo XIV que se sometería a una primera reforma en el siglo XVI; más adelante, en el XVIII, se llevaría a cabo una ampliación, y en el XIX, una remodelación en la que se añadirían detalles neogóticos. Asimismo, en los últimos años del siglo XX, se restauraría de manera integral, una intervención que, según algunas fuentes, conllevaría cierta polémica por el resultado.
De época mudéjar es la estructura de la iglesia, con planta rectangular y tres naves separadas entre sí por arcos apuntados sustentados por pilares. De entonces es también la portada que se abre a los pies, en la Calle de San Vicente, hecha de ladrillo. En el muro del Evangelio, hay una capilla que se añadió de posteriormente, espacio en el que se encuentran las imágenes de la Hermandad de las Siete Palabras; ésta se cubre con una bóveda octogonal suspendida con trompas36. De igual modo, es original la armadura de madera en forma de artesa37 que cubre la nave principal, aunque con muchas modificaciones, así como el ábside de nervadura gótica, con policromía azul del siglo XX, y las cubiertas de colgadizo de las naves laterales. En la cabecera de la nave de la Epístola, se construyó una capilla en 1584 que hoy acoge a la Hermandad de las Penas. Ya en el siglo XVIII, concretamente en 1755, el terremoto de Lisboa afectaría a la estructura del templo, interviniendo entonces el arquitecto Pedro de Silva, que construiría entre 1761 y 1782 la nueva Capilla Sacramental.
El acceso a la iglesia se efectúa habitualmente por la portada que se abre en el muro de la Epístola, datada en 1559 y coronada por un frontón recto en el que se muestra una imagen en relieve de Dios Padre, junto con la inscripción “DOMUS DEI ET PORTA COELI” (“Casa de Dios y Puerta del Cielo”). En esta misma fachada, hay un retablo con el Nazareno de las Tres Caídas, de la fábrica de José Navia.
La torre está al final del muro del Evangelio; construida en ladrillo, es de planta cuadrada y se compone de dos cuerpos, quedando el bajo abierto por varios vanos39 que permiten la entrada de luz hacia las escaleras. El cuerpo de campanas tiene un vano de medio punto40 en cada frente, estando rematado por un chapitel41 piramidal recubierto de azulejos.
Una vez en el interior, presidiendo el templo, hallamos el Retablo Mayor, obra de Cristóbal de Guadix, quien lo realizó entre los años 1690 y 1706. Está compuesto por un gran cuerpo central que compartimentan fuertes columnas salomónicas; en el centro, hay un baldaquino42 con una talla de San Vicente atribuida al taller de Pedro Roldán. En los laterales, cuenta con relieves en los que figuran distintos pasajes de la vida del santo. En el ático, hay un calvario43 formado por un crucificado del siglo XVI (del estilo de Roque Balduque) al que flanquean las tallas de San Juan y de la Virgen, del taller de Pedro Roldán. En el resto del retablo, hay distribuidos diferentes bustos de santos que fueron añadidos por Joaquín y José Cano en 1753. Durante la última restauración de la iglesia, se pintaría la bóveda de la cabecera en tonos rojos y azules, y se colocarían en el presbiterio los sitiales del coro, obra de Luis de Vilches de 1739.
En la cabecera de la nave de la Epístola, se encuentra, como dijimos antes, la capilla de la Hermandad de las Penas, construida en el año 1584 y ampliada más adelante, en el siglo XIX. En ella, se ha conservado un zócalo de azulejos creado por el ceramista Hernando de Valladares. La preside un retablo barroco44, reordenado en 1785, con una talla en primer plano de Nuestro Padre Jesús de las Penas, imagen del siglo XVII cercana al estilo del taller de Roldán; ésta proviene de un retablo del desaparecido convento carmelita de la Calle Baños y, originariamente, era una talla completa que fue adaptada como titular de la hermandad para vestirla con telas naturales. También en esta capilla se halla la Virgen de los Dolores, de finales del siglo XVIII y atribuida al escultor valenciano Blas Molner.
En el muro de este mismo lado derecho del templo, hay varias obras que destacar, como el relieve de la Serpiente de Bronce, realizada por Andrés de Ocampo en 1605, un lienzo de San Cristóbal del siglo XVIII o una Virgen del Carmen de candelero45. El Retablo del Descendimiento presenta un altorrelieve también de Andrés de Ocampo de comienzos del siglo XVII. Pasando un cancel46 moderno, hay una talla del Arcángel San Miguel, obra de Pedro Roldán. Ya en los pies, vemos una figura de San José y un tenebrario47, ambas piezas del siglo XVIII, además de una imagen de candelero de la Virgen de los Desamparados. De los pilares de la nave central cuelgan dos tablas significativas del siglo XVI: una, con Santa Bárbara con la torre, y la otra, con San Ignacio de Loyola.
Nos desplazaremos ahora a la nave del Evangelio, donde, en su cabecera, está la Virgen del Rosario, obra del siglo XVIII atribuida a Cristóbal Ramos. En la parte superior, cuelgan unas pinturas realizadas en 1636 por Francisco Varela en las que se representan escenas de la vida de San Vicente y que formaban parte del antiguo Retablo Mayor. A continuación, hay una imagen de la Virgen de la Cabeza (1554), talla de Roque Balduque. La siguiente capilla, con planta cuadrada y bóveda octogonal sobre trompas, acoge a los titulares de la Hermandad de las Siete Palabras: el Crucificado (1682), de Felipe Martínez, y la Virgen de los Remedios y San Juan, ambos de Manuel Gutiérrez Cano y del siglo XIX. La Virgen de la Cabeza, una imagen de candelero, fue en origen un ángel que había tallado Emilio Pizarro de la Cruz en 1878, habiendo sido readaptado en el siglo XX por Manuel Escamilla. En los muros de esta capilla, podemos destacar la tabla que representa a la Virgen de los Remedios, obra de Pedro Villegas Marmolejo de alrededor de 1590. Pasada la puerta que comunica con la Plaza de Teresa Enríquez, se halla una pintura de, una vez más, la Virgen de los Remedios, tabla de mediados del siglo XVI que ha sido atribuida al pintor flamenco Pedro de Campaña.
En este muro es donde se abre la Capilla Sacramental. Aquí, encontramos tres retablos datados de finales del siglo XVIII y cuya autoría ha sido atribuida a José Varela. El retablo del centro está dedicado al Nazareno de la Misericordia, hecho por Felipe de Rivas en 1641 y que fue muy remodelado en el siglo XX por Luis Ortega Brú para que saliera en procesión. Cuenta con tablas de notable interés que representan a San Benito, San Sebastián y San Roque, y que, en la parte posterior, se hallan pitadas en grisalla50 con la escena de la Anunciación; se trata de un tríptico hecho en el año 1530 por Jan van Hemessen en Amberes por encargo de la familia Alfaro, de la que algunos miembros están representados en las tablas. Asimismo, en esta capilla también veremos una pintura con una alegoría51 de la Eucaristía, obra de 1644 de Francisco de Herrera “el Viejo”.
A los pies de esta nave, está la pila bautismal, de trazas renacentistas, y una cruz de mármol datada en 1582 y que anteriormente se hallaba en la plaza contigua al templo.
Manuel Jesús Roldán nos habla así en su libro “Iglesias de Sevilla” de los personajes ilustres que han tenido relación con este templo: “En la iglesia se han bautizado numerosos personajes ilustres de la ciudad, como el almirante Antonio de Ulloa, el duque de Montemar o el pintor neoclásico Antonio María de Esquivel. Los muros de la iglesia acogieron la primera boda del escultor Juan Martínez Montañés, siendo también el escenario donde se veló y recibió la bendición nupcial Luisa Roldán, la célebre escultora del siglo XVII también conocida como la Roldana” y considerada como la primera escultora española registrada.
Localización: Calle de Miguel Cid, 1. 41002 Sevilla.
Iglesia de San Andrés. Portada a los pies del templo, posiblemente del siglo XV y restaurada en el XIX.
Desde aquí, nos desplazaremos hasta llegar a la Iglesia de San Andrés, en la plaza del mismo nombre. Fundada por Fernando III “el Santo” y construida, como las anteriores, en el siglo XIV, se trata de un templo gótico-mudéjar que, posiblemente, se levantara sobre un edificio religioso anterior del siglo XIII (algunos autores apuntan hacia una antigua mezquita). Durante el siglo XV, se llevaron a cabo en él algunas reformas, si bien los trabajos más importantes fueron los ejecutados por el arquitecto Pedro de Silva entre 1766 y 1778, que no cambiaría la imagen medieval de su estructura, pero sí la ornamentación de los retablos. Más adelante, en 1884, se realizó una serie de restauraciones, renovándose diez años después, en 1894, la Capilla del Sagrado Corazón. A finales del siglo XX, la iglesia amenazaba ruina, lo que motivó que se practicara una profunda restauración del edificio, obras que finalizarían en el año 2000.
Estamos ante un templo que sigue el tradicional modelo del gótico-mudéjar sevillano, con una planta rectangular de tres naves con arcadas de arcos formeros52 apuntados que sostienen pilares cruciformes. Las cubiertas son de madera, teniendo la de la nave central forma de artesa, con tres paños en el interior y dos aguas53 al exterior, y siendo las de los laterales de colgadizo, con un sólo paño.
El edificio cuenta con tres portadas. De ellas, la de la nave del Evangelio fue ampliada en el año 1953 para posibilitar la salida del paso de Santa Marta, por lo que perdería sus trazas originales, algo que sí han mantenido las otras dos por medio de sus arcos ojivales54. La que se abre a los pies de la iglesia es la de mayor tamaño de las tres; ésta fue restaurada en el siglo XIX, una intervención que haría que su aspecto nos parezca más cercano, temporalmente hablando. Cuenta con dos esculturas que aparecen sobre su arco y que representan a Dios Padre y un apóstol, posiblemente el titular de la iglesia, ambas datadas del siglo XV (quizás de cuando data la obra); queda rematada por una cornisa que sostienen canecillos55 con forma de cabeza de león. En cuanto al acceso del lado de la Epístola, abierto hacia la Plaza de San Andrés, éste presenta unos restos mudéjares que aparecieron durante la última restauración.
En el lado del Evangelio, en el exterior, vemos adosada una estructura rectangular de dos plantas. Se trata de la casa del párroco.
La torre no llegó a acabarse. Ésta se alza junto a la Capilla de Santa Marta, de la que hablaremos más adelante, y es de estructura mudéjar y planta cuadrada, presentando dos cuerpos; los primeros tramos son de sillares56 de piedra, con un vano con forma de tronera61, quedando separados del cuerpo superior por medio de una hilada de ladrillos horizontales. En el cuerpo alto sólo hay un vano escarzano62, estando todo ello rematado por una terraza en la que se ha instalado una espadaña con tres campanas. Esta espadaña es de un solo cuerpo y tres vanos de medio punto (los dos de los extremos más bajos que el central). Sobre la cornisa, hay un frontón triangular con remates en los laterales. En el centro, sobresale un vano rectangular ciego que remata una cornisa curva, donde hay una bola truncada con una cruz y una veleta de forja.
El área del presbiterio tiene forma poligonal y, en ella, se distinguen tres tramos, quedando cubierta por una bóveda de nervadura cortada en el centro por un nervio que recibe el nombre de espinazo63. En los muros, se han conservado unos arcosolios64 con restos de yeserías mudéjares. Este espacio se encuentra presidido por un retablo de Felipe Fernández del Castillo y Benito Hita del Castillo realizado entre 1732 y 1739, si bien debió de ser reformado en el último cuarto del siglo XVIII. Su distribución se organiza en torno a un banco, con un amplio cuerpo dividido por columnas en tres calles y rematado por un ático, estando estructurado por estípites. De la fecha en que se ejecutó la construcción del retablo parecen ser las tallas de San Pedro y San Pablo, en las calles laterales, y las de San Andrés y Santa Bárbara, en la central; en cambio, la Inmaculada que hay en el centro es anterior, siendo atribuida a Jerónimo Hernández y fechada alrededor de 1570, y pudiendo provenir del antiguo Retablo Mayor, un diseño de Asensio de Maeda que fue realizado en 1594. Desde 1483, la Capilla Mayor estuvo bajo el patronato de don Pedro de Villasís, receptor de la farda65. Aquí, en el presbiterio, destaca, igualmente, un apostolado66 que pudo salir a mediados del siglo XVII de algún taller seguidor de Zurbarán.
