AVISO IMPORTANTE: El Museo Arqueológico de Sevilla se encuentra actualmente cerrado por reformas.
Miércoles, 29 de octubre de 2014
Reanudamos con este reportaje la visita al Museo Arqueológico de Sevilla, siendo el último de los que hemos dedicado a él. Si en el anterior vimos las salas dedicadas a Roma, en este haremos un recorrido que dividiremos en dos partes.
Por un lado, el primero está dedicado a la Arqueología Medieval y abarca desde la llegada de los visigodos hasta el período de dominación musulmana. Para ello, veremos diversos elementos dispuestos a lo largo de las dos últimas salas numeradas del museo: la Sala XXVI: Antigüedad Tardía, con piezas principalmente de origen paleocristiano y visigodo, entre otras, y la Sala XXVII: Edad Media y Moderna, con restos arqueológicos procedentes del período de dominación musulmana.
Finalmente, terminaremos con la sala monográfica dedicada al Tesoro del Carambolo, donde además de una reproducción del mismo, se exponen otras piezas halladas en los yacimientos de Ébora, en Cádiz, y Mairena, Coria y Lebrija, en Sevilla. Comencemos.
Localización: Plaza de América, s/n. 41013 Sevilla.
Comenzaremos el recorrido por la Sala XXVI: Antigüedad Tardía, donde veremos distintas piezas arqueológicas correspondientes a diferentes períodos históricos que, muy brevemente y a grandes rasgos, trataremos de conocer para poder, de este modo, ubicar en su correspondiente contexto los objetos expuestos.
El surgimiento del cristianismo dentro del Imperio Romano y su difusión a través de él conllevaron la aparición de un nuevo estilo artístico que vendría a llamarse "paleocristiano", que vino a suponer la adaptación del arte conocido hasta entonces a los símbolos y la significación religiosas cristianas; unos símbolos que primero eran más ambiguos, debido a la persecución que durante los primeros años tuvieron los creyentes en contra de lo hasta entonces establecido por los romanos (el pez, el cordero, el pan), y que después de que Constantino I autorizara la práctica del cristianismo tras el Edicto de Milán, en el año 313, se volverán más explícitos, siendo incorporados a las nuevas obras no sólo de arte, sino también a los objetos cotidianos artesanales como reflejo de una nueva cultura. De este modo, si nos retrotraemos a las primeras manifestaciones del arte cristiano, éstas habrían aparecido en las catacumbas1 romanas y estarían datadas alrededor del año 200. Posteriormente, a partir del siglo IV, se podrían distinguir las escuelas de Occidente y de Oriente, con el arte bizantino2 y el visigodo3. Por lo que respecta a Hispania, el cristianismo se implantaría a finales del siglo II gracias a su introducción por los mercaderes, los militares y los esclavos que provienen de Roma y, sobre todo, del Norte de África.
Según el "Pasionario Hispánico", las primeras noticias que se tienen de la presencia de comunidades cristianas en Sevilla se refieren al martirio que sufrieron las Santas Justa y Rufina (dos alfareras del Barrio de Triana) hacia el año 287. Sin embargo, pocos son los restos arqueológicos paleocristianos del siglo III que han llegado a nuestros días. De entre los siglos IV y V, veremos en esta sala algunas piezas conservadas en el museo.
Por un lado, tenemos algunas representaciones importantes de escultura como son los sarcófagos, utilizados principalmente por adinerados dueños de grandes propiedades convertidos al cristianismo. El que vemos en la sala fue encontrado en el Prado de San Sebastián (Sevilla) y procedía, seguramente, de Roma. Su decoración está basada en figuras paganas, si bien se les ha dado una simbología religiosa; así, la figura femenina del centro sería la Iglesia portando los Evangelios, mientras que la liebre sostenida por los amorcillos4 laterales representaría la fugacidad de la vida, y los frutos serían las almas de los difuntos y los bienes eternos. Asimismo, hay dos fragmentos también de sarcófagos de principios del siglo IV hallados, en este caso, en Los Palacios y en Itálica, ambos en Sevilla.
De Itálica son también dos mosaicos sepulcrales que se exponen en las paredes de esta estancia y que originariamente cubrían sendas sepulturas en la necrópolis romano-cristiana en la que fueron halladas. A pesar de estar incompletos, se cree que por su estilo y su ornamentación podrían haber sido hechos en el mismo taller, posiblemente localizado en el Norte de África, donde es frecuente esta decoración.
Igualmente, hay algunos ejemplos de epigrafía5 paleocristiana, como una lápida con una inscripción funeraria que se muestra al lado de uno de los mosaicos y que se encontraba en una tumba hallada en el barrio sevillano de La Corza; reaprovechada para una sepultura de una anciana, su primer uso fue el de cubrir la de un niño. De una de las paredes también cuelga una serie de placas, o ladrillos, que proceden en su mayoría de la zona de las poblaciones de Osuna y Morón de la Frontera, las dos de Sevilla, y que fueron utilizadas para adornar paredes y/o techos de tumbas, o de edificios religiosos.
Una vitrina empotrada nos muestra algunos objetos de arte menor, escasos por la carencia, generalmente, de ajuar en las primeras tumbas cristianas. De todos ellos, el más significativo es el gran plato de vidrio encontrado en Torre del Águila / La Cañada (Utrera, Sevilla) y cuya procedencia podría ser alemana; está decorado con la escena bíblica del Nuevo Testamento en la que se produce la Transfiguración6 de Jesús en el Monte Tabor. A ambos lados del plato, hay diferentes elementos de bronce que bien pudieron formar parte de las guarniciones de caballos y en los que aparecen representados algunos símbolos cristianos. También hay varias lucernas7 como muestra de su utilización en las liturgias de la Iglesia y que, como símbolo de la luz y de la inmortalidad del alma, se introducían en las tumbas, en donde la mayoría han sido halladas. La vitrina se completa con una reproducción de parte del Tesoro de Torredonjimeno (las piezas originales se encuentran repartidas entre el Museo Arqueológico de Córdoba, el Museo Arqueológico Nacional y el Museo de Arqueología de Cataluña); hallado en 1926 en esta población de Jaén, se trata de varias coronas votivas dedicadas a modo de ofrenda a las santas Justa y Rufina y que, seguramente, fueron enterradas para protegerlas de la invasión árabe.
