una Ventana desde Madrid

Por Lourdes Morales Farfán

Miércoles, 5 de marzo de 2014

En la sevillana Plaza de la Encarnación, se levantaba el convento de igual nombre, derribado por los franceses en 1811 mientras ocupaban Sevilla durante la Guerra de la Independencia Española (1808 - 1814) y que había sido fundado en el siglo XVI, concretamente en 1591. El mercado construido entonces se derribó en parte en 1948 y del todo en 1973, permaneciendo el solar sin uso, algo que ha ocurrido repetidas veces en el lugar, como veremos a lo largo de esta página, hasta el año 1990, cuando se decide la construcción en él de un aparcamiento subterráneo y de una Plaza de Abastos¹ en la superficie. Sin embargo, el proyecto se pararía casi de inmediato al aparecer, durante las catas arqueológicas, el que ha resultado ser el más importante yacimiento arqueológico romano de la ciudad de Sevilla. Debido a ello, el Ayuntamiento decidió construir en el lugar el espacio Metropol Parasol, también conocido popularmente como las Setas de la Encarnación, iniciado en el año 2005 y finalizado en 2011. Bajo él, se extiende el Museo Arqueológico Antiquarium, situado a una profundidad de entre 3,5 y 9 metros de la superficie circundante.

En el Antiquarium, se hallan unos restos arqueológicos que recorren 1.200 años de historia sevillana, con la particularidad de que en él se pueden ver juntos dos elementos que normalmente se muestran por separados: la propia excavación, con los restos de edificios encontrados, y los elementos procedentes de su interior, que generalmente se trasladan hasta distantes museos y que aquí se pueden observar en las vitrinas y espacios existentes a lo largo del musealizado recorrido. En conjunto, son unos 4.500 metros cuadrados en donde tenemos tres espacios diferentes: el Paseo arqueológico, por donde, a lo largo de sus 550 metros de longitud, se accede hasta su interior mientras se puede ir observando la exposición a través de una superficie acristalada; la Sala arqueológica, de unos 3.300 metros cuadrados, con una pasarela en su interior por la que recorrer los diferentes restos expuestos; y una Sala multiusos de 700 metros cuadrados, separada de la exposición y destinada básicamente a exposiciones temporales.

Localización: Plaza de la Encarnación, s/n. 41003 Sevilla.

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Los restos más antiguos del Antiquarium, la Factoría de Salazones y el taller de lucernas², del Siglo I d. de C., se corresponden con la primera población de este lugar, sucedida aproximadamente durante el año 40 d.C., al ampliarse hacia el Norte la Colonia Iulia Romula Hispalis³. El lugar fue protegido y urbanizado, construyendo una muralla y dotándolo de calles empedradas, cloacas⁴ y una perfecta delimitación de sus parcelas. Éstas fueron utilizadas en su mayor parte para el establecimiento de industrias artesanales relacionadas con el cercano puerto del río Betis⁵, el cual corría entonces por donde hoy se encuentra la Plaza del Duque.

Unos de los conjuntos más llamativos son los de la Factoría de Salazones, de la cual han quedado las antiguas piletas utilizadas para la maceración⁶ del pescado. En dicho proceso, se obtenía el Garum⁷, un producto muy caro y apreciado por las capas altas de la sociedad romana, y el allec (hallec, allex, o hallex)⁸, un subproducto, más económico y por tanto popular, obtenido de los residuos sobrantes durante la elaboración del Garum.

En la actualidad, y al hallarse las piletas a un nivel inferior al del río Guadalquivir y llenarse con las aguas de éste, es necesario el uso de bombas hidráulicas que controlen el nivel de las mismas.

El otro elemento del siglo I d. de C. hallado en las excavaciones es un Taller de fabricación de lucernas, en el que se han encontrado hasta setecientos ejemplares de éstas lámparas, decoradas con dioses y animales entre otros motivos, procedentes del material defectuoso desechado, en su momento, por el fabricante. También se creaban, aunque en menor medida, máscaras de teatro, de las que igualmente también han aparecido algunas de ellas.

Parte de dicho material lo podemos ver expuesto en las vitrinas del recinto.