Pasamos ahora a la nave del Evangelio. En su cabecera, hay un retablo con estípites fechado en la segunda mitad del siglo XVIII y que se halla presidido por una imagen de la Dolorosa de alrededor de 1760 y atribuida a Benito Hita del Castillo. Ésta queda flanqueada por las figuras del jesuita San Francisco de Borja y de San Francisco de Paula. A continuación, hay una capilla lateral con una imagen del Sagrado Corazón del siglo XIX; de estética neogótica, cuenta en su retablo con unas pinturas hechas en 1904 por Virgilio Mattoni; asimismo, en esta capilla, que fue sede de la extinta Hermandad de San Lucas, del gremio de pintores, y que contó con destacadas obras de Murillo, hay parte de una sillería de coro de finales del siglo XVIII que proviene del desaparecido convento de monjas dominicas de la Pasión. A continuación, tenemos un retablo del siglo XVIII con las imágenes de San José y el Niño, en el centro, y de San Rafael y San Cayetano, en los laterales. Seguidamente, hay otro retablo, éste manierista67, de 1587 y obra de Andrés Castillejo, siendo las pinturas con que cuenta de Alonso Vázquez y estando datadas de la misma época; la calle central acoge una Inmaculada tallada por Gaspar Núñez Delgado a finales del XVI. A los pies de esta nave, está el retablo con la Virgen de Araceli, obra de 1944 del escultor y especialista en imaginería sevillano Antonio Castillo Lastrucci.
La capilla bautismal es de origen medieval y, en ella, fue enterrado don Jerónimo Suárez Maldonado, obispo de Mondoñedo, fallecido en el año 1545; su cuerpo sería encontrado incorrupto durante las reformas que se llevaron a cabo en el siglo XVIII. De planta cuadrada, se cubre con una bóveda de crucería cuyas nervaduras arrancan de ménsulas68 con forma de cabezas.
Toca ver ahora la nave de la Epístola. En su cabecera, también mudéjar, se pueden contemplar restos de pinturas murales, obra del pintor barroco sevillano Juan de Valdés Leal, que sería enterrado en esta parroquia; estas pinturas imitan la ornamentación de yeserías, además de representar a distintos personajes, como a los Evangelistas, los Padres de la Iglesia, o a Santa Inés, la Fe y San Juan Evangelista, estos tres últimos personajes en la bóveda. Esta área está conformada por dos espacios unidos y, actualmente, cumple la función de Capilla Sacramental de la iglesia. El retablo que aquí hallamos es del último tercio del siglo XVII y guarda un parecido estético con los trabajos de Bernardo Simón de Pineda; el retablo lo preside un relieve de la Virgen del Rosario, de Valdés Leal, quien también pintó los misterios del Rosario que rodean a la Virgen. Destacan, igualmente, las tablas de San Roque y de San Sebastián, ambas de Alonso Vázquez y datadas hacia el año 1590. Las representaciones de Santa Lucía y San Miguel son de la primera mitad del siglo XVI, mientras que el tema de la Eucaristía que se puede ver en la puerta es una obra de principios del XIX del platero neoclásico Blas de Amat. En el muro de esta nave, se abre una capilla mudéjar de dos tramos que se cubren con bóvedas de lacería69 asentadas sobre trompas; hoy, en ella se hallan las imágenes titulares de la Hermandad de Santa Marta, fundada por la Asociación de Hosteleros Sevillanos en 1948. La talla de Santa Marta es un trabajo de Sebastián Santos Rojas, quien la realizaría en 1950. Dos años más tardes, en 1952, Luis Ortega Brú haría las imágenes del Cristo, de la Virgen, de las Tres Marías, de San Juan, de San Nicodemo y de José de Arimatea. En 1956, este mismo autor hace una segunda Dolorosa, que sería sustituida en 1958 por otra, en este caso de Sebastián Santos, mientras que la de Ortega Brú sería adaptada como una de las Marías. Esta última Dolorosa, con la advocación de Nuestra Señora de las Penas, se halla situada en un retablo que hay en uno de los laterales de la capilla. Cuenta Manuel Jesús Roldán que “La notable talla del Cristo de la Caridad, que preside la estancia, fue enriquecida en su policromía por la propia sangre de su escultor”. Finalmente, en el muro de la nave, al lado de la puerta de acceso, hay una imagen de la Virgen del Carmen que puede ser fechada en el siglo XVIII.
En el año 1995, la Iglesia de San Andrés fue inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz con la categoría de Monumento.
Localización: Plaza de San Andrés, s/n. 41003 Sevilla.
Nos dirigiremos ahora hacia el Sur hasta llegar, en una de las cotas más elevadas de Sevilla y donde se dieron los primeros asentamientos de población, a la Iglesia de San Isidoro, templo construido a mediados del siglo XIV en estilo gótico-mudéjar, quizás, sobre otro anterior que, a su vez, podría haber sustituido a una mezquita musulmana. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, la iglesia se verá alterada por varias intervenciones que irán conformando el aspecto que iría adquiriendo; además, su ubicación en el antiguo barrio de la Costanilla, zona más antigua de poblamiento de Sevilla y habitada tradicionalmente por familias adineradas, condicionaría los añadidos y el enriquecimiento que tendría el templo.
En el exterior, llama la atención la ornamentación de la Capilla Sacramental, construida en ladrillo rojizo avitolado70 y con un retablo cerámico en el que se ha representado al Nazareno de las Tres Caídas, obra de 1946 del ceramista Antonio Kiernam Flores. Fuera, se han conservado algunas pinturas murales del siglo XVIII sobre la exaltación de la Eucaristía.
Cuenta con tres portadas, siendo la de los pies y la de la nave de la Epístola del siglo XIV, y la del lado del Evangelio, del siglo XVIII, misma centuria en que está fechada la torre. La de la Epístola es la más interesante de todas ellas, con forma de arco abocinado71 y decoración a base de dientes de sierra; la encuadra una moldura de terminación triangular que, en el interior de su vértice, acoge una estrella de David73, símbolo judío ampliamente utilizado en la arquitectura bajomedieval. Sobre ella, se alza la torre-campanario, de dos cuerpos y, según algunos autores, con un pasado musulmán, si bien otros ponen en entredicho este dato; reformada en el siglo XVIII, ha llegado a nuestros días con una imagen barroca. En el primer cuerpo, hay un nicho con un azulejo de San Isidoro que flanquean sendos medallones cerámicos con las imágenes de San Leandro y Santa Justa, mientras que el segundo queda rematado con un cuerpo de campanas decorado con pilastras con azulejos.
En el interior, tiene planta de salón74 y se distinguen tres naves, además del crucero75, que no sobresale del cuerpo del templo, y las capillas laterales, quedando las naves de los extremos separadas de la central por arcos de medio punto ligeramente peraltados76 que se sustentan en pilares cuadrangulares y que, en origen, antes de las reformas barrocas, eran arcos apuntados sobre pilares cruciformes. Los cubrimientos, como ya viéramos en templos anteriores, se hace por medio de una cubierta con forma de artesa repleta de lacerías de tradición mudéjar, en la nave central, y en forma de colgadizo, en las laterales, estando la techumbre datada de comienzos del siglo XVI. El crucero, en cambio, cuenta con una bóveda semiesférica sobre pechinas, mientras que sus brazos y la Capilla Mayor presentan una bóveda de cañón77; por su parte, el presbiterio se cierra con una bóveda rebajada decorada con pinturas murales y abierta con dos lunetos78.
Lado del Evangelio del templo, con la Capilla Sacramental, en ladrillo rojizo avitolado, y la portada, del siglo XVIII.
El Retablo Mayor es un diseño de 1752 del escultor Felipe del Castillo. Articulado por estípites, cuenta con tres relieves en cada lateral sobre la vida del santo titular de la iglesia, con ángeles y con la imagen de Dios Padre en la parte superior, figuras que se han atribuido a Benito Hita y Castillo. Presidiéndolo, tenemos una pintura con el tránsito79 de San Isidoro, obra de Juan de Roelas, con quien se establecieron las condiciones para su realización en agosto de 1613. En su origen, el lienzo formó parte de un retablo hecho por Miguel Boris, siendo sustituido por el actual. El sagrario, de comienzos del siglo XIX, lo firma Garay como autor. En la bóveda que cubre esta Capilla Mayor, Pedro Tortolero reprodujo en 1752 los bustos de San Fernando y San Hermenegildo rodeados por escenas de ángeles en unos escenarios arquitectónicos fingidos.
En la cabecera de la nave del Evangelio, destaca la decoración de azulejos que presenta su capilla, con motivos geométricos y representaciones masculinas, datada a comienzos del siglo XVII. Este recinto lo preside un Crucificado que recibe el nombre del Cristo de la Sangre; conocido también como Cristo de los Maestres por haber estado originalmente ubicado en una capilla bajo el patronazgo de dicha familia, se trata de una talla gótica realizada a mediados del siglo XIV.
A continuación, se halla la Capilla Sacramental, una de las joyas de la Sevilla barroca. Fue construida en el siglo XVI, momento en que se realiza la reja con que se cierra; sin embargo, se llevaron a cabo en ella en el siglo XVIII profundas reformas, siendo de esa centuria toda la ornamentación que luce en su interior. En la entrada, destacan dos lienzos: una alegoría de la Eucaristía y el Tránsito de la Virgen, atribuidos a Lucas Valdés y a Pablo Legot, respectivamente. En los muros, hay pintado todo un programa iconográfico con ensalzamientos a la Eucaristía y escenas del Antiguo Testamento, como por ejemplo el Traslado del Arca de la Alianza, de características estilísticas igualmente de Lucas Valdés. El retablo barroco, datado entre los años 1706 y 1708, y obra de Jerónimo Balbás y Pedro Duque Cornejo, fue un encargo del comerciante flamenco Juan Bautista Melcampo, que sería enterrado en esta misma capilla. Se estructura en torno a un camarín80 central que simula ser una arquitectura de planta ovalada que sobresale entre una rica decoración de elementos vegetales, frutas, ángeles, flores, etc. y que queda rematado por sendos ángeles que descorren un cortinaje. El retablo está presidido por una imagen de la Virgen de las Nieves, talla, según Manuel Jesús Roldán, “de estética fernandina, aunque probablemente realizada a fines del siglo XVI”. A ésta la flanquean las tallas de San Sebastián y San Roque. En la zona del ático, hay una hornacina central con un Niño Jesús y se muestra, asimismo, al Padre Eterno siendo coronado por Santo Tomás de Aquino y San Ignacio de Loyola.
Seguidamente, encontramos la capilla de la Hermandad de las Tres Caídas, construida en el año 1765 sobre una antigua capilla perteneciente al linaje de los Olivares (de hecho, se conserva el sepulcro de Gonzalo de Herrera y Olivares, de 1579). Acoge en su interior dos retablos con las imágenes de los titulares de la hermandad. Por un lado, el de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, obra de Alonso Martínez de alrededor de 1667 con retablo anónimo de hacia 1765 articulado por estípites y profusa decoración; al lado del titular, están las tallas de San Isidoro y San Leandro, hechas por Cesáreo Ramos en 1805; queda coronado el ático por un manifestador donde, antiguamente, se exponía la Sagrada Forma. Y por otro lado, el de la Virgen de Loreto, con talla del siglo XVIII de autoría anónima y reformada en 1955 por Sebastián Santos. También de esta hermandad es la talla del Cirineo que se expone en el pasillo de salida hacia la puerta del lado de la Epístola, realizada por Francisco Antonio Gijón en 1687.
La siguiente es la Capilla Bautismal, mudéjar del siglo XIV y donde hay una copia de lienzo del Bautismo de Cristo basada en el original de Murillo que se encuentra en la Capilla de San Antonio de la Catedral de Sevilla.
Finalmente, a los pies de esta nave, está el Retablo de San Antonio, del siglo XVIII y a la que ya en época moderna se añadió un frente de azulejos de imitación antigua.
Pasamos ahora a la nave de la Epístola, donde comenzaremos a recorrerla por sus pies. Aquí, hallaremos el Retablo de las Ánimas, presidido por una pintura de finales del siglo XVII; en el banco, se muestra una imagen del Despedimiento, momento de la despedida de Cristo camino de la Pasión. A continuación, está la Capilla de la Virgen de la Salud, un espacio mudéjar con una profusa ornamentación de yeserías en la bóveda, ésta sustentada por trompas y rematada por una linterna81; está presidida por una talla de la Virgen de la Salud del siglo XVI que, de ser completa, pasó a ser adaptada como imagen de vestir en el siglo XVIII y que es conocida como la Virgen Canaria por su atribución al artista canario José Luzán Pérez; llama la atención la natural colocación del Niño en el regazo de la Virgen, llamado oficialmente Dulce Nombre de Jesús y, de manera popular, el Chato de la Costanilla. Más adelante, se halla el Retablo de San José, obra de 1742 de Lorenzo Pérez Caballero con una talla del santo entre estípites hecha en el mismo año por José Montes de Oca. Sigue una tabla de Pedro de Campaña de 1560 en la que se representa a San Pedro y a San Antonio Ermitaño recibiendo el pan de Cielo en el pico de un cuervo. Por último, en la cabecera, está la Capilla de los Villalpando, de principios del siglo XVII y con paños de azulejos de 1609; ésta contaba con un retablo de San Juan Nepomuceno que, posteriormente, fue sustituido por una talla de San Alberto a la que acompañan pinturas de la Resurrección, de San Antonio y de Santa Inés. Cabe señalar, asimismo, que en los muros de esta nave de la Epístola se pueden contemplar algunas pinturas reseñables, como un San Jerónimo y un San Pedro de principios del siglo XVII.
