Miércoles, 20 de mayo de 2020
Introducción
Contenidos
- Introducción
- Catedral de Sevilla
- Iglesias, monasterios y humilladeros del siglo XV
- Más Sevilla
- Monográficos de Sevilla
El siglo XV fue, tal y como vimos en la primera página que a él dedicamos, un siglo de especial relevancia para en la historia de España. A lo largo de esta centuria, se produce la unión del gobierno de las coronas de Castilla y Aragón bajo unos mismos soberanos, el fin de la Reconquista con la toma del Reino de Granada, el Descubrimiento de América y la conquista de las Islas Canarias. Para Sevilla, además, empieza, a principios de siglo, la construcción de su más importante edificio religioso: la Catedral de Santa María de la Sede.
Estas obras, que se extenderán hasta comienzos del siglo XVI, atraerá hasta Sevilla a un gran número de artistas que, con su llegada, propiciaron la apertura de la ciudad al arte europeo, en especial al procedente de Flandes y Francia. Así, gracias al trabajo de importantes escultores y ceramistas europeos, se consigue que el estilo gótico1-mudéjar7, característico hasta entonces de un buen número de iglesias sevillanas, se vea enriquecido con la azulejería renacentista. Un buen ejemplo de esta conjunción de estilos es el arco apuntado, los ladrillos y los flameros8 y medallones de la portada del Monasterio de Santa Paula, que veremos detenidamente a lo largo de este reportaje.
Si en la primera página dedicada al siglo XV en Sevilla hablamos de los palacios construidos durante dicha centuria, en ésta, ademas de sobre la catedral sevillana, lo haremos de las iglesias, los monasterios y los humilladeros construidos en ese siglo XV y que aún perduran en pie en la capital hispalense.
No nos demoremos más y comencemos a conocer su historia.
Catedral de Sevilla ▲
Catedral de Sevilla desde el vértice Sudoeste
A la izquierda, tenemos la fachada Oeste, o principal, del siglo XV, y a la derecha, el Pabellón de oficinas, del siglo XVIII.
El 8 de julio de 1401, dado el estado de ruina en que se encontraba la hasta entonces sede de la catedral sevillana –dañada por el terremoto de 1356 y que no era otra que la antigua mezquita aljama, construida por los almohades9 en el siglo XII–, se decide su demolición y la construcción, sobre su solar, de una nueva sede catedralicia. De la vieja mezquita aljama han quedado hasta el día de hoy el antiguo alminar, conocido hoy como torre-campanario de la Giralda, y el Patio de los Naranjos, aunque la estructura de éste fue cercenada en parte tras la construcción, en su extremo Oeste, de la Capilla del Sagrario.
La construcción del nuevo templo, de la Santa Iglesia Catedral de Santa María de la Sede, comenzó en 1403 y se prolongó, al menos en cuanto a su fábrica principal se refiere, aunque con algunos períodos de detención, durante más de un siglo. Es entonces, en el momento de iniciar las obras, cuando, según la tradición, uno de los canónigos catedralicios pronunció la famosa frase de “Hagamos una iglesia tan grande que los que la vieren nos tengan por locos”. Y desde luego, si no fue así el pronunciamiento, sí lo fue la acción ya que la Magna Hispalensis (nombre que evidentemente está relacionado con sus grandes dimensiones) es la mayor catedral gótica del mundo y el tercer templo en cuanto a tamaño de la cristiandad, tras la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, y la Catedral de San Pablo, en Londres. Es de destacar aquí cómo, a pesar de conocerse a una gran parte de los diferentes maestros mayores que han estado a cargo de las obras y/o el mantenimiento de este templo, se desconoce, sin embargo, quién fue el autor del proyecto original.
En cuanto al desarrollo de los trabajos –y como podemos leer en la obra de Alejandro Guichot y Sierra de 1925 “El cicerone de Sevilla: monumentos y artes bellas: (compendio histórico de vulgarización)”–, en 1462, las obras del trascoro11 se encontraban muy avanzadas; en 1479, se terminaron las del coro; en 1482, las de la Capilla Mayor; y en octubre de 1506, las del cimborrio12. En el momento de terminarse este último, se hallaba al frente de los trabajos el maestro Alfonso Rodríguez, quien, en 1502, había sustituido al igualmente maestre Ximón. Pocos años después, el 28 de diciembre de 1511, el cimborrio se vendría abajo, llevándose consigo los arcos torales y parte del crucero14 y de la Capilla Mayor. Juan Gil de Hontañón sería el autor del nuevo cimborrio, terminado en 1519 y sobre el que se decidió que no se levantaría ni cúpula ni linterna15, dada la poca resistencia de los pilares, por lo que esta bóveda, decorada con tracería16 y florones17, sólo es un poco más alta que las demás.
Consideramos que es interesante mencionar aquí cómo este nuevo cimborrio volvería a desplomarse en el siglo XIX, concretamente en 1888, siendo entonces reconstruido por el arquitecto don Joaquín Fernández Ayarragaray y terminándose en 1893. Tanto este derrumbe como el de 1511 se achacaron a la defectuosa calidad de los pilares, de las piedras y del corte de éstas.
Continuando con la datación cronológica de la fábrica, en 1531, se terminan los altares situados en el exterior del coro; en 1537, la Sacristía de los Cálices; en 1543, la Sacristía Mayor; en 1575 (o 1568, según otras fuentes), la Capilla Real; y en 1584 (o 1592, según otras fuentes), la Sala Capitular. Además, entre 1558 y 1568, se llevan a cabo las obras de unión entre la Giralda y este nuevo edificio.
Puerta del Perdón Nueva o de la Asunción.
Esta portada, la principal del templo, estuvo sin terminar hasta que, en 1833, la acabó el arquitecto Fernando Rosales. Posteriormente, el escultor Ricardo Bellver se encargó de las esculturas que la ornamentan, entre ellas, la del tímpano, con la imagen de la Asunción que fue colocada en 1885.
Los trabajos no se terminan aquí y, a lo largo de los siguientes siglos, continuaría la fábrica, ampliación y mejora de la Catedral. Así, en el siglo XVII, entre 1618 y 1662, se construye la Capilla del Sagrario; en el XVIII, se levanta, al Sudoeste del templo, el Pabellón de Oficinas, se termina la Puerta de los Palos (la situada en el lateral Este, entre el ábside y la Giralda) y se enlosa el suelo con baldosas de mármol blanco y negro; en el siglo XIX, se terminan las puertas de la Asunción (la portada principal) y de San Cristóbal o del Príncipe (situada en el crucero Sur); y, a principios del XX, se decora con esculturas la portada principal y se retoman, en 1913, las obras de la fachada del Pabellón.
El edificio de la Catedral tiene planta rectangular (116 metros de largo por 76 de ancho), cinco naves –teniendo la central el doble de ancho y mayor altura, 36 metros, que las laterales, de 26–, deambulatorio18, cabecera plana y cubierta de bóvedas (en su mayoría de crucería simple). El crucero, enmarcado entre naves con bóvedas de crucería doble, se encuentra rematado por un cimborrio carente de cúpula y linterna.
El conjunto catedralicio dispone de un total de nueve puertas. Veámoslas partiendo de la fachada Oeste, por ser aquí donde está la principal, y rotando en sentido contrario a la las agujas del reloj. A los pies del templo, en el lateral Oeste, tenemos la Puerta de la Asunción de la Virgen, o portada principal, a su izquierda, la del Bautismo, y a la derecha, la de San Miguel o del Nacimiento; en el Sur, la Puerta de San Cristóbal o del Príncipe; en el Este, a la izquierda, según miramos el saliente que forma la Capilla Real, la Puerta de la Campanilla, mientras que, a la derecha de aquélla, se halla la de los Palos; finalmente, en la Norte, se abre la Puerta del Pilar, comunicando el templo con la Nave del Lagarto del Patio de los Naranjos, la Colorada o de la Concepción, por la que igualmente se sale a dicho patio, y la de San Fernando, que lo comunica con la Capilla del Sagrario.
Una vez dentro de la Catedral, tenemos las cinco naves de que consta el templo, con sus cuarenta pilares –a razón de cuatro hileras de nueve filas cada una, más otros dos pilares en cada uno de los extremos del crucero– y las sesenta y nueve bóvedas que lo cubren. Desde el centro del crucero y mirando hacia la cabecera (Este), vemos, al frente, la Capilla Mayor; a la derecha, el brazo Sur del crucero, con el Sepulcro de Cristóbal Colón; por detrás, el coro; y a la derecha, el brazo Norte del crucero, por el que se sale al Patio de los Naranjos.
En la Capilla Mayor, se encuentra el Retablo Mayor, construido entre los años 1482 y 1564, y que, con unas medidas de 27,8 metros de alto, 20,1 de ancho y 5 de profundidad, como leemos en la Revista Catedral de Sevilla, está considerado, según la propia web de la Catedral, el mayor de la cristiandad.
En el coro, por su lateral Sur, y en sentido de la cabecera a los pies, se abren al templo las capillas de la Inmaculada Chica o Cieguecita y de la Encarnación; por el Oeste, el Altar del Trascoro; y por su lateral Norte, en sentido de los pies a la cabecera, las capillas de la Estrella y de San Gregorio.
Situémonos, a continuación, frente al lateral Oeste del edificio, esto es, a los pies del templo, y desde su interior, enumeremos las capillas y altares aquí existentes desde el extremo Sudoeste al Noroeste. Comenzando por la Puerta de San Miguel, o del Nacimiento, tenemos, a su izquierda, el Altar del Nacimiento, a su derecha, los altares de la Virgen de la Cinta y de la Virgen del Madroño, y entre éstos, la Capilla de San Isidoro. En el centro de la fachada, flanqueando a la portada principal, están, de izquierda a derecha, los altares del Ángel de la Guarda y del Consuelo. Finalmente, junto a la Puerta del Bautismo, vemos, a su izquierda (y recordemos que continuamos mirando desde el interior del edificio), el Altar del Niño Mudo y la Capilla de San Leandro; seguidamente, a ambos lados de la puerta, los altares de la Virgen de la Alcobilla y de la Visitación; y, por último, a la derecha de la portada, la Capilla de los Jácome.
Continuando por el lateral de la Epístola20 (Norte), entre las puertas de San Fernando y Colorada, y desde los pies hacia la cabecera del templo, tenemos las capillas de San Antonio, de Scalas, de Santiago y de San Francisco; los altares de la Asunción (conocido como de la Asunción de Durango, por haber sido donado en 1516 por Nicolás Martínez Durango, jurado21 de la ciudad de Sevilla) y de la Virgen de Belén, a ambos lados de la Puerta de la Concepción; entre esta última y la , las capillas de las Doncellas y de los Evangelistas; y finalmente, a la derecha de esta última, es decir, hacia la cabecera de la iglesia, la Capilla del Pilar.
Dejamos atrás la zona de tránsito a la Giralda, situada a la derecha de la anterior capilla, y llegaremos a la cabecera del templo, que recorremos de Norte a Sur, esto es, de izquierda a derecha, según la vemos desde el interior. Comenzamos por la Puerta de los Palos, abierta entre los altares de la Magdalena y de la Asunción (conocido como de la Asunción de Puebla, por haber sido donado en 1523 por Juan Cristóbal de la Puebla, jurado de la ciudad de Sevilla); seguimos por las capillas de San Pedro y de la Concepción Grande, entre las cuales se abre el acceso a la Capilla Real; llegamos al extremo derecho (Sudeste), junto a la Puerta de la Campanilla, en donde vemos, flanqueándola, los altares de Santa Bárbara y de las Santas Justa y Rufina.
Antes de continuar por el lateral Sur, reparemos en la Capilla Real, construida en el siglo XVI, concretamente entre 1552 y 1575 (o entre 1551 y 1568, según otras fuentes), en estilo renacentista, según el diseño del arquitecto Martín de Gainza, quien, a su muerte, en 1556, sería sustituido por Hernán Ruiz II. Para su fábrica, realizada sobre la anterior Capilla Real, se demolió el antiguo ábside gótico del templo, sobresaliendo hoy por esta parte del edificio el propio ábside semicircular de la Capilla Real. Su espacio central –situado entre sendas capillas con sacristía, en las cuales se hallan las imágenes del Ecce Homo, en la de la izquierda, y de San Antonio, en la de la derecha– se encuentra cubierto por una bóveda de casetones22 con linterna. En la hornacina central del retablo que preside esta capilla, tenemos la Virgen de los Reyes, una imagen románica del siglo XIII que se cree procedente de Francia.
Por delante de esta imagen de la Virgen, se encuentra una urna de plata, en cuyo interior se guardan los restos incorruptos del rey Fernando III “el Santo”. Además de los de este monarca, en la Capilla Real, se hallan también los restos de su esposa y madre de Alfonso X, Beatriz de Suabia, en un sepulcro en el muro Sur (lateral izquierdo, según miramos hacia el Altar Mayor); los de Alfonso X “el Sabio”, en un sepulcro en el muro Norte (frente al de la reina Beatriz de Suabia); los de Alfonso XI y su esposa María de Portugal; y los de Pedro I “el Cruel” y su esposa María de Castilla. Otros miembros de la casa real castellana aquí enterrados son los del hijo de Alfonso XI y de Leonor de Guzmán, don Fadrique Alfonso de Castilla, Maestre25 de la Orden de Santiago; los del hijo de Pedro I y María de Padilla, Alfonso de Castilla; y los del hijo de Pedro I y Juana de Castro, Juan de Castilla.
Vamos ahora a recorrer las capillas, o dependencias, en su caso, existentes en el lateral de la Epístola (Sur), de izquierda a derecha (Este a Oeste), conforme a como lo vemos desde el interior, comenzando, por tanto, con las situadas entre la cabecera del templo y la Puerta de San Cristóbal. Éstas son la Capilla del Mariscal, que comunica con el Tesoro y el Antecabildo (ambas salas comunicadas con la Sala Capitular); la Antesacristía, que da paso a la Sacristía Mayor; y las capillas de San Andrés y de Santo Tomé o de los Dolores, que comunica con la Sacristía de los Cálices.
Llegamos a la Puerta de San Cristóbal, situada entre los altares de la Concepción y de la Piedad, para continuar hasta los pies del templo, recorriendo las capillas de la Virgen de la Antigua, de San Hermenegildo y de San José. A continuación, hay una zona de paso, con el Patio de las Lápidas o de los Limones, para seguir con las capillas de Santa Ana o Cristo de Maracaibo y de San Laureano.
En cuanto a sus vidrieras, conforme a la obra de Alejandro Guichot y Sierra, la mayoría de ellas son de arco apuntado y tienen unas dimensiones de 7,60 metros de alto por 3,24 de ancho. Conforme al plano disponible en la propia web de la Catedral, cuenta con un total de ciento treinta y ocho vidrieras, que se pueden estructurar en los siguientes cuatro grupos, atendiendo a sus fechas y estilos de construcción.
Comenzamos por las vidrieras elaboradas entre 1450 y 1520. Éstas comprenden las 17 de estilo gótico del maestro vidriero Enrique Alemán, de entre 1478 y 1483, y las dos renacentistas que el taller de Juan Jacques obró entre 1511 y 1518.
A continuación, tenemos las vidrieras, también renacentistas, fechadas entre 1525 y 1570. Las forman las diez que salieron de las manos de Arnao de Vergara entre 1525 y 1536; las 28 que Arnao de Flandes (hermano del anterior) hizo entre 1539 y 1557; las dos de Carlos de Brujas, de entre 1558 y 1560; y las seis de Vicente Menardo, de entre 1566 y 1577.
Seguimos con las realizadas entre 1591 y 1770. Aquí, se hallan las siete de Mateo Martínez, de 1591; las tres barrocas de Juan Bautista de León, de entre 1657 y 1685; y las dos de finales del siglo XVII, de autoría desconocida.
Y terminamos con las datadas entre 1777 y 1932. Contabilizamos entre ellas las cuatro de Francisco Gutiérrez, de entre 1777 y 1790; las dos, de autor desconocido, de finales del XVIII; la igualmente anónima y quizás la única neoclásica, de 1819; las ocho de la Casa Zettler, de entre 1880 y 1913; la que la Real Compañía de Vidrieras de Munich realizó en 1908, siguiendo un diseño de Virgilio Mattoni; y por último, las tres de Otto Kruppel, de entre 1930 y 1932.
EL 29 de diciembre de 1928, la Catedral de Sevilla fue declarada Bien de Interés Cultural.
En diciembre de 1987, la UNESCO declara como Patrimonio de la Humanidad al perímetro formado por la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias.
Localización: Avenida de la Constitución, s/n 41004 Sevilla.
Antes de proseguir, creemos que es conveniente mencionar que las construcciones que veremos a continuación, a pesar de no formar parte del propio edificio de la Catedral y de haber sido construidas en épocas diferentes al siglo XV, objeto de esta página, deben ser incluidas en este artículo, con el fin de completarlo, dado que todas ellas pertenecen al conjunto catedralicio.
Comenzamos por el Patio de los Naranjos, situado al Norte de la Catedral y colindante con ella, es el antiguo sahn de la desaparecida mezquita aljama almohade, construida entre 1172 y 1198. Por sahn se conoce a los patios principales de las mezquitas, los cuales pueden estar rodeados por pórticos y tener una fuente u otros sistemas de agua que permitan a los creyentes musulmanes practicar el rito de las abluciones26. Algunos de estos patios, como es el caso de éste, solían tener una decoración a base de naranjos que simulaban el interior de la mezquita, al estar situados con la misma separación que las columnas de la sala colindante. Actualmente, el patio cuenta en su centro con una fuente que, aunque de moderna factura, conserva como cazo superior la antigua taza visigoda que tenía originalmente la mezquita, siendo ésta, por tanto, la misma en la que entonces realizaban sus abluciones los fieles musulmanes.
Este patio está delimitado, al Norte y al Oeste, por las primitivas galerías originales; al Oeste, por la Capilla del Sagrario, levantada sobre el solar que ocupaba la tercera galería, que fue derribada para la construcción de aquélla; y al Sur, por el lateral Norte del templo catedralicio. A pesar de las grandes modificaciones que a lo largo de los siglos se han realizado en el patio, éste aún mantiene algunas de sus características originales, como podemos ver en los arcos apuntados que, a diferencia de las techumbres primitivas, aún se conservan en las galerías Este y Norte.
Cuenta el patio con los siguientes tres accesos: al Sur, comunicando el patio y la Catedral, la Puerta Colorada o de la Concepción, de estilo neogótico y fechada en 1887; al Oeste, la Puerta del Magnífico o del Patio de los Naranjos, abierta desde la Capilla del Sagrario; y al Norte, la Puerta y el Retablo del Perdón, que lo comunica con la Calle Alemanes y que constituye su principal acceso. Esta entrada, de origen almohade y la más antigua del recinto catedralicio, ha sido muy modificada posteriormente. Veamos algunas de sus características: flanqueando la puerta –cuyas dos hojas están recubiertas de chapas de bronce ornamentadas con lacerías27, atauriques28 y versículos del Corán–, de arriba a abajo y de izquierda a derecha, se encuentran las figuras del arcángel San Gabriel, la Virgen de la Anunciata, San Pedro y San Pablo; el ataurique, de estilo plateresco29, que adorna el arco de la puerta es del escultor Bartolomé López, a quien se le encargó en 1522; el relieve que hay por encima de la entrada, de barro cocido, representa a Jesús expulsando a los mercaderes del templo y lo realizó, entre 1519 y 1522, Miguel Perrin; sobre el relieve, se ve el escudo del Cabildo Catedralicio, la Giralda entre dos jarras de azucenas, colocado aquí en sustitución del arruinado tejaroz30 que fue demolido en 1838; finalmente, rematando el conjunto, hay una espadaña de tres vanos31 levantada entre 1578 y 1580. El motivo de la existencia de esta espadaña es que, hasta la construcción de la nueva Capilla del Sagrario, ésta estaba situada en la Nave de San Clemente.
Patio de los Naranjos, Nave de San Clemente.
Puerta de la Institución Colombina, la cual se encarga de gestionar, entre otros, las Bibliotecas Capitular y Colombina.