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La mayor parte de los restos de las construcciones existentes en la exposición corresponde a las levantadas entre los Siglos II y III. En ella, están comprendidos la Casa de las Yedras, la Casa de los Dameros, la Casa de la Ninfa⁹, el Callejón Occidental, el Hospitium de los Delfines, la Casa de Baco, el Callejón Oriental y la Casa de Océano. Y es que a finales del siglo I, siendo emperador de Roma Marco Ulpio Trajano (Itálica, cerca de Sevilla, 18 de septiembre de 53 d.C. - Selinus, cerca de Gazipasa, Turquía, 117 d.C.), la zona fue perdiendo su carácter artesanal y convirtiéndose en un núcleo residencial en el que aún subsistían algunos almacenes. En estos restos arqueológicos, la planta de alguna de las viviendas romanas que la forman, se ha descubierto completa o casi completa.

Recordemos que la domus, o casa romana, estaba focalizada alrededor de un atrium, o patio central, todo él techado excepto en el compluvium, o espacio central, el cual permanecía descubierto para poder recoger el agua de lluvia en el impluvium, o estanque. Desde éste, el agua se vertía hasta una cisterna, sobre la que se abría un pozo cuyo brocal solía estar en el mismo patio. Las columnas del patio estuvieron construidas al principio con ladrillos circulares y, posteriormente, pasaron a ser de mármol. Desde su primitiva disposición, el atrium se amplió y dividió al desarrollarse, apareciendo pequeñas habitaciones a su alrededor. En él, se dejaban dos rincones libres que, bajo el nombre de alae, se utilizaban para guardar los archivos familiares y las imágenes de culto. Más adelante, apareció el tablinum, un espacio entre los dos alae y separado de ellos mediante cortinas, el cual se convirtió en la pieza de mayor importancia de la casa, pasando de dormitorio marital¹⁰ a sala de recibir. Por cubiculum (en plural cubiculums, o cubicula) se denominaba al dormitorio. Otra de las habitaciones importantes y normalmente de mayor tamaño era el triclinium, o comedor, del cual solía haber varios en las viviendas más lujosas. En invierno, se utilizaba el orientado al Sur, y en verano, el que daba al Norte. Si sólo había uno, éste tenía abierto el lado que daba al jardín y cerrado los otros tres laterales. Finalmente, mencionar el fauces, o lugar de paso de una parte a otra de la vivienda romana.

La Casa de las Yedras, o Casa Occidental, está situada bajo la tienda del recinto, aproximadamente a la altura del vértice NorOeste de la exposición. De su planta original han llegado hasta nosotros los restos del patio y del brocal del pozo que podemos ver en la fotografía adjunta, así como los dos mosaicos (nota a pie) que cubrían dos de sus habitaciones, el triclinum y una lateral que, al estar cubierto el correspondiente a ésta última con figuras de yedras, ha dado nombre a la casa.

La Casa de los Dameros ha conservado la planta completa, aunque parte de ésta quedó cubierta por el patio de la Casa de las Columnas, de construcción posterior, durante el siglo IV. Es de destacar en ella la belleza del opus figlinum¹¹, o mosaico de cerámica, que cubre alguna de sus habitaciones de servicio. En el momento de visitar las instalaciones (septiembre de 2012), seis de dichos mosaicos estaban retirados para su restauración, por lo que la vivienda no se mostraba aún en todo su esplendor.

La Casa de la Ninfa, otra de las viviendas de la que se ha conservado toda la planta, se mantuvo ocupada hasta el siglo IV, momento en que se cubrieron sus mosaicos al elevar el nivel del suelo.

En el patio se conserva el impluvium y los restos de los mosaicos que recorrían su galería.

En el momento de nuestra visita, alguno de los mosaicos de la casa estaban retirados restaurándose, entre ellos el de la Ninfa que ha dado nombre a la casa y que se ha identificado con Amimone. Actualmente, y según podemos leer en la web del Instituto de la Cultura y las Artes, de Sevilla, dicho mosaico se encuentra instalado en una vitrina sobre la Casa de las Basas.

La Ninfa Amimone era hija del rey Dánao y de Europa. Al marchar su padre de Libia, lo acompañó hasta Argos, en donde no había agua debido al enfado que el dios Poseidón tenía por haber sido el país asignado a Hera en lugar de a él. Dánao, como rey de Argos, envió a sus hijas en busca de agua y es entonces cuando Amimone, mientras descansaba, se quedó dormida y a merced de un sátiro¹² que intentó violarla. Amimone llamó en su ayuda a Poseidón, quien de un golpe de tridente venció al sátiro, golpeando el tridente en una roca de la que brotó una fuente triple. El dios, enamorado de la bella ninfa, le confió el secreto de la existencia de la fuente de Lerna, recibendo de Amimone lo que ésta tanto había defendido del sátiro. Fruto de sus amores nacería el héroe Nauplio.