El 25 de julio de 1995, la Iglesia de San Isidoro fue declarada Bien de Interés Cultural.
Localización: Calle Augusto Plasencia, 2. 41004 Sevilla.
Avanzamos ahora hasta llegar a la Iglesia de San Esteban, lugar en el que fue bautizado en 1622 el pintor Juan de Valdés Leal, así como otras personalidades importantes, como el capuchino Fray Isidoro de Sevilla, a quien se debe la creación de la devoción a la Divina Pastora.
Construida, como las demás, en el siglo XIV, las dos portadas con que cuenta fueron realizadas ya en el XV. Posterior es la torre, del siglo XVIII. Se trata de un edificio de estilo gótico-mudéjar que durante la Revolución de 1868 llegó a ser suprimido como parroquia, y vendido y usado como almacén de industria, aunque, por suerte, pudo ser salvado de ser derribado para reutilizar sus piedras. Cercana a la Casa de Pilatos, vivienda de la familia Medinaceli, originariamente la iglesia contó con un pasadizo elevado que comunicaba ambos inmuebles, pero lamentablemente éste no ha llegado a nuestros días.
Durante la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), la iglesia fue convertida en cuadra y, más adelante, en 1843, con Sevilla asediada por las tropas carlistas, una bomba cayó sobre el templo, destrozando la techumbre y hundiendo una de las bóvedas sepulcrales.
Entre los años 1926 y 1928, el edificio fue restaurado por el arquitecto Juan Talavera y Heredia. Ya en la década de los años 70, y después de ser declarado Monumento Histórico-Artístico en 1968, fue nuevamente restaurado por José Menéndez Pidal y Álvarez. Entre 1988 y 1989, los arquitectos Julio Monzón Giles y Juan Luis Muñoz Muñoz llevaron a cabo una serie de reparaciones en las cubiertas, en las decoraciones de las portadas y en las fachadas. Finalmente, una nueva restauración en los años 90 devolvería a la iglesia su aspecto original.
Hasta aproximadamente 1960, la Iglesia de San Esteban sería parroquia, año en que pasaría a convertirse en filiar de la Parroquia de San Bartolomé.
Como decíamos antes, al exterior se abren dos portadas. Por un lado, la de los pies, que da a la Calle Medinaceli, estructurada con los típicos arcos ojivales que forman sucesivas arquivoltas82 de estilo gótico; la ornamentan dientes de sierra y se remata por un alero que sostienen ménsulas con forma de cabeza de león. Justo por encima del arco, hay un friso de arquillos polilobulados de características islámicas, con las figuras del Salvador en el centro y, bajo doseletes83, en los laterales, las de San Lorenzo y San Esteban; por encima de la portada, hay un rosetón84 que da luz a la nave central, contando con otros dos que iluminan las laterales. Por otro lado, la otra puerta, que da a la Calle San Esteban, es igualmente abocinada, siendo por ella por la que se accede habitualmente al templo. Se decora con dientes de diamante en el intradós85 de la arquivolta interior, lo cual, como apunta Roldán en su libro “Iglesias de Sevilla”, dificulta “la salida del paso de palio de la Virgen de los Desamparados”. Justo sobre la clave86 del arco, hay una hornacina que acoge una imagen de San Esteban, con una inscripción a sus pies en la que aparece el año “1618”.
La cabecera es poligonal y, en el exterior, se halla reforzada por contrafuertes en los vértices, entre los cuales se abren vanos geminados87 apuntados; el conjunto queda coronado por un antepecho90 rematado por almenas91 escalonadas.
En cuanto a la torre, ésta se sitúa entre la cabecera y la portada del muro de la Epístola. Fue construida posteriormente al templo, en concreto, en el siglo XVIII. De trazas lisas, está dividida en dos cuerpos por una moldura de ladrillo, destacando la tronera que se abre en la pared que da a la Calle San Esteban. En el cuerpo de campanas, se hay cuatro arcos de medio punto, uno en cada frente, flanqueados por pares de pilastras toscanas92 sobre las que apoya una cornisa moldurada coronada por adornos de cerámica vidriada. En el centro, asciende el chapitel que la cubre, octogonal y cubierto por azulejos vidriados blancos y azules, y rematado por una cruz y una veleta de forja.
Pasamos al interior de la iglesia, donde veremos un templo de tres naves divididas en tres tramos, con presbiterio y, a los pies, el coro; aquí, la nave de la Epístola es más estrecha que la del Evangelio, estando las tres separadas entre sí por medio de pilares cruciformes sobre los que descansan arcos apuntados doblados. La central se cubre por medio de un artesonado mudéjar de tres paños, mientras que las laterales tienen, como ya vimos en casos anteriores, cubiertas de colgadizo. Por lo que respecta al presbiterio, éste tiene bóvedas de nervaduras góticas.
El Retablo Mayor fue concertado en el año 1629 con Luis de Figueroa y se compone de banco, dos cuerpos y ático. Su ornamentación se llevó a cabo a base de pinturas, algo, en palabras de Roldán, “poco frecuente en Sevilla”. En la calle central, se representó la Lapidación del protomártir San Esteban, la Adoración de los pastores y, en el ático, un Crucificado, todas ellas obras atribuidas a los hermanos Miguel y Francisco Polanco. En las laterales, obra de Francisco de Zurbarán, se ven, en el banco, la Visión de San Pedro y la Conversión de San Pablo; en el primer cuerpo, a San Pedro y San Pablo; y en el ático, a San Hermenegildo y San Fernando.
Cabe mencionar también, en esta zona del presbiterio, la mesa de altar, hecha en ladrillo con un paño de alicatado103 mudéjar del siglo XIV con motivos geométricos en la parte frontal, decoración que fue hallada en unas obras que se habían llevado a cabo en la Capilla Mayor.
Recorramos ahora las naves laterales. A los pies del muro de la Epístola, está el Retablo de Santa Ana, del siglo XIX, misma datación que la de su grupo escultórico. Muy cerca, hay un cuadro de la Virgen de la Antigua, del siglo XVII. Otro retablo, éste de estilo neoclásico, acoge una imagen de la Virgen de los Desamparados, titular de la Cofradía de San Esteban, fundada en 1928 y saliendo en procesión por primera vez un año después; su talla es de candelero, siendo su autor el escultor Manuel Galiano, quien la realizó en 1923. El otro titular de la hermandad es el Cristo de la Salud y el Buen Viaje, recibiendo culto en la cabecera de esta nave del templo, dentro de una capilla de planta cuadrada cubierta con una bóveda de arista104. Se trata de una escultura cuyos busto y cabeza son de barro cocido de finales del siglo XVI, mientras que el cuerpo es de madera y fue añadido en el XVIII; en él, destacan, asimismo, las lágrimas de cristal que caen por su rostro.
Atravesamos el presbiterio y llegamos a la cabecera del lado del Evangelio, donde tenemos un retablo neobarroco del siglo XVIII dedicado a Nuestra Señora de la Luz. A continuación, está la Capilla Sacramental, que queda cerrada por una verja de madera datada en la segunda mitad del siglo XVII; de planta cuadrada y cubierta con una cúpula rebajada sobre pechinas, cuenta en su portada y en el interior con una profusa ornamentación de yeserías que puede fecharse en la segunda mitad del siglo XVII (las del interior, policromadas, están datadas en el año 1767). Las paredes se decoran con un zócalo de azulejos también del XVII. El retablo que aquí tenemos es de la misma centuria y, en el centro, acoge una escultura de la Inmaculada cuya autoría se ha atribuido al escultor Agustín de Perea, estando datada del último tercio del siglo XVII. Sobre el acceso al recinto sacramental, hay una pintura de San Juan de la Ribera, del mismo siglo anterior. A los pies de la nave, vemos un retablo barroco del siglo XVIII con las tallas de San José, San Antonio de Padua, San Bartolomé y San Blas, todas fechadas de la misma época. Asimismo, en este muro hay un lienzo barroco anónimo sobre la decapitación de San Juan Bautista.
Localización: Calle San Esteban, 1. 41003 Sevilla.
Vamos continuando hacia el Norte y llegamos a la Iglesia de Santa Catalina, un templo que debió de ser construido en el siglo XIII, pero que, tras el terremoto que en 1356 sacudió el Cabo de San Vicente y causó grandes daños en la ciudad de Sevilla, fue reconstruido en estilo gótico-mudéjar, reaprovechándose el alminar de una antigua mezquita para levantar la torre-campanario. En la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, podemos leer que “Se encuentra situada en el mismo lugar en el que existió un templo romano, sobre el cual se levantó una iglesia visigoda y posteriormente una mezquita”.
En el siglo XVI, fue notablemente intervenida, al igual que en el XVIII, momento en que fue reformada la Capilla Mayor y se añadió la Capilla Sacramental, y en el XIX, centuria en la que se reformaría la torre y se derribarían algunas construcciones particulares que, hasta entonces, habían estado adosadas a la iglesia. Durante la Revolución de 1868, se pensó en derribar el edificio para abrir en su lugar una gran vía de acceso al centro, si bien consiguió escapar a dicho proyecto, aunque sería cerrada al culto, siendo entonces convertido en club republicano. Tras ser arrendada como almacén de madera, la iglesia se reabriría al culto el 3 de octubre de 1869. Ya en el siglo XX, tuvo la suerte de no sufrir ningún daño en el tiempo que duró la Guerra Civil.
En el interior, como ya hemos visto en las demás iglesias, cuenta con tres naves, y posee una portada hecha de ladrillos y con arcos polilobulados que son visibles desde el exterior ya que, como nos recuerda una placa, a su puerta principal se trasladó la antigua portada de la Iglesia Parroquial de Santa Lucía. Se trata de una portada ojival de piedra formada por arcos apuntados abocinados soportados por columnillas. En la parte superior, a ambos lados, se distribuyen cuatro deterioradas esculturas de piedra bajo doseletes góticos, de las cuales sólo es reconocible la imagen de Santa Lucía, que porta sus ojos en una bandeja. Sobre la clave, hay otra figura, en este caso de la Virgen con el Niño. El templo cuenta con dos portadas más. Por un lado, la del lateral izquierdo, de trazas muy sencillas y, posiblemente, reformada en el siglo XIX, y por otro lado, la del muro derecho, compuesta por un modesto arco ojival de ladrillo.
Al lado de la portada de la nave de la Epístola, se alza la torre-campanario, cuyo origen podría remontarse a la antigua mezquita del Adarvejo, pudiendo ser los sillares de piedra los restos de su primitivo alminar. El resto de la torre está hecho de ladrillo ya en época mudéjar y presenta una ornamentación a base de paños de sebka105, algunos de los cuales fueron eliminados en la restauración que se llevó a cabo en 1881, arquillos polilobulados ciegos y cuatro vanos, uno en cada uno de sus frentes, con forma de arco de herradura. Se remata con almenas escalonadas, las cuales fueron rehechas en la restauración antes mencionada.
Al exterior, se pueden contemplar los añadidos correspondientes a la capilla de la Hermandad de la Exaltación, la Capilla Sacramental, con azulejos en la ventana con símbolos del Rosario, y los absidiolos109 de ladrillo y arcos polilobulados junto a la portada de acceso, una ubicación de difícil explicación. También fuera del templo, se puede ver una cruz de forja que procede del antiguo cementerio parroquial, situado antaño anejo a la iglesia, además de un retablo cerámico de Santa Lucía, de Antonio Kiernam, y otro neobarroco, también de azulejos, con la imagen del Cristo de la Exaltación, de Manuel Cordero Oliva y que fue colocado en 1985.
Dentro, las naves se hallan separas entre sí por pilares ligeramente cruciformes que sustentan arcos apuntados de ladrillo visto, siendo la cabecera de dos tramos: uno, poligonal, y otro, rectangular. Las bóvedas quedan cubiertas con artesonados de madera, en la nave central, de tres paños con la técnica de par y nudillo110, y en las laterales, a un agua, en forma de colgadizo. La cubierta de la zona del presbiterio es una bóveda de crucería, con los nervios de ladrillo, y la clave y los puntos de arranque tallados en piedra.
Aquí, tenemos el Retablo Mayor, de Diego López Bueno, fechado entre los años 1624 y 1629, y reformado durante la restauración que ejecutó el arquitecto José Tirado, maestro mayor de las obras de la Catedral. En él, se pueden contemplar distintas escenas pictóricas de la vida de Santa Catalina. La zona central la preside, dentro de un camarín hecho en las obras de 1701, una talla de la santa de comienzos del siglo XVIII. La iconografía del retablo la completan, en el primer cuerpo, las tallas de San Pedro y San Pablo, y en el segundo, las de San Juan Evangelista y San Sebastián.