La galería Norte, dividida en dos por la Puerta del Perdón, tiene, entre ésta y la Capilla del Sagrario, la Sacristía de este templo, mientras que entre esta puerta y la Calle Cardenal Carlos Amigo Vallejo, toma el nombre de Nave de San Clemente. La galería Oeste, llamada Nave del Lagarto, cuenta con las puertas del Pilar, por la que se accede al interior de la Catedral, y del Lagarto, por la que se sale a la calle Cardenal Carlos Amigo Vallejo. El nombre de la nave lo toma de la representación en madera de un cocodrilo que cuelga de su techumbre y que tiene su origen en la embajada que, en el siglo XIII, el sultán de Egipto envió a la Corte castellana para solicitar del rey Alfonso XIII el matrimonio con su hija Berenguela. Una petición que desestimó el rey castellano y que, tras la marcha de la embajada, dejó en Sevilla los animales que ésta había traído consigo como ofrendas: un cocodrilo y una jirafa. Al morir el cocodrilo, su cuerpo se disecó y se colgó en Patio de los Naranjos para, posteriormente, poner en su lugar una representación de este anfibio en madera, que es el que actualmente se puede ver y cuya datación se cree que es del siglo XVI.
Parte de esta galería y de la de San Clemente guardan la llamada Biblioteca Colombina, nombre por el que se conoce al conjunto que forman la biblioteca personal de Hernando de Colón, donada por éste en 1552 al Cabildo de la Catedral, y por la Biblioteca Capitular, con unos fondos, esta última, de más de 100.000 volúmenes. La biblioteca resultante de la unión de ambas hace que, quizás, ésta sea la más importante de la ciudad.
La Giralda, actual torre-campanario de la Catedral de Sevilla, y el Patio de los Naranjos son las dos únicas construcciones que se conservan de la antigua mezquita aljama almohade. Esta torre –que no es sino el antiguo alminar, desde el que el almuecín32 llamaba a la oración a los fieles musulmanes, y que quizás también se construyó como observatorio astronómico– fue levantada entre los años 1184 y 1198 por orden del califa almohade Yusuf. A cargo de las obras, estuvieron, según podemos leer en el libro “Iglesias de Sevilla”, de Manuel Jesús Roldán, los arquitectos Ibn Baso y Alí de Gomera, encargándose, el primero, de los cimientos y de la construcción inferior de sillares33, mientras que al segundo se debe la continuación en ladrillo.
El alminar se compone de un machón37 central en forma de prisma38 y de base cuadrada, al que rodean los cuatro muros que vemos externamente. Entre el prisma y los muros, se sitúan las 35 rampas por las que se sube a la torre y que son tan amplias que se podría ascender a caballo, lo cual no es extraño, dadas las grandes dimensiones de la torre.
Campanario de la Giralda por su lateral Norte.
Nótese el reloj de sol situado en la pilastra izquierda que sustenta el arco superior.
En la parte musulmana de la torre, los cuatro paños se encuentran decorados verticalmente con sebka39 y cuentan con una serie de ventanas geminadas43, enmarcadas por alfices44 y con arcos angrelados48 de herradura49 o polilobulados, y, en ocasiones, insertos en otro gran arco lobulado y apuntado.
Originalmente, el alminar se encontraba rematado, como suele ser normal en estas construcciones musulmanas, por un yamur, que no es sino un conjunto de tres bolas doradas, de tamaño decreciente de abajo a arriba y coronado por una media luna. Lamentablemente, el yamur se vino abajo, destrozándose, tras el terremoto de 1356, por lo que en su lugar se levantó una espadaña coronada por una gran cruz. Sin embargo, dada la pobreza de esta solución, el Cabildo de la Catedral decidió sustituirla por un campanario de factura más adecuada que encargó, alrededor del año 1558, al arquitecto Hernán Ruiz II.
El Giraldillo, la veleta de bronce, con una imagen femenina representando a la Fe Victoriosa, con que se corona a la Giralda.
Este nuevo campanario, que es el que actualmente vemos, ser terminó en 1568 y cuenta con un total de cuatro cuerpos y 24 campanas (18 de volteo y 6 de badajo). Los cuerpos son, según leemos en el libro de Alejandro Guichot y Sierra “El cicerone de Sevilla: monumentos y artes bellas: (compendio histórico de vulgarización)”, los siguientes: el primero, el de campanas; el segundo, cuadrado y de orden dórico50, el de azucenas; el tercero, redondo y de orden jónico62, el de estrellas; y el cuarto, cónico y de orden corintio65, el de carambolas. Este tiene un cupulino72 sobre el que se apoya el globo que sostiene al Giraldillo.
Copia del Giraldillo existente frente a la Puerta de San Cristóbal o del Príncipe. Es una obra del escultor José Antonio Márquez, quien, para su realización, utilizó un vaciado de la imagen original obtenido en 1981.
Con esta estatua, se sustituyó al Giraldillo desde el 29 de enero de 1999 y mientras duraba su restauración, tras la cual, fue instalada aquí el 15 de junio de 2005.
El Giraldillo, la coronación de la Giralda, es una veleta de bronce con una figura femenina que representa a la Fe Victoriosa y cuyo nombre original, el año de su construcción, era Victrix Fidei Colossum (Triunfo de la Fe Victoriosa). Más adelante, aparece en “El Quijote” con el nombre de Giganta de Sevilla y en los siglos XVII y XVIII, pasa a ser conocida como Giralda (por “la que gira”), nombre con el que ha pasado a ser conocida la torre-campanario. Y así, de Giralda evolucionó a Giraldillo, como es conocido en los siglos XIX, XX y en la actualidad. El Giraldillo es obra de tres artistas diferentes, al ser construido según el diseño del pintor Luis de Vargas, mientras que el molde fue del escultor Juan Bautistas Vázquez “el Viejo” y el fundido, del broncista Bartolomé Morell.
Antes de la construcción de este nuevo campanario, en el año 1400, se colocó en la torre uno de los primeros relojes de campana que existió en España y del que hoy sólo queda su campana, al ser sustituido por otro nuevo en 1765. Además, la Giralda dispone hoy de dos relojes solares, uno en la cara Sur y otro, en la Norte, siendo este último el que podemos ver en la fotografía adjunta.
En cuanto a las dimensiones, el ancho de la base es de 13 metros y 60 cm por lado, mientras que la altura, contando el Giraldillo, de 3,5 metros, es de 101 metros en total. Los cimientos, según las excavaciones llevadas a cabo en 1886 para socavar los cables de los pararrayos, se hunden hasta 15 metros y, a su vez, se apoyan sobre otra plataforma de tres amplias gradas de otros 5 metros. En ellos, y tal y como leemos en el libro de Guichot, se utilizó una gran cantidad de “mármoles, pedestales, estatuas y restos romanos y visigodos”.
La Sala Capitular, una construcción del siglo XVI, cuyos planes originales fueron trazados, junto a los de las sacristías Mayor y de los Cálices, por el arquitecto Diego de Riaño. Posteriormente, en su construcción, intervinieron varios arquitectos, antes de que Juan de Minjares la terminara en 1586. No obstante, según otras fuentes, quien acabó la obra, en el año 1592, fue Asensio de Maeda.
Esta sala, a la que se accede por un pasillo curvo desde el Antecabildo, es de planta elíptica y tiene los muros, hasta la altura de una primera cornisa dórica, recubiertos de lujosas telas granates. A continuación, se levanta un segundo cuerpo jónico de columnas labradas y estriadas, entre cuyos espacios aparecen pasajes bíblicos reproducidos en relieve. Finalmente, se cubre con una bóveda elipsoidal, dispuesta en tres fajas y dotada de linterna, también elíptica. La primera faja se halla recorrida por ocho santos de Sevilla pintados por Murillo que, a su vez, resaltan la espléndida y bellamente enmarcada tabla rectangular de la Inmaculada Concepción, obra, asimismo, de este pintor.
Vértice Sudeste del los muros tras los que, entre otros, se encuentran la Sala Capitular, las sacristías Mayor y de Cálices, y el Tesoro.
La Sacristía Mayor se construyó entre 1530 y 1543. El diseño y el inicio de las obras corresponden a Diego de Riaño, pero, tras la muerte de éste en 1534, fue terminada en 1543 por Martín de Gainzo. Gainzo respetó el diseño original, consistente en una dependencia con planta de cruz griega73 con los brazos muy poco pronunciados y una cubierta con una cúpula de media naranja, con linterna y sobre pechinas74. Este conjunto se apoya sobre unos arcos fajones75 sustentados por ocho semicolumnas reforzadas con machones.
La Sacristía está ornamentada con un gran número de grupos escultóricos dispuestos sobre los arcos, el entablamento o la cúpula. Esta última se divide en tres anillos, en los que se representan la Corte Celestial, el Juicio Final y los Condenados.
De entre su diversa colección pictórica, destacamos las imágenes de San Leandro y San Isidoro, de Murillo, y el Descendimiento de Cristo, de Pedro de Campaña, una obra esta última de 1547 y expuesta en la capilla central. Otros elementos sobresalientes de la Sacristía son la Custodia76 Grande de Arfe, realizada en plata, y las dos esculturas situadas junto a la cabecera y que representan a San Fernando y a la Inmaculada.
La Sacristía de los Cálices, a la que se accede desde la Capilla de Santo Tomé o de los Dolores, es una dependencia de planta rectangular y bóveda con nervadura gótica, mismo estilo de construcción de esta sala, aunque con algo de influencias platerescas. Su trazado fue obra, al igual que de las dos anteriores estancias, de Diego de Riaño, quien comenzó los trabajos en 1530. Sin embargo, al igual que ocurrió en la Sacristía Mayor, tras su muerte en 1534, fue Martín de Gainza quien se encargo de finalizarlas en 1537.
En su interior, se guarda una notable colección de pinturas religiosas, destacando el cuadro de las Santas Justa y Rufina, de Francisco de Goya, situado bajo el arco conopial77 existente frente a la entrada de la sala.
A principios del siglo XVII, se consideró que la que hasta entonces había sido la Capilla del Sagrario, situada al Norte del Patio de los Naranjos, entre la Puerta del Perdón y la Calle Cardenal Carlos Amigo Vallejo, no era de la grandeza que se podía esperar en una catedral como ésta, por lo que se decidió su sustitución por una nueva construcción que constituye, por sí sola, un notable templo de estilo barroco82. Esta nueva capilla, comenzada en 1618 y terminada en 1662, se levantó al Noroeste de la Catedral, sobre el solar que ocupaba el lateral Oeste del Patio de los Naranjos. Su diseño correspondió a Miguel de Zumárraga, aparejador de la Catedral, quien al morir, en 1630, sería sustituido por Fernando de Oviedo, reemplazado, a su vez, por Lorenzo Fernández de Iglesias. Este último no respetaría el diseño original, introduciendo en él nueva ornamentación.
Cuando las obras estaban próximas a finalizar, con la cubierta aún sin cerrar en su totalidad, la aparición de una grieta obligó a la eliminación de la linterna que debía haber ido colocada sobre la cúpula del presbiterio y que fue sustituida por el medallón con la figura de Santo Tomás de Aquino que podemos ver. Sin embargo, a finales de esta misma centuria, la aparición de otras grietas obligaron a la realización de nuevas obras entre 1692 y 1694. Posteriormente, el terremoto de Lisboa de 1755 causó aquí unos daños que forzaron la retirada de la estatua de la Fe que remataba la cúpula del crucero.
Exteriormente, el lateral Sur es colindante con la Catedral, mientras que los laterales Norte, Este y Oeste –o lo que es lo mismo, la cabecera y los laterales de la Epístola y del Evangelio– son de tres cuerpos, en los que se han superpuesto, de abajo a arriba, los tres órdenes clásicos (jónico, dórico y corintio), para terminar con un coronamiento de un antepecho84 calado y decorado con flameros. El tercer piso de la cabecera, es decir, el del lateral Norte, es diferente a los de los otros dos flancos, al tenerlo rehundido hacia dentro, formando un espacio porticado que antiguamente contaba, según leemos en algunas fuentes, con pinturas murales ya desaparecidas.
La capilla cuenta con las siguientes cuatro entradas: una, en el Sur, que no es otra que la Puerta de San Fernando, del lateral Norte del templo catedralicio, que sirve de comunicación entre ambos; otra, en el lateral Este, es la Puerta del Magnífico o del Patio de los Naranjos, por la que se accede a este último; la puerta de paso a la Sacristía del Sagrario, situada ésta en el lateral Norte del Patio de los Naranjos; y finalmente, la entrada principal al templo, la Puerta del Sagrario, que se abre a la Avenida de la Constitución.
La Puerta del Sagrario se encuentra enmarcada por medias columnas pareadas de orden toscano85 que sostienen un frontón86 triangular rematado por jarrones de flores y dos figuras alegóricas de virtudes. El tímpano87 del frontón contiene una cartela88 con el escudo del Cabildo Catedralicio de Sevilla, la imagen de la Giralda entre sendos jarrones de azucenas.
El interior de la capilla, de gran altura, es de planta rectangular, una sola nave y cuatro contrafuertes, contando tanto el inmediato el crucero como el de los pies, que conforman un total de tres bóvedas decoradas con hojarasca de piedra. Los laterales están divididos en dos cuerpos: uno, inferior, de pilastras dóricas con capillas, o puerta de entrada, entre ellos; y otro, superior, de pilastras jónicas y tribunas. La ausencia de capillas a la altura del crucero, cubierto por una bóveda de media naranja con linterna, hace que los brazos de éste cobren en el interior del edificio una presencia inexistente desde el exterior. En las tribunas, ya mencionadas antes, destacan, por su notable tamaño, las esculturas en piedra de los Padres de la Iglesia y de los Cuatro Evangelistas, talladas por José de Arce.
Igualmente, es de destacar el Retablo Mayor, con la representación en el centro del Descendimiento, datado a mediados del siglo XVII y obra, en cuanto a la parte escultórica, de Pedro Roldán, mientras que la arquitectónica es de Francisco Dionisio de Rivas. El retablo procede de la que fue capilla de los Vizcaínos, en el desaparecido Convento de San Francisco, desde donde fue trasladado en 1840. Desde el Altar Mayor, hagamos un breve paseo por los distintos altares y capillas de esta iglesia y, para ello, comenzaremos con los dos altares de mármol rojizo situados en los brazos del crucero: en el del Evangelio (lado Oeste), vemos una talla de Cristo Crucificado, mientras que en el de la Epístola (lado Este), tenemos una figura de la Inmaculada Concepción.
Desde el crucero, y continuando hacia los pies del templo, tenemos, en el lado del Evangelio, las capillas del Cristo de la Corona, de San Millán, de San José, la Puerta del Sagrario (entrada desde la Avenida de la Constitución) y la Capilla de las Santas Justa y Rufina. En el lado de la Epístola (e igualmente, en dirección hacia los pies del templo desde el crucero), vemos la Capilla de la Virgen del Rosario, la Puerta del Patio de los Naranjos y las capillas de San Antonio, de la Inmaculada y de Santa Bárbara.
Otro elementos a destacar en este templo es su sacristía, con azulejaría del siglo XVII, misma centuria que el conjunto de pinturas de Matías de Arteaga aquí expuestas.
Localización: Avenida de la Constitución, 20 41004 Sevilla.
Finalmente llegamos a la última de las grandes construcciones levantadas en el recinto catedralicio, el Pabellón de Oficinas, de estilo neoclásico. Su construcción, en el siglo XVIII, se realizó con la intención de levantar un edificio de una dignidad similar al del resto de la catedral en un solar que hasta entonces había estado ocupado por almacenes, graneros, etc.
Aunque la fábrica del edificio comenzó en 1770, las obras debieron de detenerse poco después, debido a la falta de recursos económicos, no siendo hasta el siglo XX, con ocasión de la Exposición Iberoamericana de 1929, que éstas se acabaron (en 1928), bajo la responsabilidad del arquitecto Francisco Javier de Luque y López. Sin embargo, fue una terminación incompleta ya que se renunció a levantar el segundo cuerpo previsto originalmente, habiendo quedado de los planos originales unos recios pilares y pilastras en su interior que sustentan su actual cubierta, a la par que no interfieren con la delimitación del hoy espacio expositivo.
Iglesias, monasterios y humilladeros del siglo XV ▲
Antes de dirigir nuestros pasos callejeando hacia el centro de Sevilla, en dirección Norte, nos desplazaremos al Sur hasta llegar a la Iglesia de San Sebastián, construida, según unas fuentes, en el siglo XV, y según otras, a finales del siglo XVI. Tanto la web de la propia parroquia como la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía coinciden en la primera fecha, motivo por el que hemos decidido incluir el templo en esta página.
Situada en el barrio de El Porvenir, zona residencial extramuros de la ciudad y cuyos inicios se remontan a la década de 1920, el terreno donde se alza se hallaba entonces ocupado por el antiguo cementerio de San Sebastián. Cuenta la tradición que su origen está en los años de la Reconquista de Sevilla por el rey Fernando III “el Santo”, quien, mientras se cercaba la ciudad musulmana, decidiría levantar en este lugar una pequeña ermita en la que colocaría una imagen de la Virgen de los Reyes. Tras el repartimiento de la ciudad, estos terrenos serían cedidos a los genoveses, quienes, además de tener por patrono a San Sebastián, aprovecharían las buenas aguas que aquí había para instalar una industria dedicada al lavado de lanas, lo cual daría el nombre de Prado de Albercas a la zona.
Así, el templo ante el que nos encontramos ahora fue construido de nueva planta sobre los restos de una ermita anterior fechada en el siglo XIII, teniendo como uso principal el de ser capilla del cementerio que había alrededor, lugar en el que eran enterrados canónigos y personalidades importantes del Cabildo Catedralicio, además de personas sin recursos y fallecidos en gran número debido a epidemias –hoy, parte de los terrenos de ese camposanto lo conforma el jardín que circunda la iglesia y que queda delimitado por una verja–.
A finales del siglo XV, se tomó la decisión de construir un templo nuevo, posiblemente debido al mal estado en que se debía de encontrar la ermita, que es el que ha llegado a nuestros días, con los cambios propios del paso del tiempo; muestra de ello es la reforma total que sufrieron en el siglo XVIII el ábside y el presbiterio. En el año 1852, comenzará a funcionar en Sevilla el nuevo Cementerio de San Fernando, convirtiéndose, desde ese momento, en el cementerio oficial de la capital hispalense. A finales del siglo XIX (siglo en el que la iglesia fue utilizada como polvorín) y comienzos del XX, Sevilla entrará en un proceso de acusado crecimiento, gracias, en parte, a la creación de la barriada El Porvenir, por lo que la iglesia empezará a contar cada vez más con más feligreses, lo que la llevará a convertirse en iglesia filial de la parroquia de San Bernardo.
En 1915, el templo se reestructura, con modificaciones en 1924 y 1928. Además, en 1940, se abre la portada que da acceso a la nave de la Epístola, con el fin de que por ella pudieran salir los pasos procesionales de la hermandad; a ambos lados de ésta, hay sendos retablos cerámicos: uno, de la Virgen de la Paz, obra de Antonio Morilla, y otro, del Cristo de la Victoria, de Alfonso Magüesín. La casa-hermandad sería construida en el año 1941 por el arquitecto Rafael Arévalo y Carrasco en unos terrenos que habían sido cedidos por la familia Zambrano y Ramo; más de medio siglo después, en 1997, se añadiría la primera planta. Más adelante, en mayo de 1956, pasará a ser parroquia, quedando bajo la advocación de San Sebastián. Tal y como se especifica en el Plan Especial de Protección del Sector 24 “El Porvenir” (Sevilla), en las Fichas patrimoniales y de ordenanzas, Tomo V, del Servicio de Planeamiento de la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla (diciembre de 2003), “En los archivos personales del arquitecto Granados de la Vega, depositados en F.I.D.A.S., se encuentran varias referencias a la iglesia de San Sebastián, todas ellas sin visado: en 1965 una nueva planta sobre las escuelas y casas del párroco, construcciones ambas adosadas a lo largo de la nave del evangelio; en 1970 una nueva planta en la capilla (¿capilla sacramental?); y en 1975 reformas sobre las mismas escuelas y casas del párroco”. En 1992, se restaurarían las cubiertas, que estaban siendo devoradas por las termitas, y dos años después, se eliminarían grietas y se limpiarían las pinturas de la bóveda y del presbiterio; en 1999, se picarían los paramentos del interior, se enfoscarían89 nuevamente y se pintaría todo el edificio, todo ello bajo la dirección de José Delgado Herrera.