La crisis económica y social que a finales del siglo IV afecta al Imperio Romano y, dentro de él, a Hispania, tendrá sus efectos en el debilitamiento del estamento militar, quedando las fronteras a merced de los mercenarios, favoreciendo así la llegada de algunos pueblos germánicos que penetrarían en la Península en el año 409 (suevos8, vándalos9 y alanos10 que se establecerían en Gallaecia, Bética, Cartaginense y Lusitania). En el marco de estos movimientos, los visigodos se instalan a orillas del Mar Negro, desplazándose posteriormente a Occidente y fundando el reino de Tolosa, desde el cual entrarían en Hispania hasta asentarse en el centro de Castilla y llegando a la Bética (Sevilla fue tomada en el año 406 por los vándalos, en 430 por los suevos y, por último, por los visigodos). Teudis será nombrado primer rey visigodo de Hispania, pero las luchas por el poder harán que Atanagildo pida ayuda al emperador romano de Oriente Justiniano, que enviará tropas con las que se derrotará al rey visigodo Águila. Así, Atanagildo será reconocido como rey en el año 551, fundando de este modo el Reino de Toledo. Como consecuencia, los bizantinos se instalaron en buena parte de la zona del Segura y el Guadalquivir, quedando así gran parte de la Bética, convertida en la provincia de Spania, bajo dominio del imperio romano de Oriente durante 73 años hasta que sea expulsado por Suintila hacia los años 623-625. Para entonces, las costumbres, modas y estilos artísticos ya habían penetrado en la cultura visigoda de la tierra. Un ejemplo de ello lo tenemos en el ancla de tipo bizantino que podemos ver en la sala, encontrada en la Plaza Nueva de Sevilla, lugar por el que antiguamente, y aunque ahora nos parezca increíble, discurría el Guadalquivir.
Siendo rey Leovigildo, su hijo Hermenegildo, gobernador de la Bética nombrado por el propio monarca y convertido al catolicismo por influencia de su esposa y de San Leandro, Obispo de Sevilla, se subleva y se autoproclama rey, estableciendo la Corte en la capital hispalense; sin embargo, pronto sería apresado y ajusticiado en Tarragona, siendo canonizado como mártir por la Iglesia Católica. De estos hechos da cuenta un dintel encontrado en Alcalá de Guadaira (Sevilla), cuya inscripción reza "En nombre del Señor, en el segundo año del feliz reinado de nuestro señor Hermenegildo, el rey, a quien persigue su padre, nuestro señor el rey Leovigildo. Traído a la ciudad de Sevilla para siempre". Este enfrentamiento dejaba patente la dificultad de unificar Hispania, donde el rey profesaba la doctrina arriana11 y la mayoría del pueblo era de tradición romana. Será con Recaredo, gracias a su conversión al catolicismo en el III Concilio de Toledo (año 589), cuando poco a poco esa unión vaya tomando forma.
El arte visigodo, a grandes rasgos, vino a ser una adaptación del romano con influencias cristianas, como la adopción de símbolos. En la Bética, los visigodos asentados eran principalmente del mundo militar, por lo que el arte producido en los siglos VI y VII será básicamente el hispanorromano con rasgos del Mediterráneo Oriental, Rávena, Bizancio y el Norte de África. Cuando los árabes llegan a Sevilla, se encuentran una ciudad con grandes edificaciones y notables monumentos, como la Basílica de Santa Jerusalén (quizás la actual Catedral), la de San Vicente y el oratorio de las Santas Justa y Rufina. Asimismo, las fuentes históricas también mencionan el palacio real, que se cree pudo estar ubicado en la zona por donde hoy discurre la Calle Corral del Rey; de ahí son algunos capiteles13 que se exponen en la sala, con una decoración hecha con la técnica de talla a bisel, es decir, con dos cortes muy pronunciados que originan un relieve con claroscuros. Los motivos ornamentales tienden a las formas geométricas, mientras que los de influencia bizantina y oriental muestran tallos que se enroscan con hojas de vid y racimos de uvas, animales y flores de lis rodeadas por círculos. Igualmente, algunos están influidos por los mosaicos romanos y presentan algunas de sus repetidas representaciones, como caballos y delfines. También contemplaremos en la sala algunos cimacios14 (elementos característicos muy presentes en la parte escultórica de la arquitectura visigoda), de los cuales algunos estaban colocados sobre columnas exentas y tenían sus cuatro caras decoradas, mientras que otros iban adosados, teniendo una de las caras sin ornamentos.
Visigodos son también otros objetos que completan la sala: el tenante de altar16 que vemos en el centro y que está decorado con motivos propios de dicho período, como rosetas, espigas, formas geométricas, etc.; una pequeña pila de abluciones17 hecha en mármol; varios canceles; diversos epígrafes funerarios, donde ya no se mencionan los dioses manes18 de la epigrafía romana y, en cambio, se añade al final el "recessit in pace" y la fecha en años. Asimismo, una vitrina nos muestra una serie de piezas pertenecientes a ajuares funerarios extraídos de distintas necrópolis visigodas de la provincia de Sevilla (Gerena, Pedrera, La Puebla de Cazalla y Sevilla capital), como algunas vasijas que se colocaban al lado de la cabeza del difunto a modo de ofrenda, mientras que en otra se exhiben diversos objetos de uso personal, como hebillas y broches de cinturón, anillos, etc.
Antes de continuar, veremos algunas muestras del período andalusí (del que hablaremos en la Sala XXVII), como el llamado Epitafio de Fatà Safi', del año 1022 y hallado en Plaza Nueva (Sevilla), y que constituye la primera mención escrita del Barrio de Triana; un epígrafe con el que se conmemora la erección de un alminar19 en 1085, encontrado en la Iglesia de San Juan de Palma (Sevilla), donde parece que pudo haber estado la mezquita mayor abadí; y un fuste romano de entre los años 829-830 localizado en la Iglesia del Salvador (Sevilla) y que cuenta con una inscripción en árabe con la que se celebra la fundación de la mezquita de Ibn 'Adabbas, la primera que se construyó en Sevilla, siendo así, tal y como podemos leer en la guía oficial del museo, "la única fuente de información de la arquitectura religiosa emiral en Andalucía".
Pasemos ahora a la Sala XXVII: Edad Media y Moderna, dedicada al período de dominación árabe del territorio, que se vino a llamar Al-Andalus, entre los siglos XI y XIII. Como ya hiciéramos en la anterior, además de una descripción de lo que podremos ver en esta sala, haremos un repaso por la historia de dicha época de una manera muy breve, pues no es el cometido de este reportaje hacer un análisis histórico del momento, pero sí es importante conocer los puntos principales para contextualizar los objetos expuestos.
A comienzos del siglo VIII, en el año 711, los visigodos son derrotados en la Batalla de Guadalete a manos de los musulmanes, quienes se hacen con el poder en Qurtuba, accediendo Córdoba a la capitalidad de Al-Andalus y siendo gobernada por un emir21 dependiente de Damasco. Sin embargo, la lucha entre árabes y bereberes22 hacen que el omeya23 Abd al-Rahman I huya de Damasco para no morir a manos de los abasíes24, oponiéndose así al régimen; será él quien en el año 756 tome Córdoba, proclamándola capital del emirato independiente de Al-Andalus (entre 756 y 929). En el año 929, Abd al-Rahman III adquiere el título de califa25 y hace de Qurtuba un califato independiente de Damasco. Para no entrar en demasiados detalles, diremos que tras el califato, vendrán distintos períodos: los reinos de taifas26, donde destacará Sevilla en el aspecto cultural, gracias sobre todo Al-Mutamid, el llamado 'rey poeta'; la invasión almorávide; el dominio almohade (con la vuelta de la capitalidad a Sevilla, pérdida tiempo atrás); y el reino nazarí27, ya sólo reducido al de Granada.
