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una Ventana desde Madrid

Andalucía

Sevilla (XII): siglo XVII, del Renacimiento al Barroco (I)


Introducción



En esta página, la primera de las varias que uVdM dedicará al siglo XVII en Sevilla, recorreremos algunas de las casas y palacios construidos entonces y que aún se conservan en la ciudad. Como complemento a este tema central, en la introducción, trataremos brevemente sobre algunos aspectos de su historia y de su población durante este período.

Aunque la crisis que durante este siglo azotó el país se vio fielmente reflejada en Sevilla, no fue así como la ciudad comenzó el siglo. Algo lógico, dado que si durante la centuria anterior, gracias a lo lucrativo que resultaba el disponer del monopolio del comercio con América, la ciudad vivió su época de mayor gloria y riqueza, esta situación no podía desaparecer de forma inmediata con el cambio de siglo. Así, al menos hasta la primera mitad del siglo, Sevilla continuó construyendo notables edificaciones y derrochando las menguantes riquezas.

Sevilla, Portada principal del Palacio Arzobispal

Portada principal del Palacio Arzobispal.

Si el siglo anterior fue el de mayor gloria económica para Sevilla, éste es el de mayor riqueza artística. De este modo, durante esta centuria, las artes en Sevilla evolucionarán desde la sobriedad renacentista1 al esplendor barroco2.

Sin embargo, a pesar de la situación de riqueza aparente, la mayoría de la población era pobre o atravesaba situaciones cercanas a la pobreza, un panorama que empeoraría para la segunda mitad del siglo. Un testimonio de este escenario lo constituye la existencia en Sevilla de un elevado número de los denominados pobres vergonzantes, que no eran sino hidalgos4 o miembros de clases altas o medias que consideraban que por su posición social no podían desempeñar oficios considerados vergonzantes, por lo que preferían pasar necesidades. Así, en la “Memoria de todas las parroquias de Sevilla y de las necesidades y pobres que hay en ellas”, documento mandado realizar por el venerable5 Miguel Mañara (Sevilla, 1627 - ibidem, 1679), se lee que “En la zona de Feria había 163 pobres vergonzantes; en San Julián casi todos los vecinos vivían de las limosnas”.

En 1613, se produce en la ciudad un desgraciado accidente con la explosión de los molinos de la pólvora. Éstos estaban instalados en el barrio de Triana, al lado de Los Remedios, y con su detonación se destruyó gran parte del barrio, se rompieron todas las vidrieras de la catedral y hubo daños de gravedad en diferentes edificios del resto de la ciudad.

Un hecho curioso sucedido durante este reinado fue la llegada a Sevilla el 23 de octubre de 1614 de una embajada del Japón enviada por el soberano japonés de Bojú (también leído en otras fuentes como Boju o Vojú) y encabezada por el embajador nipón Faxera Recuremon, en acompañamiento del franciscano Fray Luis Sotelo, con quien había entablado una gran amistad este monarca. La embajada portaba un documento, fechado el 26 de octubre de 1613, que aún se conserva y que comenzaba, según leemos en la página 160 de libro “Historia de Sevilla”, de José María de Mena, con estas palabras: “Entre las naciones del mundo a la más conocida e ilustre ciudad de Sevilla”.

En 1621, muere Felipe III, monarca bajo cuyo reinado se dio el período de paz al que el hispanista inglés John Elliott ha llamado “Pax Hispánica”. Y es que el Imperio Español, agotado por las continúas guerras libradas en Europa y el Mediterráneo durante el reinado de su padre, Felipe II, necesitaba de un período de paz para recuperarse. Así, a la firma de la paz con Francia, en 1598, reinando aún Felipe II, se une la que se hizo con Inglaterra, en 1604, y la de la Tregua de los Doce Años, con las Provincias Unidas de los Países Bajos, lo que no era, esto último, sino un reconocimiento de la independencia de Holanda. Esta “Pax Hispanica” terminaría en 1618, al apoyar el Imperio Español al emperador Fernando II de Austria en su enfrentamiento con el elector Federico V del Palatinado por el trono de Bohemia, comenzando así la Guerra de los Treinta Años.

Sevilla, Palacio de San Telmo

Palacio de San Telmo.

En 1624, el hijo y sucesor de Felipe III, Felipe IV, visita Sevilla. El valido7bde este monarca era el noble y político español don Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco de Tovar, más conocido como el conde-duque de Olivares, nacido en Roma y muy unido a la ciudad de Sevilla, en donde, además de alcaide8 de los Reales Alcázares, había sido mecenas de poetas y escritores, y tenía grandes amistades. Estos hechos levantaron falsas esperanzas en la sociedad sevillana en cuanto a que el reinado de Felipe IV fuera beneficioso para la ciudad, lo cual no se vio correspondido con la realidad, salvo en el hecho de, como podemos leer en la biografía del conde-duque de Olivares de la Real Academia de la Historia, “[...] granjearse muchas de las amistades que llegarían a imprimir un carácter tan marcadamente sevillano en la Corte de Madrid, una vez que él llegara al poder”.

Además de la Guerra de los Treinta Años, llamada así porque no terminaría hasta 1648, el Imperio Español, sin dinero en las arcas y disminuyendo la cantidad de metales preciosos que llegaban de América, se embarca en nuevos conflictos, como el desencadenado en 1621, tras el fin de la Tregua de los Doce Años, que lo enfrentó a Holanda hasta 1648; la de la sucesión del ducado de Mantúa, desarrollada entre 1628 y 1631, que desembocaría en una guerra no declarada con la Francia del cardenal Richelieu; en 1635, la Guerra con Francia, que se extendería igualmente hasta el fin de la de los Treinta Años y de la que emergió Francia como la principal potencia europea en sustitución de los Habsburgo; y las sublevaciones de Cataluña y Portugal en 1641, en donde esta última se independizó.

Todos estos conflictos, además de la ruina derivada de los propios gastos bélicos, llevaban aparejado un gran reclutamiento, con lo que los campos y la artesanía se veían privados de parte de su fuerza laboral, y serios problemas de comercio. Asimismo, tras la sublevación portuguesa, Sevilla tuvo que hacer frente a la defensa de sus límites occidentales, zona en donde los portugueses, procedentes de Extremadura, estaban efectuando ataques.

El fin de la Guerra de los Treinta Años en 1648 no significó el fin de los anteriores problemas para la capital hispalense. De esta manera, además de la epidemia de peste existente entre 1648 y 1649, y que se llevó a casi la mitad de la población de la ciudad, hay que añadir los pocos alimentos disponibles, la desmedida subida de precios, la alteración del valor de las monedas –en noviembre de 1651, se cuadruplicó el valor de las monedas de vellón9, resellándose las circulantes con su nuevo importe y quedándose Hacienda con el 75% de diferencia–, con la subsiguiente pérdida de poder adquisitivo, y las sentencias desproporcionadas dictadas por el fiscal García Porras, llegado desde Castilla. Todo ello provocó, el 22 de mayo de 1652, el Motín de la Calle Feria, una sublevación que no iba contra el rey, como puede señalar el grito de los amotinados de “Viva el Rey y muera el mal gobierno y el cornudo de don García de Porras”. Este levantamiento fue sofocado a los pocos días, tras la huida del fiscal, con el ajusticiamiento de sus cabecillas.

Sevilla, Museo Casa de Murillo

Museo Casa de Murillo.

En 1665, muere Felipe IV y sube al trono su hijo, Carlos II, de sólo cuatro años de edad. Este monarca, el último de la Casa de Austria en España, ha pasado a la historia con el sobrenombre de “el Hechizado” por la creencia popular de que su débil estado físico era debido a la brujería o a actuaciones diabólicas. Se cree que sus condiciones de salud sólo fueron el resultado de tantos matrimonios consanguíneos como hubo en su familia.

No obstante, su reinado para España no fue tan desastroso como se ha considerado en algunas ocasiones, más aún si se compara con otros posteriores como los de Carlos IV o Fernando VII. Carlos II, a pesar los problemas heredados del reinado de su padre y de encontrarse con una Francia, enemiga histórica de la monarquía española, que atravesaba uno de los mejores momentos de su historia, mantuvo unido, con pocas pérdidas, el Imperio Español y logró mejorar su economía, consiguiendo una extraordinaria bajada de precios. Todo ello redundó en una pequeña mejora de las condiciones socio-económicas de Sevilla. No obstante, a pesar de la mejora del comercio con la América española, esto no benefició en gran medida a esta ciudad ya que el comercio con ultramar se había ido desplazando hasta Cádiz. Así, en 1680, la capital gaditana pasa a ser oficialmente el puerto de carga y descarga de las flotas de América, permaneciendo la Casa de Contratación en Sevilla hasta 1717, año en que, igualmente, se traslada a Cádiz.

Para 1684, la crisis de la economía sevillana era tan seria que una comitiva del Ayuntamiento se desplazó hasta la Corte madrileña para informar al rey del estado de ruina en que se encontraba la ciudad.

Si durante la centuria anterior la población de Sevilla aumentó, como vimos en Sevilla (VIII): siglo XVI, el Renacimiento en Sevilla (I), desde los 60.000 hasta los 115.800 habitantes de 1591, o 140.000, según algunas fuentes, en el siglo XVII sucedió todo lo contrario, disminuyendo el número de habitantes hasta los 80.000 contabilizados a finales de él, una cifra ésta que se mantuvo bastante estable hasta el siglo XIX.

Las causas de este decrecimiento poblacional son variadas. De este modo, tenemos la expulsión de los moriscos10 de toda España en 1610; las crisis económicas y los constantes reclutamientos de soldados, cuya incidencia es notable a partir de 1640; y las diversas epidemias habidas durante el siglo, en especial, la de peste bubónica, iniciada en 1648 y que, para 1649, se había cobrado ya la vida de unos 60.000 sevillanos. Esta epidemia llegó, además, con la población hispalense recién salida de la hambruna ocasionada por las malas cosechas resultantes de unas lluvias de gran intensidad. Los muertos diarios se llegaron a contar por miles y hubo que abrir grandes hoyos en algunas plazas de la ciudad en los que se enterraban los cadáveres tras cubrirlos de cal. Uno de ellos, en el que se arrojaron miles de cadáveres, estaba situado delante del Hospital de las Cinco Llagas.

Quizás, debido a esta elevada mortalidad que se llevó a la mitad de la población de Sevilla, es por lo que algunos autores sitúan en esta fecha el cambio de carácter de su población, que pasó a vivir de forma más aislada y piadosa, en detrimento de su anterior naturaleza, alegre y confiada.

Además de la anterior, otras importantes epidemias de este siglo, aunque de muy inferior mortalidad, fueron la trascurrida entre 1599 y 1601 –conocida como “peste atlántida”–, y la de 1680.

La inmigración compensó en parte esta gran despoblación y, para finales de siglo, el número de habitantes había aumentado hasta los 80.000 habitantes. Una cifra que seguía siendo inferior en un 33% a la de un siglo antes.

Sevilla, Casa-Patio de los Gómez de Barreda

Casa-Patio de los Gómez de Barreda.

Pero ¿cómo era la sociedad sevillana de entonces? En principio, se seguía diferenciando entre nobles, clérigos y plebeyos, aunque, dada la rapidez con que algunas personas se enriquecían, hubo nuevos ennoblecimientos de miembros adinerados de la ciudad, a la par que algunos hidalgos pobres veían peligrar su posición. De hecho, y desde el reinado de Felipe III, la venta de títulos de nobleza fue otra forma más de obtener dinero para las arcas estatales. Así, conforme al capital, o ausencia del mismo, el estado llano –formado por todos aquellos que no pertenecían a la nobleza, el clero o la milicia– se dividía en clases alta, media y baja. La clase alta la constituían los integrantes del consulado de cargadores, los corredores, los mareantes y los dueños de navíos; la media la formaban los artesanos; mientras que la baja la integraban el personal sin oficio cualificado, los mendigos y los esclavos. De estos últimos, había un gran número en Sevilla a principios del siglo XVII, pero desde la declaración de Independencia de Portugal, en 1640, su número decayó, al disminuir la cantidad de nuevos esclavos que llegaban a la ciudad.