Actualmente, la Iglesia de San Sebastián es sede canónica de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Victoria y de Nuestra Señora de la Paz.
Tal y como podemos leer en la web de la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, el conjunto guarda “la típica superposición de volúmenes” y las características propias de las iglesias de estilo gótico-mudéjar de Sevilla, con “naves laterales a un agua91, nave central a dos, espadaña y cabecera plana” y el empleo de materiales y ornamentación propios del siglo XV, contando, asimismo, con algunas construcciones adosadas al muro de la nave del Evangelio, en la cabecera y en el lado de la Epístola del presbiterio que cumplen la función de dependencias parroquiales.
Originariamente, el edificio estaba aislado y quedaba rodeado, como hemos dicho, por el cementerio. En lo que hoy es un jardín, se han levantado algunas construcciones de nueva planta, como la casa parroquial y el salón de actos, adosados ambos al muro de la nave del Evangelio, o la casa de la Hermandad de la Paz. También es posible ver una cruz de piedra con una lápida que nos recuerda la existencia de aquel antiguo camposanto con la siguiente leyenda: “R.I.P.A. DEMOLIDO EN 1852 EL ANTIGUO CEMENTERIO DE S. SEBASTIAN TRASLADÁRONSE AQUÍ LOS RESTOS EXHUMADOS DE NUESTROS MAYORES PARA RECUERDO DEL SUCESO CUIDÓ EL EXCMO AYUNTAMIENTO DE LEVANTAR ESTE SANTO SIGNO”.
Al exterior, la fachada principal de la iglesia nos muestra su disposición interna, ya vista en el párrafo anterior. En el centro, se abre la portada de acceso al templo, hecha de ladrillo agramilado92 rojizo; se trata de un arco apuntado ornamentado con dos molduras paralelas y que flanquean sendas columnas, las cuales, a partir de la imposta, siguen en baquetón93 hasta configurar el alfiz. En la parte superior, aparece en relieve y entre jarras de azucenas la Giralda, emblema del Cabildo de la Catedral. Sobre éste, hay un óculo95 (y vemos dos más a cada lado), mientras que en el lateral izquierdo, a los pies, se alza una espadaña, sustentada por un sotabanco96 en el tejado; ésta se compone de un único cuerpo en el que se abre un solo vano en forma de arco de medio punto97 que acoge la campana; dos pilastras toscanas se adosan sobre las jambas y, sobre éstas, a su vez, hay un entablamento rematado por un frontón curvo coronado por dos copetes98 de cerámica blanca con un pilar en el centro sobre el que se eleva una cruz de forja. En cuanto a la fachada del lado derecho, en ella, se puede ver una superposición de volúmenes cubiertos con teja. Además, a mitad de fachada, hay una portada de ladrillo de diseño muy sencillo con forma de arco de medio punto doble.
Al entrar, vemos que su planta es rectangular y que se halla dividida en tres naves con tres tramos, estando separadas entre sí por pilares cruciformes que soportan arcos apuntados dobles; la nave central, más ancha que las laterales, queda cubierta por medio de una armadura de madera en forma de artesa con tirantes99, la cual se decora, además de con la policromía que ha conservado, con tres cuadrados (uno en cada extremo y otro en el centro) formados por lacería, estando el central ornamentado por una piña de mocárabes100. Las dos naves laterales, cubiertas éstas con madera dispuesta en colgadizo, se prolongan hasta la cabecera, creando ahí sendos espacios rectangulares en los que se han instalado, en el del lado de la Epístola, con una cubierta adintelada, la sacristía, y en el del Evangelio, la Capilla del Sagrario, que presenta una bóveda de arista101, en cuyo centro se abre una linterna circular. Adosados al muro de la fachada de la nave de la Epístola, unos sólidos contrafuertes cumplen su función sustentante. Cuenta, asimismo, con una cabecera cuadrangular recta que se cubre con una cúpula sobre pechinas en las que se han dibujado los símbolos de los cuatro Evangelistas. La fábrica original de ladrillo ha sido recubierta con un enfoscado blanco, además de tener pequeños remates amarillos en las molduras. Los pilares presentan una falsa fábrica de sillares superpuestos, habiendo quedado el ladrillo visto en los arcos. Cabe destacar que todo el interior del templo se halla recorrido por un zócalo de azulejos que muestran motivos geométricos.
En la nave de la Epístola, está el Retablo de la Inmaculada Concepción, con una imagen de la segunda mitad del siglo XVIII. En este muro, podremos contemplar una serie de lienzos, como por ejemplo, una Inmaculada que nos recuerda a la obra de Murillo, dos monjes jerónimos del XVIII o una copia de un San Sebastián, basada ésta en un original de Juan Carreño de Miranda. Por su parte, las tallas de la Virgen del Perpetuo Socorro y del Sagrado Corazón de Jesús fueron realizadas en época reciente en estilo neobarroco.
El Retablo Mayor es también de estilo neobarroco, con columnas salomónicas102 que separan el cuerpo central, quedando dividido el conjunto en tres calles y rematándose con el ático. Lo preside una imagen de Nuestra Señora del Prado, también conocida como de la Pera, patrona de los hortelanos de la zona; es una obra de tamaño natural hecha en madera en una sola pieza, cuya autoría se ha atribuido a Jerónimo Hernández o al círculo de Juan Bautista Velázquez. En el mismo cuerpo, vemos las tallas de San Pedro y San Roque, mientras que el ático lo preside una imagen de San Sebastián, flanqueado por San Jacinto y San Pascual Bailón. Las figuras están todas datadas del siglo XVIII, si bien la policromía parece que es posterior.
En la nave del Evangelio, en su cabecera, se halla, como dijimos anteriormente, la Capilla del Sagrario, o Sacramental, de planta rectangular y cubierta mediante una bóveda de arista; en su interior, se da culto a la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Victoria, de Antonio Illanes, y del mismo autor, a San Juan Evangelista y a la Virgen de la Paz. Esta capilla fue bendecida el 25 de julio de 1939. En el resto de esta nave, merece la pena ver un cuadro con el tema del Martirio de Santa Lucía, obra de entre 1635 y 1640 de Francisco Valera, procedente de la antigua Iglesia Parroquial de Santa Lucía, así como otro de Nuestra Señora de Guadalupe, hecho por Antonio Torres en 1740.
Cabe mencionar, igualmente, que la última restauración, en fechas no lejanas, fue ejecutada por el arquitecto José Delgado Herrera.
La Iglesia de San Sebastián fue declarada Bien de Interés Cultural en el año 2003.
Localización: Calle San Salvador, 1. 41013 Sevilla.
Nos dirigiremos ahora al Noreste hasta llegar al Humilladero de la Cruz del Campo, un templete construido en el año 1482 por orden del Asistente103 de Sevilla don Diego de Merlo para conmemorar el acueducto de los Caños de Carmona. Situado, como vemos en el mapa, en las afueras de la ciudad amurallada y lejos de las puertas, tenía como función recibir y despedir a aquellos visitantes que llegaban o salían de Sevilla, generalmente, por la desaparecida Puerta de Carmona.
En 1520, se llevó a cabo una serie de obras en el templete con el fin de repararlo y de erigir la columna con el capitel y el cimacio105 que se alza en el centro, trabajos que, al parecer, serían sufragados por el marqués de Tarifa. Algo más de un siglo después, en 1630, el humilladero se convierte en la última estación de penitencia de un vía crucis106 que comenzaba en la Casa de Pilatos, un acto que, a mediados de ese mismo siglo XVII, iría perdiendo importancia hasta ir desapareciendo periódicamente; volvería a resurgir, si bien en 1873 terminaría esta tradición. En 1648, don Pedro Caballero de Illescas realiza unas reparaciones que consistirían en la reconstrucción de las gradas, el refuerzo de uno de los estribos107 y la limpieza de las atarjeas108 y la bóveda. Dos siglos y medio después, en 1880, y debido al estado ruinoso en que estaba, el Ayuntamiento ordenó su renovación y restauración, momento en que sería rodeado por una verja. En 1884, Joaquín Guichot estaría al frente de la reparación de la inscripción que se hallaba en la base de la cúpula y que exponía la fecha de construcción del monumento y su artífice.
Se trata de una construcción exenta realizada en ladrillo en estilo mudéjar y que se alza sobre una plataforma con gradas en los laterales Este, Oeste y Sur, y un podio inclinado en el Norte; es de planta cuadrada y se encuentra abierta en sus cuatro frentes por arcos apuntados de arquivolta109 doble. En el exterior, el monumento queda rodeado por una verja de hierro que fue añadida ya en época contemporánea y cuyos barrotes rematan puntas de lanza, mientras que los cilindros dispuestos en las esquinas lo hacen por medio de piñas.
La estructura del templete en sí está compuesta por cuatro pilastras de ladrillo, con contrafuertes en los ángulos de idéntico material. La cubierta cuenta con un antepecho de merlones111 dentellados, quedando separada del cuerpo bajo por medio de un filete113. En cada esquina, un canalón de piedra evacua las aguas en períodos de lluvia. El conjunto lo remata una veleta metálica sustentada por un pequeño pedestal octogonal.
Dentro del monumento, y tras ascender por cinco escalones de ladrillo, se encuentra la plataforma en cuyo centro se alza la columna con la cruz, ésta decorada con remates en las puntas formados por un módulo circular puntiagudo. En la ficha del templete extraída del Plan General de Ordenación Urbana, de la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla, se indica que el historiador de arte y arqueólogo José Gestoso y Pérez “nos dice que dicha cruz estaba flanqueada por las imágenes de Cristo y de la Virgen al gusto del siglo XVI, que fueron reparadas por el escultor Bautista Vázquez en 1572, pero en la actualidad no se conservan”.
Tras ser restaurado completamente, el templete fue reinaugurado el 26 de marzo de 2008.
El 27 de agosto de 1964, con fecha de publicación en el BOE de 12 de septiembre de ese mismo año, el Humilladero de la Cruz del Campo fue declarado Monumento Histórico-Artístico.
Localización: En la esquina de las calles Luis Montoto y Pedro de León. 41007 Sevilla.
Emprendemos el camino hacia el centro histórico de Sevilla hasta llegar a la Iglesia de San Juan Bautista, más conocida como Iglesia de San Juan de la Palma. Este popular nombre, tal y como recogió el noble e historiador sevillano del siglo XVII Diego Ortiz de Zúñiga, se debe a una curiosa historia que se contaba durante esa misma centuria. Al parecer, un predicador de la parroquia avisó a los herejes para que éstos tuvieran cuidado ya que sus blasfemias podían ser oídas por las piedras y las paredes; sin embargo, uno de ellos se atrevió a llevarle la contraria y, junto a la palmera de la plaza, dijo que la Virgen no mantuvo su pureza después del parto. Al día siguiente, un anciano fue a denunciarlo ante la Inquisición, pero, como era de esperar, el denunciado lo negó todo. Cuando el tribunal preguntó por el anciano, los vecinos afirmaron que ese hombre había muerto hacía muchos años, tantos como hacía que se hallaba enterrado... bajo las palmeras de la plaza.
Construida en el solar que antes estuvo ocupado por una antigua mezquita, el templo fue levantado alrededor de 1478, si bien las numerosas intervenciones y restauraciones que ha tenido a lo largo de los siglos han hecho que de la edificación original sólo nos hayan llegado restos en la portada que se abre a los pies, el arranque de la torre y la bóveda de la Capilla Sacramental, según indica Manuel Jesús Roldán en su libro “Iglesias de Sevilla”; sin embargo, en la web "Siempre Adelante", perteneciente a la Archidiócesis de Sevilla, en una entrada dedicada a la Iglesia de San Juan de la Palma, apuntan que “Lo único que queda de ese templo mudéjar es el arranque de la torre, el intradós de la bóveda que cubre el primer tramo de la capilla sacramental y la capilla de los Esquivel”.
Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), como ocurriera en tantos otros edificios religiosos, la Iglesia de San Juan de la Palma fue incendiada y saqueada, si bien pudieron salvarse las imágenes de Nuestro Padre Jesús del Silencio, de María Santísima de la Amargura y de San Juan Evangelista, cuyas hermandades tenían aquí su sede desde el año 1724.
En el exterior, nos encontramos con un edificio notablemente sobrio en el que destacan sus dos puertas de acceso y la torre. La portada que se abre a los pies del templo, en la Calle Feria, fue contratada en 1420-1421 con los canteros Juan Rodríguez de Lebrija y Martín Martínez; de forma ojival114, se halla flanqueada por semicolumnas labradas rematadas por capiteles, sobre las cuales hay un tejaroz volado sobre canes115 de piedra con forma de cabeza de león. La puerta es de madera claveteada y queda rehundida entre las arquivoltas de estilo gótico, de las cuales sobresalen la interior, acabada en crestería116, y la exterior, ornamentada con puntas de diamante117 y formas geométricas. A ambos lados de la puerta, en la parte superior, hay sendas hornacinas con basas y doseletes118 góticos, teniendo una tercera, pero más sencilla, sobre la clave del arco.
La torre del templo se alza sobre la nave del Evangelio, a la izquierda de esta portada, y, en ella, podemos distinguir dos partes: por un lado, la inferior, en la que se han conservado restos del antiguo alminar de la primitiva mezquita, a la cual hicimos mención anteriormente; y por otro lado, el cuerpo superior, resultado de una restauración llevada a cabo en el siglo XVIII. Coronando la torre, con su primer cuerpo prácticamente ciego, se halla el área de campanas, formado por una espadaña de dos cuerpos hecha de ladrillo y terminada en el año 1788, tal y como se puede leer en el azulejo que presenta en su frente; en el primero, tres arcos de medio punto, dos en el frente y uno lateral, acogen el mismo número de campanas, mientras que en el segundo, que remata la torre, es una sola la campana que cuelga de un arco del mismo tipo. Asimismo, la torre se ornamenta con incrustaciones de azulejos y semiesferas con reflejos metalizados, además de con pilastras con tacos vidriados y jarrones que sustituyen a los clásicos pináculos góticos.
En la fachada de esta misma Calle Feria, podemos ver una imagen de Nuestro Padre Jesús del Silencio, un azulejo modernos firmado por Enrique Orce.
En el interior, vemos que se trata de un templo de planta rectangular de tres naves, una central y dos laterales, separadas entre sí por medio de pilares de ladrillo que sustentan una arcada de arcos de medio punto, estando las naves cubiertas por artesonados de madera y contando éstas con algunas capillas laterales que se fueron añadiendo en época posterior. Al fondo, el presbiterio se levanta ligeramente sobre el nivel del resto del edificio, quedando cubierto por una cúpula de media naranja.
En la nave de la Epístola, tenemos un retablo dedicado a Santa Ángela de la Cruz, con una estructura del siglo XVIII y una talla moderna de la titular, obra de Gabriel Cuadrado. En este mismo testero, hay un retablo neobarroco dedicado a la Virgen de Montemayor, la Capilla de Nuestra Señora de la Cabeza (titular de la hermandad del mismo nombre) y la Capilla de San José, esta última al lado del presbiterio, dotada con un altar neoclásico del siglo XVIII y cubierta con una bóveda decorada con pinturas de mediados de dicha centuria. También aquí, se pueden contemplar algunas pinturas destacadas, como una Divina Pastora del siglo XVIII, un apostolado119 sin completar de finales del XVII y una tabla de San Jorge atribuida al pintor flamenco Hernando de Sturmio.
Nos detendremos aquí ante el Retablo Mayor, de estilo rococó120, datado posiblemente del último tercio del siglo XVIII y procedente de la Iglesia de San Felipe de Carmona (Sevilla), desde donde se trasladó en 1959 para sustituir el retablo anterior que aquí había y que fue llevado a San Juan de Aznalfarache (Sevilla). En él, la hornacina central acoge a la Virgen de la Amargura, imagen anónima de alrededor de 1700. A su lado, está San Juan Evangelista, obra del año 1760 de Benito Hita del Castillo; tal y como nos cuenta Roldán en “Iglesias de Sevilla”, “Ambas sufrieron el incendio del paso de palio en el que procesionan en la Semana Santa de 1893, lo que motivó su restauración (las manos tuvieron que ser sustituidas) por parte del escultor Antonio Susillo”. En los laterales, están las figuras de San Juan Bautista Niño y del Niño Jesús, las dos de Francisco de Rivas del año 1664. La cúpula de cubrimiento se halla sostenida por cuatro pechinas en las que aparecen sendos relieves que representan a los cuatro Evangelistas, obra de autor anónimo de principios del siglo XVIII.
Continuamos hacia la nave del Evangelio, donde, junto al presbiterio, encontramos un retablo de estípites121 del siglo XVIII en el que se expone una imagen de la Virgen de la Antigua, copia del siglo XVII. Seguidamente, se halla la Capilla Sacramental; entre sus dos puertas, hay un retablo también del XVII que muestra una pintura de las Ánimas realizada en la misma centuria por Andrés Pérez. Una vez en su interior, tenemos un espacio profusamente ornamentado con pinturas del siglo XVIII que consta de dos tramos –en realidad, dos espacios comunicados entre sí por un fuerte arco–: el primero, cubierto por una bóveda de cañón123 rebajada mudéjar y ornamentada con casetones de escayola –decoración ésta de yeserías correspondiente a la remodelación ejecutada en esta capilla por el arquitecto Manuel Gómez entre los años 1933 y 1935–, y el segundo, por una cúpula ochavada asentada sobre trompas124 y decorada con pinturas murales hechas por Rafael Blas Rodríguez en 1941. El Altar Mayor de esta capilla, de estilo neobarroco, cuenta con una hornacina central que acoge a Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes, imagen atribuida al taller de Pedro Roldán de finales del XVII; es, además, titular de la Hermandad de la Amargura. A ambos lados, hay dos tallas que representan a los padres de la Virgen, San Joaquín y Santa Ana, del siglo XVIII. Hay otro retablo neobarroco, en este caso dedicado a la Inmaculada, talla del siglo XVIII que, originalmente, era un altorrelieve125 situado en el Retablo Mayor, habiendo sido convertida en una escultura de bulto redondo en 1960 por Francisco Buiza. De entre las pinturas que se exhiben en esta capilla, destacan una representación de la Apoteosis Eucarística, relacionada con Francisco de Herrera “el Mozo”, La recogida del maná, obra de Lucas Valdés de alrededor de 1700, y La Última Cena, copia de Murillo.
A los pies del templo, hay algunas estancias adosadas que pertenecen a la hermandad.
Finalmente, en el acceso a la torre, donde se ubicó la Capilla de los Esquivel, adquirida por esta familia en 1511 como capilla funeraria, se han conservado restos de una pintura mural de Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría, de la segunda mitad del siglo XV o principios del XVI, y descubiertos en marzo de 2002 gracias a la restauración llevada a cabo por Rocío Campos y María José Robina.
Localización: Calle Feria, 2. 41003 Sevilla.
A escasos metros desde donde nos encontramos, hallaremos la Iglesia de San Martín. Su origen lo tenemos, al igual que ocurre con otras parroquias de la ciudad, en el repartimiento que se llevó a cabo tras la Reconquista de Sevilla por Fernando III “el Santo” y, a pesar de que algunos autores han señalado la posibilidad de que para su construcción se reutilizara una antigua mezquita árabe, lo cierto es que, por el momento, no se tienen datos documentados sobre ello.
Por las características que presenta la portada principal, que veremos más adelante, debió de ser reconstruida en tiempos de Pedro I “el Cruel”. Y así, llegamos a 1421, año en que el patronato de la Capilla Mayor sería concedido a la Hermandad de la Santa Espina para que construyera una iglesia, probablemente la que hoy conocemos; teniendo esto en cuenta, además de las características arquitectónicas y estilísticas del templo, éste se ha fechado en el primer tercio del siglo XV, conociéndose, asimismo, que en su edificación trabajó el arquitecto Diego López Bueno.