El paso de los musulmanes por la Península nos ha dejado numerosos vestigios arquitectónicos y, en definitiva, artísticos, principalmente en lo que a construcciones religiosas se refiere, teniendo las mezquitas el papel primordial. En un primer momento, los edificios ya existentes serán adaptados a las nuevas necesidades, reutilizando así materiales de obras romanas y visigodas. De este modo, veremos claras influencias en varios elementos: el uso de sillares y columnas que siguen una tipología romana, el arco de herradura de los visigodos, las representaciones de figuras de los bizantinos, o los arcos polilobulados de los abasíes. Andalusíes sí serán, en cambio, las cúpulas con nervios28, o los atauriques29, por ejemplo.
Relacionados con la religión estaban también los baños, tanto en las mezquitas como en los palacios, y ya fueran públicos o privados, siendo escenario de la vida social como en su día lo fueron las termas para los romanos. Un ejemplo de ellos son los llamados Baños de la Reina Mora, en donde las excavaciones sacaron a la luz el patio de arquerías sobre columnas de mármol, alrededor del cual se disponían cuatro salas cubiertas con bóvedas de cañón en las que se abrían lucernarios30 en forma de estrella, así como el aljibe y la noria para el agua; además, se hallaron bastantes objetos de cerámica, como jarros o candiles, entre otros. La importancia del agua, imprescindible en los rituales musulmanes como símbolo de purificación, se manifiesta también en la presencia de pozos, tal y como ocurría con los baños, tanto en mezquitas como en los patios de las casas particulares. Veremos aquí tres piezas relacionadas con ello: dos brocales de pozo de época almohade, uno procedente del actual Convento de Santa Isabel, en Sevilla, y otro encontrado en la Calle San Luis, también en la capital hispalense; y una pila de abluciones, también almohade, encontrada en la Iglesia de San Miguel, en la misma ciudad.
En lo que a las artes industriales se refiere (cerámica, tejidos, orfebrería, etc.), éstas penetrarán en Al-Andalus desde los países de Oriente, como Irak e incluso China, adquiriéndose así no sólo los estilos, sino también las técnicas de trabajo, que irán mejorando y ampliándose con el paso del tiempo, y los motivos representados, con el fin de dotar los objetos cotidianos de la mayor belleza posible. Se generaliza así el uso del vidrio, o el vidriado de la cerámica, y Sevilla se convierte en uno de sus más importantes productores. En la sala, podemos ver un ejemplo de ello en las dos grandes tinajas que hay expuestas, ambas almohades, así como en los brocales y la pila antes vistos. Igualmente, podremos ver diferentes piezas de este mismo período en una de las dos vitrinas. En la otra, se nos muestran objetos como algunos amuletos de plomo y bronce de época de las invasiones del Norte de África, o parte de una espada de hierro, entre otros.
Mausoleo de Don Nicolás Griego Ariascho, procedente de la Parroquia de Omnium Sanctorum, de Sevilla. Siglo XVI.
Antes de continuar con la sala dedicada al Tesoro del Carambolo, saldremos unos instantes a la galería exterior, donde veremos algunas piezas de interés. Por un lado, dos gárgolas del siglo XV de estilo gótico procedentes del antiguo Convento de San Francisco de Sevilla, el cual se alzaba donde hoy se encuentra el Ayuntamiento de la ciudad. Por otro lado, están los mausoleos31 renacentistas del siglo XVI de los maestros dominicos del Convento de San Pablo Fray Alberto Casaus y Fray Serafín Cavallí. Finalmente, entre ambos se halla una escultura funeraria identificada de forma distinta según las fuentes de consulta, pues mientras que en la guía oficial del museo aparece como representación de "D. Nicolás Griego Ariascho, quizá el fundador en Sevilla de la orden de San Basilio, procedente de la iglesia del Omnium Sanctorum" y en la placa está datada del siglo XVI, en otros documentos se apunta que se trata de Nicolás Griego Triarchi, que procede del desaparecido colegio sevillano de San Basilio "el Grande" (de cuyo convento fue fundador) y que fue tallada por el maestro Gaspar Luis en el año 1634.
En la primera planta del Museo Arqueológico de Sevilla se encuentra la Sala Monográfica El Carambolo, en donde se expone una reproducción de dicho tesoro a la par que se establece la motivación de su existencia en el cerro donde se encontró, un antiguo y, hasta hace relativamente poco, desconocido santuario fenicio de los dioses Astarté y Melkart. El recorrido por la sala queda completado con la exposición de otros tesoros y objetos descubiertos en Ébora, Mairena, Coria y Lebrija.
El Tesoro del Carambolo apareció en el Cerro del Carambolo, en la localidad sevillana de Camas, en 1958. Mientras se realizaban unas obras en las instalaciones del Real Tiro de Pichón de Sevilla, entonces allí existentes, se hallaron a muy poca profundidad varias piezas de oro puro de bella y elaborada factura que se dataron como anteriores a la colonización fenicia de los siglos X a IX a. de C. y pertenecientes a la civilización tartesia32, lo cual los convertía en los primeros objetos arqueológicos que permitían situar temporalmente a aquella cultura, hasta entonces sólo conocida por los textos grecolatinos y cuya existencia estaba en ocasiones más cerca del mito que de la realidad. Así, gracias a este yacimiento, además de lograr que aumentase el interés por la Protohistoria33, en especial la de fenicios y tartesios, se pudo definir como característicos de la cultura tartesia una serie de elementos encontrados en el cerro, alguno de los cuales tomó nombre propio, como la cerámica de tipo Carambolo, caracterizada por tener la retícula34 bruñida35 y estar decorada con motivos geométricos pintados de rojo.
Fragmentos de soportes y vasos con decoración de "Estilo Carambolo". De finales del siglo IX al siglo VIII a. de C.
Las joyas fueron halladas en un hoyo de apreciable tamaño, en un principio tomado como un fondo de cabaña, en el que también se encontraron los trozos de cerámica más antiguos. Dicha zona pasó a ser denominada como Carambolo Alto, en contraposición al Carambolo Bajo, un área residencial o cultural situada extramuros del santuario, en la ladera Oeste del cerro, en donde se descubrieron los restos de antiguas edificaciones que se consideraron como de tipo oriental dado las formas de sus muros y los ángulos rectos de sus esquinas.
