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una Ventana desde Madrid

Museos de Madrid

El Museo de América (y II)

Por Lourdes Morales Farfán


Museo de América, Patio interior, a semejanza de un claustro conventual

Regresamos en esta página al Museo de América y es que su extensión bien merece una segunda entrega. Si en el primer reportaje contábamos lo que sus visitantes podían ver en la planta baja y recorríamos la primera planta, en esta segunda publicación que le dedicamos retomaremos nuestra visita en el segundo piso, donde continúa la exposición permanente.

Recordemos antes que el museo se divide en 5 áreas, estando cada una de ellas dedicada a un tema diferente y relacionadas todas ellas con la historia, la cultura y la sociedad de América. De este modo, en la primera planta están las áreas de El Conocimiento de América, la Realidad de América y una parte del área de Sociedad. Pues bien, partiendo de ahí, en este reportaje continuaremos con la Sociedad, conoceremos lo relativo a la Religión y concluiremos con los sistemas de Comunicación del continente americano a lo largo de su historia.


Museo de América, Escalera

Subiremos por la escalera y, una vez llegados al último piso, tendremos dos opciones: comenzar la visita a la exposición, o asomarnos a la galería que da al patio central del edificio. Ya comentamos en su momento que las salas del museo están organizadas entorno a este patio y que, debido a eso, podemos tener la sensación de estar visitando las habitaciones de un convento que se disponen alrededor del claustro. Merece la pena, pues, salir y contemplar desde arriba el patio que aquí mostramos en la fotografía que abre el reportaje y que, en este caso, está tomada desde la primera planta.

También nos detendremos en nuestra subida en algunos tramos de la escalera para ver con detalle las fotografías que cuelgan de sus paredes, relacionadas todas ellas con la temática del museo. Además, encontraremos algunas piezas de mobiliario como son los dos arcones del siglo XX realizados en madera y que imitan los que había en el Renacimiento (siglos XV y XVI), así como una celosía hecha en España en madera policromada con rojo y dorado, que data del siglo XVIII y que podemos entrever al fondo de la fotografía que acompaña el párrafo anterior.


Museo de América, Sala de las Sociedades Complejas

Pero no nos demoremos más. Comenzamos nuestro recorrido por la segunda planta del museo por el área de Sociedad que, tal y como ya dijimos en la primera página dedicada al Museo de América (I), está distribuida en las dos plantas del edificio; y si en aquella tratamos los temas sobre el Cuerpo, el Ciclo Vital y las Sociedades Igualitarias, en este reportaje continuaremos con las Sociedades Complejas, las cuales se distinguen de las igualitarias en que, en éstas, los rangos y las jerarquías no existen, en contraposición de las complejas, en las que este orden interno es su principal rasgo diferenciador, si bien es cierto que el parentesco sigue siendo el eje en torno al que gira el grupo. Así, veremos no sólo cómo se organizan estas sociedades y sus características, sino también sus modos de vida.

Como hemos mencionado antes, la característica principal de las Sociedades Complejas es la introducción del rango en sus estructuras internas, por lo que se asiste a la primera vez que se dan desigualdades hereditarias entre los miembros de los grupos. De este modo, este proceso de cambio se inicia cuando una determinada forma de poder centrado en una persona se institucionaliza, creándose más adelante una serie de figuras alrededor de este "jefe" que desempeñan determinados cargos. Es así como llegamos al momento en que la sociedad se jerarquiza. Esto conllevará un orden más complejo, por lo que estas sociedades estarán formadas por un número mayor de miembros, a diferencia de las bandas o las tribus; además, se distinguirán varios tipos de clases, o rangos, teniendo cada una de ellas una especialización profesional y unos roles determinados dentro del grupo.


Museo de América, Jefe

La figura del jefe, o señor, estará considerada como un ser de origen divino y, aunque no es algo hereditario, sólo pueden acceder a este estatus ciertas familias. Su papel sacerdotal les hace ser quienes se comunican con los dioses y antepasados, convirtiéndose en guías espirituales dentro de la sociedad y adquiriendo, por tanto, el derecho de exigir la adoración de los plebeyos1, así como de que les mantenga la comunidad. Lo que determina que una persona llegue a ser jefe o plebeyo es el nacimiento y no la capacidad personal. En cuanto al lugar que cada individuo ocupa dentro de la sociedad, esto depende de la distancia de parentesco que tenga cada uno con respecto al jefe, ya que se supone que todos los miembros del grupo tienen un antepasado común del que descienden.

En los expositores, podremos ver varias figuras que representan a los jefes. De todas ellas, la que mostramos en la fotografía que acompaña estas líneas es el llamado Cacique de San Agustín. Esculpido en piedra, es un buen ejemplo de la relación que se establece entre los jefes y los dioses. En la cabeza, lleva un tocado, símbolo del alto rango al que pertenece, mientras que la boca es similar a la de un jaguar2, un animal que en la zona de los Andes está relacionado con la muerte, la noche y el más allá. Además, porta un pez en las manos, símbolo de riqueza y prosperidad.


Museo de América, Vitrina de textiles

En cuanto a su economía, ésta se basa en la redistribución centralizada de los bienes y en el uso de una tecnología que aumente la producción tanto recolectora, como ganadera y agrícola. Gracias a ello, se pueden obtener excedentes, lo cual favorece el crecimiento de la población y, por consiguiente, un aumento de tamaño de los asentamientos. Además, el control de estos excedentes hizo que, en estas sociedades, una parte de la población abandonara los trabajos de producción, incrementándose así las desigualdades internas del grupo. Por otro lado, se desarrolló el comercio entre sociedades ya que algunos de los objetos utilizados para distinguir las jerarquías se compraban en lugares alejados; así, la principal consecuencia de esto fue una gran difusión cultural. En cuanto a la propiedad de los bienes, como la tierra o el ganado, continuó siendo comunal, si bien los jefes tenían preferencia en lo que concierne a su acceso.

Conforme a esto, podremos ver en las vitrinas una serie de objetos relacionados con la caza y la pesca, como anzuelos, con la agricultura, así como diversos utensilios usados en la elaboración de productos textiles, como husos3, o agujas.


Museo de América, Casa del Noroeste

Pero sin duda, lo que atraerá nuestra atención nada más entrar en la sala será la recreación de una Casa del Noroeste. La vivienda no es sólo un lugar en el que habitar, sino que representa la cultura de sus moradores, convirtiéndose así en todo un símbolo de identidad de cada sociedad. En este caso concreto, la vivienda es un gran espacio de forma rectangular y en ella convive un buen número de personas. Construida con tablones ensamblados y desmontables, se cubre con un tejado a dos aguas. Por su parte, el interior se divide en sectores, separados entre sí con tabiques de madera o con mantas, de manera que en cada sector vive una unidad familiar. En un espacio común, se sitúa el hogar4.

En la recreación, vemos algunos de los objetos que se pueden encontrar en este tipo de casas, los cuales proceden de la Costa Noroeste de América del Norte y están datados del siglo XVIII. Entre ellos, hay una máscara de madera y cuero, una maqueta de una canoa y un mascarón, usado originariamente en la entrada de las viviendas; todos ellos pertenecían a los indios Nutka. También hay cucharas, un casco (perteneciente a un guerrero y que simboliza al animal al que representa), o una espada, usada como marca de prestigio; estos elementos eran de los indios Tlingit.


Museo de América, Sala de los Estados

Seguiremos adelante y pasaremos al espacio dedicado a otra de las formas de las Sociedades Complejas : los Estados. La principal diferencia con las jefaturas es que, en las sociedades estatales, los dirigentes forman una clase profesional en la que no tienen cabida los lazos de parentesco, de ahí que en su estructura interna haya una gran heterogeneidad. De este modo, mientras que en las jefaturas el control se ejercía a través de un sistema jerárquico, en los Estados el gobierno se encuentra centralizado y la sociedad está dividida en clases sociales. La sociedad ya no se organiza en función de grupos de parentesco, sino que hay un linaje5 que manda (normalmente bajo la creencia de su ascendencia divina) y que posee un determinado territorio en el cual conviven arrendatarios y campesinos.

Antes de definir cuál es la base de la economía de los Estados, lo cual se expone en la sala contigua, veremos aquí otro de los elementos fundamentales en este tipo de sociedades: la formación de las ciudades y los distintos tipos de viviendas. Así, veremos cómo las casas de los grupos campesinos y artesanos apenas sufrieron cambios con respecto al modelo agrícola, mientras que las viviendas de las clases dirigentes sí que tomaron diversas formas, desde palacios a casas más grandilocuentes, con una marcada influencia europea. Además, distinguiremos entre la organización urbanística precolombina6 y las ciudades del período colonial7.


Museo de América, Urbanismo precolombino

El urbanismo precolombino está caracterizado principalmente por la falta de uniformidad debido a la gran variedad de culturas existentes en el continente americano. En aquellos lugares donde se desarrollaron una serie de sociedades complejas, especialmente organizadas en Estados, el trazado urbanístico se definió siguiendo la base cultural de cada poblado.