En 1755, el terremoto de Lisboa causó importantes desperfectos en la iglesia, siendo éstos reparados al año siguiente. A partir de comienzos del siglo XIX, el número de fieles va descendiendo, al igual que su importancia, lo que conllevaría que a principios del XX, concretamente en 1911, se suprimiera su categoría de parroquia, convirtiéndose entonces en una filial de la cercana Parroquia de San Andrés.
En 1966, su administración y usufructo pasó a la Hermandad de la Sagrada Lanzada, que en la actualidad tiene en la Iglesia de San Martín su sede, momento a partir del cual la vida del templo se revitalizaría, gracias al mantenimiento tanto de su patrimonio como de sus cultos.
Adosado a una manzana de edificios, el templo presenta al exterior dos fachadas: por un lado, la de los pies, de ladrillo visto, en la Calle Divina Enfermera, y por otro, en ladrillo pintado, a excepción de la zona en la que se abre la portada, la que se corresponde con el lado de la Epístola, que da a la Plaza de San Martín. Así, la iglesia cuenta con dos puertas, siendo la más antigua la que nos da acceso por sus pies, mientras que la de la otra fachada fue abierta posteriormente.
La primera de ellas está construida en piedra y la forma un arco apuntado doble ligeramente abocinado, en cuyas jambas hay unos baquetones que, a partir de unas impostas ornamentadas con cardinas126, generan las arquivoltas (la que se halla más hacia el interior, hecha con medio bocel), mientras que la parte superior se remata con una cornisa. Por otra parte, en la zona superior de la fachada, por encima de la portada, hay un vano adintelado cerrado por medio de una vidriera de lacería. En la parte derecha de este paramento, hay instalado un retablo cerámico de la Divina Enfermera, titular de la hermandad del mismo nombre. En esta misma fachada, y adosada al segundo tramo del lado del Evangelio, se halla la torre.
La segunda fachada, la del lado de la Epístola, presenta una cornisa de canes como remate. Este paramento queda estructurado por medio de grandes contrafuertes que delimitan los cuatro tramos de que consta la nave y, por ende, de las capillas que hay instaladas entre ellos. En el segundo de estos tramos, se abre la portada principal, realizada en estilo neoclásico y formada por un vano adintelado que flanquean sendas pilastras que sustentan un frontón triangular coronado por tres remates en forma de pirámide. En ambos extremos de esta fachada, podemos contemplar dos retablos cerámicos: a la izquierda, el dedicado a Nuestra Señora de Guía, y a la derecha, el del Cristo de la Lanzada.
La torre, como decíamos antes, se alza en el segundo tramo del muro del Evangelio y se accede a ella a través de una escalera de tres tramos cubiertos con bóvedas de arista; esta escalera rodea una capilla de planta cuadrada hasta llegar al cuerpo de campanas. Al exterior, vemos que se compone de dos cuerpos: el primero tiene sus muros cerrados, salvo por unas estrechas saeteras127, de entre las cuales destaca la que hay en la cara de los pies, al estar enmarcada por un arco apuntado insertado en un alfiz. La unión entre éste y el segundo cuerpo se hace mediante una moldura de ladrillo, a partir de la cual parten dos arcos de herradura apuntados y enmarcados, una vez más, en un alfiz, lugar en el que cuelgan las campanas. Finalmente, la torre queda cubierta por un tejado a cuatro aguas de teja árabe, en cuyo centro hay un pilar octogonal del que parte una veleta.
Como mencionamos antes, el templo, incluida su torre, está construido en ladrillo y piedra. En el lado de la Epístola, podemos ver cómo los muros que se corresponden con las capillas laterales se hallan pintados de amarillo albero, mientras que los elementos sustentantes y decorativos lo están de blanco; de este modo, se nos facilita distinguir la parte original y más antigua de la iglesia de las construcciones que fueron añadidas más tarde.
Una vez que pasamos al interior, vemos que el templo tiene planta de salón128, siendo su cabecera cuadrada. La única nave con que cuenta está dividida, como dijimos antes, en cuatro tramos, los cuales se cubren con bóvedas de nervadura sexpartita de ladrillo visto sustentadas por pilares y con pinjantes129 que se adosan a los muros de alrededor. El presbiterio, al que se accede por un arco triunfal130 algo apuntado, es de planta rectangular, en este caso dividido en dos tramos, y de testero plano, estando cubierto por bóvedas de nervaduras con trompas angulares y nervio espinazo131.
A los dos lados de la nave, hay instalada una serie de capillas y altares. En el lado de la Epístola, tras atravesar la puerta de acceso, hay un órgano neoclásico datado alrededor de 1805, momento en que también se hizo una sillería del coro nueva, hoy desaparecida. Bajo el coro, está la la Capilla de Nuestra Señora del Reposo, de planta rectangular y con un zócalo de comienzos del siglo XVII ornamentado con escudos y grutescos132 y atribuido a Hernando de Valladares; en ella, se encuentra enterrado Diego de Gallegos, personaje de adinerada familia. La preside una pintura de La Piedad, del pintor flamenco Juan Guy Romano, pudiéndose contemplar también un busto de un Ecce Homo encargado por la hermandad Sacramental en el año 1652 y que, originariamente, contó con pelo natural. Junto a esta capilla, hay un retablo neoclásico con una talla de San Francisco de Paula de finales del siglo XVIII. Al final de este lado, está el Altar de la Virgen de la Esperanza, datado en 1667 y atribuido a Francisco Dionisio de Ribas; en él, columnas salomónicas flanquean a su titular, conocida popularmente como Divina Enfermera, una talla del siglo XVI que en el XVIII fue transformada en una imagen de vestir y que procedía del antiguo Hospital de Nuestra Señora de la O; a los pies de este altar, fue enterrado el importante historiador sevillano del siglo XVII Diego Ortiz de Zúñiga.
En lado izquierdo del presbiterio, hay dos retablos de notable interés. Por un lado, está el Altar de la Piedad, un altorrelieve en el que se ha representado el Entierro de Cristo rematado con el Calvario; perteneció a la familia Cervantes, apareciendo algunos de sus miembros retratados en la zona del banco. Seguidamente, está el Retablo de San José, de factura dieciochesca y con ornamentación chinesca, que presenta una talla de alrededor de 1700 cercana al taller de Roldán. A la derecha del presbiterio, está el Retablo de la Sagrada Familia de la Virgen, más conocido popularmente como El Paseíto; en él, hay un grupo escultórico cuya obra se ha atribuido a Benito Hita del Castillo. A continuación, vemos un retablo de mármol con una talla del siglo XVII de San Antonio de Padua en el centro. Asimismo, en este espacio, también se pueden contemplar destacadas pinturas, como una de Jesús Nazareno (1629) y una de la Virgen de la Esperanza “Divina Enfermera” (siglo XVIII).
El Retablo Mayor, de estilo renacentista tardío, fue proyectado en el año 1606 por Vermondo Resta y ejecutado por Diego López Bueno, además de contar con la participación en el dorado y la policromía de Juan y Diego Salcedo, “encargo traspasado por la viuda de Gaspar de Ragis, con quien se contrató inicialmente la tarea”, según apunta Manuel Jesús Roldán en “Iglesias de Sevilla”. Está compuesto de banco, dos cuerpos y ático. Las pinturas son obra del pintor italiano Gerolamo Lucente de Corregio, mientras que las esculturas se deben a Andrés de Ocampo. Así, en el primer cuerpo, a la izquierda, hay un lienzo con el tema de la Caridad de San Martín y una figura de San Pedro; en el centro, un camarín133 acoge la imagen de la Virgen con el Niño; y a la derecha, hay una imagen de San Pablo con la espada y un lienzo del Sueño de San Martín. En el segundo cuerpo, vemos una pintura con la Resurrección de un neófito134. A continuación, una imagen de la Virgen y un San Juan lloroso flanquean al Crucificado que se halla en el ático. Volviendo al segundo cuerpo, en el centro, hay una figura del obispo San Andrés Corsino (identificado así en su base) que representa a San Martín, obra de la primera mitad del siglo XVII. Este cuerpo central fue nuevamente labrado en 1691 por Fernando de Barahona, mientras que el dorado fue de Antonio Gallardo, un encargo hecho por la hermandad sacramental, momento en que también se realizaron los camarines centrales y la ornamentación de estilo barroco.
Pasamos, a continuación, al lado del Evangelio, donde en el extremo que sería su cabecera se halla un retablo barroco con una figura en barro cocido de la Inmaculada Concepción de Regina, obra de 1794 de Cristóbal Ramos. Seguidamente, hay otro retablo, en esta ocasión rococó y realizado por Juan Calero en 1784; lo preside una imagen de Nuestra Señora de la Europa, tallada en 1686 por Felipe Martínez y vuelta a policromar posteriormente. Después, tenemos la Capilla del Sagrario, originariamente ornamentada con frescos de Antonio Mohedano de la primera mitad del siglo XVII y cuyo titular es el Santísimo Cristo de la Lanzada, obra de 1929 de Antonio Illanes; lo flanquean una Virgen de la Guía, también de Illanes, de 1931, y una talla de San Juan, anónima del siglo XVII. Por último, está la Capilla de la Virgen del Buen Fin –antes conocida como de la Santa Espina–, con una imagen realizada en 1810 por Juan de Astorga.
De este modo, en el primer tramo del lado del Evangelio, se halla la Capilla Bautismal, de planta cuadrada y cubierta por una bóveda de arista rebajada. A continuación, en el segundo tramo, y situada en el primer cuerpo de la torre, está la capilla que citamos cuando hablamos de este elemento, de planta cuadrada y bóveda de ocho paños sustentada por trompas de arista viva en los ángulos que finaliza con una moldura de dieciséis lados. El tercer tramo lo ocupa la Capilla Sacramental, de planta ligeramente rectangular y bóveda de arista. Por último, tenemos la sacristía, de planta rectangular y cubierta con un sencillo alfarje135; desde ella, se puede acceder al presbiterio atravesando una pequeña sala que, al mismo tiempo, conecta con la sala capitular, hoy muy reformada.
Para terminar, citamos aquí las palabras de Manuel Jesús Roldán que, en su ya citado libro “Iglesias de Sevilla”, recoge una curiosa anécdota sobre la Iglesia de San Martín. Y es que nos cuenta que “Entre los secretos de una iglesia tan cargada de historia se encuentra la ubicación de la tumba del escultor Juan de Mesa, autor de la universal imagen del Gran Poder, que fue enterrado en la parroquia de cuya collación fue vecino”.
En febrero de 2010, la Iglesia de San Martín fue inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.
Localización: Plaza de San Martín, 1. 41003 Sevilla.
Para conocer la historia del Monasterio de Santa Paula, tenemos que irnos al 27 de enero de 1473, año en que el Papa Sixto IV concede una bula136 fundacional a doña Ana de Santillán y de Guzmán, quien, tras enviudar de su marido, el jurado don Pedro Ortiz, y después de perder a su única hija, doña Blanca Ortiz de Guzmán, decide permanecer recluida en un emparedamiento137 de San Juan de la Palma. Sin embargo, tendría el objetivo de fundar un monasterio de monjas de la Orden de San Jerónimo, para lo cual adquiriría unas casas lindantes con las propias, cuyo propietario era el abad de Xerez, deseo que se vería concedido con la bula papal. La orden la admitiría en el Capítulo General de 1474, haciéndose el traslado de las 14 fundadoras desde San Juan de la Palma a la nueva casa el 8 de julio de 1475; cinco días más tarde, el 13 de julio, doña Ana firmaría la carta para profesar como monja hasta su muerte.
Ese nuevo emplazamiento debía de contar con una iglesia modesta que, probablemente, se correspondería con el lugar donde actualmente se halla la sala capitular, desconociéndose dónde se localizaría el resto de estancias conventuales. Pronto, el lugar se les quedó pequeño, debido al aumento de vocaciones y al crecimiento del convento, pero para poder aumentar el espacio necesitarían el patrocinio de alguien que costeara las obras, lo que llegó casi a finales de siglo, cuando doña Isabel Enríquez (o Isabel Henriques, según la fuente), biznieta de Enrique III de Castilla y del rey Fernando de Portugal, enviuda de don Juan de Braganza, condestable139 de Portugal y marqués de Montemor-o-Novo (marquesado que en Sevilla ha recibido el nombre de Montemayor); será ella, que vivía cerca del monasterio, quien patrocine la edificación del nuevo templo, unas obras que tendrían lugar entre 1483 y 1489. En esta iglesia, tanto doña Isabel como don Juan acabarían teniendo su panteón.
Si bien a lo largo de su existencia el Monasterio de Santa Paula consiguió eludir las desamortizaciones140, lo que no pudo evitar fue que durante la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), las tropas francesas, con el mariscal Soult al frente, saquearan parte del convento. Afortunadamente, las numerosas donaciones y la continuidad de las religiosas en el edificio han ayudado a que se haya conservado en Sevilla un valioso patrimonio.
La iglesia
El acceso al templo se realiza por medio de una portada gótico-mudéjar de ladrillo, que presenta un azulejo con la imagen de la titular del monasterio: Santa Paula. Ésta sustituyó a otra más antigua que desapareció durante la Revolución de 1868. Visto el conjunto conventual desde el exterior, destaca la espadaña, compuesta por dos cuerpos y de trazas manieristas141; se trata de una obra de Diego López Bueno que queda ornamentada por pilastras adosadas, pináculos y azulejos del siglo XVII que muestran emblemas de la orden jerónima, como el león y el capelo142 cardenalicio. Un camino nos lleva hacia la portada principal de la que hablábamos. Su realización finalizó en 1504 y, en ella, podemos contemplar elementos tanto góticos (forma ojival), como mudéjares (el uso de ladrillos bicolor), o renacentistas (los tondos143 cerámicos de técnica italiana o importados directamente desde talleres de Florencia). La decoración cerámica se la debemos, principalmente, a dos artistas: el escultor sevillano Pedro Millán y el italiano Francisco Niculoso Pisano. En la clave, uno de los tondos que mencionábamos nos presenta una imagen en blancos y azules de la Sagrada Familia, obra salida del taller florentino de los Della Robbia. Cabe la posibilidad de que éste sirviera de modelo a los demás, en los que Pedro Millán representó a Santa Elena, San Antonio de Padua y San Buenaventura, San Pedro y San Pablo, Santa Rosa de Viterbo, San Cosme y San Damián, y San Sebastián y San Roque. En cuanto a los motivos renacentistas, de tonos miel, blanco y azul, y a los grutescos, éstos son obra de Niculoso Pisano. En el tímpano, se halla el escudo de los Reyes Católicos, quedando coronada la portada por ángeles y flameros que alternan con cabezas de querubines144.
Pasamos a su interior, donde nos encontramos con una planta de cajón145 rectangular, con los coros alto y bajo a los pies de la nave; el presbiterio, por su parte, es de líneas curvas y queda cubierto por una bóveda de nervadura gótica. La ornamentación pictórica de esta área es del siglo XVIII, lo que da al templo una apariencia barroca que no se corresponde con su estructura constructiva original. La nave se cubre mediante un artesonado de madera realizado por Diego López Arenas en 1623.
Comenzaremos nuestro recorrido por su interior en el muro del Evangelio. En la zona más próxima al presbiterio, se halla el Retablo de San Juan Evangelista, diseñado por Alonso Cano en 1635, con talla principal de Juan Martínez Montañés de 1637. El retablo se articula por medio de columnas estriadas y hornacinas, habiendo estado decorado en origen por pinturas del propio Alonso Cano, obras que fueron robadas en 1810 por el mariscal Soult, al que citábamos antes, para acabar siendo repartidas por distintos museos europeos. Las actuales pinturas tienen un origen diverso, habiéndose identificado en ellas a Santa Inés, Santa Rosa de Viterbo, Santa Catalina, Santa Teresa y San Juan de la Cruz; algunas de éstas podrían provenir del primitivo Retablo Mayor, pudiendo ser atribuidas a Alonso Vázquez. Este Retablo de San Juan Evangelista queda rematado por un altorrelieve con el tema de San Juan ante Porta Latina. A los pies de este testero izquierdo del templo, hay una gigantesca pintura mural de San Cristóbal atribuida a Alonso Vázquez.
En el testero derecho, haciendo pareja con el retablo de enfrente, hay otro Retablo de San Juan Bautista, hecho por Felipe de Ribas en 1637, siendo la imagen titular una talla de Juan Martínez Montañés. Lo flanquean las imágenes de la Virgen y de Santa Isabel, ambas sobre el tema de la Visitación, obra las dos de Felipe de Ribas. El retablo se estructura con columnas estriadas decoradas con elementos en forma de espina de pescado. En él, destaca el relieve superior, en el que se ha representado el Bautismo de Cristo, así como los ángeles que hay en los frontones del retablo, dos de ellos portando la cabeza degollada de Juan el Bautista. Seguidamente, nos encontramos el Retablo del Santo Cristo, igualmente de Felipe de Ribas, pero de un año después, 1638. La figura tallada del Cristo Crucificado es de finales del siglo XV y ha sido relacionada por algunos autores con la escuela de Pedro Millán. En el ático, se ha representado el tema del Descenso de Cristo al Limbo. El último retablo que veremos en este lateral, el Retablo de la Virgen del Rosario, es una obra de Gaspar de Rivas de 1640 y cuenta con una hornacina central que acoge una pequeña figura de dicha Virgen del siglo XVIII. Como apunta Manuel Jesús Roldán en su libro “Conventos de Sevilla”, “No es su iconografía original, ya que antiguas fotos muestran que estuvo presidido por el busto de una Dolorosa”. Alrededor, cuenta con diferentes pinturas que fueron añadidas en el siglo XIX.
En la cabecera, se sitúa el Retablo Mayor, obra barroca realizada en 1730 en madera dorada por José Fernando de Medinilla y que vino a sustituir al anterior, hecho en 1592 por Andrés de Ocampo; de éste, se ha conservado la figura de Santa Paula y las imágenes de San Agustín y de San Blás. También de Fernández de Medinilla son las imágenes de San José y San Antonio de Padua. El retablo se organiza con estípites barrocas delimitando los distintos cuerpos y calles, mientras que en el remate hay un relieve con el tema de la penitencia de San Jerónimo en el desierto.
En los muros laterales se hallan los sepulcros de los marqueses de Montemayor, realizados en 1592. En el lateral izquierdo, está la tumba de doña Isabel Enríquez y de su hermano, don León Enríquez, mientras que en el derecho, se encuentra el de don Juan de Braganza; su ubicación original fue el área central del presbiterio, si bien posteriormente se trasladaron al lugar donde están hoy.
En los laterales del presbiterio, podemos contemplar dos cuadros que representan la Muerte de Santa Paula y el Embarque de Santa Paula camino de la isla de Citerea para fundar nuevos conventos, ambos obras de alrededor de 1730 de Domingo Martínez. También aquí, vemos unos ángeles lampareros que salieron de las manos de Bartolomé García de Santiago en 1730. Asimismo, hay algunos paños de azulejo en tonos verdes que se colocaron aquí durante las reformas que se ejecutaron en el templo a finales del siglo XIX.
La iglesia cuenta en su interior con una decoración a base de azulejos, obra de Hernando de Valladares del siglo XVII; en ellos, se muestran los emblemas jerónimos del león y el capelo cardenalicio. También llaman la atención los marcos de acceso a los comulgatorios, que simulan ser una arquitectura manieristas y que están realizados en tonos azules y blancos.