Las tres vitrinas situadas al inicio de la exposición junto a carteles informativos del Tesoro de Carambolo muestran, en el caso de la primera, objetos recogidos en el Carambolo Bajo, entre los que destacan por su tamaño una pileta ritual o un ánfora fenicia, o por su función, un rallador o unas pesas de telar; en el de la segunda, objetos procedentes de los lugares de culto del santuario, como fragmentos de vaso, una cadenilla de oro, escarabeos36, o puntas de flecha; y finalmente, en la tercera, trozos de cerámica de estilo Carambolo.
Tras su aparición, el profesor de la Universidad de Sevilla Don Juan de Mata Carriazo y Arroquia (Jódar, Jaén, 1899 - Sevilla, 1989), Catedrático de Prehistoria, Historia Antigua e Historia Medieval, cargos que compaginó desde 1956 a 1969 con el del Delegado de Zona del Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas, se hizo cargo de la exploración del yacimiento, uniendo su nombre al de éste y siendo a partir de entonces la figura de referencia del Tesoro del Carambolo y de lo por él expresado, tanto a favor como en contra de sus opiniones. Fue el historiador Carriazo quien formuló su opinión de que dado lo valioso del tesoro, éste debía de haber pertenecido a un soberano, siendo los restos de edificaciones hallados las ruinas de un recinto palaciego.
No es hasta casi cincuenta años después de la aparición del tesoro, tras la campaña de excavaciones realizada entre los años 2003 y 2005, cuando se descubre que lo que en realidad había ocultado durante más de dos mil años el Cerro del Carambolo era un santuario de los dioses Astarté y Baal levantado por los fenicios a mediados o finales del siglo IX a. de C. frente al importante centro comercial que tenían en Spal, la actual Sevilla. Pero con este nuevo descubrimiento no hay que depreciar la opinión de Carriazo, sencillamente los tiempos son otros y los medios económicos, tecnológicos y las nuevas formas de trabajar en las que participan diversas líneas de investigación (antropología, astronomía, biología, geología, etc.) son muy diferentes a las condiciones de trabajo del eminente catedrático jienense. La planta del recinto, constituida por una zona de entrada, un lugar donde quemar las ofrendas de los altares y donde situar los exvotos37, y un tercer espacio, el más sagrado de todos, es idéntica a la de los templos hallados en el Mediterráneo Oriental. Y al igual que algunos de estos últimos, su orientación está determinada por el lugar de salida del Sol durante el solsticio38 de verano (del 21 al 22 de junio para el hemisferio boreal39).
Como importante lugar de culto, podía ser utilizado, además, para establecer alianzas, llegar a acuerdos puntuales, o realizar tratos económicos, pudiendo actuar los sacerdotes (recordemos que eran las personas más cultas de entonces) como testigos o garantes de los mismos. Unos tratos o juramentos que no podían ser tomados a la ligera, ya que las divinidades adoradas en el santuario eran la diosa Astarté, protectora de los comerciantes y de las navegaciones por motivos comerciales, y el dios Baal, que aseguraba el cumplimiento de los juramentos. Aunque de esta última deidad no hay aún pruebas determinantes de su culto en el lugar, todo indica que sí era venerado en él. Sin embargo, y según se ha podido deducir de los restos arqueológicos encontrados, todo este culto finalizaría abruptamente a finales del siglo VII a. de C. o a principios del siguiente, cuando el santuario es abandonado de forma precipitada, quizás tras un violento asalto, habiéndose encontrado restos de hornos construidos de manera improvisada en los que se pudieron fundir las piezas de bronce del santuario para transformarlas en simples lingotes.
Así, el lugar donde se encontró el tesoro, tomado inicialmente como un fondo de cabaña, tras las excavaciones de los años 2003-2005 se ha revelado como la fosa en donde se vertían los restos procedentes de los sacrificios y de las ofrendas. Un lugar inexplicable, salvo que se escogiera apresuradamente con la intención de ocultarlo, quizás, en el transcurso de un ataque al santuario.
Vitrina que contiene el Bronce Carriazo, del siglo VII a. de C. (En el momento de nuestra visita -septiembre de 2014-, se encontraba temporalmente cedido, junto a la figura de la Diosa Astarté, para la exposición "From Asyria to Iberia: Crossing continents at the dawn of classical age", celebrada en el Metropolitan Museum of Art, de Nueva York).
La diosa Astarté, como deidad de los navegantes y favorecedora de la fertilidad, era una de las más importantes divinidades femeninas de Canaán40 durante el II milenio a. de C. Conocida bajo tres advocaciones41, todas ellas estaban presentes en el Santuario de Carambolo; así, la tenemos como reina representada en la propia figura de Astarté que se encuentra expuesta en la vitrina de la diosa y que tratamos en el siguiente artículo; las abundantes imágenes de rosetas42 existentes en el tesoro hacen mención al planeta Venus, el lucero del alba, al igual que la diosa era también tenida por un astro o lucero; y, finalmente, su papel como señora del mundo subterráneo queda perfectamente dibujado en el hecho de encontrarse por debajo de la superficie, como una cripta, la sala del santuario dedicada a esta divinidad. Igualmente, las conchas marinas que pavimentaban el porche existente en la fachada principal del santuario, en su referencia a la almeja, son una alegoría del papel de la diosa como guardiana de la fertilidad femenina.
En el espacio dedicado a la Diosa Astarté vemos el Bronce Carriazo, llamado así en su honor por haber sido este historiador quien lo encontró en "el Jueves"43, un mercadillo popular al aire libre. Se trata de la pieza lateral de un bocado de caballo en la que aparece una representación de Astarté como protectora de los animales. Los demás objetos expuestos junto a la anterior pieza, algunos de bronce y la mayoría de cerámica, guardan igualmente relación con la diosa; de este modo, tenemos fragmentos de cerámica con dibujos alusivos a ella, al igual que en la cazuela, o en las otras dos piezas de bronce, el aplique de un bracero, o la representación de la diosa alada que vemos al fondo a la derecha. La pieza, igualmente de cerámica, situada a la derecha, delante de la anterior, es un betilo, una pieza fabricada con cerámica o piedra y de forma cilíndrica o troncocónica que por motivos rituales o simbólicos se coloca de pie, como si fuera una estela, delante de templos y tumbas.
La estatuilla de la Diosa Astarté del Carambolo que ocupa en exclusiva la otra vitrina apareció fortuitamente en el mismo cerro que el tesoro, antes del hallazgo de éste, y una de sus singularidades es que se trata de la única figura de esta diosa de entre las halladas en los países mediterráneos de la que se tiene la certeza de a quién representa por la inscripción existente en la cara frontal del escabel44, siendo además el texto fenicio más antiguo (datado entre los siglos VIII y VII a. de C.) y extenso de entre los aparecidos en la Península Ibérica:
"Este trono lo han hecho Ba'lyaton, hijo de Dommilk y 'Abda'l, hijo de Dommilk, hijo de Ysh'al para Astarte-Hor, nuestra señora, porque ha escuchado sus palabras"
La figura de bronce, de influencia egipcia dada la postura y el peinado adoptados, muestra a una figura femenina desnuda, señal de su divinidad ya que de la desnudez sólo se avergüenzan los humanos, un detalle característico en las representaciones de las deidades femeninas de Canaán durante el II milenio a. de C.; presenta la mano derecha extendida, como si estuviera bendiciendo, y está sentada en un trono (que no ha sido encontrado) al igual que una reina, siendo esta última otra de sus particularidades ya que se trata de la única figura sirio-fenicia, del I milenio a. de C., en la que una diosa aparece sentada.
