Índice Monumental del Parque del Retiro

De posesión real a parque de Madrid

Paseando por El Retiro quizás nos cueste imaginar que un día no fue el parque del que ahora disfrutamos, pero lo cierto es que así fue. Y es que tenemos que remontarnos a siglos atrás para conocer cuál es el origen de este importante espacio verde de Madrid. Concretamente entre los años 1631 y 1640, cuando el Conde-Duque de Olivares, valido del rey Felipe IV (1621-1665), regaló al monarca el llamado Cuarto Real, unos terrenos de unas 145 hectáreas en el entorno del Monasterio de los Jerónimos, en Madrid, que eran utilizados como área de recreo de la Corte. Ahí sería donde comenzarían las obras del que fuera Palacio del Buen Retiro como segunda residencia de la Familia Real, estando al frente de la dirección los arquitectos Giovanni Battista Crescenzi y Alonso Carbonell. De él, han llegado a nuestros días dos construcciones: por un lado, el Casón del Buen Retiro, que antaño fue Salón de Baile del palacio y en el que se pueden admirar los magníficos frescos de Lucas Jordán; y por otro lado, el Salón de Reinos, una de las alas del palacio de cuyas paredes colgaron cuadros de artistas de la talla de Zurbarán o Velázquez, entre otros. Y como no, los jardines del conjunto palaciego, que fue tomando forma a la par que el edificio de la mano de, entre otros, el escenógrafo Cosme Lotti; así, acogería desde una pajarera de aves exóticas hasta una leonera en la que exhibir animales salvajes; del mismo modo, se construyeron el Estanque Grande, el Ochavado o "de las Campanillas", y la Ría chica, elementos todos ellos que forman parte de este primer período de existencia de los jardines.

Han sido muchísimas las modificaciones que este espacio ha sufrido con el paso de los años. Ejemplo de ello fue el Parterre, un diseño elaborado durante el reinado de Felipe V (1700-1746), la creación por parte de Carlos III (1759-1788) de la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro, y el Real Observatorio Astronómico, edificio de Juan de Villanueva, de tiempos de Carlos IV (1788-1808). Cabe mencionar que sería Carlos III el primer rey que permitió a los madrileños acceder a los jardines del Buen Retiro.

No debemos olvidar que desde el reinado de Felipe V y hasta el de Carlos III, el Palacio del Buen Retiro sería la residencia principal de la Familia Real y sede de la Monarquía española, debido al fatídico incendio que destruyó el antiguo Alcázar de Madrid, período durante el cual se llevaban a cabo las obras para levantar el que sería el nuevo Palacio Real. Así, cuando en 1808 estalla la Guerra de la Independencia (1808-1814), las tropas de Napoleón utilizarían los Jardines del Buen Retiro como fortificación en la que instalarse, dejando tras de sí al acabar la contienda un panorama desolador, con unos jardines arruinados y un palacio casi destruido. Es a partir de ese momento cuando Fernando VII (1808, 1813-1833) se propone reconstruir los jardines y, como ya hiciera Carlos III en su momento, abriría una parte de éstos al pueblo, reservándose para sí y su familia una zona concreta, el llamado Reservado, que llenaría de construcciones que, por su curiosidad y su finalidad recreativa, se conocen con el nombre de "caprichos"; aunque por desgracia muchos de ellos se han perdido, en la actualidad aún se conservan algunos, como son la Montaña Artificial, la Casa del Contrabandista y la Casita del Pescador.

Será ya durante el reinado de Isabel II (1843-1868) cuando El Retiro sufra una merma en sus terrenos, pues será cuando se abra la Calle de Granada (hoy de Alfonso XII) y se vendan al Estado los terrenos entre ésta y el Paseo del Prado, lugar en el que se levantarían una serie de edificaciones particulares. Asimismo, tras la Revolución de 1868, más conocida como "La Gloriosa", que conllevó el destronamiento de Isabel II como reina, los Jardines del Buen Retiro pasarían a ser propiedad del Ayuntamiento de Madrid, momento a partir del cual el recinto sería abierto a los ciudadanos. Muchas serán las transformaciones que se lleven a cabo a partir de entonces en el lugar: se crearían entonces el Paseo de Coches, o Paseo del Duque de Fernán Núñez; se colocarían las fuentes de los Galápagos y de la Alcachofa; se alzaría la Fuente del Ángel Caído donde antes estuvo la Fábrica de Porcelanas; se construiría el Palacio de Cristal y el de de Velázquez.

Ya en el siglo XX, será Cecilio Rodríguez, Jardinero Mayor de El Retiro, el encargado de realizar en el parque gran parte de las obras de acondicionamiento necesarias tras la Guerra Civil Española (1936-1939); a él debemos lugares como la Rosaleda y los Jardines de Cecilio Rodríguez. También hay que destacar la figura de Manuel Herrero Palacios, cuyo nombre llevan los jardines contiguos a los de Cecilio.