A los pies del templo, se hallan, como dijimos antes, los coros alto y bajo. El coro bajo es el que hoy utiliza la comunidad para celebrar los cultos diarios; su techo es un artesonado del siglo XVII, mientras que los muros quedan recubiertos por azulejos datados de 1616. Cercano a la reja, está el órgano, realizado en 1806 por el maestro Otín Calvete. El comulgatorio de las monjas es, en cambio, del siglo XVIII. También aquí, en la zona del coro bajo, se halla la lápida mortuoria de doña Ana de Santillán, fundadora del convento, habiéndose trasladado a esta zona desde la iglesia en 1830. De entre las pinturas que decoran este espacio, destacarían un lienzo de San Jerónimo con Santa Paula, de Herrera “el Viejo” y fechado en 1638, una Inmaculada, de Pedro Rodríguez de Miranda y datado en 1748, una Virgen de Guadalupa, obra del mexicano Juan Correa, un retrato de doña Ana de Santillán, de Antonio María Esquivel (1836), y una representación de la Coronación de la Virgen, obra de alrededor de 1660 próxima al estilo de Lucas Valdés. En cuanto a las esculturas, hay una de San Juan Evangelista y una de San Lucas que proceden, ambas, del antiguo Retablo Mayor, una talla de la Virgen de la Salud y otra de la Virgen del Amor, las dos del siglo XVIII. Una vitrina guarda una copia del San Jerónimo penitente de Pietro Torrigiano, cuyo original se halla en el Museo de Bellas Artes, estando aquí expuesta la pieza que en el siglo XIX hizo Juan de Astorga. El coro alto conserva la techumbre de madera que en el siglo XVII hiciera Diego López Arenas. Aquí, se pueden observar numerosas esculturas y pinturas de diversos siglos.
El monasterio: Museo conventual
Tras ver la iglesia, el monasterio nos brinda la oportunidad de visitar su Museo, creado con buena parte de las piezas que forman el magnífico patrimonio que atesora el convento. No detallaremos aquí cada una de las obras que se pueden contemplar, pero sí haremos un esbozo de las dependencias por las discurre el recorrido.
De este modo, una de ellas es el Claustro Principal, también conocido como Patio Grande, construido en el siglo XVII por el albañil Diego Gómez y el carpintero Diego López de Arenas, siguiendo un diseño de Diego López Bueno. Está compuesto de una doble galería porticada en cada uno de sus cuatro frentes, presentando el cuerpo inferior un entablamento sostenido por columnas bajas, aumentando así su altura, mientras que en el superior, hay arcos rebajados. Las paredes se recubren con un zócalo de azulejos en el que se aprecian distintas fechas (1617, 1621 y 1631), guardando un estilo parecido al del ceramista Hernando de Valladares y representando tanto figuras antropomorfas como elementos vegetales. Es en esta zona donde, entre otras dependencias, se hallan el refectorio146 y la sala capitular, estancia rectangular presidida por una talla de la Divina Pastora, obra del siglo XVIII.
A continuación del principal, está el llamado Patio Chico, claustro original del monasterio y que debió de ser construido hacia finales del siglo XVI. Las columnas, de diferentes alturas debido, probablemente, al aprovechamiento de materiales, sostienen arcos de medio punto enmarcados en un alfiz. Se puede ver aquí, igualmente, un zócalo de azulejos de la misma época que el claustro. Ambos patios quedan comunicados entre sí por medio de una galería porticada, en cuyo extremo está instalada la Capilla de la Virgen de Belén, la cual preside una pintura de la Virgen de principios del siglo XVII.
Asimismo, además de los claustros, el monasterio cuenta con otras construcciones, dependencias y espacios modernos añadidos en el siglo XX, las huertas, el jardín, etc.
El Monasterio de Santa Paula fue declarado Monumento Histórico-Artístico en el año 1931, convirtiéndose así en el primero de Sevilla en recibir tal declaración. Además, se trata del único convento de clausura en la ciudad que expone un museo en su interior, donde, aparte de contemplar su colección artística, se puede comprar una amplia variedad de mermeladas, cremas, gelatinas, miel y otros dulces elaborados artesanalmente por las monjas de la comunidad.
Localización: Calle Santa Paula, 11. 41003 Sevilla.
Antiguo Monasterio de Santa Clara. Portada principal del recinto, realizada en el siglo XVII en estilo manierista.
Desde Santa Paula, encaminaremos nuestros pasos hacia el antiguo Monasterio de Santa Clara, hoy convertido en Espacio Santa Clara, un gran centro cultural en el que se organizan a lo largo del año numerosas exposiciones de todos los ámbitos artísticos, así como representaciones teatrales o conciertos, siendo sede de distintas entidades culturales.
Su fundación debió de realizarse en los años inmediatamente posteriores a la Reconquista de Sevilla en 1248, momento a partir del cual se repartiría la ciudad y se entregarían tierras a las órdenes militares y religiosas para su repoblación. En este caso, se trataría del primer monasterio de franciscanas en Sevilla y se dedicaría a Santa Clara de Asís, seguidora de San Francisco que fundaría la segunda Orden Franciscana, más conocida como de hermanas clarisas. El lugar en el que se llevó a cabo el primer asentamiento del convento se desconoce hoy día; Manuel Jesús Roldán nos da una ligera idea sobre ello en su libro “Conventos de Sevilla”, al decir que “se supone que [su asentamiento] podría ser cercano a la plaza de San Francisco, por proximidad a la casa grande de la rama masculina, que se ubicaba en el solar de la actual Plaza Nueva”. Esta comunidad llegaría al hoy barrio de San Lorenzo en 1289, año en que el rey Sancho IV “el Bravo” le cede aquí un terreno que, por entonces, pertenecía al infante don Fadrique, muerto por orden de Alfonso X en 1277. Del palacio que aquí poseía el infante, únicamente ha llegado a nuestros días la conocida como Torre de don Fadrique.
La iglesia comenzó a edificarse en el siglo XV, como veremos más adelante, mientras que el conjunto conventual tuvo un empujón constructivo en los siglos XVI y XVII que acabaría por deformar lo que quedaba del palacio de don Fadrique. En el siglo XIX, fue uno los pocos edificios religiosos que no sufrió la invasión francesa; de hecho, durante el tiempo que duró la ocupación, sus muros acogieron a la comunidad de cistercienses de San Clemente, pues su monasterio sí que fue ocupado. Además, como ocurrió con el de Santa Paula, no se vio afectado por las desamortizaciones; sin embargo, el hecho de prohibirse hacer vida comunitaria hizo que algunos alquileres y reformas interiores cambiasen parte de su aspecto original. Durante la segunda mitad del siglo XX, la falta de vocaciones conllevó que su comunidad bajase notablemente en número de monjas; a finales de éste, en 1998, las últimas religiosas que quedaban en el convento se unieron a las clarisas de Santa María de Jesús, pasando el monasterio a manos del Arzobispado de Sevilla.
A partir de ese momento, el edificio conventual entraría en un proceso de restauración para evitar que cayera en estado de ruina. La primera fase acabaría en 2011, año en que se abrirían el claustro grande y algunas estancias principales del monasterio. El conjunto se convertiría, así, en el espacio cultural que es hoy.
La iglesia
La construcción del templo daría comienzo en el siglo XV en estilo gótico-mudéjar, si bien la decoración se alargó hasta el siglo XVII, pues en el año 1620 fueron añadidos los estucos147 murales que habían diseñado Juan de Oviedo y Miguel de Zumárraga; antes, en 1575, se instalaron los azulejos del presbiterio, de Alonso García, y después, los del resto de la nave, hechos en 1622 por Hernando de Valladares.
El interior de la iglesia se organiza en una sola nave muy alargada, contando con una planta de cajón y con el coro alto y el bajo a los pies. La cabecera, poligonal, es también del siglo XV, en estilo tardogótico, y se cubre por medio de una bóveda nervada gótica realizada en piedra y policromada muy posteriormente.
El Retablo Mayor es del siglo XVII y su elaboración no estuvo exenta de polémica. Al parecer, su construcción fue contratada en 1621 por Juan Martínez Montañés, quien tasaría su arquitectura y sus imágenes en 4.500 ducados148. Días después, él mismo contrataría la policromía del retablo, con una tasación de 1.500 reales149. La sociedad, por entonces, era muy gremial, por lo que esto se tomó como una provocación. Y es que Martínez Montañés no era pintor, sino escultor, y las ordenanzas gremiales de la ciudad de Sevilla eran muy claras en ese aspecto, pues no permitían que ningún maestro entallador, ni los carpinteros, ni de profesiones similares, pudieran ejecutar ninguna obra pictórica, a excepción de los maestros del mismo taller que fuesen examinados de pintura. La polémica, pues, estaba servida y Martínez Montañés fue llevado a juicio. Incluso el pintor Francisco Pacheco publicó un panfleto en el que expresaba abiertamente su postura sobre el tema ya en el título: “Sobre la Antigüedad y honores del Arte de la Pintura y su comparación con la escultura, contra Juan Martínez Montañés”. No había duda. El enfrentamiento, finalmente, acabó en el año 1623, momento en que el escultor decidió que cedería la policromía del retablo al pintor Baltasar Quintero.
Una centuria después, en 1722, el cuerpo central fue reformado, eliminándose un relieve de Santa Clara y añadiéndose un camarín en el que se ubicaría una talla de la Virgen, la misma que hoy preside el retablo. Éste se organiza mediante columnas que enmarcan hornacinas que acogen tallas de bulto redondo y relieves, adornándose con frontones curvos, guirnaldas florales y frutales, ángeles, etc. En el primer cuerpo, hay dos relieves con temas relacionados con la vida de Santa Clara. Flanqueando a la Virgen, están las tallas de San Buenaventura y de San Antonio de Padua. El segundo cuerpo lo preside una figura de Santa Clara; a ambos lados, se hallan las tallas de Santa Inés y María Magdalena. En este mismo cuerpo, en los extremos, hay sendos relieves con las escenas de la Adoración de los Pastores y la Anunciación. En el ático, hay una composición de Dios Padre sosteniendo en las manos un Crucificado, con las Cinco Llagas de la Orden Franciscana en las tarjas150 de los laterales. A los pies, hay un frontal hecho por Hernando de Valladares en 1622, en el que se ha representado a San Juan Evangelista en el centro y a los lados, a Santa Clara y a San Francisco de Asís; en la parte superior, está el sagrario de plata, al que enmarcan dos tallas de San Pedro y San Pablo.
Los retablos laterales del templo fueron realizados todos ellos por Martínez Montañés, participando su taller en la ejecución de algunas imágenes. Están estructurados como tabernáculos151 a los que enmarcan columnas estriadas que, a su vez, sostienen un frontón recto con un relieve en su ático. Se encuentran dedicados a San Juan Evangelista, San Juan Bautista, la Inmaculada y San Francisco de Asís; los relieves presentes en los retablos de San Juan Bautista y de la Inmaculada son obra de Francisco de Ocampo. A los pies del muro derecho de la iglesia, hay una gran tabla de San Roque, trabajo del siglo XVI que se ha atribuido a Hernando de Esturmio.
Al coro se accedía por dos puertas realizadas por Juan de Vandelvira a finales del siglo XVI; en las que funcionaban como comulgatorio de las monjas, se pueden contemplar unos relieves de los Evangelistas de Pedro de la Cueva (1592). La parte superior del coro se ornamenta con yeserías en las que se muestra el ostensorio152 de Santa Clara en distintas tarjas o escudos, mientras que el coro bajo se decoraba con pinturas barrocas que se trasladaron al Monasterio de Santa María de Jesús, adonde también se llevó la imagen de la Virgen de la Esperanza.
El monasterio
En la actualidad, el acceso se realiza por la Calle Becas, por donde se llega a dos grandes dependencias que, antaño, fueron dormitorios, y que hoy se destinan a acoger exposiciones. Sin embargo, la entrada tradicional al monasterio se llevaba a cabo por la Calle Santa Clara, donde se abría una puerta de bella factura manierista de principios del siglo XVII, ornamentada con un azulejo de Santa Clara del XVIII y con motivos geométricos. Tras atravesar el pasillo, se llegaba a un atrio154 que, tiempo atrás, fue un espacio que albergó locutorios155, talleres artesanales y almacenes. A un lado, quedaría el acceso a la Torre de don Fadrique, mientras que al frente, estaría la puerta que da paso a la iglesia, un espacio porticado diseñado por Juan de Oviedo y Miguel Zumárraga, y ejecutado por Diego de Quesada.
Claustro renacentista, fechado en 1532. Al fondo, se alza la espadaña, de Juan de Vandelvira y Diego Coronado (finales del siglo XVI).
La primitiva clausura conventual queda organizada alrededor de un claustro central, el cual forma, junto con algunas otras dependencias, el área que se restauró e inauguró en febrero de 2011. Se trata de un claustro renacentista –en un capitel se puede ver el año 1532– con galerías porticadas en sus cuatro lados, formadas por columnas de mármol que sustentan arcos peraltados156 en la planta baja y rebajados, en la superior. Entre estos dos cuerpos, hay un alero de tejas planas vidriadas en colores azules, verdes y blancos. En la planta baja, recubren los muros unos paños de azulejos con diferentes motivos; también son de calidad los que presentan las techumbres de esta galería inferior, apoyados en vigas de madera ornamentadas con grutescos renacentistas. En el centro del claustro, se alza una fuente entre vegetación. Desde aquí, se puede ver la espadaña de la iglesia, construida por Juan de Vandelvira y Diego Coronado a finales del siglo XVI.
Desde la planta baja del claustro, se puede acceder a diferentes estancias, algunas de ellas con puertas decoradas con yeserías con motivos clásicos y escudos que se han relacionado con la obra de Juan de Oviedo y Miguel de Zumárraga. También desde aquí, se puede ir al refectorio, en la actualidad restaurado; se trata de una amplia habitación rectangular, cuyos muros se hallan revestidos por un zócalo de azulejos en el que se han representados distintos temas. Asimismo, se han conservado tanto el artesonado original como el suelo de losetas de barro cocido y olambrillas157. En un lateral, está dispuesto el púlpito, desde el cual una monja hacía las lecturas durante las comidas; éste se recubre con yeserías parecidas a las ya vistas en otras dependencias. Durante la restauración, aparecieron en la puerta unas pinturas murales. Cabe decir aquí que la mayoría de las pinturas del monasterio que se han podido recuperar fueron realizadas originariamente al temple y se encalaron en períodos posteriores por motivos higiénicos frente a las epidemias de peste.
En la planta baja, destacan, igualmente, las pinturas murales que hay en la sala de profundis, lugar que, posiblemente, fuera la iglesia original del monasterio, siendo convertida en cementerio después. En este sitio, se ha conservado el primer enterramiento gótico –datado en 1350– que se ha encontrado en Sevilla, correpondiéndose con el de Fray Álvaro Peláez, obispo de Silves; se trata de un sarcófago del siglo XIV en el que aparece una estatua yacente. Entre las pinturas, se pueden ver una escena de Pentecostés, una Virgen de la Antigua y un gran San Cristóbal.
En la planta alta, hay una de las dos enfermerías que llegó a tener el monasterio; en la actualidad, esa sala es utilizada como salón de usos múltiples en los que se organizan actos como conciertos o conferencias, entre otros. Como en los casos anteriores, la restauración del conjunto sacó a la luz varias pinturas murales, como una Cruz con los símbolos de la Pasión, un Tetramorfos158, un San Juan Evangelista o una Virgen de Guadalupe.
En enero de 1970, el Monasterio de Santa Clara fue declarado Monumento Histórico-Artístico.
Localización: Calle Becas, s/n. 41002 Sevilla.
Cruzando el río Guadalquivir por la Pasarela de la Cartuja, llegamos a nuestro siguiente punto: el Monasterio de Santa María de las Cuevas, más conocido como Monasterio de la Cartuja, octava fundación de los cartujos en nuestro país. Actualmente, el edificio está desacralizado159, siendo sede del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y de la Universidad Internacional de Andalucía – sede en Sevilla–.
La Cartuja de Sevilla fue fundada en el año 1400, gracias al apoyo que tuvo del arzobispo sevillano Gonzalo de Mena. Su primer asentamiento fue en unos terrenos en San Juan de Aznalfarache (Sevilla), pero tuvieron bastantes problemas durante la construcción; por ello, y gracias a la influencia del arzobispo, en enero del año 1400 se llevo a cabo un intercambio de terrenos con unos franciscanos que, unos años antes, habían llegado hasta la Isla de la Cartuja, lugar en el que la tradición contaba que se había aparecido la Virgen entre las cuevas –sitios de donde se extraía la arcilla para la fabricación de ladrillos y cerámica–. Aquí, comenzarían las obras, alrededor de una pequeña ermita que ya existía previamente y sobre la cual se construyó la Capilla de la Magdalena, germen de lo que más tarde sería el conjunto monacal.
Lauda sepulcral de Per Afán de Ribera y Portocarrero (1573), del escultor Juan Bautista Vázquez “el Viejo” y el fundidor Bartolomé Morel.
Poco después, en 1407, Per Afán de Ribera consiguió hacerse con el patronazgo de la Cartuja con derecho a enterramiento, algo que fue de suma importancia de cara el enriquecimiento del monasterio. Posteriormente, en 1454, se construiría el antiguo claustro. La iglesia, como veremos más adelante, es de entre 1410 y 1419, siendo ampliada en 1523. En cuanto a las capillas del Capítulo y de Santa Ana, éstas son del primer cuarto del siglo XVI. Entre los años 1509 y 1536, los restos del almirante Cristóbal Colón estuvieron enterrados en la segunda. Y es que la relación de la familia Colón con la Cartuja no fue sólo ésta, pues se cuenta que el ombú160 que hay en los jardines de acceso al templo fue plantado por el hijo del descubridor, Hernando Colón. Desconocemos si esto es verdad, pero lo que sí es cierto es que la vinculación entre el monasterio e importantes linajes sevillanos fue beneficiosa para la riqueza de la orden, conllevando que el lugar llegase a atesorar numerosas y variadas obras de arte, como, por ejemplo, el Cristo de la Clemencia, de Juan Martínez Montañés, o las pinturas que Francisco de Zurbarán ejecutó para ornamentar la sacristía.
A partir del año 1635, el monasterio pasaría a estar bajo el dominio de Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco de Tovar, más conocido como el conde-duque de Olivares, valido161 del rey Felipe V, continuando, así, su relación con notables familias nobles.
Una de las reformas más importantes que se llevó a cabo en el convento fue en el siglo XVIII, cuando la puerta del recinto murado se desplaza en dirección opuesta al río, construyéndose una nueva cerca y reconstruyéndose casi por completo la Capilla de la Virgen de Las Cuevas (también conocida como Capilla de Afuera), a cargo de lo cual estuvo el arquitecto Ambrosio de Figueroa, quien en el año 1757 ocuparía el puesto de maestro alarife162 y de obras de la Cartuja. De 1752 a 1759, será Diego Antonio Díaz quien realice la puerta frente al río, la cual será rematada por numerosos pináculos vidriados y ornamentados con azulejería.
Durante la invasión del ejército francés, a comienzos del siglo XIX (1808-1814), los monjes serían expulsados y el conjunto religioso, duramente saqueado, sería utilizado como cuartel. Dos años después de finalizar la Guerra de la Independencia, en 1816, los cartujos volverían para ser nuevamente expulsados con la exclaustración de 1835. Finalmente, las desamortizaciones hicieron que se perdiera una gran parte de las obras de arte que poseía (lo que quedó tras la contienda francesa), pasando el complejo, además, a ser destinado a otros usos.
El 4 de abril de 1839, se aprueba una Real Orden por la cual el edificio es concedido a Charles Pickman para construir en el monasterio su fábrica de loza. Antes, había pensado instalarla en el Monasterio de San Agustín, pero éste ya estaba siendo utilizado como cárcel, motivo por el cual solicitó, en su lugar, el de la Cartuja. Así, el 1 de enero de 1841 echó a andar el primer horno. El posterior traslado de la fábrica hizo que el monasterio entrase en un período de abandono.
Entre 1971 y 1978, se llevará a cabo una serie de trabajos de restauración y consolidación en la parte principal del monasterio, obras que estarían bajo la dirección de Rafael Manzano. En ellas, se actuaría en la iglesia, la sacristía, el claustrillo, el refectorio, la Capilla de los Ribera, el apeadero y la portada principal, entre otros. En 1983, el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo encarga un estudio a José María Benjumea y tres años después, la Consejería de Política Territorial de la Junta de Andalucía encarga un proyecto de restauración y rehabilitación del monasterio a los arquitectos Luis Marín, Aurelio del Pozo y Enrique Yanes. En 1987, la Consejería de Cultura encarga de manera definitiva cuatro proyectos parciales a los también arquitectos Fernando Mendoza y Roberto Luna, a un equipo compuesto por los hermanos Sierra, a Francisco Torres Martínez y a Guillermo Vázquez Consuegra, permaneciendo en los planes dos de los arquitectos antes mencionados, Luis Marín y Aurelio del Pozo.