Esta pieza no hay que tomarla por la imagen a la que se rendía culto en el recinto sagrado, de la que no se han descubierto restos, sino que se trata de un exvoto ofrendado a la diosa en agradecimiento a la merced concedida, de la que no ha aparecido ningún resto.
A continuación de la diosa Astarté, se encuentra el espacio dedicado a la principal divinidad masculina entre los cananeos, dueño de la naturaleza y potencia fecundadora de la misma, el dios Baal, o Melkart, al que se solía personalizar con el Sol y con el toro, pudiendo ser que la forma de algunos objetos protohistóricos no haga sino reproducir la figura de la piel de este animal. En el Carambolo, han aparecido representaciones de ambos símbolos, tanto de la piel de toro, en diferentes elementos hallados en el cerro, como del Sol, en las esferas existentes en las placas rectangulares del tesoro. Una importante pieza descubierta en una de las fosas del santuario utilizadas en rituales y relacionada con el Sol es la mitad de un vaso con forma de barco fenicio y prótomos45 de caballos que se puede conectar con la idea del periplo46 solar del dios Baal. Se trata de una representación de la nave sagrada (hippos) que en las religiones orientales se creía que era utilizada por el dios Sol para trasladarse, a través de sus aguas primigenias47, por la bóveda celeste. Junto a esta nave, y entre otros objetos, se muestra una recreación de la misma completa y una figura del Dios Baal, del siglo VII a. de C., hallada en Sevilla.
La importancia de Baal para Occidente es que con él llegó la idea de un Dios que, tras morir, vuelve a vivir, algo típico en las ideas religiosas y los mitos de las culturas procedentes del Mediterráneo Oriental. El origen de dicha creencia puede estar basado en el propio ciclo vital de la vegetación mediterránea, o también en la parada solsticial, aquellos dos días en que el Sol está quieto (muerto) al salir por el mismo punto y no es hasta el tercer día cuando retoma el movimiento (vuelve a la vida) cambiando de lugar de salida. El solsticio de verano (entre los días 21 y 22 de junio para el hemisferio Norte, o boreal) tenía una gran importancia en la liturgia48 de los santuarios fenicios, algunos de los cuales estaban orientados de manera exacta hacia el punto del horizonte por donde se producía la salida del Sol. El Carambolo era uno de ellos, al menos en su parte más antigua, cuando sólo existía una capilla. Al ampliarse el santuario, y con la existencia de dos capillas diferentes, la que se cree dedicada a Baal conservó dicha orientación, existiendo además en su centro un altar con forma de piel de toro.
Los siguientes objetos expuestos constituyen el motivo principal de la sala, las joyas del Tesoro del Carambolo, si bien se trata de una reproducción realizada entre los años 1965 y 1975 por el orfebre Fernando Marmolejo, ya que el original, de entre los siglos VIII y VI a. de C., se encuentra protegido dentro de una caja de seguridad en un lugar no precisado. El tesoro, con un peso total de 2,950 kilogramos de oro, está formado por las siguientes 21 piezas, todas ellas huecas y de tres estilos de decoración diferentes:
- Un collar con siete colgantes como si fueran sellos basculantes.
- Un conjunto de 11 piezas con decoración de rosetas formadas por 2 brazaletes, 1 colgante con forma de piel de toro y 8 placas.
- Un conjunto de 9 piezas con decoración de esferas con un rehundimiento en su centro y compuestas por 1 colgante con forma de piel de toro y 8 placas.
Estas piezas son únicas en su estilo y construcción ya que en ellas se dan cita características estilísticas y formales de dos orfebrerías diferentes: la del Bronce final Atlántico, propia del lugar, y la del Mediterráneo Oriental, prueba de que las dos diferentes tecnologías tuvieron que coexistir en algún momento. Entre otros, es característico de la primera las formas de los brazaletes y la técnica de la cera perdida con que se obtienen las púas cónicas de las placas de rosetas, y de la segunda, lo son la soldadura, la base laminar y la decoración de la roseta, siendo fruto de ambas las púas de los brazaletes, obtenidas al utilizar la cera perdida sobre placas de rosetas que a su vez han sido obtenidas de manera laminar.
Si en el momento de su aparición se consideró que se había encontrado el tesoro digno de un vestuario real, como podría ser el del mítico Argantonio, rey de Tartessos, en la actualidad, se cree que las piezas halladas constituyen en realidad parte de la ornamentación de un ceremonial religioso, siendo el collar y los brazaletes parte del vestuario del oficiante de la ceremonia y existiendo dudas sobre si las demás también formaban parte del ajuar del sacerdote, o si, por el contrario, los dos colgantes se colocaban sobre las testuces49 de los toros destinados al sacrificio y las placas sobre los lomos de los mismos.
Con la vitrina en donde se expone la réplica del Tesoro del Carambolo finaliza la parte de la sala dedicada a éste, pero no acaba aquí todo el recorrido de la estancia, ya que a continuación se muestran otros tesoros y objetos aparecidos en diferentes yacimientos de las provincias de Sevilla y Cádiz. Comencemos por el altar hallado en el Santuario del Cerro de San Juan, en Coria del Río, un lugar por delante del cual pasaban los barcos en la antigüedad, algo que no ha cambiado en el momento actual, si bien antes lo hacían por las aguas del Golfo Tartésico, unas antiguas marismas por las que ahora discurre el cauce del río Guadalquivir. En este lugar, en el que ya existía un poblado indígena, construyeron los fenicios un santuario tras instalarse en la zona durante el siglo VIII a. de C. Dicho santuario se cree que estuvo dedicado al dios Baal, ya que aunque en la excavación arqueológica sólo se pudo documentar partes de una fachada y de una dependencia techada, esto fue suficiente para ver su orientación hacia la salida del sol durante el solsticio de verano y encontrar en el interior de la estancia, además de poyetes50 en donde depositar ofrendas y exvotos, un altar datado de entre los siglos VII al V. a. de C. con forma de piel de toro que, tras su restauración, se muestra expuesto en la sala. Dicho altar está construido con arcilla prensada y se cree, tras los análisis realizados, que sobre él no se realizaba ningún sacrificio ni se encendía ningún fuego, por lo que las ofrendas debían realizarse, quizás, sobre bandejas metálicas, con el animal, o con las partes del mismo utilizadas (vísceras), previamente incinerado en otro lugar.