Así, se pueden distinguir dos modelos importantes. Por un lado, tenemos el llamado Centro Ceremonial, formado por un conjunto de templos y palacios, así como algunos espacios, que se organizan en torno a una plaza central. En ellos, se celebraban ceremonias para dar culto a los antepasados, ritos que tenían como misión dar unidad al grupo. Los individuos no vivían allí, sino que eran lugares en los que se preparaban para las ceremonias; la residencia estaba en las afueras. En cuanto al orden, éste no seguía ninguno en concreto, sino que los diferentes jefes disponían la construcción de las ampliaciones a medida que se iban sucediendo en el poder. Estos Centros Ceremoniales se podían encontrar en las Áreas Nucleares (Mesoamérica y Andes Centrales) y en el Área Intermedia (América Central, Circuncaribe y Andes Septentrionales). Por otro lado, el otro modelo es la Ciudad, que se desarrolló en menor medida y del cual podemos encontrar sus mejores ejemplos en Mesoamérica (Teotihuacán y Tenochtitlán) y en los Andes Centrales (Cuzco y Machu Pichu), lugares en los que sí parece que el orden atendiera a una planificación urbanística. En el centro, se disponía un Recinto Ceremonial, siendo el resto barrios en los que sus habitantes solían agruparse por características comunes (artesanos, comerciantes, etc.).


Museo de América, Casa Maya

En la sala, veremos tres maquetas que representan tres tipos de viviendas del período precolombino. La primera de ellas es la Casa Maya, una choza8 de paja donde vive el pueblo corriente y cuya construcción no ha variado en dos mil años. De forma rectangular, los extremos son redondeados y tenía unas medidas aproximadas de 6,70 metros de largo por 3,60 metros de ancho. Las paredes eran de palos cubiertos de lodo, o bien de piedra sin labrar, y las medidas iban de los 2,20 metros de alto de éstas a los 4,50 metros que medía la altura hasta el armazón de palos que cubría el espacio y sobre el que se disponía un techo de paja a dos aguas. En cuanto a su disposición, estas casas se concentraban formando poblados alrededor de los centros ceremoniales, siendo la unidad económica básica del conjunto de la sociedad.

Detrás de la vitrina que acoge la maqueta, podremos ver un expositor donde se muestran una serie de objetos propios de un ajuar9 maya y de los que destacan básicamente diferentes vasijas, platos y vasos.


Museo de América, Conjunto Ceremonial

La siguiente maqueta se corresponde con un ejemplo de un Conjunto Ceremonial localizado en la ciudad de Teotihuacán y está formado por un patio en torno al cual se disponen una serie de edificios que lo cierran y en los cuales se lleva a cabo el culto a los antepasados de un determinado grupo social. Este tipo de conjuntos ceremoniales comenzó a aparecer en los estados mesoamericanos durante el período Clásico (300-900 d. de C.); el motivo no fue otro que la gran complejidad que llegaron a adquirir las sociedades de la época, lo cual conllevó la construcción de esta serie de edificaciones que permitían el culto comunitario de la sociedad.


Museo de América, Palacio Inca

Finalmente, veremos una reproducción de un Palacio Inca. Estas edificaciones estaban formadas por construcciones y espacios destinados a desarrollar en ellos varias actividades. Existía un edificio principal, que era donde vivía el señor, o dirigente. Frente a éste, había un gran espacio libre en el que se celebraban las ceremonias; y alrededor de esta explanada, estaban las viviendas del personal de servicio, además de los almacenes y los lugares destinados a otras actividades económicas.

Tras el expositor, podemos ver una vitrina que acoge los elementos típicos de un ajuar inca, entre los que hay cuencos de oro, vasijas de diferentes formas, un bastón de mando igualmente de oro, vasos ceremoniales, una figura masculina de madera, etc.


Museo de América, Plano de ciudades coloniales

Frente al urbanismo precolombino, tenemos la ciudad colonial. A partir del descubrimiento del continente americano, en 1492, y hasta el siglo XIX, comenzaron a fundarse una serie de poblaciones españolas que se asentaron en diferentes zonas de América. La distribución era, por un lado, estratégica, para así poder dominar mejor el territorio, y por otro lado, por razones económicas y políticas, ya que de este modo se podía controlar más fácilmente desde la Península el comercio y la producción. El modelo urbanístico que más se siguió fue el de la planta con retículas10, ya implantado en Europa. Esto permitía repartir de manera más sencilla las parcelas entre los pobladores, además de tener ya un esquema básico de dónde ubicar los diferentes edificios a construir y que serían sede de los distintos poderes públicos. En las capitales de los Virreinatos11, en el centro se situaba la plaza mayor, alrededor de la cual estaban las Casas Reales, el Palacio del Virrey, la Audiencia, el Cabildo, la Casa de la Moneda y la Catedral. Asimismo, aquí era donde se llevaban a cabo las actividades comerciales, mientras que las edificaciones cercanas eran ocupadas por personajes de cierta relevancia político y social. Este esquema también será implantado en las poblaciones con menor importancia administrativa.

Cabe mencionar que se creó una ley por la cual los indígenas sólo podían vivir en los llamados "pueblos de indios" (donde no vivían continuadamente los españoles) y no se les permitía la entrada a la ciudad salvo que realizaran alguna actividad en ella. Sin embargo, la movilidad fue mayor según se desprenden de los datos históricos, si bien dentro de las ciudades siempre existió una clara separación social y étnica en barrios.

Un buen ejemplo del modelo urbanístico colonial son los diferentes planos que vemos en la fotografía de arriba. En ellos, se nos muestran la ciudad de México hacia el año 1660 (arriba a la izquierda), Buenos Aires a finales del siglo XVIII (abajo a la izquierda) y la ciudad de Caracas hacia el siglo XVIII con sus barrios divididos (a la derecha).


Museo de América, Vivienda colonial

Como ejemplo de este nuevo tipo de modelo urbanístico, podemos ver la fotografía anterior, en la que aparece la recreación de un espacio en el cual se han colocado diversos objetos que podían encontrarse en una Vivienda Colonial. Estas casas seguían un patrón similar al usado en las españolas y en las altas culturas de los indígenas. Las casas más sencillas constaban de una habitación y un patio trasero, los muros eran de adobe13, con ventanas con rejas de madera y cubiertos con un tejado a dos aguas. Por su parte, las viviendas de las clases altas contaban con un patio central rodeado por una galería abierta. A él, se accedía desde la puerta de entrada atravesando un zaguán14, puerta a cuyos lados estaban las zonas de recibir y las de estar, así como almacenes. Al otro lado del patio, estaban la cocina y, en caso de tener sólo una planta, el comedor, los baños, los lavaderos, las cuadras, etc. En caso de tener dos plantas, arriba era donde se ubicaban los dormitorios, la sala y el comedor, dando todas las estancias al patio.

Así, en este espacio veremos, como dijimos anteriormente, algunos de los objetos que se podían encontrar en este tipo de Vivienda Colonial. En este caso, están datados del siglo XVIII al XIX, procediendo algunos de ellos de los virreinatos del Perú y de la Nueva España. Destacan una vajilla de plata del siglo XIX, los grandes lienzos (entre ellos el retrato del gobernador de Oaxaca Francisco Antonio de Larrea y sus hijos, obra de José de Páez de la segunda mitad del siglo XVIII), o la pareja de tibores15, realizados en cerámica en el siglo XVIII, entre otros.


Museo de América, Sala dedicada a la Economía de los Estados

Una vez vistos los tipos de vivienda, pasaremos a una pequeña sala ubicada en uno de los vértices de la segunda planta. En ella, se nos detalla la economía de los Estados, la cual es descrita cómo un sistema bastante fuerte en el cual, una de las características en las que se basa es el intercambio entre personas y con las instituciones, todo ello bajo la existencia de los mercados. De este modo, los bienes y determinados servicios están controlados por una élite que hereda el poder, élite de la que saldrán elegidos aquellos que accederán a los altos puestos de la Administración. Además, los tributos pagados comienzan a ser considerados como impuestos y no como una contribución de parentesco.

De los miles, o incluso millones, de personas que forman un Estado, sólo un porcentaje no muy elevado es el que se dedica directamente a producir alimentos, mientras que, por su parte, los artesanos viven en barrios especializados y realizan su trabajo a tiempo completo, cobrando así una mayor importancia en la sociedad. El nuevo sistema económico aumentó las actividades y las infraestructuras necesarias para hacer crecer la producción, algo que se vio claramente en sectores como la agricultura, donde los europeos incorporaron nuevos productos como el café, o el trigo, así como la técnica del arado usada en Europa, y la ganadería, a la que sumaron especies como el ganado vacuno, etc., lo cual conllevó, con el tiempo, a unas nuevas costumbres alimenticias.


Museo de América, Cuadro "Vista de Sevilla"

Por otra parte, el otro gran eje económico fueron los mercados y las rutas comerciales que cubrían una larga distancia. La llegada de los europeos trajo, en ese aspecto, una nueva concepción del continente americano, el cual fue convirtiéndose poco a poco en un eslabón más del sistema capitalista en el que quedaría integrado. Sin embargo, este cambio tan brusco hizo que el control dependiera directamente de las Metrópolis de Europa, desde donde se dirigía el comercio, las transacciones y, en definitiva, la economía de América. Es además en ese momento cuando aparece una de las características principales del sistema económico de los Estados: la propiedad privada, dejando los bienes de producción de ser comunales y comenzando a establecerse un orden cuya estructura son las diferentes clases sociales.