Otro grupo de personas marginadas era el que constituían aquéllos que habían sido procesados por la Inquisición. Tanto ellos como sus familiares quedaban apartados de su clase social.

Una cruda descripción de la sociedad sevillana de entonces nos la da el racionero11 de la catedral sevillana, Francisco Porras de la Cámara, en su “Memorial del licenciado Porras de la Cámara al arzobispo de Sevilla sobre el mal gobierno y corrupción de costumbres en aquella ciudad», fechado en octubre o noviembre de 1601. En dicho escrito, que Julián Apraiz (Vitoria, Álava, 1876 - ibidem, 1962) reproduce en su obra "Curiosidades Cervantinas", leemos:

“Ninguna administración de justicia, rara verdad, poca vergüenza y temor de Dios, menos confianza; ninguno alcanza su derecho sino comprándolo [...]”.

“Los dos polos que mueven este orbe son dones y doñas; aquí no azotan sino al que no tiene espaldas, ni condenan al remo sino al que no tiene brazos, ni padece ningún delincuente sino el que padece necesidad, y no tiene que dar á los escribanos, procuradores y jueces”.

“Lo que más en Sevilla hay son forzantes, amancebados, testigos falsos, jugadores, rufianes, asesinos, logreros, regatones, vagabundos que viven del milagro de Mahoma, sólo de lo que juegan y roban en las casas de bilhan y en las tablas de dados, pues pasan de trescientas casas de juego y tres mil de rameras, [...]”.

Comencemos ya con el tema central de esta página, con una selección de los palacios y casas señoriales del siglo XVII conservados en Sevilla. Para ello, debemos señalar cómo, durante los siglos XVI y XVII, gran parte del núcleo urbano de Sevilla estaba ocupado por las conocidas como casas principales, las cuales pertenecían a familias de la nobleza y estaban formadas, normalmente, por grandes edificios principales en los que se disponía incluso de capilla propia, viviendas para los sirvientes, caballerizas y jardines.



Sevilla, Palacio de San Telmo, construido como Colegio-Seminario de la Universidad de Mareantes

Palacio de San Telmo, construido como Colegio-Seminario de la Universidad de Mareantes.

Nuestra primera parada la haremos en el extraordinario Palacio de San Telmo, hoy, sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía.

El edificio ante el que nos encontramos tiene su origen en el año 1681, cuando fue ordenado construir bajo patrocinio de la Corona como Colegio-Seminario y con gestión adscrita a la Universidad de Mareantes, con el objetivo de que en él se enseñara la marinería, el pilotaje y la artillería a los niños y jóvenes huérfanos y desamparados. Las primeras propuestas planteaban su construcción en el sevillano barrio de Triana, lugar donde la Universidad de Mareantes tenía su sede; sin embargo, por problemas de espacio y de coste, se descartó esta zona en favor de una finca “junto a San Telmo”.

La obra comenzará con el maestro Antonio Rodríguez al frente –hasta 1707, año de su muerte–, quien proyectaría un edificio de planta rectangular provisto de torres en sus cuatro esquinas, así como de un patio principal y cuatro laterales, y, alrededor de todo ello, las dependencias. Además de Rodríguez, también participarían los maestros canteros Francisco Gómez Septier y Antonio Gil Gataón. Desde ese momento, los trabajos en el palacio durarían más de un siglo, siendo terminado en el año 1796 –con un parón entre 1713 y 1721, año en que retoma las obras el arquitecto Leonardo de Figueroa, quien formaría una sociedad mercantil con Juan Tomás Díaz, maestro mayor de carpintería– y pudiendo advertirse en ellos tres etapas constructivas.

La primera de ellas es la que va de 1682 a 1696, faltando por realizar todavía la iglesia, el patio principal, la fachada al exterior y tres de los cuatro torreones totales.

La segunda se desarrolla entre 1722 y 1736, “la más brillante”, tal y como apuntan en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, durante la cual se dotaría con el aspecto con que ha llegado a nuestros días; es en este período cuando se llevan a cabo las obras de la iglesia y su decoración (en ella, participarían el pintor Domingo Martínez, el escultor Pedro Duque Cornejo y el arquitecto de retablos José Maestre), inaugurándose en 1724, el patio central, la fachada principal, los claustros altos y bajos, y la escalera principal, siendo rematada, además, la portada principal en 1734.

Esta portada es, según la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, “uno de los monumentos más típicos del estilo barroco, donde se conjugan una composición de tipo escenográfico con una gran riqueza ornamental de motivos neoplaterescos14 [...] y otros temas marineros”. Su composición se estructura sobre un basamento en el que quedan abiertos los vanos17, éstos enmarcados por sendas columnas de diferentes órdenes superpuestos y ornamentados con elementos vegetales en los tres primeros pisos. De su decoración, destacan las figuras que, dispuestas sobre ménsulas18, se hallan en el segundo piso y en el balcón principal, éste bajo un arco rebajado19 sustentado por pilastras y atlantes21. En el centro del ático, bajo un gran arco con entablamento22 y frontón34 partido apoyado en pilastras y columnas, aparece la imagen escultórica de San Telmo, quedando flanqueado el conjunto por San Fernando y San Hermenegildo.

Del patio principal, que también es reseñable por su rica ornamentación de ladrillos y yeserías, merece la pena destacar la llamada Torre del Reloj, un torreón que se alza en la parte central de una de sus crujías35 y que está provisto de un reloj que ha dado nombre a este elemento.

En cuanto a la capilla, ésta se halla en un eje perpendicular a la fachada y al patio principal. Consta de una única nave y se decora por medio, igualmente, de yeserías, además de figuras de tipo rural. Entre los bienes artísticos que posee, podemos mencionar cuadros de los pintores sevillanos Domingo Martínez, del siglo XVIII, y Antonio Cabral Bejarano, del XIX.

En el año 1730, fallece Leonardo de Figueroa, momento a partir del cual, y hasta 1736, dirigirá las obras su hijo, Matías de Figueroa, que terminaría los proyectos que había dejado inacabados su padre, así como la ornamentación de la fachada exterior de la capilla y, en su interior, los tres camarines36 y el transparente37.

Finalmente, la tercera etapa cubre los años desde 1770 a 1796, época en que acaban de manera definitiva los trabajos, si bien el edificio ya se hallaba funcionando como seminario desde el 18 de enero de 1682 en unas casas y almacenes del barrio donde se construía. En esta última etapa, habría varias interrupciones, presentando Antonio de Figueroa, nieto de Leonardo, en 1776, un nuevo plan de trabajo que le sería aprobado. Así, en este período, se levantan el ala y la torre Norte, y la escalera principal, ubicada junto al zaguán, y se termina el claustro, obras del arquitecto Lucas Cintora. En medio de esto, en el año 1787, el seminario pasaría a estar bajo la jurisdicción del Ministerio de Marina, transformándose entonces en colegio-seminario de náutica por Real Decreto de 8 de julio.

Sevilla, Portada de acceso abierta en la fachada de la Calle Palos de la Frontera

Portada de acceso abierta en la fachada de la Calle Palos de la Frontera.

El Seminario de Mareantes estaría funcionando hasta 1841, año en que daría comienzo el declive, que culminaría en 1844 con su clausura (otras fuentes apuntan a que fue en 1841 cuando fue suprimido). Sus alumnos pasarían al colegio de Málaga, creándose, además, un Colegio Naval Militar en donde se instruirían los jóvenes que se dedicaran a las distintas ramas científicas de la Marina; dicho centro iba a ubicarse en el Palacio de San Telmo, pero, finalmente, se establecería su sede en El Ferrol, quedando San Telmo bajo jurisdicción militar, aunque cerrado y sin uso alguno. En 1847, el inmueble se adscribiría al Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas, siendo en ese momento gestionado por la Universidad Literaria; en mayo de ese mismo año, se aprueba que el edificio acoja la instalación de un colegio de titularidad privada. Dos años después, en 1849, el gobierno ordenaría enajenar el seminario y su huerta con el fin de convertirlo en residencia de los duques de Montpensier: la infanta doña María Luisa Fernanda de Borbón, hija de los reyes Fernando VII y María Cristina, y su esposo, don Antonio Felipe María de Orleans, hijo del rey Luis Felipe I de Francia. Por este motivo, el palacio será sometido a importantes reformas, estando al frente de ellas el arquitecto Balbino Marrón; así, entre 1850 y 1855, la finca se amplía con la incorporación de huertas limítrofes –como el Convento de San Diego o la huerta de la Mariana–, se construyen las nuevas fachadas Sur y Este, y se lleva a cabo una profunda transformación interior, construyéndose, por ejemplo, el salón de baile.

En el año 1868, estalla la Revolución “La Gloriosa”, dirigida por el general Prim para destronar a Isabel II y financiada, en parte, por el duque de Montpensier, quien sería condenado al exilio en Portugal. En este período, las obras en el palacio quedarían paralizadas, siendo el duque desterrado hasta en dos ocasiones más –en marzo de 1870 y en marzo de 1871–; Balbino Marrón, además, había fallecido en 1867. En 1876, el duque recibiría un permiso para poder regresar a España, momento en que se instalaría de nuevo en el Palacio de San Telmo y en que se ejecutarían varias obras en él, como por ejemplo, la construcción en 1893 del llamado Costurero de la Reina, del arquitecto Juan Talavera de la Vega, convirtiéndose en el primer edificio neomudéjar38 levantado en Sevilla. Dos años después, en 1895, se termina la fachada Norte del palacio y se remata el pretil39 de la azotea con varias estatuas representativas de distintos personajes históricos, todas realizadas por el escultor Antonio Susillo.

El 2 de febrero de 1897, fallece en el palacio doña María Luisa de Borbón (su esposo había muerto siete años antes, el 5 de febrero de 1890). En su testamento, la infanta legaría el inmueble a la Archidiócesis de Sevilla, en la persona de su arzobispo, indicando que se instale en él un seminario eclesiástico –cuatro años antes, en 1893, ya había cedido 18,5 hectáreas de los jardines a la ciudad de Sevilla, convirtiéndose éstos más adelante en el conocido como Parque de María Luisa–; en 1912, el arzobispo de Sevilla cedería 60.000 m2 de los jardines palaciegos a la organización de la Exposición Ibero-Americana de 1929, una cesión que se concretaría más adelante, en 1926, con la venta de dicho terreno.

Los trabajos con los que se acondicionaría y se adaptaría el edificio para la nueva utilización estarían dirigidos por el propio Juan Talavera, que llevará a cabo el proyecto de reforma alrededor del año 1900. Apuntan en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía que “De la lectura de las plantas se desprende que las obras de restauración en el interior del palacio fueron trascendentales, pues cambiaron esencialmente su estructura en las alas norte y sur, confiriéndole una gran claridad a su disposición organizativa”; sin embargo, según otras fuentes, Talavera trabajaría en la planta principal para albergar aulas, si bien no deformaría las crujías ni alteraría la volumetría del inmueble; asimismo, sí que convertiría el antiguo patio apeadero y picadero de los duques en cuatro patios de menor tamaño por medio de una compartimentación que ejecutaría con una estructura de crucero elevado en la que se instalarían los dormitorios.

La nueva institución, que llevaría por nombre Seminario Metropolitano de San Isidoro y San Francisco Javier, sería inaugurada en el año 1901.

Entre 1921 y 1924, el Ayuntamiento y la Archidiócesis sevillana negociarían la venta del palacio a la ciudad, resultando de las negociaciones un informe negativo por parte de la nunciatura que cerraría el expediente. Pocos años después, en 1929, se realizaría la venta de parte de los jardines que citábamos más arriba.

