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una Ventana desde Madrid

Museos de Madrid

Museo Nacional de Artes Decorativas (y II)

Por Lourdes Morales Farfán


Museo Nacional de Artes Decorativas, Escalera Noble

Regresamos con este reportaje a un lugar al que ya le dedicamos una primera parte anteriormente: el Museo Nacional de Artes Decorativas. Continuando con un repaso por la historia de la ornamentación en lo que a objetos y mobiliario se refiere, en esta página, haremos un recorrido por las plantas tercera y cuarta del edificio, dedicada la una al siglo XVIII y la otra, a parte del XVIII y el XIX, respectivamente.

Antes de continuar, se hace necesario recordar que para llegar a este punto ya vimos en el primer monográfico la planta baja del museo, dedicada a exposiciones temporales; la primera planta, zona noble del antiguo palacio de Doña María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros, Duquesa de Santoña, destinada igualmente a exposiciones temporales y en la que también podemos ver una serie de alfombras hechas en Alcaraz (Cuenca) entre los años XV y XVI; y, por último, la segunda baja, donde vimos los cueros y guadamecíes en la galería central, varias salas en las que se recrean algunas estancias propias de una casa señorial del siglo XVII y otros espacios en los que se exponen unas selecciones de piezas de cerámicas, tejidos y otros adornos.

Localización: Calle Montalbán, 12. CP: 28014 Madrid.


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Pero no demoremos más nuestra visita y dirijámonos a la escalera de servicio, por la que subiremos hasta llegar a la tercera planta del museo. Ésta, como ya hemos indicado al inicio de este reportaje, está dedicada al siglo XVIII y en ella podremos ver diferentes piezas de mobiliario y de decoración realizadas en estilos rococó1 y neoclásico2. Igualmente, se exponen algunos objetos en los que apreciaremos la influencia de estilos orientales: las chinerías. Especial atención tendrán las piezas de cerámica de Alcora y las de cristal de la Granja , así como los trabajos de marquetería, algunas porcelanas provenientes de la Real Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro y un precioso nacimiento napolitano expuesto en una sala dedicada especialmente a él.


Museo Nacional de Artes Decorativas, El nuevo gusto

Comenzamos nuestro recorrido por la tercera planta en la sala que hay a la derecha, nada más terminar de subir la escalera, denominada El nuevo gusto, un ejemplo de ese inicio de transformación de las estancias de las casas señoriales. En el año 1700, comienza una nueva dinastía en la monarquía española, la de los Borbones, de la mano de Felipe V, y con ella, un cambio en la sociedad y en los estilos artísticos que se traduciría también en las artes decorativas. En el país, las producciones españolas experimentan una apertura a nivel internacional queriendo adoptar los modelos de otros países, por lo que será Felipe V quien se encargue, en este sentido, de modernizar los Reales Sitios adaptándolos a las nuevas preferencias. De este modo, las primeras obras (arquitectónicas y en otros ámbitos artísticos) llevadas a cabo al inicio de su reinado serían una imitación del barroco4 que, en Francia, promovió su abuelo Luis XIV. Más adelante, tras casarse con Isabel de Farnesio en 1715, se introducirían algunas estéticas italianas.

Pero será a partir de los años 20 del siglo XVIII cuando los gustos de otros países se generalicen en las casas españolas, cuyos dueños empezaron a amueblar con diferentes piezas características de dicho momento, tales como consolas5, cómodas6, canapés7, etc. Alrededor de 1740, se introduce en España el rococó, lo que se traduciría en cambios de formas en los objetos, siendo éstas más curvas y asimétricas, dotándolos de una mayor sensación de movimiento; en concreto, las decoraciones se inspiran en las técnicas y gustos orientales, dando lugar a los chinescos, o chinerías, y al uso cotidiano de la ornamentación de rocalla8.