En la sala, se pueden ver varias vasijas, que destacan la importancia que continuó teniendo la agricultura y la producción de alimentos en los sistemas estatales, así como un buen número de monedas, elemento principal del comercio de la época. Sin embargo, uno de los ejemplos más claros y que mejor representan el nuevo orden económico que se estaba instaurando en el continente es, sin duda, el lienzo que acompaña el párrafo anterior. En esta obra de finales del siglo XVI, atribuida al pintor Alonso Sánchez Coello, se expone una Vista de Sevilla. Esta ciudad española fue, desde comienzos del siglo XVI y hasta principios del XVIII, el centro de comercio que unía el Viejo Continente con el Nuevo Mundo. En las conocidas Torre del Oro y Torre de la Plata, se guardaban los metales preciosos que se traían de América y el puerto sevillano era testigo de las nuevas rutas comerciales trazadas con el continente americano.


Museo de América, Sala dedicada a la Sociedad

La última sala de esta área está dedicada a la Sociedad como tal, entendida ésta como las relaciones entre los individuos que la componen. Como ya decíamos antes, los Estados no se basan en los parentescos, sino en territorios cuyos propietarios son aquellas élites que pertenecen a un linaje dominante y de quienes se cree que descienden de alguna divinidad. Así, en esos territorios habitarían los arrendatarios y los campesinos. La relación de consanguinidad no es tan importante como la especialización en las actividades que realiza cada grupo. El Estado es quien posee la fuerza, mantiene el orden y crea las leyes, por lo que los delitos son considerados como ataques directos a él. Es por eso que el Estado se encarga de imponer el castigo y no los afectados, como ocurría en las sociedades anteriormente vistas. Para mantener el orden y hacer cumplir las leyes, se dispone, entre otros elementos, de un sistema judicial, de un ejército y un cuerpo de policía.

En lo relativo a la religión, éste es un tema que desarrollaremos más adelante y al que el museo dedica un área completa. Aquí mencionaremos que la religión es estatal; tanto es así que, en estas sociedades estatales, existe un buen número de puestos profesionales relacionados con ella. Además, se da el caso incluso de tener un estilo artístico propio y oficial con el que son retratados los dioses y, como descendientes de éstos, los gobernantes.


Museo de América, Entrada del Arzobispo Virrey Morcillo en Potosí

Casi al inicio de la sala y relacionado con este orden social dentro de los Estados, podemos ver un gran lienzo en el que se muestra la Entrada del Arzobispo Virrey Morcillo en Potosí. En él, se ve a la multitud congregada para celebrar la llegada del virrey a la ciudad para tomar su cargo, fiesta a la que asistían todos los habitantes en señal de obediencia al poder y de esperanzas de un buen gobierno entrante. La obra es del pintor Melchor Pérez de Holguín y fue realizada en el año 1716.


Museo de América, Vitrina conteniendo diveros objetos propios de montar a caballo

A su izquierda, una vitrina expone diferentes objetos relacionados con los avances en las comunicaciones. Al llegar los europeos al Nuevo Mundo, el transporte mediante el uso de caballos se generalizó, lo que conllevó el poder ir de un lugar a otro más rápidamente a pesar de las largas distancias. Esto fue de gran importancia a la hora de establecer intercambios de información, así como de productos, lo que favoreció los lazos comerciales.

En el expositor, podemos ver diferentes estribos16 hechos con materiales como el hierro, la madera e incluso la plata, espuelas17 y una silla de montar, entre otros objetos relacionados con el transporte a caballo, todos ellos de entre los siglos XVIII y XX, y que proceden de lugares como Chile, México, o el Virreinato del Perú.


Museo de América, El poder y los símbolos

Avanzamos y la siguiente subsección nos detalla la relación entre el poder y los símbolos bajo los que se manifiesta. La forma en que se ejerce este poder puede ser muy variada, controlando desde los recursos materiales a los organismos como el ejército o la policía, así como convenciendo a los súbditos de que este poder es legítimo. A su vez, estos súbditos aceptan acatar este control ya sea por tradición, por lealtad al líder gobernante, o por las leyes instauradas. Es por eso que las normas quedan establecidas en función del beneficio que de ellas tengan los grupos en el poder. Dentro de estos grupos, los sacerdotes y los reyes-sacerdotes tenían especial importancia, siendo considerados estos últimos como intermediarios entre los hombres y las divinidades. Se llegaron a establecer, así, sistemas teocráticos, en los que el pueblo estaba obligado a cumplir una serie de deberes y a realizar algunos ritos en beneficio propio y de toda la sociedad. Fue ésta una forma de asegurar la obediencia al Estado con la religión como base.


Museo de América, Camisa inca o uncu

Varias son las muestras que podemos ver en este apartado relacionadas con el poder. Entre estos símbolos, encontramos algunas figuras de cerámica que representan a jefes y nobles, realizadas entre los años 100 a. de C. y 900 d. de C. y procedentes de países como Perú, o México. Otro de ellos es el que vemos en la fotografía: una camisa inca, o uncu, prenda masculina con abertura para el cuello y los brazos y decorada en cuatro cuadrantes de colores que simbolizan las cuatro partes del Imperio Inca, o Tahuantinsuyu. En ellos, se repiten motivos de flores, dibujos que podrían representar un arbusto de flores alucinógenas18 relacionado con la nobleza incaica, o con la realeza; también podría ser la llamada "flor de la cantuta", usada en los ritos de iniciación de la realeza inca. Las bandas horizontales llevan motivos geométricos llamados "tocapus", símbolos heráldicos19 y genealógicos21 de las familias incas importantes. Se trata, como se indica en el propio museo, de una pieza única.


Museo de América, Portaestandarte

Vamos acercándonos al final de esta sala, donde pasamos de las relaciones de poder al tema de la guerra. Será el Estado el único que podrá realizar cualquier acción relacionada con la violencia, ya sea emprender una guerra, crear y exigir impuestos y tributos, o reclutar hombre que sirvan como soldados. La creación de ejércitos profesionales nació a raíz de la diversidad cultural y de la continua expansión de los territorios, algo que provocó la necesidad de mantener el orden, así como de conquistar y defender la tierra. De este modo, los conflictos surgirán de las desigualdades sociales, que nacen de las diferencias en el reparto del poder y de las recompensas.

En relación con la guerra, encontramos en las vitrinas objetos como hachas, mazas, o cascos, así como vasijas que representan a guerreros en diferentes actitudes. Uno de los elementos más llamativos es el portaestandarte de piedra que vemos en la fotografía. Procedente de México, pertenece a la Cultura Maya-Tolteca, de entre los años 900 y 1250 d. de C., y es un símbolo del auge a favor del militarismo.


Museo de América, Maqueta de la Catedral de México

Y terminaremos el área de Sociedad contemplando una maqueta de la Catedral de México. El templo comenzó a construirse en el año 1573 siguiendo el proyecto del arquitecto Claudio de Arciniega, si bien fue modificada posteriormente. Para levantarla, hubo que salvar los problemas de su cimentación, pues se ubicaba sobre el terreno pantanoso de una laguna. Esto se resolvió construyendo un soporte con cientos de estacas de madera de cedro. En 1667, fue inaugurado su interior, siendo las fachadas terminadas en 1689. Más adelante, sería edificada la Capilla del Sagrario, la cual se uniría al resto del templo de forma que ambos quedaran comunicados y haciendo de la Catedral una construcción de enormes dimensiones. Finalmente, fue terminada en 1817, teniendo notables influencias de las catedrales de Sevilla y Jaén.

La maqueta que aquí vemos fue realizada por Carlos Martínez, José García Paredes y Héctor Peiró en 1999, siendo inaugurada por SS. MM. los Reyes de España el 23 de noviembre de ese mismo año con motivo de la exposición "Los siglos de Oro en los Virreinatos de América, 1550-1570", organizada por la Sociedad Estatal para la conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V.

Su colocación aquí, tras ser donada por la mencionada Sociedad, no es casual. La Catedral representa el lugar en el que coinciden el poder civil y el religioso en el virreinato, por lo que se convierte en un espacio que traspasa los límites del culto. Es por ello que la encontramos justo aquí, al final del área de Sociedad y antes de la dedicada a la Religión.


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Museo de América, Sala de la Religión en América

Entramos en el espacio expositivo dedicado a la Religión y que el museo ha articulado con la intención de mostrarnos los diferentes medios utilizados en América por cada identidad cultural para difundirse y justificarse a sí misma. Todo ello en la búsqueda de un mismo fin común a todas: el encontrar una lógica que explique su propio mundo y su existencia.

A lo largo de la historia, la humanidad ha tenido en la religión el mejor medio y a la par el más utilizado para comunicarse con el mundo sobrenatural, con lo que también ha constituido un importantísimo canal de difusión de la cultura. En América, las enormes dimensiones del continente americano han albergado y albergan unos órdenes sociales tan diferentes que han propiciado la existencia de todas las manifestaciones religiosas existentes en el resto del mundo, abarcando de un extremo al otro, desde las grandes religiones oficiales a los chamanes22 individuales.

Para lograr establecer la comunicación entre dos mundos tan distintos como pueden ser el humano y el divino, la religión ha necesitado que algunas personas se especializaran en ello (chamanes, jefes, monarcas, sacerdotes,...) y que mediante un lenguaje particular y característico (objetos sagrados, rituales, signos), éstas se encargaran de llevar a cabo dicha comunicación con los dioses desde unos puntos muy particulares: los lugares sagrados (cuevas e iglesias, elementos naturales...).

En la imagen, podemos ver la primera sala del área dedicada a la Religión.