Ya completamente restaurado, el complejo del antiguo Monasterio de la Cartuja se convirtió en Pabellón Real durante la Exposición Universal de Sevilla de 1992.
El edificio monacal guarda una serie de características ya vistas en el modelo cartujano: en la zona Sur, estaban las oficinas de legos163, como el granero, las bodegas o los almacenes, y en el Norte, las habitaciones destinadas a los monjes, quedando todo ello unido en el refectorio comunitario y completándose el conjunto con unas huertas y una cerca que lo salvaguardaba de las crecidas del río. En el muro, de unos dos metros y medio de altura y construido en tapial164 y ladrillo, se abrían dos puertas: por un lado, la principal, al Oeste, que daba al campo, y por otro lado, una secundaria, al Este, que daba al río. Asimismo, extramuros, existía un asentamiento de sirvientes y trabajadores.
El núcleo original estaba compuesto por la iglesia, las capillas, el refectorio, la sala capitular y las celdas de los cartujos. Más adelante, se construiría el claustro de los monjes, que estaría adosado al ábside del templo. En cuanto a las celdas de los legos, que se hallaban separadas del gran claustro por la procuración165, éstas se ordenaban de igual forma alrededor de un gran espacio central. Anexo, en la parte trasera, estaban los almacenes, tahonas, graneros, caballerizas y las demás dependencias de servicio.
La portada secundaria, como vimos anteriormente, fue hecha por Diego Antonio Díaz. La portada principal, con una imagen de la Virgen de las Cuevas en la hornacina central del frontón, es una obra realizada por Ambrosio de Figueroa entre los años 1759 y 1766. De él es también la capilla que se halla inmediatamente después y que tiene por advocación la misma Virgen de las Cuevas. Se trata de una capilla de una única nave que se cubre con una bóveda de cañón con lunetos167, contando también con una pequeña cúpula con linterna en el crucero. Aunque en la actualidad está desacralizada, en su interior se ha conservado un retablo hecho alrededor de 1780 y cercano en estilo al trabajo de Francisco de Acosta “el Viejo”; éste tiene en el ático un relieve en el que la Virgen acoge bajo su manto a los cartujos. No se ha conservado, en cambio, la imagen de la titular de la capilla, pero sí su camarín, en el que se puede contemplar una buena muestra de azulejos del siglo XVIII.
Después del zaguán de la portada principal, y tras ver la Capilla de la Virgen de las Cuevas, se abre el Patio del Ave María, o de las Cadenas, que llega hasta el atrio de la iglesia, donde podremos ver la estatua de Cristóbal Colón que ordenó colocar la marquesa de Pickman en el año 1887 y en cuyo frontal de la base se puede leer la leyenda “A / CRISTOBAL COLON / EN MEMORIA DE / HABER ESTADO DEPOSITADAS / SUS CENIZAS DESDE EL AÑO / MDXIII A MDXXXVI / EN LA IGLESIA DE ESTA / CARTUJA / DE / SANTA MARIA / DE LAS CUEVAS / LA MARQUESA VIUDA DE / PICKMAN / ERIGIO ESTE MONUMENTO EN / MDCCCLXXXVII”.
A continuación, en el Patio del Ave María, está la Portada de las Cadenas, la cual conducía al espacio cartujano. Esta portada fue construida en el siglo XV con dos arcos góticos apuntados que dan a un vestíbulo abovedado. Sobre el arco exterior, hay tres paneles de azulejos del siglo XVII. Desde aquí, se llega a un pequeño atrio que organiza la mansión de los Pickman, a la derecha, la celda del prior, a la izquierda, y la iglesia, al frente.
Claustro, también conocido como claustrillo, construido en 1454 por mandato del prior Fernando de Torres.
Del conjunto original del monasterio, también queda hoy un claustro, conocido igualmente como claustrillo, alrededor del cual se organizan la iglesia, el refectorio, la Capilla de Santa María Magdalena, la Capilla del Capítulo, la Capilla de Santa Ana, el atrio, al que precede la Puerta de las Cadenas, y la celda del prior, actualmente muy cambiada. Separadas de estos elementos, hay otras construcciones de menos importancia, como algunos restos del claustro de legos, almacenes, caballerizas y otras dependencias de trabajo.
El claustrillo, construido en 1454 por orden del prior Fernando de Torres, es una de las zonas más destacadas de la Cartuja. A él se accedía por medio de un hueco de la iglesia que hoy está cegado. Se compone de una galería cubierta por un artesonado, apoyando sobre columnas de mármol arcos peraltados, a excepción de en las esquinas, donde en vez de columnas hay pilares de ladrillo. Aquí, entre otros elementos, se puede ver la lauda168 sepulcral de Per Afán de Ribera y Portocarrero, realizada por el escultor Juan Bautista Vázquez “el Viejo” y el fundidor Bartolomé Morel en 1573. También aquí, están las estatuas sepulcrales de Juana de Zúñiga y Catalina Cortés, obras ambas de Diego de Pesquera de 1575.
El refectorio es una gran sala construida en el año 1422, siendo ampliada en 1588; queda cubierta por un alfarje hecho de madera de alerce y ornamentado con lazos moriscos.
Sobre la antigua procuración y la cocina, construyeron los marqueses ceramistas su casa en 1870, una vivienda de dos plantas que se organizaba alrededor de un patio central.
La celda del prior estaba formada por una gran vivienda de dos plantas con un patio en el centro de planta cuadrada y estilo renacentista, con galerías de arcos de medio punto en el piso inferior y rebajados, en el superior, todos ellos sustentados por columnas marmóreas. En esta edificación, se hallaba, además de la casa del prior, las habitaciones para el servicio, los dormitorios para las visitas ilustres, el oratorio, la cárcel y la biblioteca. Cuando la fábrica Pickman se instaló en el monasterio, esta vivienda sería utilizada, entre otros usos, como laboratorio.
En el claustro de los monjes, es posible contemplar hoy una enorme chimenea que servía para evacuar el humo de la fábrica; asimismo, se han conservado cinco hornos de diseño inglés frente a lo que fue la procuración.
Antigua Sala Capitular, que hoy acoge los sepulcros de la familia Ribera, benefactora del Monasterio de la Cartuja.
Pero sin duda, una de las visitas que más nos llamará la atención será la que hagamos a la sala capitular. Construida, asimismo, en el siglo XV, en ella, destacan su bóveda, la decoración gótica y el zócalo de azulejos cerámicos de 1607. Mientras que los sepulcros de la familia Ribera, del siglo XVI, se hallaban en un primer momento en la iglesia, los de Pedro Enríquez y Catalina de Ribera, de la misma centuria, estaban en la sala capitular. En el año 1838, todos ellos fueron trasladados a la Iglesia de la Anunciación y más adelante, en la década de los años 70 del pasado siglo XX, se instalaron en el Panteón de Sevillanos Ilustres. Su regreso a la antigua Sala Capitular del Monasterio de la Cartuja se llevó a cabo antes de la celebración de la Exposición Universal de 1992, lugar en el que han permanecido hasta la actualidad, salvo la lauda anteriormente vista en el claustro.
A todos estos elementos, tanto los religiosos como los relacionados con la fábrica, hay que sumar algunas construcciones que se hallan aisladas, como por ejemplo la Capilla de las Santas Justa y Rufina, el mirador sobre el Guadalquivir, las norias y las albercas, y grandes áreas que conformaban las huertas. De éstas, la llamada Huerta Vieja se hallaba tras el claustro de los monjes y, en ella, se levantaron algunos edificios en época monacal, como la mencionada Capilla de las Santas Justa y Rufina, que Pickman mandaría restaurar y que no hay que confundir con la Capilla de Santa Ana, mandada a construir por él también en esta zona. Por aquí, podemos llegar al merendero, realizado por Pickman y proyectado por Lizasoaín; tras él, adosado a la tapia exterior, hay una edificación que pudo ser utilizada por los cartujos como mirador.
Seguidamente, se halla la Huerta Grande, que se extiende llena de árboles frutales y palmeras por todo el sector Norte que circundan las tapias; en el centro, hay un estanque en el que se sitúa un templete diseñado por el mismo Lizasoaín.
La iglesia del Monasterio de la Cartuja fue construida entre los años 1410 y 1419, siendo ampliada un siglo después, en 1523, por el área de los pies y la portada. La fachada principal cuenta con una puerta de acceso formada por un arco ojival abocinado enmarcado en un alfiz y ornamentado por entrelazado mudéjar, habiéndose conservado parte de la policromía original. La portada queda rematada por un rosetón que enmarcan piezas de cerámica de color azul.
En el interior, es de una sola nave, característica típica de los templos cartujos, y ha perdido prácticamente toda su decoración, a excepción de unos lienzos del siglo XVII en los que están representados los monjes de la orden. De gran altura, se cubre con una bóveda de crucería y cuenta con cuatro ventanales centrales, en torno a los cuales se ubicaba el coro de los cartujos, mientras que el coro de legos lo hacía a partir de ahí y hacia la puerta; tras éstos, con una reja de separación, se situaba el público seglar169.
A los pies, se encuentra la Capilla de Santa Ana, lugar que fue de enterramiento, como vimos antes, de Cristóbal Colón y donde hay una tumba abierta como símbolo que nos recuerda este hecho; en este espacio, se ha conservado, asimismo, parte de un Calvario esculpido por Isidro Villoldo entre 1542 y 1564. Fue el prior Diego de Luján quien, en 1507, ordenó la construcción de esta capilla, la cual sería ampliada en 1523. Se trata de una dependencia de planta rectangular que se cubre con bóvedas de nervadura y una media naranja en el centro del presbiterio, habiéndose conservado restos de estuco del siglo XVII. Aquí, también destacan dos hornacinas recubiertas de azulejos, obras ambas de Juan Bautista Niculoso. Hasta que se ejecutaron las desamortizaciones, en este lugar estuvo el Crucificado que el arcediano Mateo Vázquez de Leca encargó a Martínez Montañés y que hoy, más conocido con el nombre de Cristo de la Clemencia o de los Cálices, se halla en la Catedral de Sevilla.
La sacristía, construida aproximadamente en 1537 con planta cuadrada y cubrición por medio de cúpula octogonal, es una de las dependencias más destacadas del templo. Ésta albergaba los conocidos cuadros que pintó Zurbarán de la Cartuja y que, actualmente, se pueden contemplar en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Se trata de un tríptico en el que cada pintura representaba una virtud de los cartujos; así, el de San Hugo en el refectorio hacía referencia a la abstinencia, el de La Virgen de los Cartujos, a la devoción mariana, y, por último, el de La visita de San Bruno al papa Urbano II, al silencio. Hoy, la que fue sacristía del templo, guarda parte de la sillería del coro que realizara Agustín de Perea en el año 1700 junto a su hijo, Miguel, y el ensamblador Jerónimo de Valencia; el resto de esta sillería se halla en la Catedral de Cádiz, lugar al que fue destinado en 1850 como donación por parte de la familia Pickman.
En la actualidad, la iglesia del Monasterio de la Cartuja se utiliza como sala de conciertos y de presentaciones.
El 27 de agosto de 1964, con fecha de publicación en el BOE de 12 de septiembre de ese mismo año, el Monasterio de Santa María de las Cuevas, o Monasterio de la Cartuja, fue declarado Monumento Histórico-Artístico.
Localización: Calle Américo Vespucio, 2. 41092 Sevilla.
Y terminaremos este recorrido por los edificios religiosos construidos en Sevilla durante el siglo XV con el que se halla más alejado de su casco histórico (entonces, extramuros de la ciudad y a algo menos de tres kilómetros a pie al Norte de la Puerta de la Macarena: el antiguo Monasterio de San Jerónimo de Buenavista.
Su fundación data del año 1414 y se debe a don Juan Esteban, jurado de la ciudad de Sevilla, contando con la ayuda del tesorero y contador del rey Juan II de Castilla, Nicolás Martínez, y con la de la mujer y el hijo de éste, Diego Martínez de Medina, conocido también como Diego de Sevilla, monje de la Orden de San Jerónimo.
El historiador sevillano Diego Ortiz de Zúñiga, en su obra “Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, metrópoli de Andalucía, que contienen sus más principales memorias desde el año de 1246, en que emprendió conquistarla del poder de los Moros el gloriosísimo Rey S. Fernando III de Castilla y León, hasta el de 1671 en que la Católica Iglesia le concedió el culto y título de Bienaventurado”, nos relataba así la fundación de este monasterio –hemos querido respetar los signos de puntuación y la escritura, tal y como él dejó escrita su obra–:
“Al deseo de Sevilla de tener Convento de San Gerónimo se habia ofrecido Juan Esteban, Jurado, poderoso y caritativo, queriendo dar una heredad y casa cerca de ella, llamada de Buenavista, que muriendo entre estos tratados, y mandando cumplir su promesa, su muger Doña Beatriz Alfonso, que ántes se opuso creyéndose perjudicada en su dote y bienes gananciales, despues la ofreció y dió por sí misma por donacion intervivos al Convento de nuestra Señora de Guadalupe, para que aquí fundase el que se pretendia, como filiacion suya, en cuyo nombre se tomó la posesion en 27 de Enero de este año de 1414: con el favor del Patriarca, la ayuda del Tesorero Nicolas Martinez, que ya estaba presente por el amor de su hijo, y la devocion de Sevilla, se esforzáron de modo que a 11 de Febrero siguiente tuvo principio con solemnísima procesion, en que se llevó el Santísimo Sacramento desde la Catedral, que se colocó, cantando la Misa el Patriarca, y quedó aquella casa erigida en Monasterio de San Gerónimo, que algun tiempo adelante fué admitido por la Orden, que se suspendió hasta experimentar los efectos de aquellos principios, cuya continuacion quedó á cargo del mismo Fr. Diego Martinez, como primer Prelado, subordinado por entonces al Prior de Guadalupe como profeso suyo. Ayudaba con larga mano el Arzobispo, socorria la Ciudad y Nobleza, y así fuéron creciendo sus progresos, como diremos adelante, y lo escribe en su fundacion el Cronista Fr. Joseph de Sigüenza; su sitio no un quarto de legua de la ciudad, cercano al rio Guadalquivir, aunque su elevacion lo libra de sus inundaciones, y no léjos de los vestigios de la torre de Macarena, que da nombre á todo aquel distrito”.
El origen del conjunto monacal está en los propios edificios de que constaba la hacienda, a los cuales se fueron añadiendo el resto de construcciones en varias fases. Así, la primera de estas fases (siglo XV) consistió en la edificación de la iglesia, que tuvo lugar entre los años 1414 y 1450, y de uno de los claustros; la segunda (siglo XVI) se corresponde con una ampliación del templo hacia el Oeste y la construcción del claustro del Este junto al anterior, pero separado de su lado Oriental por el refectorio; finalmente, en la tercera fase (finales del siglo XVI y comienzos del XVII), se levantaron las demás dependencias del monasterio. Como añaden en la web de la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, “Las obras de la planta baja se prolongan hasta 1581, año en el que se inician las obras de la planta alta, encargadas a Miguel de Zumárraga”.
De todos los elementos que componían el conjunto del Monasterio de San Jerónimo, el primero en edificarse, como hemos dicho, fue la iglesia, con una orientación Este-Oeste (con la cabecera al Oeste), y, aprovechando el muro maestro Sur, se delimitó un claustro de planta cuadrada, alrededor del cual se fue adosando una serie de dependencias en función de las necesidades de la comunidad religiosa. Entre ellas, y tal y como nos enumeran en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, había “otro claustro situado al este del primitivo y separado de aquel por el refectorio, la sala capitular en el ala sur, un nuevo refectorio al oeste, la sacristía nueva y las celdas en los lados norte y sur, respectivamente, del segundo claustro y frontera con este por el norte la imprenta de Indias con sus dependencias y su espacio libre central configurando un tercer patio”.
El monasterio tuvo un cierto declive a finales del siglo XVII. Así, mientras que en 1669 contaba con unos 150 frailes, a mediados del XVIII, sólo quedaban unos 40 y a principios del XIX, una docena escasa. El 18 de agosto de 1808, en plena invasión por parte del ejército francés, se ejecutó la extinción del clero regular; un año y medio después, en febrero de 1810, el monasterio y todo lo que en él había fue incautado. Los años que siguieron no fueron mejores, pues el conjunto sería saqueado y arrasado, no teniendo permiso los jerónimos para regresar al convento hasta 1823. Hasta aquí llegarían unos pocos frailes, pero la iglesia que se encontraron era un edificio inutilizable, por lo que una gran parte de estos religiosos acabaría por pedir dispensas, abandonando el monasterio; en cuanto al resto, terminó por irse al convento de Santa Paula. Poco después, en 1835, año en que se aplican los decretos de exclaustración de Mendizábal, la Orden de los Jerónimos sería disuelta. Tras esto, el monasterio sería utilizado como lazareto170 y como colegio, y en 1843, Enrique Hodson lo convertiría en fábrica de vidrio, pasando en 1850 a cobijar una iglesia y un cementerio protestante. Más tarde, sería usado como almacén porcino hasta bien entrado el siglo XX.
Varias de las construcciones que formaron parte del monasterio han desaparecido a lo largo de los siglos, no habiéndose conservado ni siquiera sus trazas. De entre las que sí, destacan los restos de dos capillas situadas en el lado de la Epístola de la iglesia y el muro de ese mismo lateral –testero Norte, a su vez, del claustro herreriano171, que también ha llegado a nuestros días–, la torre, el patio y una parte de las dependencias de la Imprenta de Indias, la escalera al coro, el anterrefectorio, el mirador y algunos restos de la escalera por la que se accedía a él. El más antiguo de los claustros, que, como decimos, ha llegado a nuestros días, está inscrito en un recinto prácticamente cuadrado, con unas medidas de unos 46,30 por 45,40 metros, siendo los lados algo mayores los que son perpendiculares a la iglesia.
El templo, que se comunicaba a través de sendas puertas con los dos claustros, se construyó en estilo gótico flamígero172 y contaba con tres naves y un ábside poligonal. La portada se abría a los pies, bajo el coro alto de que disponía, mientras que en los laterales había capillas de planta cuadrada, de las cuales, las dos que se han conservado tienen una anchura libre de 4,90 metros y una altura de 8,40.
Cada uno de los alzados al patio está compuesto de dos plantas y lo forman siete módulos iguales, constituidos éstos por una arcada doble, siendo la inferior de medio punto y la superior, de arcos carpaneles173. Los pilares son de planta cuadrada y a ellos hay adosadas unas semicolumnas provistas de pedestal, las cuales son mayores en los laterales y de menor tamaño en los frontales, sobre las que van asentados los arcos. En la planta baja, el orden utilizado es el toscano, mientras que en el primer piso es el jónico. La composición se remata con un antepecho ornamentado con lacería morisca. Las galerías también tuvieron en su día una balaustrada174, en este caso, de mármol blanco, pero no se ha conservado.
En el deambulatorio, tanto los arcos transversales como los frontales son, en la planta baja, de medio punto, y en la alta, carpaneles, estando sustentados por medio de ménsulas175 de distinta decoración. En cuanto a las galerías perimetrales, éstas van cubiertas con bóvedas vaídas176, de las que han llegado a nuestros días únicamente las de la planta baja y algunas de la parte Norte de la alta.
Al espacio del claustro se abre un total de diez portadas, ocho de las cuales están repartidas en todos los laterales del piso bajo y las otras dos, en el piso alto. De ellas, las más antiguas son tres que fueron proyectadas en estilo plateresco y que se sitúan en el costado Norte del deambulatorio; hay otras dos, de imagen idéntica, en los lados Este y Oeste. La puerta que hay al Este comunica con la escalera principal y la del Oeste salía, en origen, al compás y a la portería, y, más tarde, a la cocina. La otra, en la planta de arriba, da acceso a una habitación de bóveda elíptica inmediata a la torre y por la que se llega al coro alto. Posteriores son otras dos en el piso bajo, una, al Norte, al lado de los pies de la iglesia, y otra, al Sur, lugar de acceso a la escalera Suroeste. A continuación, se abrieron dos más en los extremos de los laterales Sur, iguales y enfrentadas, y simétricas a las originales platerescas; datadas alrededor del año 1600, una comunicaba con el anterrefectorio del Oeste y la otra, a la que fuera cocina del claustro del Este. Del mismo período, pero con un diseño más simple, son otras dos que se sitúan enfrentadas entre sí, de las cuales, una da acceso a la escalera Norte y la segunda, a la sala capitular nueva, en el Sur, siendo ambas iguales. Finalmente, la última portada es barroca y se abre en la planta alta, dando acceso a una construcción que hoy ha desaparecido y que, en el siglo XVI, se hallaba adosada a los pies de la iglesia y al testero Norte del claustro mayor, por medio del cual se pasaba a éste desde el compás.