Entre medias, en 1926, se ejecutará una nueva reforma en el palacio, en esta ocasión, siguiendo un proyecto de José María de Basterra. Con ella, se trabajaría principalmente en el área Sur del inmueble, construyendo dos grandes patios que quedarían separados por una crujía de habitaciones que, estructuralmente, guarda la misma simetría y composición que la del ala Norte. Es también en este año cuando el arquitecto José Galnares Sagastizabal presenta un proyecto para reformar el interior del palacio, en el cual se contemplaba la ampliación del número de habitaciones, afectando, sobre todo, al piso principal de la zona Norte.

Un incendio ocurrido en 1952 y localizado en la crujía principal causaría severos daños en el patrimonio documental del edificio; además, el fuego, que cubriría un frente de hasta 51 metros, alcanzaría la torre de la enfermería, provocaría el desplome de la cúpula de la escalera principal y afectaría al rectorado, al departamento adyacente a la biblioteca y al torreón. Será al año siguiente cuando el arquitecto Antonio Illanes del Río restaure todos los desperfectos, construyendo también nuevamente la cúpula de la escalera.

Diez años después, en 1962, el palacio ve cómo es alterado por medio de la construcción de las llamadas camarillas por parte de José Galnares, elementos que tenían como fin aumentar el número de plazas residenciales del seminario.

Sevilla, Portada principal del palacio, de estilo barroco

Portada principal del palacio, de estilo barroco.

En 1982, la portada barroca sería restaurada de la mano del arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, y en 1989, el inmueble sería cedido a la Junta de Andalucía, encargando la Consejería de Economía y Hacienda la primera fase de restauración y adaptación para acondicionarlo como sede de la Junta, trabajos que estarían a cargo del propio Guillermo Vázquez. La segunda fase de restauración y rehabilitación se ejecutaría entre los años 2005 y 2010, siguiendo un proyecto del mismo arquitecto, obras en las que se intervendría también en los bienes muebles de la capilla del palacio por parte del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico de la Consejería de Cultura.

En la propuesta de recuperación del palacio, que podemos encontrar en la web de la Junta de Andalucía, leemos que el proyecto “asume, por tanto, la demolición interior de todo el edificio, a excepción de la crujía principal, patio central y capilla, manteniendo solo los muros perimetrales. Esta operación de demolición, tanto de forjados como de divisiones verticales, de techos y pavimentos, se hace aún más explícita en el área sur, donde la demolición alcanza igualmente a la crujía intermedia entre los dos patios, generándose tras la demolición un enorme vacío que se extenderá desde el patio central al salón de recepciones”. Con la intervención, se pretendió “recuperar, en la disposición no simétrica de sus patios, la memoria histórica del edificio, al establecer relaciones de analogía con el núcleo fundacional del viejo edificio, aquel que se construyese en los últimos años del siglo XVII, en el que un conjunto de diminutos y erráticos patios conferían una escala más doméstica al ala Sur, en relación a sus espacios más solemnes, que se alinearían más tarde a lo largo de su eje transversal”. Asimismo, la propuesta recoge que “la distribución topológica, así como la geometría de los nuevos patios, se genera a partir de la recuperación integral de dos de ellos, que pertenecieron al primer San Telmo: el patio de San Jerónimo, destruido, que se construye ahora mediante una reconstrucción no historicista, a partir de los numerosos restos existentes, y el antiguo patio anexo a la Capilla, maltratado y mutilado, que recupera sus dimensiones primitivas. La ubicación de ambos patios junto a la huella de la traza del antiguo refectorio fijan los límites de los dos nuevos patios propuestos, de altura y dimensiones diversas aunque con un tratamiento similar en sus fachadas interiores”.

El Palacio de San Telmo, junto con el jardín contiguo, fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1968.

Localización: Avenida de Roma, s/n. 41071 Sevilla.


Sevilla, Fachada principal del Palacio Arzobispal, en la Plaza Virgen de los Reyes

Fachada principal del Palacio Arzobispal, en la Plaza Virgen de los Reyes.

Nos dirigiremos hacia el Norte hasta llegar al Palacio Arzobispal de Sevilla, construido, tal y como podemos leer en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, “en el borde meridional de la antigua acrópolis”, en un solar en el que, anteriormente, “hubo un conjunto termal de época romana y unas casas almohades40.

Su origen lo encontramos más allá del siglo que ahora nos ocupa. Concretamente, en el año 1251, tres años después de que Fernando III “el Santo” reconquistara la ciudad (1248), cuando el monarca dona unas casas en la Plazuela de Santa María al arzobispo de Sevilla don Raimundo de Losana, también conocido como don Remondo y, por entonces, obispo de Segovia. De este primitivo palacio no han llegado restos a nuestros días, sino que los más antiguos que se han conservado pertenecen a la construcción y la transformación que de estas casas se hizo ya durante la segunda mitad del siglo XVI, con don Rodrigo de Castro al frente del arzobispado, hasta conformar un conjunto unitario, un proceso que continuaría a comienzos del siglo XVII. Al frente de los trabajos, estaría el arquitecto Vermondo Resta, siendo en esta época cuando se configure la actual fisonomía del palacio que hoy vemos, motivo por el cual hemos creído conveniente incluirlo en esta página dedicada al siglo XVII.

Durante la segunda mitad de esta centuria, será el arzobispo Antonio Paíno –o Paino– quien comience el engrandecimiento definitivo del edificio, construyéndose también entonces la escalera barroca.

Las fachadas son ya de principios del siglo XVIII y, en ellas, se abren dos grandes portadas, siendo todo ello un trabajo del arquitecto Lorenzo Fernández de Iglesias, siguiendo el encargo del arzobispo don Manuel Arias y Porres, cuyo escudo podemos contemplar bajo el balcón central.

En el siglo XIX, durante la ocupación del ejército francés, el Palacio Arzobispal sería utilizado como Comandancia General, sirviendo de alojamiento en 1810 al mariscal Soult. En noviembre de 1816, el arzobispo don Romualdo Antonio Mon y Velarde recuperará el inmueble como edificio eclesiástico. Más adelante, en 1848, se alojarían en él de manera ocasional los duques de Montpensier tras su llegada a Sevilla, mientras el palacio bajo de los Reales Alcázares era habilitado.

Al exterior, el Palacio Arzobispal sevillano es un edificio que “tiende a la horizontalidad”. Cuenta con dos plantas de altura, separadas entre sí por un entablamento corrido, habiendo sido construidos sus paramentos con ladrillo avitolado42, elevándose éstos sobre un zócalo de piedra blanca. Verticalmente, se organiza por medio de pilastras de cantería, entre las cuales alternan los vanos: en la baja, ventanas adornadas en su parte superior con molduras con orejetas y tarjetones43, y en la alta, balcones protegidos con guardapolvos44 de pizarra, ambos alineados entre sí, guardando una perfecta simetría. La cornisa presenta una ornamentación a base de dentellones45, mientras que en la cubierta se abre una serie de buhardillas.

La portada principal se halla en la fachada Sur. Fue comenzada a construir en el año 1703 por el maestro cantero Lorenzo Fernández Iglesias y terminada en 1705 por el también maestro cantero Juan Antonio Blanco, sobre unos dibujos de Diego Antonio Díaz, sirviendo como referencia para la del Palacio de San Telmo, vista anteriormente. Como podemos contemplar, consta de dos cuerpos, presentando el inferior pares de columnas de orden corintio50 adelantadas conforme al plano de la fachada, elevadas sobre un plinto57 y rematadas por un entablamento; están ricamente talladas en el tercio inferior de su fuste, mientras que, en la parte superior, vemos guirnaldas con frutos. El hueco es un arco de medio punto58 ornamentado con una gruesa moldura con orejetas; en la clave59 cuenta con un relieve con una carátula, estando sobre ella el escudo del arzobispo Arias. Un frontón curvo partido separa ambos cuerpos y, en los extremos, a la altura del balcón, aparecen sendos ángeles tenantes60 que sostienen unos blasones. Por lo que concierne al segundo cuerpo, éste se estructura partiendo de un balcón adintelado y moldurado con orejetas que se halla flanqueado por pilastras y paramentos ornamentados con elementos geométricos, vegetales y frutales, todo ello coronado por ménsulas que sostienen un entablamento cuya cornisa queda curvada en el centro, como acogiendo el balcón. Una peana con una cruz entre jarras de azucenas y flanqueadas por flameros61 corona el conjunto de esta portada principal.

En cuanto a la portada lateral, ésta fue terminada después que la anterior y debió ser diseñada por Pedro Romero. También se compone de dos cuerpos, repitiéndose en la parte alta su misma estructura, con un frontón mixtilíneo apoyado sobre pilastras y con ménsulas haciendo de capitel. En cambio, la decoración aquí es más sencilla que en la entrada principal.

Sevilla, Fachada del Palacio Arzobispal que da a la Calle Cardenal Carlos Amigo Vallejo

Fachada del Palacio Arzobispal que da a la Calle Cardenal Carlos Amigo Vallejo.

El conjunto palaciego que ha llegado a nuestros días queda distribuido en torno a dos patios principales, así como otros ajardinados y de menos tamaño e importancia situados en la parte trasera. Los dos principales tienen un eje Norte-Sur desde la fachada principal, quedando separados por una galería central al final de la cual se halla la escalera principal; ambos patios cuentan con unos paramentos enlucidos62 a base de ocre63 y almagra64, decoración pictórica característica del barroco sevillano. Tras acceder al palacio, al lado del primer patio que vemos, en la esquina Suroeste, se abre otro pequeño patio que, antaño, hacía la función de apeadero. Los tres se enmarcan en los trabajos llevados a cabo por Vermondo Resta.

El primer patio, al Sur, es de planta casi cuadrada y cuenta con tres cuerpos de altura, si bien originariamente eran dos; las fachadas Sur y Norte se estructuran, en la planta baja, por medio de pilastras toscanas65 y arcos de medio punto, mientras que los laterales Oeste y Este carecen de pilastras, habiendo aquí, en su lugar, ventanas, en la planta baja, y balcones, en la alta.

En una esquina del lado derecho, se puede ver una escalera que conduce a distintas oficinas diocesanas. Su realización pudo ejecutarse bajo la dirección de Pedro Sánchez Falconete. Se compone de diferentes niveles que apoyan sobre delgadas columnas genovesas, quedando cubierta por una bóveda ornamentada con yeserías.

Al Norte, se emplaza el segundo patio, de mayor tamaño que el anterior y de dos plantas. En la planta baja, se abren ventanas, siendo balcones los que vemos en la alta; los frentes Este y Oeste cuentan con sendas portadas manieristas66 ornamentadas con ménsulas, orejetas y tarjetón. En el centro, hay dispuesta una fuente octogonal de mármol blanco que data del año 1647 y que se adorna con una figura de Hércules y el león como remate.

Una galería central separa ambos patios, ésta estructurada con columnas pareadas toscanas y pilares, quedando cubierta por medio de bovedillas y vigas de madera.

Es en esta galería donde se ubica la escalera monumental, proyectada por Pedro Sánchez Falconete y renovada a finales del siglo XVII por fray Manuel Ramos. Es una escalera de un tiro67, tres tramos y caja68 rectangular realizada en mármoles de diferentes colores, destacando el rojo. Su arranque lo hace sobre dos niveles de columnas, quedando cubierto por una bóveda elíptica sustentada por pechinas69. La cubierta de la escalera es una cúpula de medio punto sobre pechinas que presenta unas pinturas murales cuya autoría se ha atribuido a Juan Espinal. La balaustrada71 es de jaspes y está reforzada por pilares coronados por esferas.

Ya dentro del palacio en sí, la zona que mejor se ha conservado es la que ha sido utilizada como vivienda para los prelados, pues todo lo demás ha sido convertido en dependencias administrativas, con la transformación que ello supone. Así, podemos destacar, en el ya mencionado patio del apeadero, la Capilla, y en el segundo patio, el Salón de Santo Tomás, el Salón Principal, el Salón del Trono, la Galería del Prelado, el Anteoratorio y el Oratorio.