Museo de América, Figuras deíficas, procedentes de Perú, pertenecientes a la cultura Chimú

Dentro del culto religioso, el fin principal que se pretende lograr es establecer contacto con las diferentes divinidades de cada comunidad religiosa. Normalmente, existe una clara relación entre el contexto sociocultural y los dioses de cada comunidad. Las divinidades precolombinas estaban constituidas por un grupo de dioses organizados de forma jerárquica y especializado cada uno de ellos en atender una determinada necesidad (curación de la enfermedad, fertilidad, lluvia, ultratumba, etc.).

Existen dioses como Tláloc o Quetzalcoatl, en México, o Viracocho, en Perú, que lejos de ser olvidados cuando su momento en la historia pasó, se han seguido recordando como los símbolos de una mejor época, ya pasada, en la que el ser humano se regía por unas creencias heredadas de sus antepasados. Al llegar el cristianismo, se produjo un sincretismo23, o mezcla de creencias, en el que, al igual que desaparecieron muchos cultos ancestrales, otros se adaptaron a la iglesia cristiana. Así, hoy podemos mencionar la existencia de un cristianismo indígena, tan alejado de la ortodoxia que puede parecer desconocido a veces, constituyendo, sin embargo, otro elemento más del fervor religioso.

En la foto, mostramos tres figuras deíficas, realizadas en madera y procedentes de Perú, pertenecientes a la cultura Chimú, del Período Intermedio Tardío, desarrollado entre los años 1100 y 1400 d. de C.


Museo de América, Chamanes

Entre las personas especializadas en asuntos religiosos, encontramos a chamanes y sacerdotes. Los chamanes dedican sólo parte de su tiempo a ella y lo hacen bien a título individual, o en nombre de otros para lograr un mayor poder, obtener algún regalo, o prestigiar su nombre.

Los sacerdotes se dedican de forma exclusiva a la religión y constituyen en ocasiones una organización monopolizadora del contacto entre ambos mundos, el sobrenatural y el humano. En algunas sociedades, sus líderes forman parte de la clase dirigente, estando en ellas muy entremezclados los sectores religiosos con los administrativos y políticos.

En la vitrina dedicada a los chamanes, se muestra una serie de elementos relacionados con rituales chamanésicos. Así, tenemos las piedras utilizadas en sus ritos de adivinación y parte de su indumentaria, como puede ser una máscara y una especie de camisa, o prenda típica que suele ser utilizada por los chamanes en sus ritos.


Museo de América, Estela de Madrid

La religión ha servido lo mismo para legalizar a una sociedad como para comunicar a ésta con las divinidades. Se ha utilizado para obtener unas leyes rectoras de la sociedad, que obtenían la consideración de divinas, y ha reglado y delimitado las formas de comunicarse con el mundo sobrenatural.

Las personas dedicadas a la religión eran las encargadas de facilitar la comunicación entre ambos mundos, pero cuando se trata de la religiosidad oficial, son los jefes y monarcas quienes pasan a ser los protagonistas de la misma, constituyendo en ocasiones un nexo entre el pueblo y los dioses. Toman así esta comunicación como su principal misión y adquieren en ocasiones un carácter divino, bien por constituirse en dioses, o semidioses, o bien por haber sido designados por éstos últimos para el puesto y, por tanto, sólo ante ellos son responsables de sus actos.

En la foto, vemos la Estela de Madrid, obtenida en el año 1787 en la ciudad maya de Palenque, una ciudad conocida por los especialistas como la Atenas maya por el alto nivel artístico en ella alcanzado durante el Período Clásico, desarrollado entre los años 300 y 900 d. de C. Su obtención se realizó durante unas excavaciones dirigidas por el capitán Antonio del Río, las primeras que se realizaron conforme a unos métodos científicos, en los que los conocimientos adquiridos se guardaron en dibujos e informes.

La Estela es una de las patas del trono del rey Pacal, nombre que en maya significa "escudo", y que reinó en Palenque durante la primera mitad del siglo VII d. de C. En ella, aparece representado uno de los cuatro bacabob, dioses mitológicos que soportaban la bóveda celeste sobre la tierra, definiendo así, de forma alegórica, las atribuciones de los reyes mayas sobre el resto de los mortales.


Museo de América, Mitos

Los mitos son una gran fuente de información acerca de la religiosidad de una sociedad. Los relatos mitológicos nos cuentan las creencias de un pueblo, nos hablan de sus esperanzas y de sus miedos, de sus conocimientos y de cómo suplen la falta de estos últimos.

A través de los mitos, las comunidades encuentran explicación a cuestiones importantes y de difícil (o a veces inexistente) explicación. La creación del mundo, su hacedor, nuestro futuro, a dónde vamos tras la muerte, de dónde procedemos, etc.

En la vitrina de los mitos, se nos muestran un conjunto de elementos en los que aparecen diferentes escenas mitológicas y animales fantásticos.


Museo de América, Cerámicas fundacionales halladas en los cimientos de los templos de Palenque

Toda religión necesita de espacios sagrados donde realizar las actividades propias de su fe. La variedad de éstos abarca desde espacios naturales, como cuevas, o fuentes, a los grandes templos, pasando por las tumbas, sean éstas grandes o pequeñas.

Estos sitios pueden tener una determinada orientación, o señalar hacia algún lugar en particular igualmente sagrado. Dependiendo de la importancia del terreno sagrado en la fe de una comunidad, a su alrededor se han podido ir situando diversas construcciones que han terminado por conformar una ciudad.

En, vemos una de las vitrinas dedicadas a las cerámicas encontradas en la ciudad maya de Palenque, que fueron depositadas como ofrendas fundacionales en los cimientos de los templos durante su construcción. En ellas, aparecen dibujadas diversas escenas de la vida cortesana o de la mitología. Son igualmente un hallazgo realizado por la expedición del capitán Antonio del Río.


Museo de América, Sala de rituales

Un espacio sagrado es aquel lugar en el que mediante un determinado ritual se establece una comunicación entre el hombre y los dioses. Aunque según las diferentes religiones los ritos y las ceremonias pueden variar en cuanto a su mayor o menor complejidad y en cuanto a aquello que se desea obtener de forma más inmediata, no sucede lo mismo con su fin principal. Independientemente de quiénes sean las personas encargadas de ejecutarlos, desde un miembro determinado de la sociedad a todo un sector social dedicado a ello, o incluso a toda la sociedad, el objetivo siempre será el mismo: establecer una comunicación con el mundo sobrenatural con el fin de lograr unos determinados objetivos. Estos ritos se dividen en propiciatorios, de paso y de mantenimiento.

El rito propiciatorio lo utilizaremos si lo que queremos obtener es una buena cosecha; el rito de paso, si queremos que un adolescente se convierta en guerrero; y el rito de mantenimiento, para conservar o lograr el equilibrio del universo, utilizando para esto último métodos tan diferentes como el sacrificio de una persona, normalmente cautiva, el juego de pelota, o la celebración de una misa.


Museo de América, Biombo de los festejos del Pulque

Todas las religiones se estructuran a partir de los ritos de mantenimiento, a través de los cuales se establecen las características de una sociedad y se organizan sus actividades. Normalmente, el ritual explica el origen del grupo, retrotrayéndose para ello a un pasado mítico. Entre estos ritos, tenemos el Palo Volador y al Juego de Pelota, existentes ambos antes de la llegada de Colón y desplazados por la enorme relevancia adquirida por el ritual cristiano tras la llegada de los europeos.

El rito del Palo Volador es originario de la América precolombina, tiene relación con el mantenimiento del mundo y continúa realizándose todavía hoy en algunos lugares de México, como puede ser la ciudad de Veracruz.

En la imagen adjunta, vemos el biombo24 de diez hojas en el que aparecen representadas las fiestas celebradas tanto por la fabricación del pulque25, como por su extracción y consumo. En el centro de la pintura, el artista ha representado el Palo volador.


Museo de América, Juego de Pelota

El rito del Juego de Pelota, igualmente procedente de la América precolombina y también relacionado con el mantenimiento del mundo, era una práctica común en Mesoamérica y en las Antillas. En la actualidad, se sigue jugando en algunas zonas de México.

El juego se desarrollaba en un terreno en forma de dos "T" superpuestas y una al revés de la otra. Los jugadores debían de golpear una pelota con cualquier parte del cuerpo que no fuera ni las manos ni los pies, haciendo que la pelota describiera la misma trayectoria que el Sol.

Aunque en sus orígenes no existía el aro que vemos expuesto en el museo, éste elemento fue un añadido posterior al juego que asignaba la victoria al primer equipo que lograra hacer pasar la pelota por él. Esto resultaba tan dificultoso que normalmente los partidos se ganaban por puntos. En este aro, cuya localización era incrustado en la pared de la cancha, vemos grabada la representación de "Quetzalcóatl-Ehécatl", el dios del viento.


Museo de América, Ambiente ritual

Para lograr crear un ambiente ritual propio del contacto con el "más allá" es necesario teatralizar la situación. Esto se realiza con una música característica y con un determinado vestuario, del que en ocasiones forman parte los disfraces y las máscaras. Algunas veces, toda esta representación se ve multiplicada por el uso de sustancias alucinógenas.

En la imagen, se nos muestran diversos instrumentos musicales, fechados algunos entre los años 100 a. de C. y 700 d. de C.; diversas máscaras de los indios Tlingit, del siglo XVIII; y hasta un busto humano de los esquimales Chugach fechado en el siglo XVIII y utilizado en representaciones teatrales de marcado espíritu religioso.