Así, según algunas fuentes, este templo podría ser el mismo nombrado por el poeta latino del siglo V d. de C. Avieno (Rufus Festo Avieno), quien al describir las costas del Golfo Tartésico en su obra Ora Marítima, en la que utiliza textos del siglo VI a. de C., menciona el Mons Cassius:
"Cassius inde mons tumet, et Graia ab ipso lingua cassiterum prius stannum vocavit".
("Desde aquí se ve elevarse el Mons Cassius, y por él se llamó antiguamente en griego cassiterum el estaño").
Un nombre que hace referencia al dios griego Zeus Casio, protector de los navegantes, y que los fenicios llamaban Baal Saphón.
Tras el anterior altar se exponen diversos objetos de cerámica, igualmente hallados en el cerro de Coria del Río, y dos reproducciones del siglo XX (los originales se guardan en el Museo Arqueológico Nacional) de los objetos hallados, en el año 1923, cerca del castillo lebrijense y que por su forma son conocidos como los Candelabros de Lebrija. Allí, en una fosa rectangular situada en los alrededores de la fortificación antes mencionada y de la colina donde en la antigüedad debió levantarse un santuario, aparecieron seis piezas de oro de finales del siglo VIII a. de C. o principios del siglo VII a. de C. cuya utilidad se pensó, en un principio, que era la de servir de soportes de incensarios o de lámparas y que posteriormente ha tomado un rumbo bien distinto al ir madurando la idea de que podrían ser la doble representación anicónica51 de una triada de divinidades orientales realizada con objetos en forma de betilo o columna. Hasta el año 2001 en que apareció uno similar, aunque de origen desconocido, se creía que estos objetos eran los únicos de su tipo existentes en la Península Ibérica.
Los Candelabros de Lebrija están todos fabricados por el mismo taller y, dada la igualdad de su factura, incluyendo el oro utilizado, se cree que forman parte de un mismo trabajo realizado, quizás, como regalo u ofrenda de las clases dirigentes indígenas, ya que la tecnología utilizada es local, hacia sus correspondientes iguales fenicios.
El Tesoro de Ébora fue encontrado en el Cortijo de Ébora, en el término municipal de Sanlúcar de Barrameda, en la provincia de Cádiz, en el lugar donde podría haber existido una ciudad celta del mismo nombre. Apareció también en el año 1958, al igual que el del Carambolo, pocas semanas después de la aparición de éste, aunque las circunstancias en que fue hallado tras la roturación del terreno por un tractor y el posterior diseminado de las piezas hicieron imposible averiguar las circunstancias en que las joyas fueron depositadas en el terreno. Sin embargo, se piensa que su ubicación debe tener alguna relación con el cercano santuario de La Algaida, y, a diferencia con el del Carambolo, no se dejaron en el lugar tras un saqueo violento, sino que puede que su depósito obedeciera a motivos rituales.
Algunas piezas desaparecieron al ser vendidas, por los mismos que las hallaron y de manera ilegal, a un joyero que las fundió para borrar todo rastro sobre su origen; otras, alrededor de cien alhajas de oro y varios collares de cornalina52, se salvaron de su fundición o se encontraron en las excavaciones arqueológicas subsiguientes, a cargo también de Juan de Mata Carriazo. Tras el estudio de entonces, se convino que las joyas procedían del período comprendido entre los siglos V y III a. de C., durante la época turdetana53; una datación con la que no están de acuerdo los datos obtenidos más recientemente, al contemplar la tecnología y el tipo de las mismas, siendo más correcto decir que no todas las joyas fueron fabricadas en la misma época: las más antiguas del siglo VII a. de C. y las más modernas de un siglo después.
Este tesoro, de una calidad muy superior al del Carambolo, con excepción del collar de éste, está realizado con técnicas de fabricación local influenciadas por Oriente, al igual que otro tesoro obtenido en Aliseda, en la provincia de Cáceres. Está formado, entre otros elementos, por unos trozos de cadenilla con el nudo de Hércules y posibles referencias a Astarté; adornos de cuello; arracadas54; colgantes; dos pequeños cilindros de función desconocida; y la piezas más valiosa del conjunto, una diadema, comenzada a utilizar en época tartesia y que se mantuvo hasta la época ibero-turdetana, algo comprobado gracias a las diademas encontradas en las localidades sevillanas de Puebla de los Infantes y Mairena del Alcor. Este tipo de joya está formada por una sucesión de piezas ornamentadas que se unen para formar una banda ancha y articulada rematada por dos piezas de forma triangular con el cierre de la diadema.
La época comprendida entre los últimos tiempos de Tartessos y el principio del de los romanos coincide con la existencia en la zona de una orfebrería de menor calidad, aunque aún influenciada por las antiguas técnicas y formas orientales, siendo el Tesoro de Mairena del Alcor, también conocido como Tesoro de Andrés Morales por la persona que lo halló, el más conocido de aquel período. Estas piezas, al igual que las halladas en La Puebla de los Infantes, de muy similar estilo y técnica, y las de Ébora, que acabamos de ver, tienen en común el que no se pudiera estudiar bien el lugar donde se encontraban; en particular, en este último caso su descubridor no quiso revelarlo nunca. Igualmente, se cree, por la semejanza del tipo de piezas guardadas, que los tres conjuntos de alhajas no fueron ocultados por motivos violentos, sino formando parte de un determinado ritual, quizás relacionado con la mujer. Algo deducible por alguna de las joyas halladas, como la diadema de uso femenino, que podría establecer que el tesoro sería en realidad una dote o un ajuar de las mujeres pertenecientes a las clases dirigentes entregado, donado, o depositado por motivos directamente relacionados con la fecundidad, como deja establecido algunas de las formas presentes en el tesoro (bellotas, diosa con las alas plegadas, roleos55. Sin embargo, otra opinión sobre la localización del tesoro tiene que ver con su datación, entre los siglos III y I a. de C., y el ambiente bélico entre romanos y cartaginenses entonces existente en el lugar, en el que los indígenas eran desposeídos de sus bienes por ambos contendientes.
En total el Tesoro de Mairena, datado entre los siglos III y I a. de C., está formado por trece piezas, diez de oro (una diadema, dos bellos brazaletes de origen griego, un torques67 indígena, una pulsera, un anillo, dos colgantes de oro de pequeño tamaño, una fíbula de tipo centroeuropeo y un cinturón) y tres vasos de plata. Como podemos ver en la fotografía adjunta, la diadema es de un estilo similar a la del Tesoro de Ébora.
Lourdes Morales Farfán es Licenciada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. ↑
Desde "una Ventana desde Madrid", queremos agradecer al departamento de difusión y comunicación del Museo Arqueológico de Sevilla las facilidades dadas para poder realizar este reportaje, así como la atención y ayuda prestadas por todo el personal del museo.