Vamos al muro del Evangelio, donde, al lado de un cuadro del Bautismo de Cristo, obra de 1689 de Francisco García de la Vega, se abre la Capilla de la Virgen del Rosario, en la cual se halla esta imagen del siglo XVIII (en origen una talla completa y, posteriormente, convertida en imagen de vestir), escoltada por San Félix de Cantalicio y San Benito, formando parte de un retablo del siglo XVII. En la cabecera, está la Capilla Sacramental, de principios del siglo XVIII (en 1721, la Hermandad Sacramental pidió la cesión del solar al Ayuntamiento, su propietario entonces, durando las obras hasta 1736) con diseño de Leonardo de Figueroa, quien dirigiría los trabajos hasta 1732 junto con sus hijos, Matías y Ambrosio de Figueroa, año a partir del cual ya figura el maestro albañil Juan Serrano. De planta rectangular, cuenta con una linterna octogonal y se halla rematada, en el exterior, por una imagen de la Fe hecha en 1724 por el maestro cantero Miguel Quintero (en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía hay discrepancias con estos datos, pues se afirma que “La estatua de la fe (sic) que corona la linterna, las yeserías y maderas doradas del interior fueron realizadas por Pablo Guizado en 1730”), autor, asimismo, del zócalo de mármol rojo y negro. En 1734, sería solada de mármol por el maestro cantero Fernando Jordán. Dentro, se caracteriza por su horror vacui, u horror al vacío113, pudiendo ver por todas partes tallas, pinturas y yeserías decorando el espacio. La cabecera de esta capilla la ocupa un retablo con la Inmaculada, obra de Felipe Fernández del Castillo y Benito Hita del Castillo acabada en 1753; la talla de la Virgen queda rodeada por un recargado conjunto ornamental formado por ángeles atlantes, rocallas, ménsulas, etc. En el primer cuerpo, están las imágenes de Santo Tomás de Aquino y de San Juan Nepomuceno, mientras que en el ático, en una hornacina, hay una talla de San Sebastián que flanquean las santas Justa y Rufina, patronas de Sevilla. La escenografía del retablo se completa con unos ángeles y unas pinturas de efecto ilusorio, obra de 1730 de José García. El resto de la capilla cuenta con un programa pictórico con representaciones de escenas sobre la Eucaristía comenzado por Pedro Tortolero y continuado por Vicente Alanís. Asimismo, hay unos óvalos de Pedro Duque Cornejo que enmarcan pinturas de Domingo Martínez. En el lateral izquierdo, se ve una tabla del Cristo del Perdón, datada en 1546 y obra de Pedro de Campaña, y enmarcada en un retablo realizado en 1756 por Felipe Fernández del Castillo. Unas vitrinas exponen una serie de figuras de barro que representan escenas relativas a la Eucaristía: a Jesús con los discípulos de Emaús, la Cena Pascual, la Comida en casa de Simón y la Última Cena.
Antes de cruzar al otro lado, en el muro derecho del presbiterio, se abre la antigua Capilla de los Carranza, fundada en el siglo XVI, concretamente en 1573, tal y como nos recuerda la lápida de la entrada. En ella, de planta cuadrangular y cúpula sobre pechinas, vemos el Retablo de la Asunción de la Virgen, del XVII.
Pasamos ya a la nave de la Epístola, donde, en su cabecera, hallamos un retablo del siglo XVIII con una talla de la Virgen del Carmen, obra de candelero hecha en 1867 por el escultor sevillano Manuel Reyes Gutiérrez Cano. A continuación, se sitúa la Capilla de la Exaltación, construida en el siglo XV, con planta cuadrada y cubierta por una bóveda con paños decorados con azulejos del siglo XVII. En esta capilla, tiene su sede la Hermandad de la Exaltación, conocida popularmente como “los caballos”, por ser éste el animal que se ve en uno de sus pasos que procesiona por las calles de Sevilla cada Semana Santa. Preside el espacio el titular de la hermandad, un Crucificado, obra de 1687 de Pedro Roldán, a cuyos pies se sitúa una talla de la Virgen de las Lágrimas, del siglo XVIII y autoría anónima. El retablo lo completan unos ángeles hechos por Luisa Roldán, quien también ejecutaría las imágenes de los dos ladrones que van en las andas114 procesionales de la hermandad el Jueves Santo.
En el muro de la nave, hay un retablo de la segunda mitad del siglo XVII con un grupo que muestra a Santa Ana con la Virgen Niña, figuras éstas de principios del XVIII. A los pies de este lateral, se encuentra el Retablo de Santa Lucía, presidido por una talla del siglo XVIII traída aquí desde el Convento de las Mínimas y sustituyendo, así, a la original, que provenía de Santa Lucía. Junto a este retablo, se pueden ver varios exvotos115, como ojos de latón que aluden a sanaciones milagrosas y que dotan el templo de un aspecto característico.
Localización: Calle Alhóndiga, s/n. 41003 Sevilla.
Nos desplazamos ahora hasta el barrio de San Román, una zona situada en la periferia de la ciudad y alejada de otras collaciones más céntricas y adineradas, donde veremos el templo que le da nombre: la Iglesia de San Román. Es ésta otra de las parroquias gótico-mudéjares que fueron reconstruidas en tiempos de Pedro I tras los daños ocasionados por el terremoto del Cabo de San Vicente.
Varias fueron las intervenciones y los añadidos que se sucedieron en el edificio a lo largo de los años. Así, en el siglo XVIII, se construyó la torre barroca, siendo las obras supervisadas por el arquitecto José Tirado. Más adelante, en 1911, se fusionaría administrativamente con la vecina Parroquia de Santa Catalina, y en 1936, el 18 de julio, sería incendiada, perdiéndose una gran cantidad de patrimonio artístico. Tal fue el caso del Retablo Mayor, que presentaba una imagen de San Román que algunos autores atribuían al escultor Juan Martínez Montañés. Del mismo modo, también se perdió el ajuar de la Capilla Sacramental, la talla renacentista de la Virgen de la Granada, de Roque Balduque, y las imágenes titulares de la Hermandad de los Gitanos, del siglo XVIII y cercanas al estilo de José Montes de Oca. El templo volvería a abrir en 1947. Sin embargo, sería cerrado una vez más, en esta ocasión entre 1990 y 2004, con motivo de una restauración integral que afectó a todo el inmueble y en la que, además, se dejó al descubierto la portada lateral que da a la Calle Enladrillada, oculta hasta entonces por una edificación carente de interés.
De la iglesia original, tan sólo ha llegado a nuestros días su estructura arquitectónica. En el muro principal, se ha conservado una portada de estilo gótico con cantería abocinada y que mantiene los canecillos medievales del tejaroz116, así como una pequeña escultura en piedra de San Román; sobre ella, hay un óculo117 de notable tamaño y, por encima de él y a los lados, tres más pequeños. Además de esta principal y de la que se abre en la Calle Enladrillada, la iglesia cuenta con otra portada en la Calle Sol, si bien ésta se halla cegada. Se pueden contemplar dos azulejos de factura moderna dedicados a San Román y a Santa Catalina, y llaman la atención dos ventanas saeteras118 de ladrillo con forma de arco polilobulado y con alfiz119 de estilo mudéjar. Asimismo, destaca la torre, de fábrica barroca, decorada con columnas salomónicas de alrededor de 1700 y pintada con colores almagro122 y albero124; el chapitel, recubierto con azulejos azules, fue rehecho durante la última restauración.
Como los demás templos ya vistos hasta ahora, el de San Román cuenta en su interior con tres naves, con la central más alta y más ancha que las laterales; ésta se cubre con un artesonado de madera con siete tirantes125 con lacería, mientras que las que la flanquean lo hacen mediante forjados de madera de colgadizo. En el interior, también podemos ver que se han conservado los pilares cruciformes de la fábrica original, así como la bóveda vaída que hay antes del presbiterio y la Capilla Sacramental, ésta con un moderno artesonado de madera por cubierta.
Cuenta Manuel Jesús Roldán que “Uno de los grandes aciertos de la última restauración fue la colocación de un nuevo retablo mayor, recompuesto con diferentes piezas a partir de dos retablos diferentes”. El ático pertenecía al antiguo retablo del Hospital de San Hermenegildo y se compone de tres pinturas sobre tabla, obra de Alonso Vázquez de 1603; éstas representan la Trinidad, en el centro, y las alegorías de la Fortaleza y de la Templanza, en los laterales. El sotabanco126 y los dos cuerpos son de un retablo anónimo distinto datado de finales del siglo XVII. El conjunto proviene del Hospital de las Cinco Llagas, habiendo estado también en el Hogar de la Virgen de los Reyes. El Retablo Mayor que tenemos hoy cuenta, en el cuerpo central, con una imagen del siglo XVIII de la Virgen con el Niño, la cual se encuentra flanqueada por el arcángel San Rafael y San Fernando; en el cuerpo superior, hay una talla moderna de San Román, obra de Francisco Berlanga que aparece junto con las pinturas de San Sebastián y San Roque. El banco, de estilo neobarroco, fue realizado y añadido en el siglo XX.
En el muro del Evangelio, se abre la Capilla Sacramental, que en 1936 perdió su retablo, realizado en estilo barroco en 1711 por Pedro Esteban de Torres. Actualmente, la preside un pequeño Crucificado y dos retablos del siglo XVIII que acogen sendas imágenes de San José con el Niño y San Antonio de Padua. A continuación, hay un retablo neoclásico con un grupo escultórico de la Trinidad datado hacia el año 1700. También en este muro, se ven varias imágenes, como una Inmaculada del siglo XVIII expuesta en una urna de madera y cristal.
Pasamos ahora a la nave de la Epístola, donde veremos una talla del Cristo de la Reconciliación de alrededor de 1600 y que proviene del primitivo Convento de Nuestra Señora de la Paz, sede, hoy, de la Hermandad de la Sagrada Mortaja; en la década de los 90 del pasado siglo XX, se llevó a cabo una restauración que devolvió a la figura su policromía original, añadiéndose en ese momento un nuevo sudario127 de telas encoladas.
Localización: Plaza de San Román, 3. 41003 Sevilla.
A unos escasos 200 metros de San Román, encontramos la Iglesia de San Marcos, uno de los templos más castigados pues, a lo largo de los siglos, ha sido pasto de las llamas en no pocas ocasiones. Construida, como las demás, en el siglo XIV, en 1470 fue incendiada en medio de los enfrentamientos que había entre las casas ducales de Medina Sidonia y Arcos, siendo reconstruida en 1478. Tiempo después, ya en el siglo XVIII, otro fuego se cebó con el templo. Con el estallido de la Guerra Civil, sufrió otro nuevo incendio, perdiéndose en esa ocasión la mayor parte del patrimonio artístico que poseía, como el Altar del Cristo del Amor, un retablo con el primitivo titular de la parroquia, una serie pictórica, obra de Matías de Arteaga, o las imágenes titulares de la Hermandad de la Hiniesta, que por entonces tenía su sede en esta iglesia, entre otras piezas.
A pesar de su mala fortuna, ha conseguido conservar hasta nuestros días una gran parte de su aspecto gótico-mudéjar, si bien forma parte del conjunto de iglesias que fueron reformadas e incluso reedificadas tras el terremoto del Cabo de San Vicente, en 1356. Varias e importantes han sido, además, las reformas arquitectónicas que se han sucedido en el templo. Ejemplo de ello fue la intervención que se llevó a cabo en 1793, donde se debió de alterar bastante su interior. También en el siglo XVIII, fue modificada la torre mudéjar, momento en que fue recrecida con una espadaña; asimismo, desaparecería el reloj que se había instalado en 1765 y con el que se había sustituido a otro anterior realizado en 1553 y que había sido dañado en el terremoto de Lisboa de 1755; en 1916, en una restauración dirigida por Aníbal González y costeada por Federico de Amores y Ayala, conde de Urbina, la torre perdería el reloj y algunos elementos decorativos, como un retablo añadido que aparece en antiguos grabados del siglo XIX. En 1881, las cubiertas se encontraban en un profundo estado ruinoso, motivo por el cual la iglesia fue cerrada mientras se ejecutaban los trabajos de restauración, obras en las que también se reformó la capilla principal y se trasladaron hasta ella algunas piezas que provenían del desaparecido Convento de Santa María de las Dueñas.
En el exterior, la portada está realizada en piedra y sigue el modelo ya visto de arquivoltas ojivales con ornamentación de puntas de diamante. Sobre ella, aparece un friso con arcos polilobulados sobre columnillas y paños de sebka; por encima, hay una cornisa sustentada por ménsulas con cabezas de león. Las imágenes del Padre Eterno y de la Anunciación (el arcángel San Gabriel y la Virgen) son esculturas que fueron añadidas en el siglo XVIII para sustituir las originales. El templo cuenta con otra portada en uno de sus laterales, en este caso, de estilo renacentista, decorada con pilastras y, en la actualidad, cegada.
Torre mudéjar del templo, posiblemente construida sobre los restos de un alminar y recrecida con una espadaña en el siglo XVIII.