Museo de América, Alucinógenos

En algunas culturas americanas, los alucinógenos son tan importantes en el lenguaje ritual que sin ellos no se cree posible el establecimiento de la comunicación con el mundo sobrenatural. El grupo regula el uso de estas drogas y tras su consumo, una vez llegado al estado de trance27, es cuando se abre el camino hacia lo sobrenatural. Así, para poder llegar hasta los dioses, el hombre debe alcanzar un estado diferente al que tiene en su comunicación con sus semejantes.

En esta fotografía, se nos presentan diferentes escenas del consumo de alucinógenos. Figuras de Cacique (750-1500 d. de C.), un gran señor (500 a. de C.-500 d. de C.) y nobles incas (1400-1533 d. de C.) mascando coca; un plato de ofrendas (1400-1533 d. de C.) con hojas de coca depositadas sobre él; hojas de coca y una bola de cal que, al mezclarlas, se potenciaban los efectos de la coca (aunque no se considera un alucinógeno y su consumo se reservaba a las élites); y cucharas o paletas para preparar las hojas de coca. Del siglo XX, tenemos a la derecha un conjunto para el consumo de coca formado por inhalador, brocha, mano de mortero y mortero de los indios Waikas, de la cuenca del Río Orinoco (Venezuela).


Museo de América, Retablo transportable

Un ritual se puede entender como un sistema simbólico que, mediante la utilización de un lenguaje abstracto, tiene como misión primordial ayudar al hombre a mejorar su mundo. Los objetos sagrados del lenguaje ritual son tantos como los elementos que intervienen en la creación de un ambiente que facilite la comunicación con los dioses. Pueden estar aislados, o formar parte de una frase y su importancia radica en el lugar que tienen establecido dentro de la miscelánea28 de ellos.

En la imagen, vemos un retablo transportable procedente de la Audiencia de Santa Fe durante el siglo XVII. Se trata de un importante objeto sagrado que era utilizado por los sacerdotes para la celebración de la Santa Misa.


Museo de América, Ritos funerarios

En los Ritos Funerarios, el tema tratado es tan trascendental para el ser humano como puede serlo el tránsito entre el mundo de los vivos y el de los muertos, constituyendo por tanto uno de los ritos más importantes. Si partimos de la base de que en la mayoría de las religiones se deífica29 y rinde culto a los antepasados, podemos entender cómo el material hallado en los enterramientos constituye una parte muy importante de los fondos museísticos.

Además, al creer en la vida más allá de la muerte y al ser de importantes personajes la mayoría de los enterramientos encontrados, la relación del material en ellos hallada es amplia y contiene objetos de una gran calidad, tanto desde el punto de vista artístico como técnico.

En la imagen, vemos una disposición general de la sala dedicada a los ritos funerarios. En primer plano, tenemos el Manto funerario de Paracas, una obra realizada entre los años 100 a. de C. y 200 d. de C., y al fondo, el Tesoro de los Quimbayas30.


Museo de América, Momia de Paracas

Entre los elementos expuestos en el museo, se encuentra la Momia de Paracas, de la cultura Paracas, desarrollada en Perú entre los años 400 a. de C. y 100 d. de C. Se encontró envuelta entre ricos vestidos y caros adornos, llevando puestos collar, pectoral, máscara y bigotera de oro.

En la cultura Paracas, las personas de más elevada condición social tenían un trato deferente después de su muerte. Los continuaban amortajando con nuevas telas, que terminaban formando una falsa cabeza que era adornada con diversos elementos como diademas, narigueras31, orejeras y turbantes. Estos objetos se complementaban con otros, entre los cuales se han hallado agujas de tejer, o flechas de obsidiana. En alguna tumba, se han encontrado hasta noventa tejidos de diferentes tamaños que han permitido estudiar la riqueza y el notable desarrollo alcanzados en la fabricación de textiles por esta civilización. De este modo, se ha llegado a saber de los Paracas que éstos, antes de comenzar una nueva obra, ya tenían perfectamente establecidos los colores, dibujo, diseño, hilado, técnica, tipo y torsión con que iba a ser fabricada.


Museo de América, Tesoro de los Quimbayas

El Tesoro de los Quimbayas fue donado al gobierno español por la República de Colombia en el año 1893. Dado que se trata de un ajuar funerario completo realizado con objetos de una gran calidad artística y técnica, constituye uno de los objetos más valiosos de la América precolombina. Se encontró en el interior de dos tumbas quimbayas del sitio de La Soledad, en el valle del río Cauca, cerca de Filandia.

La colección la componen recipientes con formas humanas, o caciques, y de calabaza, o poporos. Cuenta además con objetos construidos para el consumo de coca y con una elevada cifra de adornos, como pueden ser alfileres de prender, cascabeles, cascos, collares, corona, narigueras, etc.

En la imagen, mostramos un primer plano de recipientes con forma humana (caciques).


Museo de América, Bautismo de Cristo

Los Ritos de Purificación constituyen, dentro de las religiones, el proceso mediante el cual el creyente abandona el estado de impureza en el que había trascurrido su existencia hasta entonces.

El Bautismo es un rito de incorporación a la iglesia con el que se borra el pecado original y, aunque se parece algo a los ritos de iniciación, es mucho más profunda su vinculación religiosa.

Este cuadro que podemos ver en el Museo de América, es el "Bautismo de Cristo", procedente del Virreinato de Nueva España y fechado entre los siglos XVII y XVIII. Forma parte de una serie de 24 obras sobre la Vida de Cristo.


Museo de América, Cristo de Esquipulas

En los Ritos de Sacrificio, tenemos presente tanto los ritos de paso como los de ofrenda. El primero, porque por sí mismo constituye una transformación de una persona en un símbolo deificado. El segundo rito, porque es la tristeza por la muerte de un ser humano para alcanzar la alegría de construir algo positivo, precisamente a raíz de la misma situación que es motivo de tristeza.

La foto es del Cristo de Esquipulas, procedente de Guatemala y realizado en madera policromada, nácar y plata durante el siglo XVIII.


Museo de América, Ritos de Fertilidad

En los Ritos de Fertilidad asistimos a la creación y a la regeneración, una actividad muy participada por los reyes y sacerdotes de la América prehispánica, que veían en ellos equilibrarse la Naturaleza a la vez que todo lo que así se producía era bueno, positivo.

La sexualidad se asoció a la fertilidad de los campos y muestra de ello son gran parte de los objetos que hay en esta vitrina. En ella, aparecen expuestos desde vasijas ceremoniales, mediante las cuales se realizaban ofrendas a la tierra para garantizar su fertilidad, a un personaje cuyo tocado tiene forma de pene.


* * *
Museo de América, Sala de Comunicación

Hemos llegado ya hasta la última sala del Museo de América, la dedicada a la Comunicación y que podemos ver en la fotografía adjunta. A través de ella, recorreremos los diferentes sistemas de comunicación presentes en el continente americano a lo largo de su historia.

La capacidad de comunicación de los seres vivos es uno de sus rasgos característicos y aunque en algunos seres puede resultarnos difícil llegar a saber o entender cuáles son sus formas de comunicarse, no es éste el caso del ser humano. De él conocemos perfectamente cómo usa la palabra o el gesto para comunicarse. En la actualidad, disponemos de un gran número de medios de comunicación, a diferencia de otros momentos de la humanidad en que esto no ha sido así. Pero no por ello debemos de pensar que no existía la comunicación. Y es que el intercambio de información ha sido uno de los pilares que ha sustentado las diferentes sociedades a lo largo de la historia, aunque esta comunicación se limitase al territorio ocupado por cada grupo social.

El alfabeto, el habla, los gestos, la música, o la pictografía32 son diferentes tipos de lenguaje que permiten comunicarnos en prácticamente todos los aspectos de nuestra existencia, abarcando desde la más grave comunicación con los dioses, a la más cotidiana charla con nuestros semejantes.


Museo de América, Pictografía

Los sistemas pictográficos son una de las formas de comunicación más arcaicas que se conocen; quizás solamente el habla y el lenguaje de gestos sean aún más antiguos. Este sistema está compuesto por un conjunto de diferentes gráficos, con un significado concreto para cada uno de ellos, que es conocido por todos los miembros del grupo social que lo utiliza para comunicarse. Podemos retrotraernos a las pinturas rupestres y a las escenas en ellas representadas (caza, luchas, etc.).

En la América precolombina, no existía lo que podemos entender como lenguaje escrito, siendo los pictogramas y las imágenes debidamente reglamentadas los medios utilizados para el almacenamiento o la difusión de información. Podemos señalar así a los indios del Suroeste, o indios Pueblo, y cómo se comunicaban mediante dibujos geométricos; a los indios de las praderas y sus pieles cubiertas de pictogramas; y a los indios de la Costa Noroeste, que disponían de una iconografía enrevesada y a la par simbólica.

En la vitrina, se nos muestran diferentes elementos pictográficos de los indios Tlingit de la Costa Noroeste y de los indios Cheyennes de las Praderas, así como diccionarios pictográficos de los indios Hopi y los indios Arapahoe, todos ellos de América del Norte. En el centro, al fondo, tenemos una armadura de los indios Tlingit fechada en el siglo XVIII y en la que se mezclan iconográficamente dibujos representativos de la ballena y del ser humano.