En el frente Norte del patio del apeadero, en la planta alta, se halla la Capilla, construida a mediados del siglo XVII y renovada entre los años 1779 y 1780 bajo la dirección de Antonio Figueroa. Se trata de un templo de planta rectangular y una única nave dividida en cinco tramos y cubierta por una bóveda de cañón74 con lunetos75; el ábside es semicircular y está orientado hacia el Oeste. Está decorada con un friso de estilo neoclásico76 y cuenta con hasta cinco retablos; sobre la bóveda, se puede ver el escudo del obispo Spínola.

La crujía Este del segundo patio acoge el Salón de Santo Tomás, en la planta baja, y el Salón Principal, en la alta, dos estancias de planta rectangular con unas medidas de 32 por 6,30 metros, construidas ambas alrededor de 1604. En el primero, se pueden observar aún sus vigas de madera, a pesar de haber sufrido diferentes reformas a lo largo de los siglos; en la actualidad, es utilizado como sala de exposiciones temporales. En cuanto al segundo, éste es mucho más importante, muestra de lo cual podría ser su techo, el “más ricamente pintado de todos los palacios sevillanos”, además de constituir “uno de los conjuntos pictóricos más importantes del siglo XVIII”, tal y como recoge la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía. Y es que estamos ante una colección formada por un total de 60 pinturas al óleo sobre lienzo de autores de la talla de Juan de Espinal, Bartolomé Esteban Murillo y Juan de Zamora.

El Salón del Trono se emplaza en la crujía de la fachada de la Calle Don Remondo, accediéndose a él a través del Salón Principal. Su construcción está datada del tercer cuarto del siglo XVIII, interviniendo en los trabajos José Álvarez, Antonio Figueroa y Francisco del Valle, siendo este último el encargado de la carpintería de la cubierta y de la ornamentación.

Formando un ángulo recto con el Salón Principal, en el ala Norte del segundo patio, se encuentra la Galería del Prelado. De ella, destaca su techo, decorado con pinturas de aproximadamente 1604.

Por último, el Anteoratorio y el Oratorio son dos dependencias contiguas que se hallan ubicadas a eje con la galería previamente vista y cuyo diseño se debería a Pedro Sánchez Falconete. Su orientación es Este-Oeste y se llega a ellas por el Salón del Trono. El Anteoratorio es de planta rectangular, con unas medidas de 9 por 6,30 metros, estando su techo decorado con pinturas al óleo sobre lienzo. Por su parte, el Oratorio se orienta hacia el Este. En este caso, es una cámara de pequeñas dimensiones (unos 4 metros de lado) y planta casi cuadrada que se cubre por medio de una cúpula esférica apoyada en pechinas y decorada con yeserías.

El Palacio Arzobispal de Sevilla fue declarado Monumento Histórico-Artístico en el año 1969.

Localización: Plaza Virgen de los Reyes, s/n. 41080 Sevilla.


Sevilla, Casa-Palacio de Juana Peyré. Edificio de las antiguas Escuelas Francesas. Hoy, establecimiento hotelero

Casa-Palacio de Juana Peyré. Edificio de las antiguas Escuelas Francesas. Hoy, establecimiento hotelero.

A no demasiada distancia, nos detendremos en la antigua Casa-Palacio de Juana Peyré, una casa-patio en la Calle Abades, 41-43 que, por sus fachadas hechas en ladrillo avitolado y su zócalo de piedra, podría ser datada del siglo XVII, centuria en la que lo enmarca la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, si bien otras fuentes, como la “Guía de Arquitectura de Sevilla”, de Guillermo Vázquez Consuegra y editada en 1992 por la Dirección General de Arquitectura y Vivienda y la Consejería de Obras Públicas y Transportes, la datan del siglo XVIII.

Sin embargo, si queremos remontarnos al origen de la construcción de este solar, debemos decir que pocos son los datos que se tienen al respecto. Tras unas excavaciones llevadas a cabo durante unas obras de rehabilitación, varios fueron los restos arqueológicos que salieron a la luz y que demostraron que el lugar había estado ocupado de manera ininterrumpida desde el siglo III a.C. por construcciones de carácter doméstico –sucediéndose las diferentes obras, especialmente, entre mediados del siglo II a.C. y la segunda mitad del siglo II d.C.–. Asimismo, en otra zona de la casa, se hallaron restos de otra edificación de carácter edilicio77 de la primera mitad del siglo I a.C., la cual sería anulada en el siglo I d.C. con un inmueble de ámbito público. También se encontrarían los restos de una calzada urbana correspondiente a finales del siglo I d.C. y/o comienzos del II d.C.

Según apunta el licenciado en Historia del Arte y doctor Gregorio Manuel Mora Vicente, alrededor de 1550 se construyó la casa palacio de nueva planta, perteneciendo por entonces al chantre78 de la Catedral Juan de Medina. En dicho edificio, se incorporaría una doble arquería apuntada79, propia del estilo gótico80, la cual sería cegada en las dependencias de servicio del patio principal. “Juan de Medina la tuvo que mandar a construir y habitar en torno al segundo tercio del XVI”, añade Mora Vicente, “La adscripción al personaje viene dada por la representación de su escudo en las viguerías de un alfarje que cubría una de las estancias principales. Estas armas están representadas en la capilla catedralicia de la familia Medina, presidida por un retablo pintado en 1561 por Luís de Vargas que atiende a la Genealogía de Cristo, en el que aparece representado el Chantre a la edad de 57 años”.

Pocas noticias más se tienen sobre este inmueble de la Calle Abades hasta el siglo XX; concretamente, que, concluida la Guerra Civil Española (1936-1939), fue sede de las Escuelas Francesas, fundadas en 1902 –con el comienzo de las clases al año siguiente– por la Société Française de Bienfaisance et d’Enseignement, organización creada en 1850 por un grupo de franceses que vivían en Sevilla y cuyo fin era el de preservar y promover la vida cultural y el aprendizaje franceses de sus hijos. En ese momento, el edificio era conocido como Casa-Palacio de Juana Peyré, sobrina y, a la vez, esposa de Augusto Peyré Sarrat, un importante empresario textil nacido en Francia en 1863 e instalado en Sevilla (primero, en la localidad de El Coronil, y una década después, en la capital) en 1877, y que estuvo relacionado con el círculo francés antes mencionado.

En la actualidad, y desde hace varios años, funciona como establecimiento hotelero.

Se trata de una casa de dos plantas y un ático, cuyas habitaciones se organizan en torno a un patio abierto en tres de sus laterales, situándose en uno de ellos la caja de escalera, ésta cubierta por una bóveda ovalada ornamentada con yeserías barrocas. La planta alta contaba con algunas techumbres de interés, pero, lamentablemente, no se han conservado. Un amplio zaguán ocupa una buena parte de la crujía de la fachada principal.

En cuanto al exterior, ambas portadas, tanto la del número 41 como la del 43, se hallan desplazadas conforme al centro de la fachada, siendo las dos bastante sobrias (apenas si se adornan con escasos elementos geométricos), adinteladas y con pilastras en las jambas, quedando éstas sobre un zócalo en el número 43.

Los vanos que se abren en las fachadas, tanto los de las ventanas como los de los balcones, son rectangulares y cuentan con cerramientos y/o barandas de forja, mientras que los del ático son arcos de medio punto que alternan con los escarzanos84, todos ellos moldurados.

Localización: Calle Abades, 41 y 43. 41004 Sevilla.


Sevilla, Casa-Patio en la Calle Fabiola, 2

Casa-Patio en la Calle Fabiola, 2.

Varias son las viviendas que se construyeron en Sevilla en el siglo XVII, o que adquirieron su fisonomía entonces, y que han llegado a nuestros días guardando, en ocasiones, una serie de características similares entre sí. Uno de estos ejemplos es la Casa-Patio en Calle Fabiola, 2.

La “Guía de Arquitectura de Sevilla” data este inmueble del siglo XVII. Por ello, y aunque la fachada ahora se encuentre enlucida, podemos deducir que podría tratarse de una obra cuyos paramentos tal vez fueran realizados en ladrillo sobre zócalo de piedra.

El edificio está compuesto por dos plantas más un ático, quedando separadas entre sí por una línea de imposta85. Los vanos que se abren en la fachada guardan una gran simetría compositiva: en la planta baja, se abren ventanas rectangulares y adinteladas, recercadas por una moldura (a excepción de una menor, que es cuadrada y lisa) y cerradas por una reja de forja; en el primer piso, son balcones apenas pronunciados y cerrados, igualmente, por una reja de forja, a excepción del balcón principal, que es abierto, siendo todos ellos también adintelados; finalmente, el ático cuenta con un pequeño balcón abierto y seis ventanas con forma de arcos de medio punto sustentados por pilastras y separados entre sí por pilastras adosadas. La cornisa, sustentada por ménsulas, sostiene un tejado voladizo. La portada apenas si sobresale del plano de la fachada; se trata de un hueco adintelado que cuenta con una moldura en la parte superior central como único elemento ornamental.

Localización: Calle Fabiola, 2. 41004 Sevilla.


Sevilla, Museo Casa de Murillo, lugar en el que viviría el pintor sevillano

Museo Casa de Murillo, lugar en el que viviría el pintor sevillano.

Nuestros pasos nos llevan hasta la Calle Santa Teresa, lugar en el que se alza el Museo Casa de Murillo.

Fue don Diego Angulo Íñiguez, catedrático de Historia del Arte, antiguo director del Museo del Prado y de la Academia de Historia, y experto en la figura de Bartolomé Esteban Murillo, quien afirmó que en esta casa vivió el pintor sevillano antes de fallecer en 1682, si bien no sería aquí donde muriera, sino que esto ocurriría en una vivienda ubicada en la hoy Plaza de Alfaro.

Otras fuentes no lo tienen tan claro. Tal es el caso de Francisco María Tubino, de quien podemos leer lo siguiente, extraído de su libro “Murillo. Su época, su vida, sus cuadros”:


Los eruditos se han afanado en conocer la casa que Murillo habitó en el último tercio de su vida, siendo muy encontradas las opiniones que se han emitido respecto de este punto. El Dean señor Cepero, cuya ilustración fué incontestable, creyó era la que él mismo habitaba en la plazuela de Alfaro, pero consta que el sábio literato Reinoso, Cura de Santa Cruz, pensó siempre que su amigo opinaba con error. Posteriormente se han hecho indagaciones, y la Academia de Bellas Artes ha llegado hasta poner una lápida en la casa número dos de la mencionada plazuela, afirmando que allí fué ciertamente donde vivió y murió nuestro artista. Muchos son los que se rebelan contra esta solucion, basada sobre una hipótesis ingeniosa, pero que tiene en contra suya la condicion misma del edificio, tan pobre y reducido, que no se comprende cómo Murillo pudo habitarlo. Otros, con D. Félix Gonzalez de Leon, erudito investigador de las antigüedades sevillanas, piensan que la casa que Murillo habitó es la que existe en la calle de Santa Teresa con el número once. Esta opinion se funda en un documento citado por Gonzalez de Leon que hasta ahora nadie ha desmentido.

Véase como se esplica el señor Gonzalez de Leon en su Noticia histórica del origen de las calles de Sevilla:

Calle de Santa Teresa.–“Esta calle la ilustró viviendo los últimos años de su vida y muriendo en ella en una casa frente al referido convento, que hoy vive el escribano de Cámara don Pedro Montes, el célebre pintor Bartolomé Estéban Murillo, honor de Sevilla, padre de la pintura y envidia de las naciones extrangeras; que á muy subidos precios se llevan sus mejores cuadros con menoscabo de nuestra opulencia y pérdida de los más preciosos monumentos de nuestras artes, para enriquecer con ellos sus mejores palacios y museos. Freno se ha puesto á esta extraccion tan perjudicial, es verdad; pero aun no es bastante, y es por desgracia tarde, pues quizá hay más cuadros buenos fuera de la nacion, que los que se conservan.”