La torre se alza junto a la portada principal y, si bien hay algunos autores que apuntan a que esta iglesia no se construyó sobre lo que antes había sido una mezquita, en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía se afirma que “Se conservan restos del alminar de la antigua mezquita [...] a los pies de la nave del Evangelio”. Construida en ladrillo, es de planta cuadrada y se compone de tres pisos, abriéndose en sus muros una serie de vanos que van creciendo de menor a mayor según se asciende, de modo que, mientras que la ventana inferior es un solo vano, las superiores son dos arcos polilobulados separados por una columnilla central. En el cuerpo superior, vuelve a repetirse el friso de paños de sebka.
Dentro, el templo se organiza en tres naves separadas entre ellas por pilares en los que se sustentan arcos de herradura enmarcados por un alfiz. Las cubiertas originales no se han conservado, debido a los incendios de los que hablábamos anteriormente, de modo que la nave central se cubre con una cubierta a dos aguas y, las laterales, a una sola, habiéndose añadido todas ellas en la restauración realizada en 1987. A la nave del presbiterio se accede traspasando un gran arco triunfal ligeramente apuntado para cuyo sostén se reutilizaron columnas y capiteles romanos. El ábside, de poca profundidad, es de dos tramos (rectangular, el primero, y poligonal, el segundo) y se cubre con una bóveda de nervadura gótica.
La pieza más importante que podremos contemplar en el interior de la iglesia es la talla de San Marcos que preside la nave del Evangelio, obra del siglo XVII y atribuida al círculo de Juan de Mesa. Asimismo, hay algunas imágenes modernas, como el Crucificado del presbiterio o el Cristo yacente que hay en uno de los arcos laterales. De igual modo, destacan varias lápidas de notable interés, como la de don Leandro de Herrera, Procurador Mayor de Sevilla, fallecido en 1606, o la de Rodrigo Fragoso, párroco del templo, enterrado en 1625.
Como curiosidad, cabe mencionar que en esta iglesia tendría lugar la boda entre Luisa Roldán, primera escultora española registrada, y el dorador Luis Antonio de los Arcos, una boda a la que se oponía el padre de la primera, el escultor sevillano Pedro Roldán.
El 4 de junio de 1931, la Iglesia de San Marcos fue declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.
Localización: Calle Vergara, 2. 41003 Sevilla.
Iglesia de Santa Lucía, actual sede del Centro de Investigación y Recursos de las Artes Escénicas de Andalucía.
Nos desplazaremos ahora hasta la Iglesia de Santa Lucía, en la calle del mismo nombre, templo que, al estar cerca de otros mayores, como San Román o San Julián, pudo tener en origen un carácter secundario. Su construcción, como las demás, debió de llevarse a cabo en el siglo XIV y aunque tradicionalmente se ha apuntado que podría haberse levantado sobre una antigua mezquita, diversos “estudios posteriores han constatado la originalidad de un estilo estructuralmente cristiano (naves, bóvedas, puertas ojivales, ábsides, esculturas...) que convive con elementos constructivos (uso del ladrillo y de la madera) y decorativos (azulejos, arcos polilobulados, yeserías...) de origen musulmán”, tal y como indica Manuel Jesús Roldán en su libro “Iglesias de Sevilla”. Algunos autores apuntan que la Iglesia de Santa Lucía aparece referenciada en determinadas fuentes documentales de 1285, por lo que, de ser así, estaríamos ante una de las parroquias más antiguas de Sevilla. En cuanto a su creación, ésta está vinculada al arzobispo don Remondo.
El terremoto del año 1355 afectaría a la fábrica, algo que se ha conocido gracias a las fuentes documentales, en las que aparecen anotaciones sobre diversas obras llevadas a cabo en el edificio. A comienzos del siglo XVIII, se remodelaría el presbiterio.
En el interior, presentaba el esquema que hemos visto hasta ahora: tres naves, presbiterio de piedra, portada ojival y torre adosada a los pies que, en este caso, quizás se utilizaron materiales de acarreo de un templo romano.
Poseyó interesantes lienzos de artistas como Juan de Roelas, Andrés Pérez y Francisco Varela, además de retablos de estilo barroco, algunas imágenes con autoría atribuida a Alonso Cano y algunas destacadas piezas de orfebrería.
Terminada la Revolución de 1868, la iglesia fue desacralizada128, aunque por suerte escapó de ser derribada, si bien los bienes que albergaba pasaron, una vez inventariados, al Museo de Bellas Artes, a la Parroquia de San Julián, a la de Gibraleón, a la del Salvador o a la Catedral. El retablo de la Virgen de Regla se trasladó al municipio sevillano de Espartinas, mientras que el coro se cambió a la sala de juntas de la Hermandad Sacramental de San Bernardo.
Varios fueron los usos que se dio al inmueble a partir de ese momento. Así, fue local de la “Tertulia Democrática y Reunión de Artesanos Honrados”, almacén, fábrica y hasta sala de cine, como veremos.
Ya en el siglo XX, entre 1929 y 1930, su portada fue trasladada a la Parroquia de Santa Catalina, siguiendo el proyecto del arquitecto Juan Talavera y Herencia, y allí continúa, como ya vimos. Durante esta centuria, el edificio continuaría siendo usado como almacén, además de como lugar de ensayo de distintas orquestas. A comienzos de dicho siglo, será comprado por un coleccionista y erudito de Sevilla, Rafael González Abreu, y se instalará en él una fábrica de fósforos, una actividad que ocasionó algunos daños a la estructura del templo, como el hundimiento de la torre. En los años 30, fue una sala de proyecciones de cine y, ya en época reciente, un taller de coches.
Una vez terminada su actividad industrial, el edificio pasó a un estado ruinoso. Tal fue su precaria situación que, en noviembre de 1978, el arquitecto Rafael Manzano redactó un informe, citado en el artículo “Presencia andaluza del Instituto Central de Conservación y Restauración: El Proyecto Santa Lucía (1972-1982)”, de Lorenzo Pérez del Campo (PH: Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 2000, N. 31, pp. 89-92), en el que se afirmaba que “prácticamente se han hundido parcial o totalmente las cubiertas de sus tres naves y de las dependencias inmediatas, y por lo tanto, solamente la organización mural es susceptible de utilización ulterior. En lo que respecta a sus volúmenes exteriores falta el cuerpo de campana de la torre... y los añadidos de su delantera afean notablemente el conjunto. El ábside central ha sido cercenado en parte por un muro moderno y las ruinosas dependencias exigen una reordenación en el sentido de valoración del conjunto como en el de organización funcional para un nuevo destino”. El 12 de febrero de 1979, la Dirección General del Patrimonio Artístico, Archivos y Museos, ante la necesidad de contar con áreas de conservación y restauración de bienes muebles, y de almacenes para obras de arte, laboratorio, etc., aprobó un proyecto para la “adaptación de talleres del Instituto Central de Obras de Arte en la ex-Iglesia (sic) de Santa Lucía de Sevilla” que sería encargado al arquitecto antes mencionado, Rafael Manzano Martos, adjudicándose la obra por Orden Ministerial de 30 de abril de 1979 y llevándose a cabo los trabajos entre mayo y septiembre de ese mismo año. Previamente, en 1972 y en 1975, la Dirección General de Bellas Artes realizó sendas intervenciones en el exterior y en la estructura del antiguo templo, sin actuar en su interior. Las actuaciones completas de 1979 vienen recogidas en el artículo que hemos citado antes y cuyo enlace facilitamos en la Bibliografía, al final de este reportaje.
Después de diferentes reformas, en el año 2008, la que había sido Iglesia de Santa Lucía fue abierta por la Junta de Andalucía como sala de arte contemporáneo. Sin embargo, tan sólo dos años más tarde, en 2010, fue cerrada, pasando entonces a depender de la Agencia Andaluza del Flamenco. Actualmente, es sede del Centro de Investigación y Recursos de las Artes Escénicas de Andalucía.
Por Real Orden de 9 de febrero de 1931, la antigua Iglesia de Santa Lucía fue declarada Monumento Histórico Nacional, siendo publicado en la Gaceta de Madrid el 17 de febrero de ese mismo año.
Localización: Calle Santa Lucía, 10. 41003 Sevilla.
Nuestros pasos nos llevan, a pocos metros, a la Iglesia de San Julián. Construida durante la primera mitad del siglo XIV (quizás sobre una antigua mezquita) en estilo gótico-mudéjar y habiéndose realizado en ella importantes trabajos de restauración entre 1690 y 1697 que incluyeron la reconstrucción de la bóveda del presbiterio, se trata de un templo de planta rectangular dividido en su interior en tres naves de cuatro tramos separados entre sí por arcos apuntados que se apoyan sobre pilares cruciformes, siendo la cabecera, como las anteriores ya vistas, poligonal. La Capilla Mayor queda cubierta por medio de una bóveda vaída y una bóveda de cuarto de esfera, mientras que las techumbres que cubren las naves son de construcción moderna, pues en 1932 y en 1936, la iglesia sufrió sendos incendios que tuvieron efectos devastadores tanto para el edificio como para su patrimonio, perdiéndose un número considerable de piezas artísticas.
Sobre el primero de ellos, habla Manuel Jesús Roldán en su libro “Iglesias de Madrid”. Tuvo lugar el 8 de abril de 1932, siendo acusados de haberlo provocado dos vecinos del propio barrio de San Julián: Rafael García Aguilar, apodado “Custodia Romero”, o “La Pinocha”, y Antonio Lagares Binot, apodado “María Alba”, o “La Bizca”; “Un oscuro asunto del que nadie asumió responsabilidades, ni las autoridades, ni los jueces, ni unos culpables confesos que fueron absueltos”, según Roldán. Entre las piezas perdidas, había una Virgen gótica, el Retablo Mayor, de Felipe de Ribas, la Dolorosa de la Hiniesta, atribuida a Montañés, o algunas tablas, atribuidas a Alejo Fernández, entre otras.
En 1946, la iglesia sería restaurada, recuperando en parte el esplendor que pudo haber lucido tiempo atrás. Más adelante, en 1974 y en 1993, se llevaron a cabo nuevos trabajos de restauración en el templo.
El edificio cuenta con tres portadas, una a los pies y una en cada nave lateral. La principal, la que se abre a los pies, está construida en piedra y es, como podemos ver, de tipo ojival y abocinado, con baquetones129 y arquivoltas, quedando rematada por un tejaroz sustentado por cabezas de leones. La parte superior está ornamentada con tres esculturas igualmente de piedra, situándose por encima de la clave del arco una imagen de la Virgen con el Niño. A la izquierda de la puerta, hay un retablo cerámico de la Dolorosa de la Hiniesta, una obra de Antonio Kiernam Flores que fue donada por un hermano cofrade en el año 1962; a la derecha, hay otro retablo, también cerámico, pero en este caso representando al Cristo de la Buena Muerte, estando firmado por Palacios y siendo una obra más reciente encargada por la propia Hermandad de la Hiniesta, cuya sede se halla en este templo. En la parte superior de la portada y a ambos lados de ésta se abren tres óculos que dotan al interior del edificio de luz. En cuanto a la torre, su construcción se remonta a finales del siglo XVII.
Perdido en el incendio de 1932, como hemos dicho, el Retablo Mayor, en la actualidad, el presbiterio se halla presidido por una composición de piezas datadas de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII que forman un retablo dotado de banco, un cuerpo superior de tres calles y ático. La hornacina central acoge una talla de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa fechada en 1945 y cuyo autor es Antonio Castillo Lastrucci, imaginero sevillano cuyos restos descansan en esta Iglesia de San Julián; el retablo cuenta, asimismo, con dos lienzos que representan a la Inmaculada y a Santa Beatriz de Silva, además de una talla de San Julián, en este caso, contemporánea. También aquí, en el presbiterio, hay unas lámparas de plata de época barroca que pudieron salvarse del incendio.
Recorramos, en primer lugar, la nave del Evangelio, donde comenzaremos con el Retablo de Nuestra Señora del Rosario, que presenta una imagen realizada por José Fernández Andes en el año 1936. Seguidamente, en un sencillo retablo de trazas modernas, hay una Inmaculada barroca atribuida a Alonso Cano. A los pies de este muro, vemos una talla moderna de la Milagrosa y, sobre una repisa, otra de Santa Ángela de la Cruz.
Pasamos ahora a la nave de la Epístola, donde está situada una imagen de Santa María Magdalena de 1938, obra de Antonio Castillo Lastrucci, mismo escultor que realizó el conjunto de La Piedad que se halla a continuación. Más adelante, hay un retablo moderno, al lado del cual está la talla del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, también de Castillo Lastrucci y de 1938. La cabecera de esta nave la ocupa la Capilla Sacramental, datada en los últimos años del siglo XVII. Se cubre con un techo raso131 dorado y decorado con florones y con una pintura de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa en el centro, reproducción de un grabado del siglo XIX. Aquí, tenemos una imagen de María Santísima de la Hiniesta Dolorosa, titular de la hermandad que preside la capilla y que es obra, igualmente, de Lastrucci de 1937; la talla se sitúa detrás de una reja que puede fecharse de finales del siglo XV y que cuenta en el centro con un escudo de los Siete Dolores de María (la Profecía de Simeón o la Circuncisión de Cristo, la Huida a Egipto, la Pérdida del Niño Jesús en el Templo, el Encuentro de María con Jesús en el Vía Crucis, la Crucifixión de Jesús, el Descendimiento de la Cruz y el Entierro de Jesús).