Museo de América, Antiguo Perú

Curiosamente y a pesar del complejo desarrollo cultural existente en la zona andina, en el Antiguo Perú, a diferencia de Mesoamérica, no llegó a desarrollarse ningún tipo de escritura, existiendo en su lugar diferentes sistemas y reglas mnemotécnicas que cubrían las diferentes necesidades administrativas, económicas, para realizar calendarios y servir en los rituales. El elevado grado de precisión e ingenio que tenían algunos de estos métodos levantó la admiración de los españoles, como así lo recogen algunos cronistas de la época.

Uno de estos sistemas es el de los pallares, existente anteriormente en las culturas Mochica y Paracas y consistente en una combinación de formas y colores en las judías. Se considera un antecedente del sistema utilizado hoy por los campesinos de los Andes, quienes utilizan granos de frijoles o de maíz para controlar el número de animales.

Existió un enigmático conjunto de dibujos, los topacus, de los que se han contabilizado de momento más de cuatrocientos. Aparecen en la decoración de tejidos y vasijas, entre otros enseres, y de ellos se desconoce aún su utilidad, existiendo la teoría de que podría ser un tipo de escritura pictográfica o, al menos, un principio de ella, constituido por elementos fonéticos de uso mnemotécnico o heráldico.

Aquí mostramos un manto de fibra de camélido perteneciente a la cultura Sihuas y realizado entre los años 100 a. de C. y 300 d. de C.


Museo de América, Quipus incaico

Otro sistema de comunicación fue el quipus incaico, en el que mediante una combinación de cordones de colores y de nudos realizados en ellos se establecía un registro matemático de personas, artículos, cantidades, etc.

Estaba formado por un largo cordel del que colgaban otros cordeles en cantidad variable y de los que, a su vez, podían colgar más. La importancia venía dada por la posición de cada cordel y, para ello, estaban los colores que señalaban el orden de cada uno. En los cordeles, se anotaban diferentes cantidades mediante nudos atados en ellos. Estos nudos eran de tres tipos, pero su importancia se medía por su posición en el cordel, no por su tipo, siendo una anotación en base decimal.

Los números alcanzados podían llegar a decenas de millares y lamentablemente no se sabe a qué correspondían estas cuentas ya que los encargados de atenderlos y los únicos que conocían sus secretos eran unos importantes funcionarios del desaparecido Imperio Inca, los quipucamayoc.

En la imagen, podemos observar un quipu e información referente a él, además de vasos decorados con pallares (100 a. de C. - 700 d. de C.) y vasos y un tejido con una banda de signos tocapu (siglos XV - XVI).


Museo de América, Escritura maya

La escritura maya, al igual que la escritura egipcia o la sumeria, es un sistema jeroglífico34 logosilábico35. Consta de cuatro tipos de signos: logográficos, fonéticos, determinativos semánticos (determinadores del significado) y auxiliares. Los más usados son los dos primeros, de los cuales hablaremos a continuación.

Los signos logográficos, los logogramas, son un dibujo que representa una palabra completa. Como equivalencia, podemos tomar el signo "+" que, por si sólo, significa "MÁS"; o el signo "3" que, de la misma manera, representa al "TRES". En el lenguaje maya, el dibujo de una cabeza quería decir "AHAW" y significaba "señor" o "gobernante". La transcripción de los logogramas se hace por convención36 en mayúsculas.

Los signos fonéticos son sílabas formadas por una vocal, o una consonante y una vocal. Al igual que "3" se puede escribir "tres" o "+" se puede escribir como "más", también los signos logográficos se pueden escribir con signos fonéticos. En este caso, la convención es transcribir los signos fonéticos con minúsculas.

Los signos logográficos y los fonéticos podían combinarse para formar palabras. En el lenguaje maya, se utilizaba el rebus37 , que se basa en palabras de pronunciación similar. Como ejemplo, diremos que los logogramas de las palabras "cielo" (KAAN), "cuatro" (KAN) y "serpiente" (KAN), al tener la misma raíz (kan) se podían intercambiar sin importar cual de los tres significados tenían.

Los mayas también usaban en su lengua la complementación fonética al añadir un signo fonético a un logograma. En nuestro idioma, ello sucede cuando a nuestro logograma "3" le añadimos un "º", con lo cual estamos cambiando su significado de "TRES" a "TERCERO".

En la vitrina dedicada a la escritura maya, tenemos varios cartuchos glíficos38 de uso calendárico procedentes de las excavaciones realizadas durante la expedición de 1787 del capital Antonio del Río y dos paneles con jeroglíficos mayas, uno encontrado en la misma expedición y el otro de una expedición anterior, realizada en 1785 por Antonio Bernasconi.


Museo de América, Escritura azteca

La escritura méxica, o azteca, era, como la maya, un sistema logosilábico (formado por jeroglíficos) y con los mismos cuatro tipos de signos (logogramas, signos fonéticos, determinativos semánticos y auxiliares). Su ámbito geográfico se extendía por el área mixteca39, el territorio dominado por los mexicas y la región de Puebla-Tlaxcala-Cholula. Como particularidad solo se escribían topónimos (nombres de lugar), antropónimos (nombres de personas) y elementos de cuenta y cronológicos, lo demás se expresaba mediante iconos.

Al no haberse descifrado la totalidad de la escritura mexica, las reglas de combinación (homofonía, polifonía, rebus, etc.) no están del todo comprendidas, al igual que los signos fonéticos, aunque ya hay algunos identificados. Los logogramas, al combinarse con signos fonéticos, podían formar antropónimos, y los signos fonéticos, al unirse, construían otras palabras como podían ser topónimos. A veces, un logograma adquiere el papel de determinativo semántico, por lo que aunque no se lee, sí que nos indica que lo escrito es un topónimo.

En la imagen, mostramos diversa cerámica pintada perteneciente a los períodos Preclásico Medio (1200-400 a. de C.), Clásico Tardío (600-900 d. de C.) y Postclásico (1250-1520 d. de C.) de las culturas Azteca y Maya, procedente de México, El Salvador y Mesoamérica. En ella, aparecen pictogramas con diferentes escenas míticas y textos en escritura glífica.


Museo de América, Códice Tro-Cortesiano

El Códice Tro-Cortesiano, o Códice de Madrid, es uno de los cuatro únicos manuscritos mayas que existen hoy y, por tanto, quizás la pieza de mayor valor de todo el Museo de América. Su datación se sitúa dentro del Período Postclásico Tardío, desarrollado entre los siglos XIII y XVI d. de C., asignándosele al códice el siglo XV como el más probable para su creación y el Noroeste de la península de Yucatán como su lugar de procedencia. Sin embargo, hay unos expertos que lo fechan más tarde y sitúan su origen al Norte de Guatemala, en la ciudad de Tayasol, que no fue conquistada hasta finales del siglo XVII, constituyendo el último lugar maya independiente.

Consta de un total de 112 páginas divididas en 56 hojas escritas por las dos caras y fabricadas en fibra vegetal machacada (corteza de ficus). Esta extensión hace de él que sea el ejemplar más largo de entre todos los conocidos y las hojas para hacer más fácil su lectura y manejo se organizan como si de un biombo se tratase.

En un principio, el códice permanecía en manos privadas y se creía que eran dos unidades diferentes, no siendo hasta finales del siglo XX cuando se comprobó que eran un solo ejemplar que, en algún momento, se había sido dividido en dos.

Su temática es adivinatoria y su calendario está basado en el ciclo de 260 días, o Tzolkin. Es por ello, y dado que no consta de ninguna otra guía calendárica, por lo que no se puede fechar de manera más exacta su origen. No es un libro de complicados cálculos matemáticos o anotaciones astronómicas como sí lo es el Códice de Dresde, sino que es más una enumeración de actividades cotidianas (agricultura, apicultura, caza, etc.) a realizar durante el ciclo Tzolkin y las fechas en que se obtiene un mejor o peor resultado para ello. Todo ésto desde una óptica religiosa y mágica ya que los protagonistas de dichas labores son los dioses (Ahaw, Chek, K'in, Izamná, o Sak Chel, según los nombres que les asignaron los cronistas españoles del siglo XVI). Por ello, se piensa que era el libro de un sacerdote o de alguien especializado en aconsejar sobre asuntos cotidianos, pero igualmente importantes, como puede ser la agricultura en la alimentación de una sociedad.

Un facsimil del códice aparece expuesto y extendido en un expositor situado en el centro de la sala y que permite contemplar el contenido de ambas caras.


Museo de América, Comunicación Iconográfica Colonial (Virgen de Guadalupe, San José y el Niño y Arcángel San Rafael)

Hasta ahora, hemos hecho referencia a sistemas de escritura precolombinos, pero tras el descubrimiento del continente americano, no sólo se producen cambios en el planteamiento urbanístico, sino también en la llamada Comunicación Iconográfica Colonial. Desde el momento en que los europeos comienzan a instalarse en el territorio, la imprenta y el libro se convierten en los principales medios de comunicación dentro de la sociedad más instruida. Sin embargo, esto no desplazó a la cultura iconográfica, empleada básicamente para adoctrinar40 a la población.

Desde varios siglos antes, en Europa se utilizaron las pinturas y las esculturas para contar las escenas bíblicas e introducir la religión entre la sociedad. Y esto fue lo que se aplicó en América, el uso de algunas obras de arte con un fin catequista41 a las que se añadieron rasgos de mestizaje cultural. De este modo, objetos y elementos ya usados durante el período precolombino, como los mosaicos de plumas, se adaptaron a las nuevas formas introducidas por los europeos, como los óleos y las esculturas.