Y en las notas añade:

“Bien he visto el letrero que modernamente se ha colocado en el zaguan de la casa de los Alfaros en la plaza de su nombre, el cual anuncia que allí falleció Murillo; el que lo haya puesto sabrá por qué; mis noticias son las que he referido, y esta casa la de su muerte; y para evitar polémicas y disputas inútiles en materia que no somos interesados ni el que ha puesto el letrero ni yo, pues la historia es la que se llevará el fruto de nuestras noticias, doy á continuacion el documento de que me valgo, tan sincero como verídico, si no hay otro más fuerte que yo no haya visto. Todos mis ascendientes han sido curiosos y anticuarios, y á estos debo no pocas noticias y tradiciones, y entre papeles de mi abuelo paterno hallé la siguiente memoria escrita de su puño:”

“El dia 3 de Abril de 1682 murió en la casa que está en frente de las monjas Teresas el famoso pintor don Bartolomé Estéban Murillo. Este pintor fué íntimo amigo de mi abuelo, por lo que le pintó y regaló el retrato de mi abuela que está en el comedor.”

“Hasta aquí la memoria, que yo no puedo tenerla por falsa, ni he visto otra que la aventaje.”

La Academia de Bellas Artes ya mencionada, además de la lápida conmemorativa que hemos citado, ha colocado en 1858 otra en una de las fachadas que dan al sitio en que ántes estaba la iglesia, con la inscripcion siguiente:

PARA PERPETUAR LA MEMORIA
DE QUE EN EL ÁMBITO DE ESTA PLAZA,
HASTA HACE POCO TEMPLO SAGRADO,
ESTÁN DEPOSITADAS LAS CENIZAS
DEL CÉLEBRE PINTOR SEVILLANO
BARTOLOMÉ ESTÉBAN MURILLO;
LA ACADEMIA DE BELLAS ARTES
ACORDÓ PONER ESTA LÁPIDA,
MODESTO MONUMENTO, PERO EL PRIMERO,
QUE SE CONSAGRA Á SU ILUSTRE FUNDADOR.
1858.

Los datos más antiguos que se tienen de este inmueble se remontan a enero del año 1530, cuando Ruy Pérez vende al mercader Diego Beltrán unas casas en Sevilla, concretamente en la collación86 de Santa Cruz.

Varios fueron los propietarios que tuvo la vivienda a lo largo de los siglos, como es natural, hasta que, en el siglo XX, es adquirida por la familia de la marquesa de Salobral. En 1927, el Ministerio de Educación y Ciencia expropiaría el edificio, por aquel entonces en un pésimo estado de conservación. Ya a comienzos de los años 80, se llevaría a cabo la idea de convertirlo en Casa-Museo de Murillo y de abrirla al público en el marco de las actividades realizadas para el III Centenario de la muerte del artista. Cerrada a principios de los 90 por problemas de humedad, tras una serie de obras de rehabilitación, abriría sus puertas al público nuevamente el 24 de septiembre de 1992 con la idea de convertirse en un Centro de Documentación permanente especializado en Murillo y en su época.

Tal y como podemos leer en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, “La tipología de la Casa de Murillo se adecua perfectamente a la tipología de la casa sevillana en el siglo XVII, obviando los cambios introducidos en ella, sobre todo en la intervención de 1928”. Y es que estamos ante una casa cuyas características se encuadran en las típicas de las viviendas de dicha centuria. Se trata de una construcción de planta rectangular que se articula alrededor de un patio cuadrado y que consta de dos plantas más un mirador. El cuerpo que vemos en la crujía de la fachada sería añadido posteriormente con el objetivo de ser utilizado como cuadra.

Nada más atravesar la puerta, estaremos en el zaguán, que nos conduce al patio. Aquí, en el lateral derecho, se halla una escalera de dos tramos que une las distintas alturas. El patio es un espacio estructurado en los cuatro laterales por medio de arquerías que, en el piso bajo, son de medio punto y se apoyan sobre ocho columnas corintias de mármol, mientras que, en el alto, son arcos rebajados que se unen por una balaustrada de hierro, siendo una construcción reciente. Tanto el zaguán como el patio quedan decorados con azulejos provenientes de un convento y colocados en esta otra ubicación durante una de las últimas intervenciones.

También en las últimas restauraciones se realizó el artesonado de madera que cubre el salón principal del piso alto, se convirtió en Sala de Exposiciones una dependencia de planta rectangular que se sitúa a la derecha en la galería alta del patio, se habilitó como un hipotético taller de Murillo una sala ubicada a la izquierda y se instalaron en el ático la biblioteca, el despacho de dirección y unos aseos.

Localización: Calle Santa Teresa, 8. 41004 Sevilla.


Sevilla, Palacio de Altamira. Hoy, sede de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía

Palacio de Altamira. Hoy, sede de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Nuestros pasos nos llevan hasta la Calle Santa María la Blanca, lugar en el que se alza el Palacio de Altamira. Si bien su fisonomía externa actual corresponde a las reformas llevadas a cabo en el edificio en el siglo XVII (motivo por el cual hemos decidido incluirlo en esta página), sus orígenes los hallaremos en época almohade. Y es que, gracias a las diversas intervenciones arqueológicas realizadas en el solar, hoy se conoce que en este lugar se alzó tiempo atrás una construcción que, según se cree, pudo ser una vivienda. Asimismo, se sabe que en el entorno existieron una mezquita, unos baños y un zoco, por lo que, tal y como podemos leer en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, “indica que a su alrededor se desarrollaba una intensa vida urbana”.

Tras la Reconquista cristiana de Sevilla, esta área se incluyó en la Aljama87 judía, cuyos habitantes tendrían una activa participación en la vida tanto comercial como económica local, además de en las necesidades del reino de Castilla. Prueba de esto es que, durante varios reinados, el cargo de Contador Mayor estuvo desempeñado por personajes judíos que vivían en las casas que se han hallado en el solar en el que nos encontramos. El asalto a la judería, sucedido en el año 1391 y protagonizado por los cristianos que habitaban en la ciudad, los cuales habían sido puestos en contra de los judíos por el arcediano88 Ferrán Martínez por ser éstos quienes cobraban los impuestos y disponían del dinero, favoreció que los terrenos pasasen a pertenecer a don Diego López de Stúñiga, Justicia Mayor90 de Castilla, el cual construiría en ellos el inmueble que ha llegado a nuestros días ya rehabilitado.

Al linaje de los Stúñiga, condes de Plasencia, duques de Béjar y señores de grandes estados de Extremadura y el Reino de Sevilla estaría ligado el edificio durante los siglos XV y XVI, hasta que pasaría a estar unido al marquesado de Villamanrique y de Ayamonte, y, más adelante, al condado de Altamira, nombre que ha conservado y por el que se conoce actualmente el palacio. Como es de suponer, todos sus propietarios fueron realizando en el inmueble diversas obras y mejoras con el fin de adaptarlo a sus gustos y necesidades.

Será ya en el siglo XIX cuando el edificio deje de estar vinculado a familias nobles, pasando a ser en ese momento, como tantas otras casas palaciegas sevillanas de la época, una casa de vecindad en alquiler. Esto conllevaría que se ejecutara una serie de reformas que acabarían por ocultar la original construcción mudéjar, que no sería descubierta de nuevo hasta las últimas intervenciones arqueológicas. Para entonces, el palacio estaba en un estado bastante ruinoso, lo que haría que fuesen necesarias una rehabilitación y una reforma completas con el fin de instalar en él la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, organismo que continúa teniendo aquí su sede principal; los autores del proyecto serían Antonio Cruz, Antonio Ortiz y Francisco Torres.

Sevilla, Fachada principal del Palacio de Altamira, en su esquina con la Calle Céspedes

Fachada principal del Palacio de Altamira, en su esquina con la Calle Céspedes.

Si analizamos la composición cronológica del edificio, tenemos, en primer lugar, la estructura de la primitiva construcción mudéjar. Ésta se organizaba alrededor de un patio, teniendo bastantes características comunes con el Palacio Mudéjar del Alcázar. De estas antiguas edificaciones han quedado restos, por un lado, en una amplia edificación rectangular compuesta por dos plantas y paralela a la fachada, por otro lado, en una sala cuadrada ubicada a la derecha del patio, y, finalmente, en los dos patios de menores dimensiones que hay junto a dichas dependencias.

La sala rectangular guarda una perfecta y ordenada simetría, contando con un amplio espacio central, el cual se cubre por un artesonado de madera, y dos saletas laterales, éstas cubiertas por sendas bóvedas sobre trompas91 en las que aparecen pintados los escudos de los Altamira y Guzmán. Esta estancia queda separada de la Calle Céspedes por un angosto pasillo que, antaño, sería el acceso desde el patio pequeño a las galerías del patio mayor y, desde éste, a las demás salas. Como decíamos antes, un artesonado de madera cubre tanto la superficie central como el mencionado pasillo, quedando ambos espacios, además del patio, decorados con yeserías datadas de finales del siglo XIV.

El palacio dispone de un segundo patio de mayor tamaño –14 x 18 metros–, delimitado por cuatro arquerías y en el que se pueden contemplar dos etapas distintas en lo que a su construcción se refiere: por una parte, está el lateral que separa el patio de la Calle Céspedes, en el que la arquería parece incluirse en alfices92 y contando, asimismo, con una columna que tiene un capitel califal; y por otro lado, tenemos los otros tres frentes, con arquerías datadas en una fecha reciente.

El palacio tiene dos escaleras, de las cuales, la original parece ser la ubicada al fondo de la construcción, mientras que la que se halla más cercana a la fachada parece datar, como ésta, del siglo XVII, momento en que el palacio pasaría a pertenecer a los Villamanrique. Como decimos, de esa centuria es la crujía de la fachada, compuesta de dos plantas y entresuelo, y con una profundidad de siete metros, la cual dota de unidad al edificio, acogiendo el cuerpo principal de habitaciones que complementa a las salas y al patio principal de la antigua casa mudéjar.

La siguiente transformación importante que verá el palacio será la de finales del siglo XIX, etapa en que, como adelantamos antes, es convertido en casa de vecinos. De estas obras deben de ser elementos como una pequeña construcción que ocupa una parte del patio de entrada, así como las escaleras que unen la planta baja de la crujía de la fachada con las entreplantas.

Al exterior, la fachada principal queda dividida en calles por medio de pilastras pareadas y se remata con una cornisa con modillones; sobre el alero del tejado, hay dos buhardillas que coronan sendos frontones curvos. La portada es adintelada y moldurada, y, sobre ella, se abre el balcón principal.

Desde el año 1503, el palacio contaba con un pasadizo que lo comunicaba con la tribuna de la cercana Iglesia de Santa María la Blanca, del cual ha llegado a nuestros días el arquillo del Callejón de Dos Hermanas.

El 8 de noviembre de 1990, con fecha de publicación en el BOE de dos días después, el Palacio de Altamira fue declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento.

Localización: Calle Santa María La Blanca, 1. 41004 Sevilla.


Sevilla, Casa de Juan de Oviedo. Habitada, ya en el siglo XX, por don Ignacio de Medina y Fernández de Córdoba, duque de Segorbe, y su esposa, doña María de la Gloria de Orleans y Braganza, princesa imperial de Brasil

Casa de Juan de Oviedo. Habitada, ya en el siglo XX, por don Ignacio de Medina y Fernández de Córdoba, duque de Segorbe, y su esposa, doña María de la Gloria de Orleans y Braganza, princesa imperial de Brasil.

Atravesaremos el arco rebajado que veremos abierto a la derecha del Palacio de Altamira y que nos introduce en el Callejón de Dos Hermanas, donde, en el extremo y cerrando el callejón, encontramos la conocida como Casa de Juan de Oviedo, una casa-patio del siglo XVII atribuida al arquitecto sevillano que le ha dado nombre.