Al lado de la iglesia, se halla la casa hermandad, mientras que en la plaza, se alza una cruz de forja que nos recuerda el lugar en el que, antaño, estuvo el cementerio parroquial.
Localización: Calle San Julián, 2. 41003 Sevilla.
Vamos llegando al final de nuestro recorrido por los templos gótico-mudéjares de Sevilla y nuestra próxima parada será la Iglesia de Santa Marina, cuyo origen situaban algunos autores en una antigua mezquita, algo que Manuel Jesús Roldán califica de “más que improbable, ya que fue una de las parroquias de nueva creación tras la reconquista cristiana de la ciudad en 1248 y el posterior repartimiento, existiendo noticias de la parroquia entre 1249 y 1258”. Como tantas otras construcciones en Sevilla, la Iglesia de Santa Marina sufrió daños durante el terremoto de 1356, por lo que tuvo que ser reedificada, sabiéndose que el rey Pedro I hizo varios donativos para su restauración. Asimismo, se tiene información de intervenciones en el templo en el siglo XVII, de algún añadido en el XVIII y de unas obras en 1869 a causa de un incendio que acabaría con sus cubiertas. No sería el único fuego, pues como ya pasara con otras iglesias sevillanas, la de Santa Marina fue incendiada el 18 de julio de 1936, perdiéndose, así, una parte importante de su patrimonio artístico, salvándose apenas las imágenes titulares de la Hermandad de la Mortaja y la talla histórica de la Divina Pastora. En 1981, se originaría un nuevo fuego, si bien el templo ha podido mantenerse gracias a la Hermandad de la Resurrección, que hoy tiene en él su sede.
El acceso al templo se realiza por tres portadas, una, a los pies, y dos, en las naves laterales. La portada principal fue construida en piedra arenisca, sobresaliendo con respecto al plano de la fachada, donde se abren tres rosetones góticos que dotan el interior de la iglesia de luz, el central, con tracería132 de alabastro de época moderna, y los laterales, con tracería original de piedra. Se compone de un vano central apuntado formado por ocho arcos ojivales abocinados y decorados con zig-zag y puntas de diamante, coronando el conjunto una cornisa de catorce canes con forma de cabezas de león. Asimismo, presenta una serie de figuras religiosas bajo doseletes góticos; por un lado, sobre la clave del arco, está la figura de Dios Padre coronado, y por otro lado, se han representado las cuatro vírgenes principales: Santa Marina, sosteniendo un niño en sus brazos; Santa Margarita, que pudo tener un dragón a sus pies; Santa Catalina, con la rueda de su martirio; y Santa Bárbara, con una torre en sus manos. En la línea de imposta, hay sendos relieves que simbolizan, el del Norte, a Santa Marina Pastora, y el del Sur, la salida milagrosa de Santa Marina de dentro del dragón. La decoración se completa con hojas de vid y otros motivos ornamentales.
La portada del lado del Evangelio es de ladrillo, con arquivolta abocinada formada por tres arcos apuntados sobre una imposta moldurada de piedra y columnillas de ladrillo. Su decoración se basa en una orla de puntas de diamante en piedra. Sobre la puerta, hay un rosetón con puntas de diamante, habiendo perdido su tracería original, que fue sustituida por una modernista en una de las restauraciones. El espacio que hay entre esta portada y la calle se halla cerrado por un muro que se extiende desde la torre hasta la Capilla de la Divina Pastora; en él, hay una puerta en arco apuntado inscrito en un alfiz.
El acceso de la nave de la Epístola es, también, de ladrillo y consta de un vano alrededor del cual hay seis columnillas del mismo material y tres arcos apuntados abocinados que parten de una imposta moldurada de piedra.
Torre del templo, situada a los pies de la nave del Evangelio. El remate de almenas fue añadido en una restauración de 1885.
La torre se alza a los pies de la nave del Evangelio. Es de planta cuadrada, estando construida con ladrillo y sillares en las esquinas hasta la altura del primer cuerpo. Dentro, la escalera se estructura alrededor de un machón133 cuadrado central y se cubre con bóvedas de arista y otras vaídas de pequeño tamaño en las esquinas del primer tramo, finalmente de medio cañón; las de los dos cuerpos son vaídas, contando la del primero con nervios de ladrillo que se entrecruzan en la clave, mientras que la del segundo recuerda a la que hay en la torre del homenaje de la Alhambra, en Granada. En el primer cuerpo del paramento del Oeste, se abre un vano apuntado que se halla enmarcado por un arco polilobulado cuya rosca se une con un alfiz flanqueado por arcos ciegos de iguales tipo y tamaño; en el segundo cuerpo, hay un hueco saetero coronado por un arco polilobulado y enmarcado por un alfiz. El cuerpo de campanas lo delimitan tres listeles134, dos de ellos paralelos y de influencia almohade; los vanos del campanario son de medio punto rebajados y quedan rematados por un alfiz y, a su vez, flanqueados por dos vanos ciegos rectangulares y rehundidos; en el frente Este, tenemos un arco rampante135; y el frente Sur carece directamente de huecos. Finalmente, la cornisa está rematada por almenas escalonadas que fueron añadidas en la restauración que se realizó de la iglesia en el año 1885.
La parroquia, cuyo interior sorprende por su escaso mobiliario, es de planta basilical, de tres naves y carece de crucero, siendo su ábside central poligonal y planas las cabeceras de las naves laterales. La nave principal, cubierta con una armadura moderna de madera de par y nudillo, es dos veces más ancha que las laterales, que se cubren con techumbre de colgadizo también recientes, estando separadas entre sí por medio de ocho pilares rectangulares de ladrillo sobre los que se asientan arcos apuntados y doblados del mismo material, con impostas de piedra. La cabecera queda separada del resto de la nave por un gran arco toral apuntado, descansando éste sobre impostas molduradas que se sostienen con columnas adosadas al muro. Por lo que respecta al ábside, éste tiene tres tramos desiguales: dos rectangulares, de tamaños distintos, y el final, de planta poligonal con cinco lados, estando rematados en el exterior por contrafuertes; el conjunto se cubre por bóvedas nervadas unidas por un nervio espinazo ornamentado con puntas de sierra. La luz penetra en esta zona a través de tres ventanas abiertas en el ábside en forma de arcos apuntados, con huecos geminados y trebolados en la parte superior, y que tiempo atrás estuvieron cegadas, mientras que un óculo sobre el arco toral ilumina la nave central.
En la nave del Evangelio, junto a la Capilla Bautismal (ésta, del siglo XX), hay una talla del Señor Cautivo realizada en época moderna por Antonio Dubé de Luque. En la Capilla de la Pastora, llamada así por ser donde estuvo la hermandad de dicho nombre, se halla una escultura de la Virgen del Amor, hecha en 1969 por Jesús Santos Calero; este espacio, en origen capilla funeraria de los Cárdenas hasta 1702, momento en que el Conde de la Motilla lo cedió a la hermandad, queda cubierto por una bóveda de seis paños sobre trompas. En la cabecera, se sitúa la Capilla Sacramental, de planta cuadrada y cubierta con una bóveda gallonada136, lugar donde se pueden contemplar columnas y capiteles romanos de orden corintio137, así como restos de azulejos medievales del siglo XIII en un frontal del altar que procede de una lápida funeraria, pues, originariamente, ésta era la capilla funeraria de los Hinestrosa.
La zona del presbiterio acoge una imagen del Señor Resucitado, obra de Francisco Buiza de 1973.
Pasamos a la nave de la Epístola, donde se halla la antigua Capilla de la Piedad, de planta cuadrada y cubierta por bóvedas de espejos en los arcosolios de los dos lados menores y, en el espacio central, por una bóveda alboaire141 de dieciséis paños, con linterna añadida en 1676, que sustenta un doble sistema de trompas. Destaca su decoración de yeserías con atauriques142 y mocárabes143, la mayoría rehechos a finales del siglo XIX a partir de restos originales encontrados. Asimismo, también se pueden contemplar restos de azulejos con las armas del infante don Felipe, arzobispo de Sevilla entre 1249 y 1258. Igualmente, en esta capilla se encuentra la otra titular de la Hermandad de la Resurrección, la Virgen de la Aurora, una obra moderna de Antonio Dubé de Luque.
Antes de abandonar el templo, cabe mencionar que, en la nave central, se ha conservado la lápida sepulcral de don Pedro Mexía, cronista de Carlos V, con un texto redactado por Benito Arias Montano. Además, en una de las bóvedas de la iglesia, está enterrado el escultor Felipe de Rivas, a quien hemos mencionado como autor de numerosas obras en esta misma página.
En 1931, la Iglesia de Santa Marina fue declarada Monumento Histórico-Artístico.
Localización: Calle Santa Marina, 2A . 41003 Sevilla.
Terminamos nuestro recorrido por las iglesias gótico-mudéjares de Sevilla cerca de la puerta y muralla de la Macarena, viendo la Iglesia de San Gil Abad, una fundación que se atribuye a don Raimundo de Losana (citado también como don Remondo, Raymundo, Remón o Ramón), arzobispo de Sevilla, y cuya construcción apuntan algunos cronistas que se llevó a cabo alrededor de 1260; sin embargo, otros historiadores afirman que el templo se levantó en el solar que antes había ocupado una mezquita, por lo que, en ese caso, se podría afirmar que la iglesia se fundó en la segunda mitad del siglo XIII, se transformó en el XIV, se remodeló y amplió en el XVIII, y se restauró en el XIX y en el XX.
De la primera etapa de su construcción es la cabecera y el tramo transversal, levantándose ya en el siglo XIV las tres naves, las portadas de las naves del Evangelio (que une la iglesia con la Basílica de la Macarena) y de la Epístola, y la torre junto con la capilla que hay en ella. La capilla que se sitúa en el tramo transversal del lado del Evangelio y que perteneció a la Macarena fue edificada más adelante, en el siglo XVIII, momento en que también se realizaría el cuerpo de campanas de la torre y se sustituirían las techumbres de madera. En 1887, fueron remodelados el ábside y el presbiterio, abriéndose varios vanos en esta zona y siendo reconstruidos las columnas y los capiteles que sustentan los nervios de la bóveda gótica que cubre esta área del templo. El 18 de julio de 1936, como tantas otras, la Iglesia de San Gil Abad fue incendiada y saqueada, lo que motivó que, posteriormente, fuera restaurada por la Junta Nacional de Reconstrucción de Templos Parroquiales, que encargaría al arquitecto Aurelio Gómez-Millán reconocer y valorar los daños que sufría, siendo restaurada y adquiriendo tras dichos trabajos el aspecto con el que ha llegado a nuestros días.
Del exterior del templo, destacan las portadas de las naves laterales, ambas del siglo XIV, comunicando, como hemos dicho, la del Evangelio con la Basílica de la Macarena, mientras que la de la Epístola es un gran arco ojival protegido por un tejaroz de piedra. La cabecera cuenta en el exterior con una serie de contrafuertes de época de Pedro I, dos de ellos, los centrales, con pilastras coronadas por capiteles góticos ornamentados con motivos vegetales. Al lado del ábside, hay un azulejo con la representación de la Virgen del Carmen, de Facundo Peláez. A los pies se abre una tercera puerta, de trazas sencillas, adintelada144 y construida de ladrillo, material que, en la parte superior, imita la apariencia de canecillos; la portada se remata con sendas bolas en las esquinas superiores. En el lado de la Epístola, se alza la torre, muy modificada en el siglo XVIII, perdiendo prácticamente su aspecto mudéjar, que ha mantenido ligeramente en el primer cuerpo, donde se abrieron óculos para el paso de luz. La corona el cuerpo de campanas, con dos arcos de medio punto en cada frente y rematado por un chapitel hexagonal recubierto de azulejos.
Como ya hemos visto en otros templos, éste cuenta en su interior con una planta de tres naves separadas por medio de pilares cruciformes sobre los que apoyan arcos apuntados doblados, un cuerpo transversal que forma un falso crucero y un ábside ochavado dividido en siete lados. La nave central se cubre con una techumbre con forma de artesa construida tras el incendio de 1936, mientras que las laterales lo hacen con forma de colgadizo a una sola agua. En la nave del Evangelio, se abre un pequeño tránsito que permite la comunicación con la Basílica de la Macarena, a la cual se halla adosada la iglesia. En el falso crucero, está el antepresbiterio, de planta rectangular y separado de la nave central por un arco de triunfo apuntado sobre pinjante146, y de las laterales, por vanos de medio punto.
Interior de la Iglesia de San Gil Abad. Al fondo, la Capilla Mayor, presidida por un templete que acoge la figura del santo titular.