El Santuario, a lo largo de su existencia, se fue modificando y ampliando, pudiendo dividirse en cinco etapas distintas. En la primera, o inicial, el Carambolo V, datado de entre los años 1020 y 810 a. de C., tenía planta rectangular, estaba construido de adobe68 y constaba, tras un patio de entrada, de dos capillas dedicadas cada una de ellas a uno de los dos dioses aquí reverenciados; cabe destacar que delante del Santuario existía un túmulo por el que, como si fuera una montaña sagrada, salía el sol en el solsticio de verano. Hay otra etapa media, los Carambolo IV y III, de entre el año 810 a. de C. y finales del siglo VIII a. de C., en que, gracias a la riqueza obtenida, un muro de recorrido trapezoidal encierra un amplio lugar en el cual, tras una explanada cubierta con guijarro, se levantan las dos grandes capillas ahora existentes, así como otras dependencias de servicio tanto para el personal como para las actividades propias del Santuario; la capilla de Baal mantiene la orientación hacia el solsticio de verano y un porche, con el suelo cubierto con conchas marinas, recorre el espacio entre ambas capillas. La última etapa, de los Carambolo II y I, se extiende hasta la desaparición del santuario a finales del siglo VII a. de C. o comienzos del siguiente; en ella, los grandes edificios de la anterior época se fueron subdividiendo para su mejor aprovechamiento, dado lo limitado del espacio disponible, debido a la propia orografía del terreno.
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- 2 Bizantino: Natural de Bizancio o de su imperio. // Perteneciente o relativo a esta ciudad o a este imperio. // Perteneciente o relativo al arte que surge en el Imperio bizantino en el siglo IV y se extiende en los siglos sucesivos. ↑
- 3 Visigodo: Se dice del individuo de una parte del pueblo godo, que, establecida durante algún tiempo al oeste del río Dniéper, fundó después un reino en España. ↑
- 4 Amorcillo: En las artes plásticas, niño desnudo y alado, generalmente portador de un emblema del amor, como flechas, carcaj, venda, paloma, rosas, etcétera. ↑
- 5 Epigrafía: Ciencia cuyo objeto es conocer e interpretar las inscripciones. ↑
- 6 Transfiguración: Estado glorioso en que Jesucristo se mostró entre Moisés y Elías en el monte Tabor, ante la presencia de sus discípulos Pedro, Juan y Santiago. ↑
- 7 Lucerna: Especie de lamparilla o linterna. ↑
- 8 Suevo: Se dice del individuo perteneciente a una liga de varias tribus germánicas que en el siglo III se hallaba establecida entre el Rin, el Danubio y el Elba, y en el siglo V invadió las Galias y parte de Hispania. ↑
- 9 Vándalo: Se dice del individuo perteneciente a un pueblo bárbaro de origen germánico oriental procedente de Escandinavia. ↑
- 10 Alano: Se dice del individuo de un pueblo germánico que, en unión con otros, invadió España en los principios del siglo V. ↑
- 11 Arriano: Se dice del hereje partidario de Arrio, que, a diferencia de los cristianos, negaba la consustancialidad del Verbo. // Perteneciente o relativo al arrianismo12. ↑
- 12 Arrianismo: Herejía de los arrianos. ↑
- 13 Capitel: Parte superior de la columna y de la pilastra, que las corona con forma y ornamentación distintas, según el estilo de arquitectura a que corresponde. ↑
- 14 Cimacio: Gola. // Moldura cuyo perfil tiene la forma de una s, esto es, una concavidad en la parte superior, y una convexidad en la inferior. // Miembro suelto, con ábaco15 de gran desarrollo, que va sobre el capitel, con aumento del plano superior de apoyo. Es elemento medieval casi constante y típico. ↑
- 15 Ábaco: Parte superior en forma de tablero que corona el capitel. ↑
- 16 Tenante de altar: Elemento habitual en los templos visigodos y prerrománicos que era utilizado como sustento del altar. ↑
- 17 Ablución: Acción de purificarse por medio del agua, según ritos de algunas religiones, como la judaica, la mahometana, etcétera. ↑
- 18 Dioses manes: Dioses infernales o almas de los difuntos, considerados benévolos.20 a los mahometanos en las horas de oración. ↑
- 19 Alminar: Musulmán que desde el alminar convoca en voz alta al pueblo para que acuda a la oración. ↑
- 20 Almuédano: Musulmán que desde el alminar convoca en voz alta al pueblo para que acuda a la oración. ↑
- 21 Emir: Príncipe o caudillo árabe. ↑
- 22 Bereber: Natural de Berbería. // Perteneciente o relativo a esta región de África. // Se dice del individuo de la raza que habita el África septentrional desde los desiertos de Egipto hasta el océano Atlántico y desde las costas del Mediterráneo hasta el interior del desierto del Sahara. ↑
- 23 Omeya: Se dice de cada uno de los miembros de la dinastía que rigió en Damasco el primer califato árabe y posteriormente el emirato y califato de Córdoba. ↑
- 24 Abasí: Perteneciente o relativo a la dinastía de Abu-l-Abbás, quien destronó a los califas omeyas de Damasco y trasladó la corte a Bagdad, en el siglo VIII. ↑
- 25 Califa: Título de los príncipes sarracenos que, como sucesores de Mahoma, ejercieron la suprema potestad religiosa y civil en algunos territorios musulmanes. ↑
- 26 Taifa: Cada uno de los reinos en que se dividió la España musulmana al disolverse el califato cordobés. ↑
- 27 Nazarí: Se dice de los descendientes de Yúsuf ben Názar, fundador de la dinastía musulmana que reinó en Granada desde el siglo XIII al XV. ↑
- 28 Nervio: Arco que, cruzándose con otro u otros, sirve para formar la bóveda de crucería. Es elemento característico del estilo gótico. ↑
- 29 Ataurique: Ornamentación árabe de tipo vegetal. ↑
- 30 Lucernario: Linterna. // orre pequeña más alta que ancha y con ventanas, que se pone como remate en algunos edificios y sobre las medias naranjas de las iglesias. ↑
- 31 Mausoleo: Sepulcro magnífico y suntuoso. ↑
- 32 Tartesios: Se dice de un pueblo hispánico prerromano que habitaba la Tartéside, región situada en el occidente de la actual Andalucía y que tuvo por capital a Tartesos. Los romanos la llamaron después Turdetania. ↑
- 33 Protohistoria: Período de la vida de la humanidad subsiguiente a la prehistoria del que se poseen tradiciones originariamente orales. // Estudio de ese período. ↑