Tal y como podemos leer en el Catálogo del Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico de Sevilla, la particularidad de la planta de este edificio radica en que el patio se halla al fondo de la construcción, quedando, pues, muy separado del zaguán de entrada para lo que era costumbre en las casas de este tipo en la ciudad; además, uno de los frentes carecía de crujía de habitaciones.

Al exterior, la fachada principal destaca por su pequeño tamaño, estando prácticamente ocupada por la portada, realizada en piedra y desarrollada en dos cuerpos: por un lado, el inferior, compuesto por pilastras dóricas de fuste acanalado sobre las que se asienta el entablamento, éste provisto de un friso de triglifos y metopas; y por otro, el superior, un balcón de jambas molduradas que remata un frontón partido.

Un amplio apeadero nos conduce al patio, provisto de galerías en las dos plantas, de arcos peraltados95 sustentados por columnas toscanas y cimacios96, en la de abajo, y de arcos de medio punto, en la de arriba, todos ellos ornamentados con cartabones en las enjutas97. En una de las esquinas del patio, sobresale un mirador de arcos sobre columnas que da a la Calle Verde, mientras que en el centro, se ha mantenido una fuente de azulejos con taza con forma de estrella. La escalera de ida y vuelta que une ambas plantas se halla en otro ángulo de este espacio; cuenta con balaustrada de forja y se cubre por medio de un artesonado.

Ya entrado el siglo XX, el inmueble sería rehabilitado por Luis Fernando Gómez Stern, unas obras que se enmarcarían en la a su vez rehabilitación que llevó a cabo don Ignacio de Medina y Fernández de Córdoba, duque de Segorbe, en el barrio de San Bartolomé, en el que se halla la casa, siendo ésta utilizada como residencia por él y su esposa, la princesa imperial de Brasil doña María de la Gloria de Orleans y Braganza.

Localización: Callejón de Dos Hermanas, 4. 41004 Sevilla.


Sevilla, Casa de Fernando Villalón, poeta sevillano conocido como “El Poeta Brujo” y VIII conde de Miraflores de los Ángeles

Casa de Fernando Villalón, poeta sevillano conocido como “El Poeta Brujo” y VIII conde de Miraflores de los Ángeles.

Nos dirigiremos ahora hacia la Calle San Bartolomé, a no demasiados metros de donde estamos, hasta detenernos en la conocida como Casa de Fernando Villalón, una casa-palacio del siglo XVII en la que, en su escasa fachada, una lápida nos recuerda que fue ésta la vivienda del poeta sevillano Fernando Villalón-Daoíz y Halcón (Sevilla, 31 de mayo de 1881-Madrid, 8 de marzo de 1930), VIII conde de Miraflores de los Ángeles y conocido como “El Poeta Brujo”.

La fachada principal vemos que se compone de tres alturas. En la planta baja, se abre la portada, adintelada y flanqueada por sendas pilastras toscanas que soportan un entablamento. En la siguiente, sobresale un balcón con reja y baranda de forja –ésta, ocupando todo el año de la fachada principal–, el cual queda rematado por un frontón curvo. Finalmente, una especie de buhardilla con una ventana central recercada con molduras corona la fachada.

Una vez en el interior, el patio sigue los esquemas ya vistos: cuatro frentes dotados de arquerías con arcos de medio punto sobre columnas corintias y cimacios. En la planta alta, hay balcones separados entre sí por medio de pilastras. Una fuente de mármol decora el centro del patio. En el patinillo, se ha conservado una fachada compuesta por dos cuerpos y dividida, a su vez, por pilastras superpuestas. En la parte interna de los arcos, se pueden contemplar tableros de azulejo con motivos taurinos.

En el año 1976, la casa fue rehabilitada por Luis Marín de Terán.

Localización: Calle San Bartolomé, 1. 41004 Sevilla.


Sevilla, Casa-Patio en Calle Imperial, 29. Hoy, establecimiento hotelero)

Casa-Patio en Calle Imperial, 29. Hoy, establecimiento hotelero).

En las inmediaciones de la Casa de Pilatos, tenemos la Casa-Patio en Calle Imperial, 29.

Se trata de una antigua vivienda del siglo XVII que sigue la tipología de las ya vistas hasta ahora, manteniendo similares características que aquéllas. Así, tiene un amplio apeadero que, tras atravesarlo, nos lleva al primer patio, porticado en dos de sus laterales, uno de los cuales, paralelo a la fachada, acoge la escalera, además de articular este espacio con el patio principal. Éste, mayor que aquél, se compone de una doble galería en todos sus frentes, siendo de arcos peraltados sobre columnas de mármol con capiteles corintios en la planta baja y arcos de medio punto sobre columnas toscanas, en la alta. La crujía que queda más alejada de este patio principal nos conduce al tercero de ellos, un patio-jardín cubierto por artesonados de madera.

La portada es adintelada y de piedra. Sobre ella, se abre una ventana rectangular cerrada con reja de forja. El tejado, que aquí es a dos aguas98, tiene un pequeño voladizo.

Antonio Cubero Hernández, en su Trabajo Fin de Máster titulado “El proceso de restauración del patrimonio histórico inmueble andaluz en los últimos 30 años, criterios de intervención y protección del patrimonio a través de 100 edificios de Sevilla” (2015), nos indica que el inmueble ya llevaba abandonado varios años cuando, en 1986, es declarado en ruina mediante un expediente. Adquirido posteriormente por un particular, lo rehabilitará para convertirlo en un negocio hotelero que abriría sus puertas en 2001, actividad que continúa desempeñando en la actualidad.

Localización: Calle Imperial, 29. 41003 Sevilla.


Sevilla, Casa-Palacio en Calle Cristo de Burgos

Casa-Palacio en Calle Cristo de Burgos.

Recorreremos la Calle Imperial, atravesaremos la Plaza de San Leandro y nos detendremos ante la Casa-Palacio en Calle Cristo de Burgos, 21.

Al igual que los ya vistos hasta ahora, es éste un edificio construido en el siglo XVII, uno de los más llamativos, si se nos permite la observación, tanto por la combinación de colores de su fachada como por la composición de sus elementos. Ejemplo de ello es el mirador que se alza en uno de sus extremos; se trata de una estructura de planta rectangular en cuyas paredes se abren arcos de medio punto flanqueados por pilastras pareadas y que se cubre con un tejado a cuatro aguas.

Sin contar con el citado mirador, la fachada principal nos muestra un edificio de dos alturas más buhardilla; en el paramento, de ladrillo avitolado, los vanos guardan una perfecta simetría, siendo ventanas en la planta baja y pequeños balconcillos cubiertos con tejaroz99 en la alta, todos ellos cerrados con rejería de forja.

La portada principal es adintelada y queda rematada por un frontón triangular partido en el que se inserta el balcón, recercado con molduras y coronado por un frontón curvo.

Si la fachada apenas ha sido alterada desde su construcción, no ocurre lo mismo con el interior de la vivienda, pues, según palabras de Guillermo Vázquez Consuegra, “ha sufrido, sin embargo, bastantes modificaciones [...], que a más de colmatar patios y otros espacios libres ha desvirtuado –sobre todo en la planta alta– la primitiva estructura arquitectónica de la casa”.

En cuanto a su disposición interna, el esquema que sigue es el mismo de las demás casas-palacios de Sevilla. De este modo, un apeadero, dividido en dos tramos y separado por un arco sustentado por columnas, nos lleva por medio de un paso acodado al patio principal. Éste cuenta con arquerías en tres de sus lados, quedando ubicada en el frente Norte la escalera, que se cubre con una bóveda.

Localización: Plaza Cristo de Burgos, 21. 41003 Sevilla.


Sevilla, Casa de la Marquesa de Nervión. Antigua sede de la Cruz Roja de Sevilla

Casa de la Marquesa de Nervión. Antigua sede de la Cruz Roja de Sevilla.

Más lejos de lo recorrido hasta ahora nos queda la Casa de la Marquesa de Nervión, que ocupa el número 6 de la Calle Amor de Dios. Se trata de un edificio de dos plantas construido en el siglo XVII y cuyos dueños originales fueron los marqueses de Valencina. Siglos después, sería sede de Correos, para pasar más adelante la propiedad a manos de los marqueses de Nervión.

Durante el siglo XIX, se llevarán a cabo en el inmueble profundas reformas, las cuales lo dotaron de la imagen que nos llega hoy día. Asimismo, en 1928, Vicente Traver se pondrá al frente de algunos trabajos de reforma y consolidación que afectarán, principalmente, a la crujía lateral del patio, incluyendo la escalera, además de ejecutar algunos cambios parciales en el patio y en la fachada.

Dicha fachada se halla dividida en calles verticales por medio de pilastras que tienen su arranque en un zócalo corrido, estando rematada por una cornisa, cumpliendo los capiteles de las pilastras la función de ménsulas. En cuanto a los vanos, éstos son ventanas en la planta baja y balcones en la alta. La portada, adintelada, destaca por su sencillez y la ausencia de decoración, más allá de las ménsulas que soportan el balcón principal. Sobre el dintel, se puede leer “CRUZ ROJA ESPAÑOLA”.

Se conoce que en 1986 la casa aún estaba habitada por su propietaria, tal y como podemos leer en la obra “Cien edificios de Sevilla. Susceptibles de reutilización para usos institucionales”, del arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, cuya primera edición es de dicho año. En el libro, el autor afirma que está “Actualmente habitada por su propietaria” y añade que en aquel momento “El estado de conservación de la casa es excelente. Elementos estructurales, materiales de revestimientos y decorativos, pavimentos y solados, en buen estado. Carpinterías de madera y herrajes, de gran belleza, perfectamente conservados. La casa cuenta, por otra parte, con mobiliario, pinturas, elementos decorativos, etc., de excepcional calidad”.

Doña María Mónica de Arteche y González-Careaga, marquesa viuda de Nervión, vizcondesa viuda de Bernuy, grande de España y dama de la Reina Victoria Eugenia, sin embargo, fallecerá ese mismo año de 1986, convirtiéndose la casa poco después en sede de la asamblea provincial y regional de la Cruz Roja, institución a la que fue legada en herencia, de ahí la inscripción que todavía hoy podemos leer sobre el dintel de la puerta. Y es que la marquesa había sido su presidenta de honor desde que en 1920 se diplomase en la Escuela de Damas Auxiliares, además de vocal y presidenta de su Junta de Damas durante más de cuarenta años. El traslado de la Cruz Roja a otro edificio hará que la vivienda quede en desuso, permaneciendo cerrada desde el año 2006 y siendo utilizada ocasionalmente como garaje y almacén.

Las últimas noticias que se tienen sobre el posible destino de este inmueble son de comienzos del pasado año 2020, cuando la Cruz Roja, todavía propietaria del edificio, pero sin posibilidades de mantenerlo por ella misma, llegó a un acuerdo con la Fundación Cajasol por el cual ésta pagará un alquiler que, según la ONG, irá destinado a proyectos sociales en Sevilla, mientras que la fundación se compromete a invertir una buena suma para adecuar la antigua casa para que acoja apartamentos de lujo, que serán explotados por una empresa hotelera.

La vivienda se ordena conforme a un eje que cruza el patio por el centro y que se remata en los extremos en sendos espacios abiertos: a la derecha, un patio más pequeño que el central, y a la izquierda, un jardín, donde, al final del eje, hay una portada en forma de U, con una fuente mural y una hornacina flanqueada por pilastras toscanas que sostienen una cornisa sobre la que se asienta un balcón –un hueco falso que está adosado a la medianera100–. El jardín, que se ubica a dos niveles diferentes salvados por una escalinata, queda cubierto en alto por la vegetación que, además, recorre los muros.

El acceso a la casa se realiza atravesando un zaguán que, con entrada en forma de codo, nos conduce hasta el patio principal.

El patio central es, como otros ya vistos, porticado en sus cuatro frentes. En la planta baja, tenemos galerías de arcos de medio punto apoyados sobre columnas corintias, mientras que en la alta, hay balcones con antepecho corrido en los cuatro laterales sobre tornapuntas101 metálicos.