El presbiterio tiene, en el centro, un templete moderno con cuatro columnas estriadas que preside una figura de San Gil hecha por Antonio Castillo Lastrucci. De las paredes de esta zona, cuelgan distintas pinturas del siglo XVIII y cercanas al estilo de Domingo Martínez.
En la nave del Evangelio, detrás de una sencilla ménsula con una imagen moderna del Sagrado Corazón y cerrada por una reja del siglo XVIII, podemos ver la antigua Capilla de la Macarena, hoy, Capilla Sacramental de San Gil. En ella, hay una talla de la Inmaculada, obra de Castillo Lastrucci, estando los muros decorados por dos lienzos de San Francisco y de la Divina Pastora. El ático del retablo acoge una copia de La Última Cena, pintada por Alonso Vázquez para la Cartuja. A continuación, se abre el pasillo que comunica con la Basílica, accediéndose, así, al camarín de la Virgen. Al lado de una imagen moderna de San Antonio, está la Capilla de la Milagrosa, con una figura de ésta, también moderna. Sobre el cancel, cuelga un cuadro con el tema del Asalto al Monasterio de Belén, uno de los lienzos pertenecientes a la serie que hizo Juan del Espinal para el Monasterio de los Jerónimos en el siglo XVIII. A los pies de esta nave, hay un Crucificado.
Pasamos, desde aquí, a la nave de la Epístola, donde lo primero que veremos será la Capilla de la Hermandad de la Virgen del Rocío del barrio de la Macarena; dentro, se halla el simpecado147 bordado de la titular, así como un Niño Jesús del siglo XVIII vestido de pastor y flanqueado por dos ángeles lampadarios149. Seguidamente, tenemos la Capilla de las Ánimas, con un lienzo moderno con las ánimas en el centro; aquí, también encontraremos dos lienzos de la serie antes mencionada de Juan del Espinal, en este caso representando la muerte del santo y la escena de la discusión con los doctores. La última capilla que veremos en este lado derecho del templo es la dedicada a la Virgen del Carmen, la cual cierra una reja de 1623 que se salvó del incendio; se trata de un recinto de planta cuadrada donde se ha conservado un magnífico zócalo de azulejería y que preside un retablo recompuesto con estípites barrocas del siglo XVIII que acoge una imagen de la Virgen del Carmen, obra realizada por José Ordóñez y donada por don Gabriel del Espinal después de que se perdiera la talla original en 1936; ésta porta al Niño Jesús, tallado por Francisco Buiza en 1966, quien también retocaría la imagen de la titular en 1975; asimismo, tienen cierto interés los lienzos de San Felipe Neri y de la escena de la Adoración de los pastores, ambos del siglo XVIII, que completan la capilla.
En 1931, la Iglesia de San Gil Abad fue declarada Monumento Histórico-Artístico.
Localización: Plaza de San Gil. 41003 Sevilla.
Lourdes Morales Farfán es Licenciada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. ↑
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- Parque de María Luisa (y III) - Jardín de las Delicias
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- 1 Gótico: Dicho del arte: Desarrollado en Europa desde finales del siglo XII hasta el Renacimiento2 y caracterizado, en arquitectura, por el arco apuntado3, la bóveda de crucería4 y los pináculos6. ↑
- 2 Renacimiento: Movimiento artístico europeo, que comienza a mediados del siglo XV, caracterizado por un vivo entusiasmo por el estudio de la Antigüedad clásica griega y latina. ↑
- 3 Arco apuntado: Arco que consta de dos centros situados en la línea de arranque. ↑
- 4 Crucería: Conjunto de nervios5 que refuerzan y ornamentan las intersecciones de las bóvedas, típico del estilo gótico. ↑
- 5 Nervio: Arco que, cruzándose con otro u otros, sirve para formar la bóveda de crucería. Es elemento característico del estilo gótico. ↑
- 6 Pináculo: Remate piramidal o cónico que en la arquitectura gótica cumple una doble función, estética y estructural. ↑
- 7 Mudéjar: Dicho de un estilo arquitectónico: Que floreció en España desde el siglo XIII hasta el XVI, caracterizado por la conservación de elementos del arte cristiano y el empleo de la ornamentación árabe. ↑
- 8 Presbiterio: Área del altar mayor hasta el pie de las gradas por donde se sube a él, que regularmente suele estar cercada con una reja o barandilla. ↑
- 9 Ochavado: Dicho de una figura: De ocho ángulos iguales y ocho lados iguales cuatro a cuatro y alternados. ↑
- 10 Alminar: Torre de las mezquitas, por lo común elevada y poco gruesa, desde cuya altura convoca el almuédano11 a los musulmanes en las horas de oración. ↑
- 11 Almuédano: Musulmán que desde el alminar convoca en voz alta al pueblo para que acuda a la oración. ↑
- 12 Almohade: Seguidor de Aben Tumart, jefe musulmán que en el siglo XII fanatizó a las tribus occidentales de África y dio ocasión a que se fundase un nuevo imperio con ruina del de los almorávides13. ↑
- 13 Almorávide: Dicho de una persona: De una tribu guerrera del Atlas que fundó un vasto imperio en el occidente de África y llegó a dominar toda la España árabe desde 1093 hasta 1148. ↑
- 14 Prelación: Antelación o preferencia con que algo debe ser atendido respecto de otra cosa con la cual se compara. ↑
- 15 Arco de herradura: Arco que tiene más de media circunferencia y cuyos arranques vuelan tanto como la imposta16. ↑
- 16 Imposta: Hilada de sillares algo voladiza, a veces con moldura, sobre la cual va sentado un arco. // Faja saliente de poco volumen, en la fachada de los edificios, que marca el forjado del piso. ↑
- 17 Frontón: Remate triangular o curvo de una fachada, un pórtico, una puerta o una ventana. ↑
- 18 Pechina: Cada uno de los cuatro triángulos curvilíneos que forman el anillo de la cúpula con los arcos torales19 sobre los que estriba. ↑
- 19 Arco toral: Cada uno de los cuatro en que estriba la media naranja de un edificio. ↑
- 20 Historicista: Tendencia intelectual a reducir la realidad humana a su historicidad. // En las disciplinas humanísticas, tendencia metodológica que prima la consideración de los datos históricos. ↑
- 21 Bóveda vaída: Bóveda baída. // Bóveda formada por una semiesfera cortada por cuatro planos verticales, que corresponden a los lados de un rectángulo inscritos en un círculo. ↑
- 22 Bulto redondo: Obra escultórica exenta, y por tanto visible por todo su contorno. ↑
- 23 Sagrario-manifestador: Dosel24 o templete donde se expone el Santísimo Sacramento a la adoración de los fieles. ↑
- 24 Dosel: Mueble que a cierta altura cubre o resguarda un altar, sitial, lecho, etc., adelantándose en pabellón horizontal y cayendo por detrás a modo de colgadura. ↑
- 25 Lado del Evangelio y lado de la Epístola: En una Iglesia, se llama lado del Evangelio al situado en la parte izquierda desde el punto de vista de los fieles, mirando éstos hacia el altar, mientras que el de la Epístola es el de la parte derecha. Toman este nombre de los lados del presbiterio desde donde se lee el Evangelio y la Epístola durante la misa. ↑
- 26 Columna salomónica: Columna que tiene el fuste contorneado en espiral. ↑
- 27 Neoclasicismo: Movimiento literario y artístico dominante en Europa desde finales del siglo XVII y a lo largo del siglo XVIII, que aspira a restaurar el gusto y las normas del clasicismo28 grecorromano. ↑
- 28 Clasicismo: Estilo artístico o literario conforme a los ideales de la Antigüedad grecorromana. ↑
- 29 Imaginero: Estatuario30 o pintor de imágenes. ↑
- 30 Estatuario: Arte de hacer estatuas. ↑
- 31 Estípite: Pilastra en forma de pirámide truncada32 invertida, con un elemento figurativo en la parte superior. ↑
- 32 Pirámide truncada: Parte de la pirámide comprendida entre la base y otro plano que corta a todas las aristas laterales. ↑
- 33 Rocalla: Decoración disimétrica inspirada en el arte chino, que imita contornos de piedras y de conchas y caracteriza una modalidad del estilo dominante en el reinado de Luis XV de Francia en la arquitectura, la cerámica y el moblaje. ↑
- 34 Sitial: Asiento de ceremonia, especialmente el que usan en actos solemnes ciertas personas constituidas en dignidad. ↑
- 35 Collación: Colación. // Territorio o parte de vecindario que pertenece a cada parroquia en particular. ↑
- 36 Trompa: Bóveda fuera del paramento de un muro. ↑
- 37 Artesa: Cajón cuadrilongo38, por lo común de madera, que por sus cuatro lados va angostando hacia el fondo y sirve para amasar el pan y para otros usos. ↑
- 38 Cuadrilongo: Rectángulo. ↑
- 39 Vano: En una estructura de construcción, distancia libre entre dos soportes y, en un puente, espacio libre entre dos pilas o entre dos estribos consecutivos. ↑
- 40 Arco de medio punto: Arco que consta de una semicircunferencia. ↑
- 41 Chapitel: Remate de una torre, generalmente en forma piramidal o cónica. ↑
- 42 Baldaquino: Especie de dosel o palio hecho de tela de seda o damasco. // Pabellón que cubre el altar. ↑
- 43 Calvario: En algunos templos cristianos, conjunto de catorce o quince cruces o cuadros colocados en las paredes para representar los pasos de Jesús hacia el monte Calvario. ↑
- 44 Barroco: Dicho de un estilo arquitectónico o de las artes plásticas: Que se desarrolló en Europa e Iberoamérica durante los siglos XVII y XVIII, opuesto al clasicismo y caracterizado por la complejidad y el dinamismo de las formas, la riqueza de la ornamentación y el efectismo. ↑
- 45 Imagen de candelero: Se llama así a aquellas esculturas, generalmente las que representan a la Virgen, que están formadas por una talla hasta la cintura, mientras que desde ahí y hasta los pies es un candelero, es decir, un elemento en forma de cono hecho a base de listones que se cubren con tela y sobre el que se ponen los ropajes de la imagen. ↑
- 46 Cancel: Reja, generalmente baja, que en una iglesia separa el presbiterio de la nave. ↑
- 47 Tenebrario: Candelabro triangular, con pie muy alto y con quince velas, que se encendían en los oficios de tinieblas48 de Semana Santa. ↑
- 48 Oficio de tiniebla: Oficio que se celebraba durante los antiguos maitines49 de los tres últimos días de la Semana Santa, especialmente el Viernes Santo. ↑
- 49 Maitines: Primera de las horas canónicas, rezada antes de amanecer. ↑
- 50 Grisalla: Pintura realizada con diferentes tonos de gris, blanco y negro, que imita relieves escultóricos o recrea espacios arquitectónicos. ↑
- 51 Alegoría: Ficción en virtud de la cual un relato o una imagen representan o significan otra cosa diferente. ↑
- 52 Formero: Cada uno de los arcos en que descansa una bóveda baída. ↑
- 53 Agua: Vertiente de un tejado. ↑
- 54 Arco ojival: Arco apuntado. // Arco que consta de dos centros situados en la línea de arranque. ↑
- 55 Canecillo: Can. // Modillón. // Cabeza de una viga del techo interior, que carga en el muro y sobresale al exterior, sosteniendo la corona de la cornisa. ↑
- 56 Sillar: Piedra labrada, por lo común en forma de paralelepípedo57 rectángulo, que forma parte de un muro de sillería60. ↑
- 57 Paralelepípedo: Sólido limitado por seis paralelogramos58, cuyas caras opuestas son iguales y paralelas. ↑
- 58 Paralelogramo: Cuadrilátero59 cuyos lados opuestos son paralelos entre sí. ↑
- 59 Cuadrilátero: Dicho de un polígono: Que tiene cuatro ángulos y cuatro lados. ↑
- 60 Sillería: Fábrica hecha de sillares asentados unos sobre otros y en hileras. ↑
- 61 Tronera: Ventana pequeña y angosta por donde entra escasamente la luz. ↑
- 62 Arco escarzano: Arco que es menor que la semicircunferencia del mismo radio. ↑
- 63 Espinazo: Clave de una bóveda o de un arco. ↑
- 64 Arcosolio: Arco que alberga un sepulcro abierto en la pared. ↑
- 65 Farda: Alfarda. // Cierta contribución que pagaban los moros y judíos en los reinos cristianos. ↑
- 66 Apostolado: Conjunto de las imágenes de los doce apóstoles. ↑
- 67 Manierismo: Estilo artístico y literario del Renacimiento tardío, caracterizado por su refinamiento y artificiosidad. ↑
- 68 Ménsula: Elemento perfilado con diversas molduras, que sobresale de un plano vertical y sirve para recibir o sostener algo. ↑
- 69 Lacería: Conjunto de lazos, especialmente en labores de adorno. ↑