Ejemplo de ello son los lienzos que vemos en la fotografía, en la que se muestran: al frente, la Virgen de Guadalupe, obra de Juan de Villegas del primer tercio del siglo XVIII y que procede del Virreinato de la Nueva España; a la derecha, San José y el Niño, de la Escuela Andina y también del siglo XVIII; y a la izquierda, el Arcángel San Rafael, una obra del siglo XVII y que procede, junto a la anterior, del Virreinato del Perú.


Museo de América, La Música como elemento de comunicación

El otro elemento que desde siempre estuvo ligado a la comunicación es la Música. Desde tiempos prehispánicos, la voz humana unida al uso de instrumentos de viento (silbatos, flautas, ocarinas43) y de percusión (tambores, maracas) han sido utilizados en los diferentes ritos ceremoniales con el fin de aumentar la cohesión entre los miembros del grupo. Por su parte, los instrumentos de cuerda no eran conocidos en las sociedades del Nuevo Mundo antes de la llegada de los europeos, pero desde ese momento se integraron en las celebraciones de todo tipo junto al resto de instrumentos, algo que ha perdurado hasta la actualidad. Una muestra es la guitarra, que se ha convertido en un elemento principal dentro del folclore sudamericano.

Así, en las vitrinas veremos distintos instrumentos musicales, como un tambor de lengüeta hecho en madera y utilizado en las zonas amazónicas por los grupos jíbaros, canelos, o macos; éste, en concreto, fue recogido en la Expedición del Pacífico llevada a cabo en el año 1865. Los tambores, en general, tuvieron mucha importancia entre los indios de Norteamérica, quienes los usaban para comunicar mensajes cifrados que fuesen recibidos a distancia.

También contemplaremos, entre otros objetos relacionados con la música y la danza, un conjunto de violines hechos en madera y fibra vegetal y que datan de finales del siglo XIX.


Museo de América, Uso de los libros e introducción de la imprenta

Finalmente, el otro sistema de comunicación por excelencia fue el uso de los libros y la introducción de la imprenta en el continente americano. Su implantación se hizo primero en México, en el año 1539, seguido de Lima, en 1584, y fue de gran importancia en la enseñanza del castellano en el Nuevo Mundo, así como para recoger y conservar documentalmente las lenguas indígenas transcritas en caracteres latinos. Gracias a esto, pudieron ser estudiadas siguiendo las reglas de la gramática castellana.

Los primeros documentos impresos eran de temática religiosa y tenían un doble fin: el de su uso individual y el de ayudar al proceso evangelizador y de conversión religiosa llevada a cabo por los misioneros en territorio americano. Este objetivo tuvo la publicación en México de la "Breve y más compendiosa Doctrina Christiana en la lengua mexicana y castellana" (1539) y de un "Manual de adultos" (1540), así como los numerosos diccionarios que vieron la luz posteriormente, gracias a los cuales, a finales del siglo XVI, los frailes y sacerdotes pudieron usar en sus sermones y relaciones con la población indígena las distintas lenguas de éstos, como el nahuatl (llamada "lengua mexicana"), el zapoteco, el mixteco y el quechua. Más adelante, durante los siglos XVII y XVIII, se publicaron nuevos trabajos dedicados a las lenguas araucana, aymara, mimuquana, moxa, huasteca, otomí, o guaraní.


Museo de América, Estancia Sor Juana Inés

Ejemplos de este tipo de libros religiosos y gramaticales los podremos ver en uno de los expositores, entre los que está el primer tomo de la "Historia de la Compañía de Jesús en la provincia de Paraguay", escrita en 1754 por Pedro Lozano. En otra vitrina se guarda un libro de poemas escritos por la madre Juana Inés de la Cruz (1651-1695), religiosa mexicana de la que se ha reproducido una especie de estancia dedicada a ella y en la que se puede ver un retrato de Sor Juana Inés de la Cruz, obra de Andrés de Islas del siglo XVIII, así como distinto mobiliario de entre los siglos XVI y XVIII. Pero sin duda, una de las joyas que se conservan en el museo es el llamado Códice de Tudela, del que hablaremos más adelante.

El otro uso que se le dio a las imprentas instaladas en territorio americano fue el de la difusión de folletos realizados por organismos oficiales, como por ejemplo las ordenanzas en las que se establecían las normas que debían seguir las sociedades en los virreinatos. Y pronto comenzaron a publicarse obras en las que, independientemente de la lengua de difusión, la temática y el objetivo era el de engrandecer la propia identidad americana, no sólo enalteciendo el pasado prehispánico, sino también valorando el presente español. A esto se sumaron los libros importados desde España, y desde Europa en general, y que pasaron a formar parte de las bibliotecas conventuales y de los principales intelectuales establecidos en el Nuevo Mundo.


Museo de América, Códice Tudela

Mencionábamos antes el Códice de Tudela, también conocido como Códice del Museo de América. Realizado en México a mediados del siglo XVI, se trata de una recopilación de imágenes hechas por escribas indígenas (tlacuilos) y de textos escritos en castellano por los padres franciscanos que se ha convertido en un documento excepcional para conocer parte de la historia y de la realidad mexicana. Se ha clasificado como un calendario-ritual y un documento etnográfico44 formado por las pinturas y los textos explicativos ya indicados. Hasta el año 1947, estuvo en manos de la familia Mínguez de la Coruña, siendo uno de sus miembros, Don Pedro Castro de Salazar, quien lo introdujo en España en el siglo XVI. El nombre le viene por Don José Tudela de la Orden, quien lo presentó en 1947 al mundo científico en el Congreso Internacional de Americanistas de París. El sobrenombre de Códice del Museo de América le es dado por hallarse en este museo el documento original.

Encuadernado con tapas de cartón forradas en pergamino y con un tamaño de 18 x 25 cm., se cree que fue elaborado en 1533 por la segunda fase de la Escuela de Pintura, una fundación hecha por los la orden franciscana en México-Tenochtitlán. Aunque constaba de 125 páginas confeccionadas en papel de hilo, en la actualidad se han conservado 118, faltando de la 5 a la 10, ambas inclusive.

En cuanto a su contenido pictórico, éste puede dividirse en dos partes. Por un lado, se representan la planta del maguey y varios retratos de distintos grupos de indígenas; éstos están hechos por un pintor de origen europeo en estilo renacentista a pluma y tinta de varios colores, y ocupan de la página 1 a la 4. En las páginas perdidas, se cree que también se incluían otros retratos. Por otro lado, están las pinturas de estilo mexica tradicional (o azteca) hechas por un tlacuilo, o pintor de dicha cultura; éstas van acompañadas de un texto explicativo en castellano escrito por los padres franciscanos. Siendo la parte más amplia del libro, ésta se divide en seis partes: dioses y ceremonias del calendario Xiuhpohualli, de 365 días repartidos en 18 meses (hojas de la 11 a la 28); otras ceremonias, dioses, sacrificios y costumbres (de la 29 a la 77); símbolos del año para un período de 52 años, también conocido como Xiuhmolpilli (hojas de la 77 a la 84); mantas con dibujos (de la 85 a la 88); textos en castellano, sin dibujos, que explican el calendario en períodos de 20 días (hojas de la 90 a la 96); y un Tonalpohualli, o calendario de 260 días (de la 97 a la 125).

Y terminamos aquí la visita al Museo de América, una visita que recomendamos a todos aquellos que busquen un acercamiento a la cultura americana y, especialmente, a quienes quieran comprender el proceso de cambio llevado a cabo poco a poco en las sociedades del continente americano tras el período colonial y que no dejará indiferente a nadie.


Lourdes Morales Farfán es Licenciada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. ↑


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AGRADECIMIENTOS

Desde "una Ventana desde Madrid", queremos agradecer a la dirección del museo las facilidades dadas para la realización de este reportaje, así como la ayuda y la atención prestada por todo el personal del museo.

Más Museo de América


Museo de América (I)