La escalera principal es de tres tramos y se halla en la esquina superior izquierda del patio, quedando inscrito el arranque en una doble arquería.

Localización: Calle Amor de Dios, 6. 41002 Sevilla.


Sevilla, Casa-Patio construida a finales del siglo XVII para la familia Gómez de Barreda

Casa-Patio construida a finales del siglo XVII para la familia Gómez de Barreda.

Nuestra siguiente parada está en la Calle Viejos, esquina con la Calle Don Pedro Niño, lugar en el que se alza la Casa-Patio de los Gómez de Barreda, construida para esta familia a finales del siglo XVII.

Se trata de una casa de tres plantas en cuya fachada se abre una portada que flanquean sendas pilastras toscanas, las cuales sustentan el balcón superior. La decoración de yeserías que vemos data de una época posterior a la construcción de la vivienda. La esquina queda rematada con un torreón cubierto a cuatro aguas con pilastras en los ángulos y dos arcos de medio punto en cada frente ornamentados con molduras que simulan dobles arcos.

El interior, como en las anteriores casas ya vistas, se organiza alrededor de un patio central, quedando instaladas las distintas dependencias en una crujía que lo circunda. La crujía de fachada es más corta que las demás, acogiendo el zaguán de entrada y una pequeña estancia en el ángulo del inmueble.

El patio, como es de esperar, es porticado en tres de sus frentes, contando con arquerías de medio punto sobre columnas de mármol en la planta baja, mientras que en la alta se abren balcones separados entre sí por medio de pilastras; dichos balcones están adornados con molduras quebradas y, sobre ellos, una imposta marca la unión con la última planta, ésta de menor altura y provista de vanos adintelados.

La escalera, situada en el ángulo izquierdo del patio, está revestida con azulejos del siglo XVIII.

Localización: Calle Viejos, 1. 41003 Sevilla.


Sevilla, Palacio de los Condes de Santa Coloma o de los Bucarelli, construido a finales del siglo XVII y aún hoy habitado por los condes

Palacio de los Condes de Santa Coloma o de los Bucarelli, construido a finales del siglo XVII y aún hoy habitado por los condes.

Y terminaremos nuestro recorrido por las casas y palacios del siglo XVII de Sevilla en el Palacio de los Condes de Santa Coloma, también conocido como Palacio de los Bucarelli o Bucarelis, de Vallehermoso y de los Generales, por haber sido construido originariamente por orden de Francisco Antonio Bucareli Villacís (Sevilla, 1648 - ibidem, 1713), I marqués de Vallehermoso, Caballero de la Orden de Calatrava y Comendador de la Orden de San Esteban de Florencia, siendo los condes de Santa Coloma, que aún habitan el palacio, descendientes suyos.

La vivienda, que fue levantada entre 1693 y 1700, ocupa tres cuartas partes de la manzana en la que se inscribe y, como ya estamos acostumbrados a ver en este tipo de edificios, internamente se organiza alrededor de unos patios, además de contar con un amplísimo jardín.

Al exterior, la fachada principal de la casa se divide en calles por pilastras pareadas superpuestas, abriéndose entre ellas huecos simulados. La portada queda flanqueada por pilastras de orden corintio que sostienen la cornisa sobre la que se sustenta el balcón principal, ricamente ornamentado con molduras, además de con el escudo de armas de los Bucarelli, casa nobiliaria sevillana que tiene su origen en Florencia.

Tras atravesar la puerta de entrada, llegamos a un apeadero semicubierto, donde la fachada interior es de inspiración serliana102, delimitando el zaguán y abriéndose al espacio descubierto del apeadero, el cual cuenta con unas caballerizas en su lado derecho.

Tal y como apunta Guillermo Vázquez Consuegra en su libro “Cien edificios de Sevilla. Susceptibles de reutilización para usos institucionales”, “Patio y apeadero se articulan en uno de sus ángulos, de manera que el portón de entrada a la casa desde el apeadero –situado a la izquierda de la pared frontal– da paso al patio a través de una de sus galerías porticadas”.

El patio cuenta con arquerías en sus cuatro frentes y en las dos plantas: en el piso bajo, son de arcos de medio punto sustentados por columnas de mármol con cimacios, decorándose las enjutas con ladrillos rojos avitolados, mientras que en el alto, se abren balcones.

Asimismo, la vivienda está provista “con una serie de patios más pequeños y espacios de tránsito de una gran belleza”, según Vázquez Consuegra, quien da especial interés al patio “situado junto al pórtico de columnas y arcos semicirculares que se abren al jardín”; en uno de sus laterales, hay dos escaleras superpuestas “tras una pared con vanos circulares”.

Por lo que respecta a la escalera principal del edificio, ésta es de dos tramos y se ubica en uno de los frentes del patio –el que hace de medianera con uno de los muros del apeadero–. Las distintas habitaciones de la casa están instaladas en las crujías que dan forma al patio, además de en las crujías de fachada, mientras que otras estancias, antiguas áreas de servicio, son hoy locales comerciales.

El Palacio de los Condes de Santa Coloma, o de los Bucarelli, fue declarado en 1968 Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento.

Localización: Calle Santa Clara, 23. 41002 Sevilla.


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Lourdes Morales Farfán es Licenciada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. ↑