Ejemplo del nuevo mobiliario lo podemos ver en esta sala, en la que las piezas están realizadas en madera posteriormente dorada y de las que destacan sus formas sinuosas y recargadas, características, como ya hemos indicado, de esta época. Así, veremos consolas y espejos dorados, metáfora que hoy día podríamos relacionar con el esplendor de la Corte del Rey Sol, sobrenombre dado a Luis XIV, entre otras piezas tales como dos ployants, o taburetes de tijera

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Museo Nacional de Artes Decorativas, Cambios en el mobiliario. Colecciones de joyería y plata

En la siguiente sala, que en el plano del recorrido de museo se ha venido a denominar Cambios en el mobiliario. Colecciones de joyería y plata, podremos ver más ejemplos de los nuevos gustos de la época aplicados a los muebles y a los objetos puramente decorativos. Así, se expone una bellísima consola realizada en Italia; los pies, realizados en madera dorada, son de principios del siglo XVIII, mientras que el tablero es de finales del XVII y está hecho de mármol con incrustaciones de piedras duras. Sobre ella, hay un espejo similar a los que ya vimos en la sala anterior. A los lados, completan el pequeño conjunto sendos tibores9 Imari de porcelana de finales del XVII, o comienzos del XVIII, procedentes de Japón. Según leeremos en los paneles informativos del museo, con el término Imari se hace referencia a un estilo de decoración cerámica japonesa cuyo objetivo era la exportación a Europa desde mediados del siglo XVI, llevándose a cabo su distribución desde el puerto de Arita. En las dos piezas que aquí se exponen, están representados los símbolos de la emperatriz de Japón, el ave y la flor de la paulonia10, además de peonías11 y crisantemos.

Museo Nacional de Artes Decorativas, Tapiz de Leyniers

A su derecha, otro conjunto de objetos nos muestra el intento de adaptar los muebles tradicionales a las necesidades y nuevos estilos del siglo XVIII. De este modo, sobre el pequeño estrado, hay una silla de brazos típica hasta entonces que se ha embellecido con un damasco12; a la derecha, hay una silla plegable portuguesa que nos advierte de que los comedores aún no eran fijos y todavía se utilizaban asientos transportables. Finalmente, el frontal se cubre con un hermoso tapiz de Leyniers realizado sobre cartón de Teniers, mientras que en la pared de la derecha, cuelga un cuadro del pintor Luca Giordano que podemos ver en la fotografía general de la sala, lo que refleja el paso del uso de los tapices para cubrir los muros hacia un mayor gusto por la pintura por parte de la nobleza.

La sala cuenta, además de con otros muebles y objetos, con una vitrina en la que se expone una serie de objetos de plata relacionados con su utilización en la mesa; proceden de talleres españoles, básicamente de Madrid, Navarra y Andalucía, habiendo sido realizados entre los siglos XVII y XIX.

Museo Nacional de Artes Decorativas, Diferentes juegos de porcelana

Una segunda vitrina nos muestra varios juegos de porcelanas. Por un lado, la Porcelana de la familia azul y blanca, que está formada por algunas piezas recogidas de entre los restos del naufragio que sufrió el barco chino Vung Tau alrededor de 1690 frente a las costas de Vietnam; éstas datan de finales del XVII y principios del XVII y suponen una muestra del intercambio comercial que tuvo España desde el siglo XVI con China, así como del gusto que, por entonces, aún se tenía por la estética oriental en la decoración. Por otro lado, están las piezas de la Vajilla de los Despuig, condes de Montenegro y Montoso, familia de origen mallorquín; en Europa comenzó a buscarse la forma de imitar la porcelana china, pero ante la falta de caolín13, se derivó al uso de otros materiales cerámicos y de esmaltes blancos en los que se pintaban motivos orientales; así, de las fábricas que se desarrollaron en el viejo continente destacan las de Portugal y las de Holanda, país este último en el que los Despuig encargaron su vajilla, concretamente a la fábrica "La Estrella Blanca" ("Witte Starre"). También hay una fuente y una sopera procedentes de la Vajilla de Felipe V, encargada a China por el monarca por su ascenso al trono; en ella, destaca el escudo del rey, pero los colores nos indican el gusto que ya imperaba por el estilo Imari, antes explicado. Y por último, tenemos algunas piezas de la Vajilla del Conde de Ricla, cuyo estilo se enmarca en el que los alfareros franceses del siglo XIX denominaron "familia rosa" y que se distingue por el uso de esmaltes de diferentes colores, como el azul, el turquesa, el verde, el amarillo, el negro, etc., sobresaliendo de entre todos ellos el rosa, color que poco a poco se usaría en China a partir de 1719 debido a la influencia europea.