En la Casa de la Ninfa, otro de los mosaicos a destacar es el de Medusa, representado mediante una rolliza y afable cara, y situado entre esta vivienda, la Casa de los Dameros y la de las Columnas.

Medusa, según la mitología griega, era una de las tres gorgonas (sus otras hermanas eran Euríale y Esteno) que tenían el poder de convertir en piedra a todo aquel que las mirase. Su aspecto era desagradable y además de tener un solo ojo compartido por las tres, Medusa tenía el cabello lleno de serpientes. Dado el mucho daño que causaban en el campo, el héroe Perseo las mató, cortándole la cabeza a Medusa y ofreciéndosela a Atenea. De la sangre de Medusa nacieron Pegaso, el caballo con alas, y Crisaor, padre de Gerión, el monstruoso gigante de tres cuerpos. Sin embargo, con el tiempo Medusa fue vista como un ser protector y que se representaba de una manera más agradable.

Hay otros dos mosaicos construidos entre los siglos II y III que se encuentran expuestos verticalmente al no haber podido respetarse su ubicación primitiva al situarse en ella la estructura del parasol superior; éstos son por un lado, el de los Nudos, y por otro el de los Pájaros. El Mosaico de los Nudos está expuesto levantado en la Casa de la Ninfa, como vemos en la fotografía superior, y en él destaca la imagen tan heterogénea conseguida a base de la gran diversidad de elementos geométricos utilizados.

En el centro del Mosaico de los Pájaros y en contrapunto a la geometría del diseño que lo rodea, se encuentra la imagen más repetida de la exposición y que puede haberse convertido en uno de sus símbolos por la dulzura y, a la vez, sensualidad que desprende. El colorido de las dos aves protagonistas que, enmarcadas entre sendas flores, vemos frotándose el pico mientras la crátera¹³ central, sobre la que se apoyan, va vertiendo su agua, puede hacernos evocar una sucesión de imágenes, recuerdos, o ilusiones en las que el amor, la fertilidad y la Naturaleza se nos muestra de la manera más agradable.

A través del Callejón Occidental se podía llegar hasta las casas de la Ninfa y de las Yedras, así como hasta el Hospitium de los Delfines.

En este lugar, se han podido seguir los cambios experimentados por el suelo y por los materiales que lo revestían: primero, la piedra; a continuación, el ladrillo; y finalmente, durante el siglo V, ya sólo tierra sin pavimentar. Las cloacas que lo recorrían fueron igualmente modificándose, y de la primera y simple atarjea¹⁴ se mejoró hasta otra cañería más ancha y techada mediante una bóveda¹⁵ de la que se ha conservado un tramo.

Otra edificación encontrada en la excavación y diferente, por su utilización, a las casas que hasta ahora hemos visto es el Hospitium de los Delfines, el cual se usaba como Hospitium, o lugar en el que una comunidad realiza sus comidas y reuniones. Estuvo utilizándose hasta el siglo III y de él se ha conservado, aproximadamente, el 80% de la planta, en donde se puede observar cómo el patio es más pequeño que el de una casa normal, y en cambio, el comedor es mucho mayor. En esta dependencia apareció un mosaico en el que se puede ver un muslo de pollo, aceitunas y palillos mondadientes, con otra parte del pollo a la izquierda junto con una fruta u hortaliza, en una zona ya más incompleta y menos reconocible del elemento. Hay más mosaicos aparecidos en el lugar y que también destacan por su decoración, ya sea ésta de delfines, o de motivos geométricos.

De la Casa de Baco, procedente de una época similar a la del Hospitium, se ha mantenido la mitad de la planta del patio con el estanque y el pozo, algunas de las galerías con mosaicos del tipo opus figlinum y el triclinium, en el que ha aparecido el mosaico del Triunfo de Baco que ha dado nombre a la vivienda.

En éste último, se han rellenado con mortero de cal los huecos en donde habían desaparecido las piezas originales, apareciendo además un trozo en el que el material que faltaba se había rellenado, a finales del siglo III, con teselas¹⁶ construidas con trozos de vasos de cerámica y de calidad muy inferior a las originales.

Para los romanos, Baco, hijo de Júpiter y de la princesa tebana Semele, era el dios del vino, de la viña, de la inspiración y de la locura, además de patrón del teatro y de la agricultura. En su honor se celebraban unas fiestas conocidas como bacanales, que desembocaban en diferentes tipos de excesos. Para los griegos era conocido como el dios Dioniso.