- 34 Reticular: De forma de redecilla o red. ↑
- 35 Bruñido: Reluciente. ↑
- 36 Escarabeo: Amuleto del antiguo Egipto con forma de escarabajo que simbolizaba la resurrección al representar al Sol naciente. ↑
- 37 Exvoto: Don u ofrenda, como una muleta, una mortaja, una figura de cera, cabellos, tablillas, cuadros, etc., que los fieles dedican a Dios, a la Virgen o a los santos en señal y recuerdo de un beneficio recibido, y que se cuelgan en los muros o en la techumbre de los templos. // Ofrenda parecida que los gentiles hacían a sus dioses. ↑
- 38 Solsticio: Época en que el Sol se halla en uno de los dos trópicos, lo cual sucede del 21 al 22 de junio para el de Cáncer, y del 21 al 22 de diciembre para el de Capricornio. // El solsticio de verano hace en el hemisferio boreal el día mayor y la noche menor del año, y en el hemisferio austral todo lo contrario. ↑
- 39 Hemisferio boreal: Mitad de la superficie de la esfera terrestre, que limitada por el Ecuador, contiene el Polo Norte. ↑
- 40 Canaán: Región geográfica, también conocida como el Creciente fértil, que sin connotación política ni étnica comprendía el territorio de Palestina occidental, casi toda Fenicia y el Sur de Siria. ↑
- 41 Advocación: Denominación de las correspondientes imágenes, de los santuarios y días en que se veneran, de las entidades acogidas a su patrocinio, etc. ↑
- 42 Roseta: Figura decorativa con forma de flor. ↑
- 43 Mercadillo "el jueves": Es el mercadillo al aire libre más antiguo de la ciudad y se supone que su procedencia es anterior a la reconquista de Sevilla por el rey Fernando III "el Santo" (1248). Se celebra los jueves, de ahí el nombre, en la Calle de la Feria, y en él se comercia, actualmente, con objetos antiguos y de segunda mano, aunque en otros tiempos se podía encontrar todo tipo de productos en él. ↑
- 44 Escabel: Tarima pequeña que se pone delante de la silla para que descansen los pies de quien está sentado. ↑
- 45 Prótomo: Cabeza de animal. ↑
- 46 Periplo: Viaje o recorrido, por lo común con regreso al punto de partida. ↑
- 47 Primigenio: Primitivo, originario. ↑
- 48 Liturgia: Orden y forma con que se llevan a cabo las ceremonias de culto en las distintas religiones. ↑
- 49 Testuz: En algunos animales, frente. ↑
- 50 Poyete: Banco de piedra pequeño o bajo. ↑
- 51 Anicónico: Sin decoración figurada, representación de una deidad sin la utilización de imágenes de la misma. ↑
- 52 Cornalina: Ágata de color de sangre o rojiza. ↑
- 53 Turdetano: Se dice de un pueblo hispánico prerromano, considerado heredero de los tartesios y que habitaba la mayor parte de la actual Andalucía. ↑
- 54 Arracada: Arete con adorno colgante. ↑
- 55 Roleo: Voluta56 de capitel. ↑
- 56 Voluta: Adorno en forma de espiral o caracol, que se coloca en los capiteles de los órdenes jónico57 y compuesto60. ↑
- 57 Orden Jónico: El que tiene la columna de unos nueve módulos o diámetros de altura, el capitel, adornado con grandes volutas, y dentículos58 en la cornisa. ↑
- 58 Dentículo: Cada uno de los adornos con forma de paralelepípedo rectángulo que, formando fila, se colocan en la parte superior del friso59 del orden jónico y en algunos otros miembros arquitectónicos. ↑
- 59 Friso: Parte superior de la columna y de la pilastra, que las corona con forma y ornamentación distintas, según el estilo de arquitectura a que corresponde. ↑
- 60 Orden Compuesto: El que en el capitel de sus columnas reúne las volutas del jónico con las dos filas de hojas de acanto del corintio61, guarda las proporciones de este para lo demás y lleva en la cornisa dentículos y modillones sencillos. ↑
- 61 Orden Corintio: El que tiene la columna de unos diez módulos o diámetros de altura, el capitel adornado con hojas de acanto y caulículos62, y la cornisa con modillones63. ↑
- 62 Cauliculo: Cada uno de los vástagos que nacen del interior de las hojas que adornan el capitel corintio, y van a enroscarse en los ángulos y medios del ábaco66. ↑
- 63 Modillón: Miembro voladizo sobre el que se asienta una cornisa o alero, o los extremos de un dintel64. ↑
- 64 Dintel: Parte superior de las puertas, ventanas y otros huecos que carga sobre las jambas65. ↑
- 65 Jamba: Cada una de las dos piezas labradas que, puestas verticalmente en los dos lados de las puertas o ventanas, sostienen el dintel o el arco de ellas. ↑
- 66 Ábaco: Parte superior en forma de tablero que corona el capitel. ↑
- 67 Torques: Collar que como insignia o adorno usaban los antiguos. ↑
- 68 Adobe: Masa de barro mezclado a veces con paja, moldeada en forma de ladrillo y secada al aire, que se emplea en la construcción de paredes o muros. ↑
HORARIOS DE APERTURA/VISITA:
- Cerrado por reformas.
LOCALIZACIÓN Y COMUNICACIONES:
VUELOS: Aeropuerto de San Pablo.
TREN: Estación de Santa Justa y apeadero de San Bernardo.
METRO:
AUTOBÚS:
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COCHE:
- Aparcamiento público más cercano: Aparcamientos Cubier y las calles adyacentes.
BICICLETAS:
Sevici, estaciones más cercanas: 59 (Avenida Palmera), 137 (Avenida La Borbolla) y 141 (Calle Felipe II).
Estos datos se han tomado, en octubre de 2014, de la información que facilita en su web el Museo Arqueológico de Sevilla, no haciéndose "una Ventana desde Madrid (uVdM)" responsable de sus posibles modificaciones futuras.
BIBLIOGRAFIA Y ENLACES EXTERNOS:
- Varios autores: Guía oficial del Museo Arqueológico de Sevilla, Junta de Andalucía, Consejería de Cultura, ISBN: 84-8266-533-2, Depósito Legal: SE-5877-05.
- Varios autores: El Carambolo. 50 años de un tesoro, Junta de Andalucía, Consejería de Cultura, ISBN: 978-84-8266-915-1, Depósito Legal: SE-4895-2009.
- Guillermo Fatás y Gonzalo M. Borrás: Diccionario de Términos de Arte, Alianza Editorial, S.A., ISBN: 84-7838-388-3, Depósito Legal: M-26.868-1993.
- Pierre Grimal: Diccionario de Mitología Griega y Romana, Paidos, ISBN: 978-84-493-2457-4, Depósito Legal: M-4.0935-2010.
- Fernando Cruz Isidoro: "La escultura funeraria de Nicolás Griego Triarchi, del Museo Arqueológico de Sevilla (1634)"; Archivo Español de Arte, Volumen 82, Número 327, Año 2009; págs. 303-308.
- Diccionario geográfico-histórico de la España Antigua, Tomo II, Página 323
- DRAE