GLOSARIO

- 1 Plebeyo: Propio de la plebe o perteneciente a ella. // Dicho de una persona: Que no es noble ni hidalga.
- 2 Jaguar: Felino americano de hasta dos metros de longitud y unos 80 cm. de alzada, pelaje de color amarillo dorado con manchas en forma de anillos negros, garganta y vientre blanquecinos, que vive en zonas pantanosas de América, desde California hasta Patagonia.
- 3 Huso: Instrumento manual, generalmente de madera, de forma redondeada, más largo que grueso, que va adelgazándose desde el medio hacia las dos puntas, y sirve para hilar torciendo la hebra y devanando en él lo hilado. // Instrumento, algo más grueso y más largo que el de hilar, que sirve para unir y retorcer dos o más hilos. // Instrumento de hierro, como de medio metro de largo y del grueso de un bellote, que tiene en la parte inferior una cabezuela, también de hierro, para que haga contrapeso a la mano, y sirve para devanar la seda.
- 4 Hogar: Sitio donde se hace la lumbre en las cocinas, chimeneas, hornos de fundición, etc. // Hoguera.
- 5 Linaje: Ascendencia o descendencia de una familia, especialmente noble.
- 6 Precolombino: Dicho de Iberoamérica o de lo iberoamericano: Anterior a los descubrimientos de Cristóbal Colón.
- 7 Colonial: Se entiende por período colonial aquel espacio de tiempo en la historia en el que un país o territorio estaba sujeto política y administrativamente por un poder de otro país. En este caso, se refiere al período en que las colonias americanas aún pertenecían a la Corona española.
- 8 Choza: Cabaña. // Construcción rústica pequeña y tosca, de materiales pobres, generalmente palos entretejidos con cañas, y cubierta de ramas, destinada a refugio o vivienda de pastores, pescadores y gente humilde.
- 9 Ajuar: Conjunto de muebles, enseres y ropas de uso común en la casa.
- 10 Retícula: Placa de cristal dividida en pequeños cuadrados, generalmente de un milímetro de lado, que se usa para determinar el área de una figura.
- 11 Virreinato: Distrito gobernado por un virrey12.
- 12 Virrey: Título con que se designó a quien se encargaba de representar, en uno de los territorios de la Corona, la persona del rey ejerciendo plenamente las prerrogativas regias.
- 13 Adobe: Masa de barro mezclado a veces con paja, moldeada en forma de ladrillo y secada al aire, que se emplea en la construcción de paredes o muros.
- 14 Zaguán: Espacio cubierto situado dentro de una casa, que sirve de entrada a ella y está inmediato a la puerta de la calle.
- 15 Tibor: Vaso grande de barro, de China o el Japón, por lo regular en forma de tinaja, aunque los hay de varias hechuras, y decorado exteriormente.
- 16 Estribo: Pieza de metal, madera o cuero en que el jinete apoya el pie, la cual está pendiente de la acción.
- 17 Espuela: Espiga de metal terminada comúnmente en una rodaja o en una estrella con puntas y unida por el otro extremo a unas ramas en semicírculo que se ajustan al talón del calzado, y se sujetan al pie con correas, para picar a la cabalgadura.
- 18 Alucinógeno: Dicho especialmente de algunas drogas: Que producen alucinación.
- 19 Heráldico: Arte del blasón20.
- 20 Blason: Arte de explicar y describir los escudos de armas de cada linaje, ciudad o persona. // Cada figura, señal o pieza de las que se ponen en un escudo.
- 21 Genealogía: Serie de progenitores y ascendientes de cada persona, y, por extensión, de un animal de raza. // Escrito que la contiene. // Documento en que se hace constar la ascendencia de un animal de raza. // Disciplina que estudia la genealogía de las personas.
- 22 Chamán: Hechicero al que se supone dotado de poderes sobrenaturales para sanar a los enfermos, adivinar, invocar a los espíritus, etc.
- 23 Sincretismo: Sistema filosófico que trata de conciliar doctrinas diferentes. // Expresión en una sola forma de dos o más elementos lingüísticos diferentes.
- 24 Biombo: Mampara compuesta de varios bastidores unidos por medio de goznes, que se cierra, abre y despliega.
- 25 Pulque: Bebida alcohólica, blanca y espesa, del altiplano de México, que se obtiene haciendo fermentar el aguamiel o jugo extraído del maguey26 con el acocote.
- 26 Maguey: Pita. // Planta vivaz, oriunda de México, de la familia de las Amarilidáceas, con hojas o pencas radicales, carnosas, en pirámide triangular, con espinas en el margen y en la punta, color verde claro, de 15 a 20 cm de anchura en la base y de hasta 3 m de longitud; flores amarillentas, en ramilletes, sobre un bohordo central que no se desarrolla hasta pasados varios años, pero entonces se eleva en pocos días a la altura de 6 ó 7 m. Se ha naturalizado en las costas del Mediterráneo. De las hojas se saca buena hilaza, y una variedad de esta planta produce, por incisiones en su tronco, un líquido azucarado, de que se hace el pulque.
- 27 Trance: Momento crítico y decisivo por el que pasa alguien. // Estado en que un médium manifiesta fenómenos paranormales. // Estado en que el alma se siente en unión mística con Dios.
- 28 Misceláneo: Mixto, vario, compuesto de cosas distintas o de géneros diferentes. // Mezcla, unión de unas cosas con otras. // Obra o escrito en que se tratan muchas materias inconexas y mezcladas.
- 29 Deífica: Hacer o suponer divino a alguien o algo. // Divinizar algo por medio de la participación de la gracia.
- 30 Quimbayas: Se trata de una cultura y una etnia indígena de Colombia, localizada principalmente en los departamentos de Caldas (Chinchiná, Palestina, Villamaría, Manizales), Risaralda (Pereira, Marsella, Santa Rosa) y Quindío (Armenia, Quimbaya, Montenegro, La Tebaida, Salento, Circasia), así como en las localidades de Cartago y Obando, al Norte del Valle del Cauca. Esta cultura destacó especialmente por las piezas de oro que hacían los miembros de su grupo. A pesar de que apenas se conocen datos sobre los quimbayas, sus finas piezas de orfebrería halladas nos hacen pensar que sí tuvieron un alto nivel y desarrollo cultural. Organizados en un sistema caciquil, cada cacique tenía unos 200 súbditos, habiendo en total alrededor de 100 cacicazgos. Su economía se basaba en la agricultura, la caza y la pesca, así como en la minería (sobre todo del oro), la fabricación de textiles y la mencionada orfebrería. En 1539, comenzó la conquista española en su territorio. Más adelante, hubo dos rebeliones quimbayas, la primera en 1542 y la segunda en 1577, siendo ésta mayor, pero perdiendo ambas. Diversas causas, como el hambre, las epidemias y los trabajos forzados hicieron que para el último censo registrado de los quimbayas, en 1628, sólo existieran 69 miembros.
- 31 Nariguera: Pendiente que se ponen algunos indios en la ternilla que divide las dos ventanas de la nariz.
- 32 Pictografía: Escritura ideográfica33 que consiste en dibujar los objetos que han de explicarse con palabras.
- 33 Ideografía: Representación de ideas, palabras, morfemas o frases por medio de imágenes convencionales o símbolos.
- 34 Jeroglífico: Se dice de la escritura en que, por regla general, no se representan las palabras con signos fonéticos o alfabéticos, sino el significado de las palabras con figuras o símbolos. Usaron este género de escritura los egipcios y otros pueblos antiguos, principalmente en los monumentos.
- 35 Logosilábica: Escritura que se basa en signos logográficos (aquellos signos utilizados para designar palabras) y en signos fonéticos (aquellos signos utilizados para transcribir sílabas), o alfabéticos.
- 36 Convención: Ajuste y concierto entre dos o más personas o entidades. // Norma o práctica admitida tácitamente, que responde a precedentes o a la costumbre.
- 37 Rebus: El procedimiento rebus se basa en palabras que al ser similares sus pronunciaciones se podían intermcambiar los logogramas.
- 38 Glifo: Un glifo es un signo grabado.
- 39 Mixteca: Se llama así a un pueblo originario de Mesoamérica localizado en lo que hoy son los estados mexicanos de Oaxaca, Guerrero y Pueblo. Su origen se remonta a entre los siglos XV-II a. de C., llegando a su fin a comienzos del siglo XVI d. de C. después de que los territorios mexicanos fueran conquistados y se establecieran allí los europeos.
- 40 Adoctrinar: Inculcar a alguien determinadas ideas o creencias.
- 41 Catequista: Persona que imparte catequesis42.
- 42 Catequesis: Ejercicio de instruir en cosas pertenecientes a la religión.
- 43 Ocarina: Instrumento musical de forma ovoide más o menos alargada y de varios tamaños, con ocho agujeros que modifican el sonido según se tapan con los dedos. Es de timbre muy dulce.
- 44 Etnografía: Estudio descriptivo de las costumbres y tradiciones de los pueblos.

DATOS DE INTERES

HORARIOS DE APERTURA/VISITA:
- Horario de verano (del 1 de mayo al 31 de octubre): De martes a sábado, de 09:30 a 20:30 en horario ininterrumpido. Domingos y festivos, de 10:00 a 15:00 (salvo aquellos días en los que haya actividades programadas).
- Horario de invierno (del 1 de noviembre al 30 de abril): De martes a sábados de 09:30 a 18:30. Domingos y festivos de 10:00 a 15:00 (salvo aquellos días en los que haya actividades programadas).
Cerrado todos los lunes del año, 1 de enero, 1 de mayo, 24, 25 y 31 de diciembre y dos festivos locales.

LOCALIZACIÓN Y COMUNICACIONES:
VUELOS:
TREN:
METRO: Línea 3, estación de Moncloa (salida Isaac Peral); Línea 6, estación de Moncloa (salida Plaza de la Moncloa); Línea 7, estación de Islas Filipinas (salida Gaztambide).
AUTOBÚS: Líneas 1, 2, 16, 44, 46, 61, 82, 113, 132, 133 y circular.
COCHE:

BIBLIOGRAFIA Y ENLACES EXTERNOS:
- María Concepción García Sáiz, Félix Jiménez Villalba, Araceli Sánchez Garrido y Salvador Rovira: "Museo de América. Guía Breve", Ministerio de Cultura, Secretaría General Técnica, Subdirección General de Publicaciones, Información y Documentación, NIPO:551-10-129-8, ISBN:978-84-8181-476-7, Depósito legal: M-49714-2010.
- María Concepción García Sáiz y Félix Jiménez Villalba: "Museo de América, mucho más que un museo", Artigrama, núm. 24; Año 2009; pp. 83-118; ISBN:0213-1498.
- Museo de América
- Monumentamadrid
- DRAE

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