De todas las edificaciones que rodearon el claustro, sólo ha llegado a nuestros días la escalera que llevaba al coro. Ésta ocupa una sala rectangular de 15 por 4,35 metros situada a continuación de las últimas capillas de la nave de la Epístola, a los pies del templo. A ella, se accede por medio de una de las portadas que hemos descrito antes, atravesando un vestíbulo que se cubre con una bóveda vaída de casetones. La doble altura que hay en el espacio de subida cuenta con una cúpula, también de casetones, de media naranja sobre pechinas. El vestíbulo superior, por el que se llega al coro, la torre y el claustro alto, presenta una bóveda muy rebajada en óvalo, igualmente, sobre pechinas, estando ornamentada con nervios concéntricos.
La torre, gótica en el primer cuerpo, se abría a la nave central de la iglesia como una tribuna. En la segunda mitad del siglo XVI, esta torre sería prolongada en altura, construyéndose el cuerpo de campanas que podemos contemplar en la actualidad. Esta ampliación parte de un basamento ancho que se decora con motivos geométricos de azulejos. Sobre él, hay un cuerpo en el que se abrieron tres vanos en cada cara. En el centro, se dispuso el hueco mayor; se trata de un arco de medio punto flanqueado por una pilastra a cada lado; entre éstas y las esquinas de la torre, donde hay unas pilastras pareadas, se abren dos huecos de un tamaño menor. Este cuerpo queda rematado por un entablamento con metopas y triglifos de azulejos en azul cobalto. Por encima, y formando un eje con el hueco mayor, hay un arco de triple inflexión. El conjunto lo remata una pequeña balaustrada de motivos geométricos. Finalmente, la torre se corona con un chapitel177 en forma de pirámide que se alza sobre una bóveda cónica hecha de ladrillo, estando recubierto, una vez más, por azulejos blancos y azules, y de dibujos estrellados. Mientras estuvo funcionando la fábrica de cristales que aquí se instaló, el interior de la torre fue vaciado y utilizado como secadero de las piezas creadas, siendo sustituida entonces la escalera original por otra empinada y estrecha, que es la que ha llegado a nosotros.
Como mencionamos anteriormente, también se han conservado unos restos que pertenecen a la Imprenta de Indias y que se hallaba al Nordeste del Claustro del Este, contigua al ábside del templo. Su edificio se componía por medio de dos alas en forma de “L” que rodeaban un patio, cuyos otros dos laterales cerraban el ábside y uno de los lados del claustro del Este, y que hoy sólo se ha conservado en parte. De los dos cuerpos con que contaba, ha permanecido en pie el del Norte, en la planta baja, mientras que el otro ha desaparecido.
Entre las obras de arte desaparecidas, hay un conjunto de cuadros con la vida de San Jerónimo, con santos y con venerables de la orden realizados por Juan de Valdéz Leal entre 1656 y 1657 para la sacristía de monasterio. En la actualidad, un buen número de ellos se halla en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, mientras que otros están repartidos entre el Museo del Prado, de Madrid, y otros importantes museos de arte de diversos países europeos, como Francia, Alemania y Reino Unido. De algunos, aún se desconoce su paradero.
Asimismo, en el siglo XVII, el prior de Buenavista encargó a Zurbarán varios cuadros sobre la vida de San Jerónimo, siendo destinados al Monasterio de Guadalupe.
Igualmente, entre los años 1770 y 1780, Juan de Espinal hizo un total de 26 cuadros sobre la vida del Santo para este convento, los cuales se hallan hoy repartidos entre el Museo de Bellas Artes de Sevilla, el Museo de Huelva, la Iglesia del Omnium Sanctorum (Sevilla), la de San Gil (Sevilla) o la Iglesia del Castillo, en Aracena (Huelva).
De sus esculturas, se sabe que Pietro Torrigiano esculpió entre 1522 y 1524 su San Jerónimo penitente para este monasterio; en la actualidad, como la amplia mayoría de las obras pictóricas antes mencionadas, se encuentra expuesto en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, al igual que la Virgen de Belén que también hizo este autor para el convento, en este caso en 1525.
El 27 de agosto de 1964, con fecha de publicación en el BOE de 12 de septiembre de ese mismo año, el Monasterio de San Jerónimo fue declarado Monumento Histórico-Artístico. Dos años después, en 1966, lo compraría Carmen Iglesias Zubiada, quien lo restauraría y haría una serie de reformas hasta convertirlo en una residencia particular. Finalmente, en 1984, lo adquirió el Ayuntamiento de Sevilla. En la actualidad, el que fuera Monasterio de San Jerónimo es un centro cívico más de la ciudad, dando nombre al barrio en el que se encuentra enclavado.
Localización: Calle Marruecos, 33. 41015 Sevilla.
Por último, en el cruce que forman la Ronda Supernorte y la A-8002, al lado de las vías del tren y cerca del cauce del arroyo Tamarguillo, se alza el Humilladero de San Onofre, también conocido como Templete de San Jerónimo. Hay varias suposiciones en torno a su ubicación en lo que en tiempos fue el camino real que unía Sevilla con Córdoba, como la leyenda que afirma que éste fue el lugar en el que el caballo del rey Fernando III “el Santo” se detuvo antes de entrar en la Isbiliya árabe; otros autores apuntan que este sitio formaría parte del vía crucis del lazareto de San Lárazo. Asimismo, se ha mencionado a veces la posibilidad de que este humilladero sea un hito del Monasterio de San Jerónimo de Buenavista.
Hasta comienzos del siglo XX, el templete estuvo oculto dentro de otro edificio, saliendo a la luz en el año 1914, momento en que dicha construcción fue derribada. Sería el catedrático de historia del arte Diego Angulo Íñiguez quien lo describiera y lo documentara, siendo datado de finales del siglo XV.
Estamos ante una construcción gótico-mudéjar, estilo todavía utilizado en esa época en la Andalucía Occidental. Se trata de un templete formado por cuatro arcos apuntados, uno abierto en cada frente, rematados todos ellos con puntas de diamante y con un baquetón que los recorre enmarcándolos, quedando cubierto a cuatro aguas. En el interior, hay cuatro semicolumnas adosadas compuestas por basa y capitel de mocárabes, terminando ahí los nervios del arco de crucería que sustentan un pinjante de muqarnas178. Queda coronado con una doble cruz papal que fue traída hasta este lugar expresamente del chapitel de la derruida torre mirador del Monasterio de San Jerónimo de Buenavista.
En su interior, debió de existir originalmente un San Onofre o una cruz hecha de mármol similar la que se halla en el Humilladero de la Cruz del Campo. La figura que, en su lugar, podemos ver hoy no es la original, sino un Corazón de Jesús sobre un pedestal realizado en hierro fundido en la década de los años 20 del pasado siglo XX.
Al hallarse el templete en unos terrenos cuya propietaria es la entidad pública empresarial española ADIF, fue ésta la que, en abril de 2013, inició unas obras de restauración en el humilladero que acabarían en mayo del mismo año.
Desde 1964, concretamente desde el 27 de agosto, aunque con fecha de publicación en el BOE de 12 de septiembre de ese mismo año, el Monasterio de San Jerónimo está declarado Monumento Histórico-Artístico.
Localización: Coordenadas Google Maps (37.43454, -5.97935). 41015 Sevilla.
Lourdes Morales Farfán es Licenciada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. ↑
Más Sevilla ▲
- Sevilla (I): la Hispalis romana
- Sevilla (II): la Isbiliya árabe
- Sevilla (III): siglo XIII, la Sevilla cristiana
- Sevilla (IV): siglo XIV, Sevilla gótico-mudéjar (I)
- Sevilla (V): siglo XIV, Sevilla gótico-mudéjar (y II)
- Sevilla (VI): siglo XV, Fin del medievo (I)
- Sevilla (VIII): siglo XVI, el Renacimiento en Sevilla (I)
- Sevilla (IX): siglo XVI, el Renacimiento en Sevilla (II)
- Sevilla (X): siglo XVI, el Renacimiento en Sevilla (III)
- Sevilla (XI): siglo XVI, el Renacimiento en Sevilla (y IV)
- Sevilla (XII): siglo XVII, del Renacimiento al Barroco (I)
- Sevilla (XIII): siglo XVII, del Renacimiento al Barroco (II)
- Sevilla (XIV): siglo XVII, del Renacimiento al Barroco (III)
- Índice de Monumentos de Sevilla
Monográficos de Sevilla ▲
- Basílica Menor de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder
- Castillo de San Jorge
- Exposición Ibero-Americana de 1929 (I)
- Exposición Ibero-Americana de 1929 (y II)
- Murallas de Sevilla
- Museo Arqueológico (I)
- Museo Arqueológico (II)
- Museo Arqueológico Antiquarium
- Museo de Artes y Costumbres Populares (I)
- Museo de Artes y Costumbres Populares (II)
- Parque de María Luisa (I)
- Parque de María Luisa (II)
- Parque de María Luisa (y III) - Jardín de las Delicias
- Reales Alcázares (I)
- Reales Alcázares (y II)
- 1 Gótico: Dicho del arte: Desarrollado en Europa desde finales del siglo XII hasta el Renacimiento2 y caracterizado, en arquitectura, por el arco apuntado3, la bóveda de crucería4 y los pináculos6. ↑
- 2 Renacimiento: Movimiento artístico europeo, que comienza a mediados del siglo XV, caracterizado por un vivo entusiasmo por el estudio de la Antigüedad clásica griega y latina. ↑
- 3 Arco apuntado: Arco que consta de dos centros situados en la línea de arranque. ↑
- 4 Crucería: Conjunto de nervios5 que refuerzan y ornamentan las intersecciones de las bóvedas, típico del estilo gótico. ↑
- 5 Nervio: Arco que, cruzándose con otro u otros, sirve para formar la bóveda de crucería. Es elemento característico del estilo gótico. ↑
- 6 Pináculo: Remate piramidal o cónico que en la arquitectura gótica cumple una doble función, estética y estructural. ↑
- 7 Mudéjar: Dicho de un estilo arquitectónico: Que floreció en España desde el siglo XIII hasta el XVI, caracterizado por la conservación de elementos del arte cristiano y el empleo de la ornamentación árabe. ↑
- 8 Flamero: Candelabro que, por medio de mixtos contenidos en él, arroja una gran llama. ↑
- 9 Almohade: Seguidor de Aben Tumart, jefe musulmán que en el siglo XII fanatizó a las tribus occidentales de África y dio ocasión a que se fundase un nuevo imperio con ruina del de los almorávides10. ↑
- 10 Almorávide: Dicho de una persona: De una tribu guerrera del Atlas que fundó un vasto imperio en el occidente de África y llegó a dominar toda la España árabe desde 1093 hasta 1148. ↑
- 11 Trascoro: En las iglesias, sitio que está detrás del coro. ↑
- 12 Cimborrio: Cuerpo cilíndrico que sirve de base a la cúpula y descansa inmediatamente sobre los arcos torales13. ↑
- 13 Arco toral: Cada uno de los cuatro en que estriba la media naranja de un edificio. ↑
- 14 Crucero: Espacio en que se cruzan la nave mayor de una iglesia y la que la atraviesa. ↑
- 15 Linterna: Torre pequeña más alta que ancha y con ventanas, que se pone como remate en algunos edificios y sobre las medias naranjas de las iglesias. ↑
- 16 Tracería: Ornamento arquitectónico formado por combinaciones de figuras geométricas. ↑
- 17 Florón: Adorno hecho a manera de flor muy grande, que se usa en pintura y arquitectura en el centro de los techos de las habitaciones. ↑
- 18 Deambulatorio: En las catedrales y otras iglesias, espacio transitable situado detrás del presbiterio19 que da ingreso a otras capillas situadas en el ábside. ↑
- 19 Presbiterio: Área del altar mayor hasta el pie de las gradas por donde se sube a él, que regularmente suele estar cercada con una reja o barandilla. ↑
- 20 Lado del Evangelio y lado de la Epístola: En una Iglesia, se llama lado del Evangelio al situado en la parte izquierda desde el punto de vista de los fieles, mirando éstos hacia el altar, mientras que el de la Epístola es el de la parte derecha. Toman este nombre de los lados del presbiterio desde donde se lee el Evangelio y la Epístola durante la misa. ↑
- 21 Jurado: Hombre que se ocupaba de la provisión de víveres en los ayuntamientos y concejos. ↑
- 22 Casetón: Artesón. // Elemento constructivo poligonal, cóncavo, moldurado y con adornos, que dispuesto en serie constituye el artesonado23. ↑
- 23 Artesonado: Techo, armadura o bóveda con artesones de madera, piedra u otros materiales y con forma de artesa24 invertida. ↑
- 24 Artesa: Cajón cuadrilongo, por lo común de madera, que por sus cuatro lados va angostando hacia el fondo y sirve para amasar el pan y para otros usos. ↑
- 25 Maestre: Superior de cualquiera de las órdenes militares. ↑
- 26 Ablución: Lavatorio ritual del cuerpo o de una parte de él con el fin de purificarlo. ↑
- 27 Lacería: Conjunto de lazos, especialmente en labores de adorno. ↑
- 28 Ataurique: Ornamentación árabe de tipo vegetal. ↑
- 29 Plateresco: Dicho de un estilo arquitectónico: Que se desarrolló en España en el siglo XVI y que se caracteriza por una ornamentación que recuerda las filigranas de los plateros. ↑
- 30 Tejaroz: Alero del tejado. ↑
- 31 Vano: En una estructura de construcción, distancia libre entre dos soportes y, en un puente, espacio libre entre dos pilas o entre dos estribos consecutivos. ↑
- 32 Almuecín: Almuédano. // Musulmán que desde el alminar convoca en voz alta al pueblo para que acuda a la oración. ↑
- 33 Sillar: Piedra labrada, por lo común en forma de paralelepípedo34 rectángulo, que forma parte de un muro de sillería36. ↑
- 34 Paralelepípedo: Sólido limitado por seis paralelogramos35, cuyas caras opuestas son iguales y paralelas. ↑
- 35 Paralelogramo: Cuadrilátero cuyos lados opuestos son paralelos entre sí. ↑
- 36 Sillería: Fábrica hecha de sillares asentados unos sobre otros y en hileras. ↑
- 37 Machón: Pilar de fábrica. ↑
- 38 Prisma: Cuerpo limitado por dos polígonos planos, paralelos e iguales, que se llaman bases, y por tantos paralelogramos cuantos lados tengan dichas bases, las cuales, según su forma, dan nombre al prisma: triangular, pentagonal, etc. ↑
- 39 Sebka: En arquitectura, término que hace referencia a un elemento ornamental característico del arte islámico con forma de retícula40 oblicua41 como si fuera un entrelazado geométrico de rombos con el que se cubren diferentes tipos de paramentos. Generalmente, se compone de piezas cerámicas o de ladrillos que crean formas mixtilíneas o lobuladas y que aparecen organizadas en los paramentos a modo de paneles, compartimentando el espacio, de ahí que reciban el nombre de “paños de sebka”. Fue ampliamente utilizado y desarrollado en época almohade, continuando su uso en el arte nazarí42 y mudéjar cristiano. ↑
- 40 Reticular: De forma de redecilla o red. ↑
- 41 Oblicua: Dicho de un plano o de una línea: Que corta a otro plano u otra línea, formando un ángulo que no es recto. ↑
- 42 Arte nazarí: Último estilo del arte hispanomusulmán, desarrollado durante los siglos XIII al XV y que contribuyó al surgimiento del arte mudéjar. ↑
- 43 Geminado: Partido, dividido. ↑
- 44 Alfiz: Recuadro del arco árabe, que envuelve las albanegas45 y arranca bien desde las impostas47, bien desde el suelo. ↑
- 45 Albanega: Espacio triangular comprendido entre la rosca46 de un arco y el alfiz. ↑
- 46 Rosca: Faja de material que, sola o con otras concéntricas, forma un arco o bóveda. ↑
- 47 Imposta: Hilada de sillares algo voladiza, a veces con moldura, sobre la cual va sentado un arco. ↑
- 48 Angrelado: Dicho de una pieza de heráldica, de una moneda o de un adorno de arquitectura: Que remata en forma de picos o dientes muy menudos. ↑
- 49 Arco de herradura: Arco que tiene más de media circunferencia y cuyos arranques vuelan tanto como la imposta. ↑
- 50 Orden dórico: Orden que tiene la columna de ocho módulos51 o diámetros a lo más de altura, el capitel54 sencillo y el friso55 adornado con metopas59 y triglifos60. ↑
- 51 Módulo: Medida que se usa para las proporciones de los cuerpos arquitectónicos. En la antigua Roma, era el semidiámetro del fuste52 en su parte inferior. ↑
- 52 Fuste: Parte de la columna que media entre el capitel y la basa53. ↑
- 53 Basa: Asiento sobre el que se pone la columna o la estatua. ↑
- 54 Capitel: Parte superior de una columna o de una pilastra, que la corona con forma de moldura y ornamentación, según el orden arquitectónico a que corresponde. ↑
- 55 Friso: Parte del entablamento56 en los órdenes clásicos que media entre el arquitrabe57 y la cornisa58, en ocasiones ornamentado de triglifos, metopas u otros elementos. ↑
- 56 Entablamento: Conjunto de molduras que corona un edificio o un orden de arquitectura y que ordinariamente se compone de arquitrabe, friso y cornisa. ↑
- 57 Arquitrabe: Parte inferior del entablamento, la cual descansa inmediatamente sobre el capitel de la columna. ↑
- 58 Cornisa: Parte superior del entablamento de un pedestal, edificio o habitación. ↑
- 59 Metopa: En el friso dórico, espacio que media entre triglifo y triglifo. ↑
- 60 Triglifo: Adorno del friso dórico que tiene forma de rectángulo saliente y está surcado por dos glifos61 centrales y medio glifo a cada lado. ↑
- 61 Glifo: Canal vertical poco profundo que decora el frente de los triglifos en los órdenes clásicos. ↑
- 62 Orden jónico: Orden que tiene la columna de unos nueve módulos o diámetros de altura, el capitel, adornado con grandes volutas63, y dentículos64 en la cornisa. ↑
- 63 Voluta: Figura en forma de espiral. ↑
- 64 Dentículo: Cada uno de los adornos con forma de paralelepípedo rectángulo que, formando fila, se colocan en la parte superior del friso del orden jónico y en algunos otros miembros arquitectónicos. ↑
- 65 Orden corintio: Orden que tiene la columna de unos diez módulos o diámetros de altura, el capitel adornado con hojas de acanto66 y caulículos67, y la cornisa con modillones69. ↑
- 66 Acanto: Planta de la familia de las acantáceas, perenne, herbácea, con hojas anuales, largas, rizadas y espinosas. // Ornato hecho a imitación de las hojas del acanto, característico del capitel del orden corintio. ↑
- 67 Caulículo: Cada uno de los vástagos o tallos que nacen del interior de las hojas de acanto del capitel corintio y se vuelven en espiral bajo el ábaco68. ↑
- 68 Ábaco: Conjunto de molduras, generalmente en forma de dado, que corona el capitel y tiene la función de recibir directamente la carga del arquitrabe. ↑
- 69 Modillón: Miembro voladizo sobre el que se asienta una cornisa o alero, o los extremos de un dintel70. ↑
- 70 Dintel: Pieza horizontal superior de puertas, ventanas y otros huecos, apoyada en sus extremos sobre las jambas71 y destinada a soportar cargas. ↑