- 70 Ladrillo avitolado: Aparejo o modalidad de colocación de los ladrillos en una obra en la que casi se eliminan las juntas verticales entre ellos, marcándose, en cambio, la separación de las hiladas, donde aparece una superficie ligeramente hundida entre ellas. Se trata de una creación del barroco sevillano, cuya implantación se llevó a cabo por Leonardo de Figueroa, uno de los arquitectos más importantes del siglo XVIII en Sevilla, extendiéndose por diferentes localidades de la provincia andaluza por la calidad estética de la cual dotaba a los edificios. ↑
- 71 Arco abocinado: Arco que tiene más luz72 en un paramento que en el opuesto. ↑
- 72 Luz: Distancia horizontal entre los apoyos de un arco, viga, etc. ↑
- 73 Estrella de David: Estrella regular de seis puntas compuesta por dos triángulos equiláteros entrelazados, símbolo del judaísmo. ↑
- 74 Planta de salón o Hallenkirche: Las hallenkirche son iglesias típicas del gótico alemán que tienen las tres naves a la misma altura: planta de salón. Generan sensación de espacio más amplio y más luminoso. ↑
- 75 Crucero: Espacio en que se cruzan la nave mayor de una iglesia y la que la atraviesa. ↑
- 76 Arco peraltado: Aquel cuya altura excede al de media circunferencia. Se consigue incluyendo una serie de tramos rectos por encima de la línea de imposta. ↑
- 77 Bóveda de cañón: Bóveda de superficie generalmente semicilíndrica que cubre el espacio comprendido entre dos muros paralelos. ↑
- 78 Luneto: Bovedilla en forma de media luna abierta en la bóveda principal para dar luz a esta. ↑
- 79 Tránsito: Muerte de una persona santa y justa, o que ha dejado buena opinión con su virtuosa vida, y muy especialmente de la Virgen María. ↑
- 80 Camarín: En un templo, capilla pequeña, generalmente exenta, donde se rinde culto a una imagen muy venerada. ↑
- 81 Linterna: Torre pequeña más alta que ancha y con ventanas, que se pone como remate en algunos edificios y sobre las medias naranjas de las iglesias. ↑
- 82 Arquivolta: Conjunto de arcos concéntricos que componen una portada abocinada. ↑
- 83 Doselete: Miembro arquitectónico voladizo que a manera de dosel se coloca sobre las estatuas, sepulcros, etc. ↑
- 84 Rosetón: Ventana circular calada, con adornos. ↑
- 85 Intradós: Superficie inferior de un arco o bóveda. ↑
- 86 Clave: Piedra central y más elevada con que se cierra el arco o la bóveda. ↑
- 87 Vano geminado: Aquel que se encuentra dividido en dos por un parteluz88. ↑
- 88 Parteluz: Mainel89 o columna delgada que divide en dos el hueco de una ventana o de una puerta. ↑
- 89 Mainel: Miembro arquitectónico, largo y delgado, que divide un hueco en dos partes verticalmente. ↑
- 90 Antepecho: Pretil o baranda que se coloca en lugar alto para poder asomarse sin peligro de caer. ↑
- 91 Almena: Cada uno de los prismas que coronan los muros de las antiguas fortalezas para resguardarse en ellas los defensores. ↑
- 92 Orden toscano: Orden que se distingue por ser más sólido y sencillo que el dórico93. ↑
- 93 Orden dórico: Orden que tiene la columna de ocho módulos94 o diámetros a lo más de altura, el capitel95 sencillo y el friso96 adornado con metopas100 y triglifos101. ↑
- 94 Módulo: Medida que se usa para las proporciones de los cuerpos arquitectónicos. En la antigua Roma, era el semidiámetro del fuste en su parte inferior. ↑
- 95 Capitel: Parte superior de una columna o de una pilastra, que la corona con forma de moldura y ornamentación, según el orden arquitectónico a que corresponde. ↑
- 96 Friso: Parte del entablamento97 en los órdenes clásicos que media entre el arquitrabe98 y la cornisa99, en ocasiones ornamentado de triglifos, metopas u otros elementos. ↑
- 97 Entablamento: Conjunto de molduras que corona un edificio o un orden de arquitectura y que ordinariamente se compone de arquitrabe, friso y cornisa. ↑
- 98 Arquitrabe: Parte inferior del entablamento, la cual descansa inmediatamente sobre el capitel de la columna. ↑
- 99 Cornisa: Parte superior del entablamento de un pedestal, edificio o habitación. ↑
- 100 Metopa: En el friso dórico, espacio que media entre triglifo y triglifo. ↑
- 101 Triglifo: Adorno del friso dórico que tiene forma de rectángulo saliente y está surcado por dos glifos102 centrales y medio glifo a cada lado. ↑
- 102 Glifo: Canal vertical poco profundo que decora el frente de los triglifos en los órdenes clásicos. ↑
- 103 Alicatar: Revestir algo de azulejos. ↑
- 104 Bóveda de arista / Bóveda por arista: Bóveda de aljibe. // Bóveda cuyos dos cañones semicilíndricos se cortan el uno al otro. ↑
- 105 Sebka: En arquitectura, término que hace referencia a un elemento ornamental característico del arte islámico con forma de retícula106 oblicua107 como si fuera un entrelazado geométrico de rombos con el que se cubren diferentes tipos de paramentos. Generalmente, se compone de piezas cerámicas o de ladrillos que crean formas mixtilíneas o lobuladas y que aparecen organizadas en los paramentos a modo de paneles, compartimentando el espacio, de ahí que reciban el nombre de “paños de sebka”. Fue ampliamente utilizado y desarrollado en época almohade, continuando su uso en el arte nazarí108 y mudéjar cristiano. ↑
- 106 Reticular: De forma de redecilla o red. ↑
- 107 Oblicua: Dicho de un plano o de una línea: Que corta a otro plano u otra línea, formando un ángulo que no es recto. ↑
- 108 Arte nazarí: Último estilo del arte hispanomusulmán, desarrollado durante los siglos XIII al XV y que contribuyó al surgimiento del arte mudéjar. ↑
- 109 Absidiolo: Ábside más pequeño que el principal y generalmente anejo a él. ↑
- 110 Armadura de par y nudillo: Es una armadura en que las maderas que forman el plano inclinado de la techumbre, llamados pares, se unen en su parte superior a la hilera111 y se apoyan en su parte inferior en un estribo112. Cada pareja de par concurrente (a uno y otro lado de la hilera) está unida por unos travesaños horizontales, llamados nudillos. ↑
- 111 Hilera: Madera colocada horizontalmente, donde rematan las cabezas de los pares de las armaduras de madera. Sobre ella se forma el caballete o lomo de la cubierta. ↑
- 112 Estribo: Macizo de fábrica, que sirve para sostener una bóveda y contrarrestar su empuje. ↑
- 113 Horror al vacío: Tendencia a llenar todos los espacios, generalmente con motivos o elementos decorativos. ↑
- 114 Andas: Tablero que, sostenido por dos varas paralelas y horizontales, sirve para conducir efigies, personas o cosas. ↑
- 115 Exvoto: En la religión católica, don u ofrenda, como una muleta, una mortaja, una figura de cera, cabellos, tablillas, cuadros, etc., que los fieles dedican a Dios, a la Virgen o a los santos en señal y recuerdo de un beneficio recibido, y que se cuelgan en los muros o en la techumbre de los templos. ↑
- 116 Tejaroz: Alero del tejado. // Tejadillo construido sobre una puerta o ventana. ↑
- 117 Óculo: Ventana pequeña redonda u ovalada. ↑
- 118 Saetera: Ventanilla estrecha de las que se suelen abrir en las escaleras y otras partes. ↑
- 119 Alfiz: Recuadro del arco árabe, que envuelve las albanegas120 y arranca bien desde las impostas, bien desde el suelo. ↑
- 120 Albanega: Espacio triangular comprendido entre la rosca121 de un arco y el alfiz. ↑
- 121 Rosca: Faja de material que, sola o con otras concéntricas, forma un arco o bóveda. ↑
- 122 Almagrar: Teñir de almagre123. ↑
- 123 Almagre: Óxido rojo de hierro, más o menos arcilloso, abundante en la naturaleza, y que suele emplearse en la pintura. ↑
- 124 Albero: Tierra de color ocre usada en jardinería y en las plazas de toros. ↑
- 125 Tirante: Pieza de madera o barra de hierro colocada horizontalmente en la armadura de un tejado o entre dos muros para evitar un desplome. ↑
- 126 Sotabanco: Predela. // Banco o banca de retablo, parte inferior horizontal de este. ↑
- 127 Sudario: Lienzo que se pone sobre el rostro de los difuntos o en que se envuelve el cadáver. ↑
- 128 Desacralizar: Quitar el carácter sagrado a alguien o a algo. ↑
- 129 Baquetón: Baqueta grande. // Junquillo. // Moldura redonda y más delgada que el bocel130. ↑
- 130 Bocel: Moldura convexa lisa, de sección semicircular y a veces elíptica. ↑
- 131 Techo raso: Cielo raso. // En el interior de los edificios, techo de superficie plana y lisa. ↑
- 132 Tracería: Ornamento arquitectónico formado por combinaciones de figuras geométricas. ↑
- 133 Machón: Pilar de fábrica. ↑
- 134 Listel: Filete. // Componente de una moldura en forma de lista larga y angosta. ↑
- 135 Arco rampante: Arco con los arranques a distinto nivel. ↑
- 136 Gallón: Cada uno de los segmentos cóncavos de ciertas bóvedas, rematados en redondo por su extremidad más ancha. ↑
- 137 Orden corintio: Orden que tiene la columna de unos diez módulos o diámetros de altura, el capitel adornado con hojas de acanto138 y caulículos139, y la cornisa con modillones. ↑
- 138 Acanto: Planta de la familia de las acantáceas, perenne, herbácea, con hojas anuales, largas, rizadas y espinosas. // Ornato hecho a imitación de las hojas del acanto, característico del capitel del orden corintio. ↑
- 139 Caulículo: Cada uno de los vástagos o tallos que nacen del interior de las hojas de acanto del capitel corintio y se vuelven en espiral bajo el ábaco140. ↑
- 140 Ábaco: Conjunto de molduras, generalmente en forma de dado, que corona el capitel y tiene la función de recibir directamente la carga del arquitrabe. ↑
- 141 Alboaire: Labor que se hacía en las capillas o bóvedas, especialmente en las esféricas, adornándolas con azulejo. // Dicho de una bóveda o de la armadura de un edificio: Adornada con azulejos. ↑
- 142 Ataurique: Ornamentación árabe de tipo vegetal. ↑
- 143 Mocárabe: Labor formada por la combinación geométrica de prismas acoplados, cuyo extremo inferior se corta en forma de superficie cóncava, que se usa como adorno de bóvedas, cornisas, etc. ↑
- 144 Dintel: Pieza horizontal superior de puertas, ventanas y otros huecos, apoyada en sus extremos sobre las jambas145 y destinada a soportar cargas. ↑
- 145 Jamba: Cada una de las dos piezas que, dispuestas verticalmente en los dos lados de una puerta o ventana, sostienen el dintel o el arco de ella. ↑
- 146 Pinjante: Dicho de un adorno: Que cuelga, especialmente de un techo. ↑
- 147 Simpecado: Insignia que en las procesiones andaluzas marcha delante de las cofradías de la Virgen, y que ostenta el lema sine labe concepta148. ↑
- 148 Sine labe concepta: Expresión latina que significa “Sin pecado concebida”. ↑
- 149 Lampadario: Candelabro que se sustenta sobre su pie y está provisto en su parte superior de dos o más brazos con sendas lámparas. ↑
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PUERTO:
- Por Sevilla pasa el Guadalquivir, el único río navegable de España, por lo que es posible llegar a la ciudad desde el Océano Atlántico.
BIBLIOGRAFIA Y ENLACES EXTERNOS:
- Manuel Jesús Roldán: "Historia de Sevilla"; Editorial Almuzara; ISBN: 978-84-16100-18-7; Depósito Legal: CO-690-2014.
- Manuel Jesús Roldán: "Iglesias de Sevilla"; Editorial Almuzara; ISBN: 978-84-92924-61-5; Depósito Legal: J-1238-2010.
- VV.AA: "Sevilla, siglo XIV"; Fundación José Manuel Lara; ISBN: 84-96556-37-9; Depósito Legal: SE-2133-06.
- ORDEN de 17 de agosto de 1995, por la que se resuelve inscribir con carácter específico en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, con la categoría de Monumento, el inmueble denominado Iglesia Parroquial de San Andrés, en Sevilla
- Lorenzo Pérez del Campo: “Presencia andaluza del Instituto Central de Conservación y Restauración: El Proyecto Santa Lucía (1972-1982)”; PH: Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 2000, N. 31, pp. 89-92.
- “El incendio de la iglesia parroquial de San Julián” - Artículo publicado en El Boletín de las Cofradías de Sevilla, número 578. Abril de 2007.
- Web oficial del Consejo de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Sevilla
- Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía - Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico
- Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla
- DRAE