Otro elemento que forma parte de la exposición es el Callejón Oriental, del que ha quedado parte del suelo y de las atarjeas y cloacas que lo recorrían. Tampoco tiene salida, al igual que el Occidental, y por él se llegaba, en un principio, hasta las casas de Baco, de los Dameros y de Océano, y posteriormente, alrededor del siglo V, a la de las Columnas.

La Casa de Oceáno toma su nombre del mosaico encontrado en el patio en el que aparecía dicha divinidad. En las esquinas de esta dependencia, podemos observar los restos de algunos de los ladrillos circulares con que estaban construidas las columnas sobre las que se apoyaba la cubierta de las galerías circundantes. El suelo de éstas es de opus figlinum y en el de las habitaciones destacan los mosaicos decorados con motivos geométricos y que, al igual que el que representaba a Océano, no podemos mostrarlos al estar restaurándose en el momento de nuestra visita a la exposición. Sí podemos decir de este último que en él aparecía la habitual imagen de Océano, con barba, pinzas de cangrejo o langosta en la cabeza y rodeado de peces.

Para los griegos, Océano, hijo de los dioses Urano y Gea, era el dios que representaba al océano, el cual estaba considerado tanto por ellos como por los romanos como un río que recorría todo el mundo y del cual manaba el agua dulce. Además, tenía el poder de gobernar sobre el orto y el ocaso del sol y de la luna. Estaba casado con Tetis y sus hijos eran los ríos y las fuentes, así como las tres mil ninfas marinas u Oceánidas.

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Durante algún período del siglo III (aún no se ha podido precisar con mayor exactitud), esta zona quedó despoblada y los materiales con que estaban construidos sus edificios fueron tomados para su utilización en otro lugar, quedando el sitio abandonado hasta mediados del siglo IV, momento en que fue nuevamente ocupado. Entonces, se construyeron casas de un tamaño sensiblemente mayor que las anteriores, al agrupar junto a la planta de una de las antiguas casas parte de los espacios que habían quedado libres a su alrededor al haber formado parte de edificios abandonados. Sin embargo, este repoblamiento no dudaría mucho tiempo y, en el siglo V, el lugar es nuevamente abandonado.

De los Siglos IV y V quedan en el recinto los restos de un importante edificio, la Casa de las Columnas, construida a partir de una ampliación de la Casa de los Dameros, a la que se unió parte de las casas de Baco y de la Ninfa. El antiguo patio aumentó sensiblemente de tamaño y se construyó con vistas a ser un importante elemento de representatividad social, siendo junto al triclinium una de las pocas dependencias decoradas con un mosaico, en el que aparecen una corona de laurel y una diadema, señales inequívocas del éxito del dominus, o señor de la casa. Su calidad es muy superior en tres de los cuatro lados que forman la galería que rodea el patio. En el restante, donde se encuentra el pozo, el pavimento adopta una composición más sencilla, formado por teselas de mármol, de un mayor tamaño y una superior resistencia.

En el centro del patio, el impluvium presenta algunos huecos cuya función podía ser para labores de drenaje y el alojamiento de plantas, lo que le conferiría un aspecto ajardinado. Las columnas alrededor del patio estaban elaboradas a base de fustes¹⁷ nuevos, por un lado, y columnas y capiteles corintios²¹ reutilizados de antiguas construcciones de los siglos I y II, por otro.

El triclinium es la otra pieza que también estaba decorada con un mosaico, a diferencia de las demás habitaciones, que contaban solamente con suelo de ladrillo, el cual fue arrancado tras el abandono de la vivienda.

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Para el Siglo VI, una época algo desconocida en la historia sevillana, la población hispano-romana de la ciudad se había cristianizado y se encontraba distribuida en lo que podríamos señalar como barrios formados alrededor de centros de singular importancia, como podrían ser las iglesias o los hospitales, sin olvidar los de administración, bien sea ésta eclesiástica o civil. Junto a ellos, se abrían amplios espacios vacíos sin ninguna actividad. El hoy Antiquarium fue el lugar escogido para construir su casa por, al parecer, un importante comerciante que, además, estableció una factoría de vidrio en el lugar donde se había levantado la Casa de las Columnas, para entonces ya destruida. Así, de este siglo recorreremos en la exposición la Casa de las Basas y la Casa del Sigma.

La Casa de las Basas estaba construida con diferentes materiales, como el ladrillo, la mampostería²⁷ y los sillares, algunos de ellos, en particular los ladrillos, reutilizados de anteriores obras. Su planta se organizaba a partir de un patio central, alrededor del cual se distribuían las diferentes dependencias de la vivienda. Las columnas y capiteles del patio eran elementos igualmente reaprovechados y entre los recuperados destaca un capitel del siglo IV, construido en mármol y tallado con vegetación de acanto espinoso. Asimismo, han aparecido en este espacio otras piezas de la época de granito y con una decoración menos elaborada, como fustes, capiteles y basas, habiendo motivado estas últimas el nombre de la casa.