Mapa de los Monumentos y puntos de interés






GLOSARIO

- 1 Renacimiento: Movimiento artístico europeo, que comienza a mediados del siglo XV, caracterizado por un vivo entusiasmo por el estudio de la Antigüedad clásica griega y latina.
- 2 Barroco: Dicho de un estilo arquitectónico o de las artes plásticas: Que se desarrolló en Europa e Iberoamérica durante los siglos XVII y XVIII, opuesto al clasicismo3 y caracterizado por la complejidad y el dinamismo de las formas, la riqueza de la ornamentación y el efectismo.
- 3 Clasicismo: Estilo artístico o literario conforme a los ideales de la Antigüedad grecorromana.
- 4 Hidalgo: Persona que por linaje pertenecía al estamento inferior de la nobleza.
- 5 Venerable: Digno de veneración, de respeto. // Usado como epíteto o renombre para referirse a las personas de conocida virtud. // Usado como título para referirse a las personas eclesiásticas constituidas en prelacía6 y dignidad. // Primer título que concede la Iglesia católica a quienes mueren con fama de santidad, y al cual sigue comúnmente el de beato, y por último el de santo.
- 6 Prelacía: Dignidad u oficio de prelado7.
- 7 Prelado: Superior de un convento o comunidad eclesiástica. // Superior eclesiástico constituido en una de las dignidades de la Iglesia, como el abad, el obispo, el arzobispo, etc.
- 7b Valido: Hombre que, por tener la confianza de un alto personaje, ejercía el poder de este.
- 8 Alcaide: Con posterioridad a la Edad Media, encargado de la conservación y administración de algún sitio real.
- 9 Vellón: Aleación de plata y cobre con que se labró moneda antiguamente. // Moneda de cobre que se usó en lugar de la fabricada con aleación de plata.
- 10 Morisco: Dicho de una persona: Musulmana, que, terminada la Reconquista, era bautizada y se quedaba en España.
- 11 Racionero: Prebendado12 que tenía ración13 en una iglesia catedral o colegial.
- 12 Prebendado: Dignidad, canónigo o racionero de alguna iglesia catedral o colegial.
- 13 Ración: Prebenda en alguna iglesia catedral o colegial, y que tiene su renta en la mesa del cabildo.
- 14 Plateresco: Dicho de un estilo español de ornamentación: Empleado por los plateros del siglo XVI, aprovechando elementos de las arquitecturas clásica y ojival15. // Dicho de un estilo arquitectónico: Que se desarrolló en España en el siglo XVI y que se caracteriza por una ornamentación que recuerda las filigranas de los plateros.
- 15 Ojival: Dicho de un estilo arquitectónico: Que dominó en Europa durante los tres últimos siglos de la Edad Media, y cuyo fundamento estaba en el empleo de la ojiva16 para toda clase de arcos.
- 16 Ojiva: Figura formada por dos arcos de círculo iguales, que se cortan en uno de sus extremos y volviendo la concavidad el uno al otro.
- 17 Vano: En una estructura de construcción, distancia libre entre dos soportes y, en un puente, espacio libre entre dos pilas o entre dos estribos consecutivos.
- 18 Ménsula: Elemento perfilado con diversas molduras, que sobresale de un plano vertical y sirve para recibir o sostener algo.
- 19 Arco rebajado: Arco cuya altura es menor que la mitad de su luz20.
- 20 Luz: Distancia horizontal entre los apoyos de un arco, viga, etc.
- 21 Atlante: Estatua de hombre que hace la función de columna.
- 22 Entablamento: Conjunto de molduras que corona un edificio o un orden de arquitectura y que ordinariamente se compone de arquitrabe23, friso25 y cornisa33.
- 23 Arquitrabe: Parte inferior del entablamento, la cual descansa inmediatamente sobre el capitel24 de la columna.
- 24 Capitel: Parte superior de una columna o de una pilastra, que la corona con forma de moldura y ornamentación, según el orden arquitectónico a que corresponde.
- 25 Friso: Parte del entablamento en los órdenes clásicos que media entre el arquitrabe y la cornisa, en ocasiones ornamentado de triglifos26, metopas32 u otros elementos.
- 26 Triglifo: Adorno del friso dórico27 que tiene forma de rectángulo saliente y está surcado por dos glifos31 centrales y medio glifo a cada lado.
- 27 Orden dórico: Orden que tiene la columna de ocho módulos28 o diámetros a lo más de altura, el capitel sencillo y el friso adornado con metopas y triglifos.
- 28 Módulo: Medida que se usa para las proporciones de los cuerpos arquitectónicos. En la antigua Roma, era el semidiámetro del fuste29 en su parte inferior.
- 29 Fuste: Parte de la columna que media entre el capitel y la basa30.
- 30 Basa: Asiento sobre el que se pone la columna o la estatua.
- 31 Glifo: Canal vertical poco profundo que decora el frente de los triglifos en los órdenes clásicos.
- 32 Metopa: En el friso dórico, espacio que media entre triglifo y triglifo.
- 33 Cornisa: Parte superior del entablamento de un pedestal, edificio o habitación.
- 34 Frontón: Remate triangular o curvo de una fachada, un pórtico, una puerta o una ventana.
- 35 Crujía: Tránsito largo de algunos edificios que da acceso a las piezas que hay a los lados. // Espacio comprendido entre dos muros de carga.
- 36 Camarín: En un templo, capilla pequeña, generalmente exenta, donde se rinde culto a una imagen muy venerada. // Pieza en que se guardan las alhajas y vestidos de una imagen.
- 37 Transparente: Ventana de cristales que ilumina y adorna el fondo de un altar.
- 38 Mudéjar: Dicho de un estilo arquitectónico: Que floreció en España desde el siglo XIII hasta el XVI, caracterizado por la conservación de elementos del arte cristiano y el empleo de la ornamentación árabe.
- 39 Pretil: Murete o vallado de piedra u otra materia que se pone en los puentes y en otros lugares para preservar de caídas.
- 40 Almohade: Seguidor de Aben Tumart, jefe musulmán que en el siglo XII fanatizó a las tribus occidentales de África y dio ocasión a que se fundase un nuevo imperio con ruina del de los almorávides41.
- 41 Almorávide: Dicho de una persona: De una tribu guerrera del Atlas que fundó un vasto imperio en el occidente de África y llegó a dominar toda la España árabe desde 1093 hasta 1148.
- 42 Ladrillo avitolado: Se conoce como ladrillo avitolado la técnica constructiva en la cual los ladrillos se colocan de manera que quedan casi eliminadas las juntas verticales entre ellos, mientras que en las hiladas horizontales permanece intencionadamente hundida la marca de separación. Este modo de colocación de los ladrillos fue una creación del barroco sevillano y su implantación se debe a Leonardo de Figueroa, quien podría ser considerado el arquitecto más importante de la capital hispalense del siglo XVIII. Posteriormente, esta técnica se extendió por varias localidades de la provincia.
- 43 Tarjeta: Adorno plano y oblongo sobrepuesto a un elemento arquitectónico, que por lo común lleva inscripciones, empresas o emblemas.
- 44 Guardapolvos: Tejadillo voladizo construido sobre un balcón o una ventana, para desviar el agua de lluvia.
- 45 Dentellón: Dentículo // Cada uno de los adornos con forma de paralelepípedo46 rectángulo que, formando fila, se colocan en la parte superior del friso del orden jónico48 y en algunos otros miembros arquitectónicos.
- 46 Paralelepípedo: Sólido limitado por seis paralelogramos47, cuyas caras opuestas son iguales y paralelas.
- 47 Paralelogramo: Cuadrilátero cuyos lados opuestos son paralelos entre sí.
- 48 Orden jónico: Orden que tiene la columna de unos nueve módulos o diámetros de altura, el capitel, adornado con grandes volutas49, y dentículos en la cornisa.
- 49 Voluta: Figura en forma de espiral.
- 50 Orden corintio: Orden que tiene la columna de unos diez módulos o diámetros de altura, el capitel adornado con hojas de acanto51 y caulículos52, y la cornisa con modillones54.
- 51 Acanto: Planta de la familia de las acantáceas, perenne, herbácea, con hojas anuales, largas, rizadas y espinosas. // Ornato hecho a imitación de las hojas del acanto, característico del capitel del orden corintio.
- 52 Caulículo: Cada uno de los vástagos o tallos que nacen del interior de las hojas de acanto del capitel corintio y se vuelven en espiral bajo el ábaco53.
- 53 Ábaco: Conjunto de molduras, generalmente en forma de dado, que corona el capitel y tiene la función de recibir directamente la carga del arquitrabe.
- 54 Modillón: Miembro voladizo sobre el que se asienta una cornisa o alero, o los extremos de un dintel55.
- 55 Dintel: Pieza horizontal superior de puertas, ventanas y otros huecos, apoyada en sus extremos sobre las jambas56 y destinada a soportar cargas.
- 56 Jamba: Cada una de las dos piezas que, dispuestas verticalmente en los dos lados de una puerta o ventana, sostienen el dintel o el arco de ella.
- 57 Plinto: Parte cuadrada inferior de la basa de una columna.
- 58 Arco de medio punto: Arco que consta de una semicircunferencia.
- 59 Clave: Piedra central y más elevada con que se cierra el arco o la bóveda.
- 60 Tenante: Cada una de las figuras de ángeles u hombres que sostienen el escudo.
- 61 Flamero: Candelabro que, por medio de mixtos contenidos en él, arroja una gran llama.
- 62 Enlucir: Poner una capa de yeso o mezcla a las paredes, techos o fachadas de los edificios.
- 63 Ocre: Mineral de óxido de hierro hidratado, de color amarillo, frecuentemente mezclado con arcilla, que sirve como mena de hierro y se emplea en pintura. // Dicho de un color: Amarillo oscuro semejante al del ocre.
- 64 Almagra: Óxido rojo de hierro, más o menos arcilloso, abundante en la naturaleza, y que suele emplearse en la pintura. // Dicho de un color: Semejante al del almagre.
- 65 Orden toscano: Orden que se distingue por ser más sólido y sencillo que el dórico.
- 66 Manierismo: Estilo artístico y literario del Renacimiento tardío, caracterizado por su refinamiento y artificiosidad.
- 67 Tiro: Tramo de escalera.
- 68 Caja: Espacio o hueco en que se forma la escalera de un edificio.
- 69 Pechina: Cada uno de los cuatro triángulos curvilíneos que forman el anillo de la cúpula con los arcos torales70 sobre los que estriba.
- 70 Arco toral: Cada uno de los cuatro en que estriba la media naranja de un edificio.
- 71 Balaustrada: Serie u orden de balaustres72, y, por extensión, barandilla o antepecho73.
- 72 Balaustre: Cada una de las columnas pequeñas, generalmente con molduras, que con los barandales forman las barandillas o antepechos de balcones, azoteas, corredores y escaleras.
- 73 Antepecho: Pretil o baranda que se coloca en lugar alto para poder asomarse sin peligro de caer.
- 74 Bóveda de cañón: Bóveda de superficie generalmente semicilíndrica que cubre el espacio comprendido entre dos muros paralelos.
- 75 Luneto: Bovedilla en forma de media luna abierta en la bóveda principal para dar luz a esta.
- 76 Neoclasicismo: Movimiento literario y artístico dominante en Europa desde finales del siglo XVII y a lo largo del siglo XVIII, que aspira a restaurar el gusto y las normas del clasicismo grecorromano.
- 77 Edilicio: Perteneciente o relativo al edil o a su cargo.
- 78 Chantre: Dignidad de las iglesias catedrales, a cuyo cargo estaba antiguamente el gobierno del canto en el coro.
- 79 Arco apuntado: Arco que consta de dos centros situados en la línea de arranque.
- 80 Gótico: Dicho del arte: Desarrollado en Europa desde finales del siglo XII hasta el Renacimiento y caracterizado, en arquitectura, por el arco apuntado, la bóveda de crucería81 y los pináculos83.
- 81 Crucería: Conjunto de nervios82 que refuerzan y ornamentan las intersecciones de las bóvedas, típico del estilo gótico.
- 82 Nervio: Arco que, cruzándose con otro u otros, sirve para formar la bóveda de crucería. Es elemento característico del estilo gótico.
- 83 Pináculo: Remate piramidal o cónico que en la arquitectura gótica cumple una doble función, estética y estructural.
- 84 Arco escarzano: Arco que es menor que la semicircunferencia del mismo radio.
- 85 Imposta: Hilada de sillares algo voladiza, a veces con moldura, sobre la cual va sentado un arco. // Faja saliente de poco volumen, en la fachada de los edificios, que marca el forjado del piso.
- 86 Collación: Colación. // Territorio o parte de vecindario que pertenece a cada parroquia en particular.
- 87 Aljama: En la Edad Media, comunidad musulmana. // Barrio donde vivía la comunidad musulmana. // En la Edad Media, comunidad judía. // Barrio donde vivía la comunidad judía.
- 88 Arcediano: Juez ordinario que ejercía jurisdicción delegada de la episcopal en determinado territorio, y que más tarde pasó a formar parte del cabildo89 catedral.
- 89 Cabildo: Cuerpo o comunidad de eclesiásticos capitulares de una iglesia catedral o colegial. // En algunos pueblos, cuerpo o comunidad que forman los eclesiásticos que hay con privilegio para ello.
- 90 Justicia Mayor: En algunos de los antiguos reinos de España, dignidad o magistrado supremo que en nombre del rey cuidaba de hacer cumplir la ley.
- 91 Trompa: Bóveda fuera del paramento de un muro.
- 92 Alfiz: Recuadro del arco árabe, que envuelve las albanegas93 y arranca bien desde las impostas, bien desde el suelo.
- 93 Albanega: Espacio triangular comprendido entre la rosca94 de un arco y el alfiz.
- 94 Rosca: Faja de material que, sola o con otras concéntricas, forma un arco o bóveda.
- 95 Peraltar: Levantar la curva de un arco, bóveda o armadura más de lo que corresponde al semicírculo.
- 96 Cimacio: Elemento suelto que va sobre el capitel y sirve para aumentar el plano superior de apoyo.
- 97 Enjuta: Albanega.
- 98 Agua: Vertiente de un tejado.
- 99 Tejaroz: Alero del tejado. // Tejadillo construido sobre una puerta o ventana.
- 100 Medianera: Dicho de una pared, y por extensión, de un elemento divisorio: Común a dos casas, construcciones o fincas contiguas.
- 101 Tornapunta: Madero ensamblado en uno horizontal para servir de apoyo a otro vertical o inclinado.
- 102 Serliana: Se trata de un recurso arquitectónico que debe su nombre al arquitecto Sebastiano Serlio, primero en teorizar sobre él. Muy usado durante el Renacimiento y el Neoclásico, consiste en combinar arcos de medio punto con otros adintelados. Esta técnica se emplea generalmente en portadas y logias103 como si de arcos de triunfo se tratase, en los cuales, los laterales están adintelados y son más bajos.
- 103 Logia: Galería exterior con arcos sobre columnas, techada y abierta por uno o más lados.

DATOS DE INTERES

HORARIOS DE APERTURA/VISITA:

LOCALIZACIÓN Y COMUNICACIONES:
CARRETERAS:
Autopistas:
- A-4, que la conecta con Córdoba y Madrid
- A-49, con Huelva y Portugal
- A-66, con Extremadura
- A-92 con Málaga

FERROCARRIL:
- Estación de Santa Justa

RENFE, Telf: 902 240 202
http://www.Renfe.es

AEROPUERTO: - Aeropuerto de San Pablo

PUERTO: - Por Sevilla pasa el Guadalquivir, el único río navegable de España, por lo que es posible llegar a la ciudad desde el Océano Atlántico.


BIBLIOGRAFIA Y ENLACES EXTERNOS:
- José María de Mena: “Historia de Sevilla”; Plaza&Janés Editories, S.A.; ISBN: 84-01-37200-3; Depósito Legal: B.37.692-1987.
- Manuel Jesús Roldán: “Historia de Sevilla”; Editorial Almuzara; ISBN: 978-84-16100-18-7; Depósito Legal: CO-690-2014.
- Rafael Sánchez Mantero: “Historia Breve de Sevilla”; Silex Ediciones; ISBN: 84-7737-038-9; Depósito Legal: M-26207-2000.
- Guillermo Vázquez Consuegra: “Cien edificios de Sevilla. Susceptibles de reutilización para usos institucionales”; Junta de Andalucía. Consejería de Obras Públicas y Transportes; Depósito Legal: CA-1025-1988; ISBN: 89-87001-08-4.
- "¿Cuántos brotes de peste ha sufrido Sevilla desde el año 1350?", 05/02/2018, diario ABC.
- Universidad Autónoma de Nuevo León (México). Libro escaneado en pdf: VV.AA; "Homenaje a Menéndez y Pelayo. Estudios de erudición española"; Madrid, 1899. Librería General de Victoriano Suárez. Porras y su famoso códice.
- Dialnet: Fernando García Sancho. Nueva aportación documental al referido motín de la Feria en Sevilla (1652); Nº45 de la Revista Chronica Nova, 2019; Universidad de Granada.
- Cubero Hernández, A. (2015). El proceso de restauración del patrimonio histórico inmueble andaluz en los últimos 30 años, criterios de intervención y protección del patrimonio a través de 100 edificios de Sevilla. (Trabajo fin de máster inédito). Universidad de Sevilla, Sevilla.
- Francisco María Tubino y Oliva: “Murillo. Su época, su vida, sus cuadros”; Sevilla; La Andalucía; 1864.
- Álvaro Jiménez Sáncho: “Excavación en C/Abades 41-43 (Sevilla); del siglo III a.C. al siglo IV”; Rómula, nº 1, 2002, págs. 125-150.
- Gregorio Manuel Mora Vicente: “Ejemplos de arquitectura civil sevillana en los siglos XV y XVI. Elementos constructivos”; Actas del Séptimo Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Vol. 2, págs. 966-974; edición Instituto Juan de Herrera, Madrid, 2011; ISBN: 978-84-9728-372-4.
- El Palacio de San Telmo y su recuperación en la web oficial de la Junta de Andalucía
- Real Academia de la Historia: Biografía de Mateo Alemán.
- Ficha de Francisco Antonio Bucareli Villacís en el catálogo de autoridades del Portal de Archivos Españoles (PARES)
- REAL DECRETO 1379/1990, de 8 de noviembre, por el que se declara Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento, el Palacio de Altamira, situado en la calle Santa María la Blanca, número 1, en Sevilla.
- Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía - Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico
- Web oficial del Ayuntamiento de Sevilla
- Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla
- DRAE

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