- 71 Jamba: Cada una de las dos piezas que, dispuestas verticalmente en los dos lados de una puerta o ventana, sostienen el dintel o el arco de ella. ↑
- 72 Cupulino: Cuerpo superior, a veces a modo de linterna, que se añade a la cúpula. ↑
- 73 Cruz griega: Cruz que se compone de un palo y un travesaño iguales, que se cortan en los puntos medios. ↑
- 74 Pechina: Cada uno de los cuatro triángulos curvilíneos que forman el anillo de la cúpula con los arcos torales sobre los que estriba. ↑
- 75 Arco fajón: Arco de refuerzo de una bóveda. ↑
- 76 Custodia: En el culto católico, pieza de oro, plata u otro metal, donde se expone la hostia consagrada a la adoración de los fieles. // En el culto católico, templete o trono, generalmente de plata y de grandes dimensiones, donde se coloca la custodia para trasladarla en las procesiones. ↑
- 77 Arco conopial: Arco muy rebajado78 y con una escotadura80 en el centro de la clave81, que lo hace semejante a un pabellón o cortinaje. ↑
- 78 Arco rebajado: Arco cuya altura es menor que la mitad de su luz78. ↑
- 79 Luz: Distancia horizontal entre los apoyos de un arco, viga, etc. ↑
- 80 Escotadura: Entrante que resulta en una cosa cuando está cercenada, o cuando parece que lo está. ↑
- 81 Clave: Piedra central y más elevada con que se cierra el arco o la bóveda. ↑
- 82 Barroco: Dicho de un estilo arquitectónico o de las artes plásticas: Que se desarrolló en Europa e Iberoamérica durante los siglos XVII y XVIII, opuesto al clasicismo83 y caracterizado por la complejidad y el dinamismo de las formas, la riqueza de la ornamentación y el efectismo. ↑
- 83 Clasicismo: Estilo artístico o literario conforme a los ideales de la Antigüedad grecorromana. ↑
- 84 Antepecho: Pretil o baranda que se coloca en lugar alto para poder asomarse sin peligro de caer. ↑
- 85 Orden toscano: Orden que se distingue por ser más sólido y sencillo que el dórico. ↑
- 86 Frontón: Remate triangular o curvo de una fachada, un pórtico, una puerta o una ventana. ↑
- 87 Tímpano: Espacio triangular que queda entre las dos cornisas inclinadas de un frontón y la horizontal de su base. ↑
- 88 Cartela: Pedazo de cartón, madera u otra materia, a modo de tarjeta, destinado para poner o escribir en él algo. ↑
- 89 Enfoscar: Guarnecer con mortero90 un muro. ↑
- 90 Mortero: Conglomerado o masa constituida por arena, conglomerante y agua, que puede contener además algún aditivo. ↑
- 91 Agua: Vertiente de un tejado. ↑
- 92 Agramilar: Pintar hiladas de ladrillo en una pared. // Cortar y raspar los ladrillos para igualarlos o reducir su tamaño. ↑
- 93 Baquetón: Baqueta grande. // Junquillo. // Moldura redonda y más delgada que el bocel94. ↑
- 94 Bocel: Moldura convexa lisa, de sección semicircular y a veces elíptica. ↑
- 95 Óculo: Ventana pequeña redonda u ovalada. ↑
- 96 Sotabanco: Hilada que se coloca sobre la cornisa para levantar los arranques de un arco o bóveda. ↑
- 97 Arco de medio punto: Arco que consta de una semicircunferencia. ↑
- 98 Copete: Adorno que suele ponerse en la parte superior de los espejos, sillones y otros muebles. ↑
- 99 Tirante: Pieza de madera o barra de hierro colocada horizontalmente en la armadura de un tejado o entre dos muros para evitar un desplome. ↑
- 100 Mocárabe: Labor formada por la combinación geométrica de prismas acoplados, cuyo extremo inferior se corta en forma de superficie cóncava, que se usa como adorno de bóvedas, cornisas, etc. ↑
- 101 Bóveda de arista: Bóveda por arista. // Bóveda de aljibe. // Bóveda cuyos dos cañones semicilíndricos se cortan el uno al otro. ↑
- 102 Columnas salomónicas: Columna que tiene el fuste contorneado en espiral. ↑
- 103 Asistente: Funcionario público que en ciertas villas y ciudades españolas, como Marchena, Santiago y Sevilla, tenía las mismas atribuciones que el corregidor104 en otras partes. ↑
- 104 Corregidor: Alcalde que libremente nombraba el rey en algunas poblaciones importantes para presidir el ayuntamiento y ejercer varias funciones gubernativas. ↑
- 105 Cimacio: Elemento suelto que va sobre el capitel y sirve para aumentar el plano superior de apoyo. ↑
- 106 Vía crucis: Calvario. // Camino señalado con cruces o altares, que se recorre rezando en cada uno de ellos en memoria de los pasos de Jesús hacia el monte Calvario. ↑
- 107 Estribo: Contrafuerte. ↑
- 108 Atarjea: Canal pequeño de mampostería, a nivel del suelo o sobre arcos, que sirve para conducir agua. ↑
- 109 Arquivolta: Conjunto de arcos concéntricos que componen una portada abocinada110. ↑
- 110 Arco abocinado: Arco que tiene más luz en un paramento que en el opuesto. ↑
- 111 Merlón: Cada uno de los trozos de parapeto que hay entre cañonera112 y cañonera. ↑
- 112 Cañonera: Tronera. // Abertura en el costado de un buque, en el parapeto de una muralla o en el espaldón de una batería, para disparar con seguridad y acierto los cañones. ↑
- 113 Filete: Componente de una moldura en forma de lista larga y angosta. ↑
- 114 Arco ojival: Arco apuntado. // Arco que consta de dos centros situados en la línea de arranque. ↑
- 115 Can: Modillón. // Miembro voladizo sobre el que se asienta una cornisa o alero, o los extremos de un dintel. ↑
- 116 Crestería: Línea continua de ornamentos que coronan una fachada, tejado, sillería de coro o altar. ↑
- 117 Punta de diamante: Pirámide de poca altura que como adorno se suele labrar en piedras u otras materias. ↑
- 118 Doselete: Miembro arquitectónico voladizo que a manera de dosel se coloca sobre las estatuas, sepulcros, etc. ↑
- 119 Apostolado: Conjunto de las imágenes de los doce apóstoles. ↑
- 120 Rococó: Dicho de un estilo artístico: Barroco surgido en Francia en el siglo XVIII y caracterizado por una ornamentación abundante y refinada. ↑
- 121 Estípite: Pilastra en forma de pirámide truncada122 invertida, con un elemento figurativo en la parte superior. ↑
- 122 Pirámide truncada: Parte de la pirámide comprendida entre la base y otro plano que corta a todas las aristas laterales. ↑
- 123 Bóveda de cañón: Bóveda de superficie generalmente semicilíndrica que cubre el espacio comprendido entre dos muros paralelos. ↑
- 124 Trompa: Bóveda fuera del paramento de un muro. ↑
- 125 Altorrelieve: Relieve en que las figuras salen del plano más de la mitad de su bulto. ↑
- 126 Cardina: Hoja parecida a la del cardo que se usa como motivo ornamental del estilo gótico. ↑
- 127 Saetera: Ventanilla estrecha de las que se suelen abrir en las escaleras y otras partes. ↑
- 128 Iglesia de Salón, eglises-halles o hallenchristen: Las iglesias salón, eglises-halles o hallenchristen son iglesias que tienden a la igualdad de altura en sus naves. ↑
- 129 Pinjante: Dicho de un adorno: Que cuelga, especialmente de un techo. ↑
- 130 Arco de triunfo: Monumento compuesto de uno o varios arcos, adornado con obras de escultura y erigido para conmemorar una victoria o algún suceso notable. ↑
- 131 Espinazo: Clave de una bóveda o de un arco. ↑
- 132 Grutesco: Dicho de un adorno: De bichos, sabandijas, quimeras y follajes. ↑
- 133 Camarín: En un templo, capilla pequeña, generalmente exenta, donde se rinde culto a una imagen muy venerada. ↑
- 134 Neófito: Persona recién convertida a una religión. ↑
- 135 Alfarje: Techo con maderas labradas y entrelazadas artísticamente, dispuesto o no para pisar encima. ↑
- 136 Bula: Documento pontificio relativo a materia de fe o de interés general, concesión de gracias o privilegios o asuntos judiciales o administrativos, expedido por la Cancillería Apostólica y autorizado por el sello de su nombre u otro parecido estampado con tinta roja. ↑
- 137 Emparedamiento: Casa donde vivían recogidos los emparedados138. ↑
- 138 Emparedado: Recluso por castigo, penitencia o propia voluntad. ↑
- 139 Condestable: En la Edad Media, hombre que ejercía la primera dignidad de la milicia. ↑
- 140 Desamortización: Desamortizar: Poner en estado de venta los bienes de manos muertas, mediante disposiciones legales. Por medio de varias desamortizaciones, se pusieron a la venta terrenos y otras propiedades de las llamadas “manos muertas” (la Iglesia y las órdenes eclesiásticas), quienes mediante donaciones y testamentos habían llegado a tener una extensión de terreno sólo inferior a las del rey y la aristocracia. Por estas expropiaciones y ventas la Iglesia no recibió nada a cambio. La Desamortización del ministro Mendizábal, llevada a cabo en 1836, fue una de las mayores y obtuvo unos resultados muy alejados de lo que se deseaba: la creación de una clase media en España. Sin embargo, sí fue de gran importancia en la historia de España, al expropiar gran parte de las posesiones eclesiásticas sin recibir la Iglesia, como decimos, nada a cambio. Desgraciadamente, las comisiones municipales encargadas de gestionar los trámites modificaron los lotes de terreno en venta, agrupándolos en grandes partidas que alcanzaban unos precios sólo asumibles por la nobleza y la burguesía adinerada. ↑
- 141 Manierismo: Estilo artístico y literario del Renacimiento tardío, caracterizado por su refinamiento y artificiosidad. ↑
- 142 Capelo: Sombrero rojo, insignia de los cardenales. ↑
- 143 Tondo: Adorno circular rehundido en un paramento. ↑
- 144 Querubín: En la tradición católica, cada uno de los espíritus celestes que forman su segundo coro y, junto con los serafines y los tronos, la primera jerarquía, la cual contempla directamente a Dios y canta su gloria. ↑
- 145 Planta de cajón o de sala: Aquella en la que el templo presenta una sola nave y carece de columnas y/o pilares que dividan el espacio. ↑
- 146 Refectorio: En las comunidades y en algunos colegios, habitación destinada para juntarse a comer. ↑
- 147 Estuco: Masa de yeso blanco y agua de cola, con la cual se hacen y preparan objetos que después se doran o pintan. // Revestimiento continuo, compuesto de cal apagada y polvo de mármol, y a veces de alabastro o yeso. ↑
- 148 Ducado: Moneda de oro que se usó en España hasta fines del siglo XVI, de valor variable. ↑
- 149 Real: Moneda con diverso valor y factura según épocas y lugares. ↑
- 150 Tarja o tarjeta: Cartela. // Pedazo de cartón, madera u otra materia, a modo de tarjeta, destinado para poner o escribir en él algo. ↑
- 151 Tabernáculo: Sagrario donde se guarda el Santísimo Sacramento. ↑
- 152 Ostensorio: Custodia que se emplea para la exposición del Santísimo en el interior de las iglesias o para ser conducida procesionalmente llevada por el sacerdote. // Parte superior de la custodia, donde se coloca el viril153. ↑
- 153 Viril: Caja de cristal con cerquillo de oro o dorado, que encierra la forma consagrada y se coloca en la custodia para la exposición del Santísimo, o que guarda reliquias y se coloca en un relicario. ↑
- 154 Atrio: Andén que hay delante de algunos templos y palacios, por lo regular enlosado y más alto que el piso de la calle. ↑
- 155 Locutorio: Habitación o departamento de los conventos de clausura y de las cárceles, por lo común dividido por una reja, en el que los visitantes pueden hablar con las monjas o con los presos. ↑
- 156 Peraltar: Levantar la curva de un arco, bóveda o armadura más de lo que corresponde al semicírculo. ↑
- 157 Olambrilla: Azulejo decorativo de unos siete centímetros de lado, que se combina con baldosas rectangulares, generalmente rojas, para formar pavimentos y revestir zócalos. ↑
- 158 Tetramorfos: En el arte medieval, símbolo de los evangelistas, consistente en cuatro figuras humanas con cabeza de animal. ↑
- 159 Desacralizar: Quitar el carácter sagrado a alguien o a algo. ↑
- 160 Ombú: Árbol de América del Sur, de la familia de las fitolacáceas, con la corteza gruesa y blanda, madera fofa, copa muy densa, hojas alternas, elípticas, acuminadas, con pecíolos largos y flores dioicas en racimos más largos que las hojas. ↑
- 161 Valido: Primer ministro. // Ministro superior que el rey solía nombrar para que le aliviase en parte el trabajo del despacho, encomendándole ciertos negocios con jurisdicción de despacharlos por sí solo. ↑
- 162 Alarife: Arquitecto o maestro de obras. ↑
- 163 Lego: Que no tiene órdenes clericales. // En los conventos de religiosos, el que siendo profeso no tiene opción a las sagradas órdenes. ↑
- 164 Tapial: Pared o trozo de pared que se hace con tierra amasada. ↑
- 165 Procuración: Oficina del procurador166. ↑
- 166 Procurador: En las comunidades religiosas, persona que tiene a su cargo el gobierno económico del convento. ↑
- 167 Luneto: Bovedilla en forma de media luna abierta en la bóveda principal para dar luz a esta. ↑
- 168 Lauda: Laude. // Lápida o piedra que se pone en la sepultura, por lo común con inscripción o escudo de armas. ↑
- 169 Seglar: Que no tiene órdenes clericales. ↑
- 170 Lazareto: Establecimiento sanitario para aislar a los infectados o sospechosos de enfermedades contagiosas. // Hospital de leprosos. ↑
- 171 Herreriano: Perteneciente o relativo a Juan de Herrera, arquitecto español del siglo XVI. ↑
- 172 Gótico flamígero: Estilo gótico tardío, caracterizado por el empleo de calados con adornos asimétricos inspirados en las ondulaciones de las llamas. ↑
- 173 Arco carpanel: Arco que consta de varias porciones de circunferencia tangentes entre sí y trazadas desde distintos centros. ↑
- 174 Balaustrada: Serie u orden de balaustres, y, por extensión, barandilla o antepecho. ↑
- 175 Ménsula: Elemento perfilado con diversas molduras, que sobresale de un plano vertical y sirve para recibir o sostener algo. ↑
- 176 Bóveda vaída o baída: Bóveda formada por una semiesfera cortada por cuatro planos verticales, que corresponden a los lados de un rectángulo inscritos en un círculo. ↑
- 177 Chapitel: Remate de una torre, generalmente en forma piramidal o cónica. ↑
- 178 Muqarna: Labor que se utiliza como adorno arquitectónico y que es parecida al mocárabe, pero con algunas diferencias. Mientras que el mocárabe tiene un corte de perfil en cuarto de círculo dentro de un cuadrado, cuyo lado resulta de dividir la pieza en siete partes, la muqarna posee un corte de perfil curvo y recto en dirección oblicua, cuyo lado resulta de dividir la pieza en seis partes. ↑
HORARIOS DE APERTURA/VISITA:
LOCALIZACIÓN Y COMUNICACIONES:
CARRETERAS:
Autopistas:
- A-4, que la conecta con Córdoba y Madrid
- A-49, con Huelva y Portugal
- A-66, con Extremadura
- A-92 con Málaga
FERROCARRIL:
- Estación de Santa Justa
RENFE, Telf: 902 240 202
http://www.Renfe.es
AEROPUERTO:
- Aeropuerto de San Pablo
PUERTO:
- Por Sevilla pasa el Guadalquivir, el único río navegable de España, por lo que es posible llegar a la ciudad desde el Océano Atlántico.
BIBLIOGRAFIA Y ENLACES EXTERNOS:
- Guillermo Fatás y Gonzalo M. Borrás: "Diccionario de Términos de Arte"; Alianza Editorial, S.A., ISBN: 84-7838-388-3; Depósito Legal: M-26.868-1993.
- Miguel Ángel Ladero Quesada: "Historia de Sevilla - La Ciudad Medieval"; Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla; ISBN: 84-7405-163-0; Depósito Legal: VA.118-1980.
- José María de Mena: "Historia de Sevilla"; Plaza&Janés Editories, S.A.; ISBN: 84-01-37200-3; Depósito Legal: B.37.692-1987.
- Diego Ortiz de Zúñiga: “Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, metrópoli de Andalucía, que contienen sus más principales memorias desde el año de 1246, en que emprendió conquistarla del poder de los Moros el gloriosísimo Rey S. Fernando III de Castilla y León, hasta el de 1671 en que la Católica Iglesia le concedió el culto y título de Bienaventurado”, Tomo II; Madrid, en la Imprenta Real, Año de 1795.
- Jaime Passolas Jáuregui: "Apuntes para conocer Sevilla"; Editorial Jirones de Azul; I.S.B.N.: 84-935059-2-7; Depósito Legal: SE-4393-06.
- Alfonso Pleguezuelo: “Niculoso Pisano y Portugal. Nuevos datos y algunas hipótesis”; “La Sevilla lusa. La presencia portuguesa en el Reino de Sevilla durante el Barroco”, págs 170-183; Universo Barroco Iberoamericano, 4º volumen; E.R.A. Arte, Creación y Patrimonio Iberoamericanos en Redes, Universidad Pablo de Olavide (Sevilla, España) y CIDEUS, Universidad de Évora (Portugal); ISBN: 978-84-09-07016-9; Depósito Legal: SE-2247-2018.
- Manuel Jesús Roldán: “Conventos de Sevilla”; Editorial Almuzara; ISBN: 978-84-15338-28-4; Depósito Legal: J-1798-2011.
- Manuel Jesús Roldán: “Iglesias de Sevilla”; Editorial Almuzara; ISBN: 978-84-92924-61-5; Depósito Legal: J-1238-2010.
- Manuel Jesús Roldán: "Historia de Sevilla"; Editorial Almuzara; ISBN: 978-84-16100-18-7; Depósito Legal: CO-690-2014.
- Rafael Sánchez Mantero: "Historia Breve de Sevilla"; Silex Ediciones; ISBN: 84-7737-038-9; Depósito Legal: M-26207-2000.
- José Amador de los Ríos: "Sevilla pintoresca, o descripción de sus más célebres monumentos artísticos"; Francisco Álvarez y C.ª, impresores y editores; Sevilla, 1844.
- Juan Manuel Medina del Río: "La luz natural como generadora del espacio arquitectónico de la catedral gótica"
- ABC de Sevilla - Curiosidades de la puerta más antigua de la Catedral de Sevilla
- Revista Catedral de Sevilla
- DECRETO 2803/1964, de 27 de agosto, por el que se declaran conjuntos y monumentos histórico-artístícos diversas zonas y edificios en la ciudad de Sevilla
- DECRETO 158/1970, de 15 de enero, por el que se declara monumento histórico-artístico el convento de Santa Clara, de Sevilla
- DECRETO 71/2003, de 11 de marzo, por el que se declara Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, la iglesia de San Sebastián, en Sevilla
- Decreto 25/2010, de 2 de febrero, por el que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Monumento, la Iglesia de San Martín, en Sevilla
- Plan Especial de Protección del Sector 24 “El Porvenir” (Sevilla); Fichas patrimoniales y de ordenanzas; Tomo V – Servicio de Planeamiento, Gerencia de Urbanismo del Exmo. Ayuntamiento de Sevilla. Diciembre 2003
- Web oficial de la Catedral de Sevilla
- Web oficial de la Parroquia de San Sebastián
- Web oficial del Espacio Santa Clara. Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla. Ayuntamiento de Sevilla
- Web oficial del Monasterio de Santa Paula
- Ficha sobre el Monasterio de San Jerónimo de Buenavista de Sevilla (España) en el Portal de Archivos Españoles (PARES)
- Real Academia de la Historia - Miguel de Zumárraga
- Siempre Adelante – Archidiócesis de Sevilla
- Web oficial del Ayuntamiento de Sevilla
- Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía - Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico
- Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla
- DRAE