Aunque hemos hablado de la Casa de las Basas como si de una unidad propia se tratase, esto no es así, habiendo constituido junto a la Casa del Sigma un único conjunto, quizás dedicado al almacenamiento y/o al servicio, de ahí su carácter semiindependiente.

La Casa del Sigma se levantó sobre parte del espacio que habían ocupado varias casas del siglo I, de las que se han conservado algunos de sus muros. De ella, podemos destacar dos elementos: el patio y, sobre todo, el cenatio²⁹, o comedor, construido como una gran sala rectangular con un ábside³⁰ en uno de sus laterales de menor longitud. Ésta es la pieza central de los actuales restos y la que le ha dado nombre, ya que en él hay un stibadium³², o banco semicircular de ladrillo, también llamado sigma por su forma, y que era utilizado por los comensales para recostarse alrededor de la mensa, o mesa semicircular. Por la parte exterior del lateral corto situado enfrente del ábside, se encuentra el patio de la vivienda, procedente de la reforma de otros más antiguos.

El pavimento del patio está realizado con figlinum, a diferencia del que tiene el cenatio, a base de ladrillos. En medio de éste último hay una serie de grandes sillares que parecen proceder de una posterior transformación del edificio para su uso en actividades artesanales, algo de lo que no se puede conocer demasiado debido al concienzudo expolio llevado a cabo en el edificio tras su abandono. Sí es de destacar que estos sillares pueden proceder de la muralla construida durante el siglo I, por lo que Sevilla debió experimentar una reducción de sus fortificaciones, cuando no de su tamaño en general. Cuando en el año 583 Hermenegildo, hijo mayor del rey godo Leovigildo, perdió Sevilla frente a los ataques de su padre, debió ser luchando tras otra muralla, encontrándose para entonces esta zona, una vez más, despoblada.

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El siguiente período histórico tratado en la exposición abarca de los Siglos XI al XIII, ya que desde finales del siglo VI la Encarnación permaneció sin habitantes. A pesar de haber aparecido en el lugar, arrojados en lo que sería un basurero de entonces, algunos elementos del siglo X, como jarritos de agua, nada parece indicar que el lugar estuviera ocupado, pudiendo proceder dichas piezas de alguna residencia palaciega de los alrededores. Es durante el siglo XI cuando el terreno es nuevamente ocupado, esta vez por población musulmana que construye viviendas unifamiliares carentes de cualquier complicación arquitectónica. Son de una única planta, casi cuadrada ésta, y levantadas con mampostería, estando adosadas entre sí o separadas, en algunos casos, por sencillas calles sin pavimentar. En época almohade (siglos XII al XIII), el lugar permaneció igual, existiendo además un funduq³⁴, o albergue público.

Tras la reconquista cristiana de la ciudad, en 1248, las casas pasaron de manos musulmanas a manos cristianas, continuando con las mismas formas hasta el siglo XV, época durante la que algunos nobles deciden levantar sus palacios en el lugar.

La Casa de la Noria, de época almohade y construida entre los siglos XII y XIII, tenía una superficie de unos 350 metros cuadrados que se ha conservado en su mayor parte, pudiendo verse en ella una distribución típicamente andalusí. En ella, la vivienda se organizaba también alrededor de un patio central y ajardinado, en torno al cual se distribuían las diferentes dependencias de que se componía la casa, como pueden ser las alcobas y los salones, u otras piezas como la cocina o la letrina. Este tipo de patio se caracterizaba por estar rehundido con respecto al resto del terreno en el que se insertaba, como podemos ver en Sevilla, aunque en una escala mucho mayor, en el Palacio del rey Pedro I, en los Reales Alcázares. En la Casa de la Noria, éste se estructura con un pequeño andén³⁵, o pasillo, en el centro y sendos parterres³⁶ a ambos lados del mismo. Para su riego, se disponía de una pequeña alberca que, a su vez, era llenada mediante una noria de pequeñas dimensiones y uso doméstico, y que ha servido para dar nombre a la vivienda.

Y terminamos aquí el recorrido por el Museo Arqueológico Antiquarium, un espacio que nos permite acercarnos y conocer de primera mano una parte importante de la historia de Sevilla.

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Lourdes Morales Farfán es Licenciada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. ↑

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