Museo Nacional de Artes Decorativas, Chinerías

La siguiente sala ha recibido el nombre de Chinerías, lo cual ya nos anticipa que los objetos aquí expuestos son reflejo, una vez más, del gusto por lo oriental para la decoración de las habitaciones de las casas del siglo XVIII, así como del activo comercio llevado a cabo con países como China gracias a las importaciones de diferentes objetos de lujo traídos a España. En este caso, lo que veremos está mayormente relacionado con el mobiliario de estancias más íntimas. Así, en esta primera fotografía podríamos destacar las dos figuras de músicos, una femenina y otra masculina, que formaron parte del Real Gabinete de Historia Natural de Carlos III; realizadas en madera pintada, las dos proceden de China y están datadas de entre los siglos XVII-XVIII; es posible que ambas portaran originalmente algún instrumento musical entre sus manos. Frente a la mesa sobre la que están ambas tallas, hay un instrumento musical de cuerda llamado salterio14.

Museo Nacional de Artes Decorativas, Bureau cabinets

Al otro lado de la sala, se nos muestra un mobiliario del que se podrían resaltar los dos bureau cabinets que hay colocados a izquierda y derecha y que formaron parte de un conjunto que perteneció a los duques del Infantado. Su autoría no está reconocida, si bien es posible que fueran realizados en Londres por Giles Grendey, uno de los fabricantes de muebles ingleses más importantes de finales del siglo XVIII. Ambos están hechos con una técnica denominada "japanning inglés", imitación realizada en el país británico de las lacas orientales y que consistía, según nos explican en el museo, en usar "varias capas preparatorias de carbonato cálcico mezclado con cola, sobre las que se pintaba y decoraba el motivo, que luego se barnizaba con otras ocho o diez capas de goma-laca". Este tipo de muebles estaba destinado a formar parte de la decoración de habitaciones llamadas "de sociedad", aquellas que servían para recibir a la familia y/o invitados dentro de un ambiente acogedor e íntimo, a la par que alegre y vistoso gracias a estos "caprichos".


Museo Nacional de Artes Decorativas, El nacimiento napolitano

Continuamos y la siguiente sala será la llamada El nacimiento napolitano, que, como su nombre indica, está dedicada a los nacimientos, entendidos éstos como una serie de figuras expuestas en diferentes escenas y que celebran el alumbramiento de Cristo; estos conjuntos solían ser montados en las casas (y aún en la actualidad) durante la Navidad, alcanzando su mayor auge en el siglo XVIII. Pues bien, partiendo de esta idea, el museo ha dedicado toda una sala a estas figuras, destacando sin lugar a duda el nacimiento de procedencia napolitana que ocupa todo el espacio frontal de la habitación.

Museo Nacional de Artes Decorativas, Figuras y escenario del nacimiento napolitano

En él, el escenario representado se basa en ruinas de la Antigüedad Clásica, inspirándose concretamente en restos de ciudades descubiertas en las inmediaciones de la ciudad italiana de Nápoles. Este tipo de figuras estaban hechas con una especie de armazón de alambre, el cual era recubierto por estopa16 y al que se le añadían la cabeza, los brazos y las piernas, elementos estos de barro cocido. Todas ellas visten con los ropajes populares propios de la época, además de con diferentes utensilios en función del oficio que desempeñen; son los llamados "pastori", que en italiano significa "pastores", y, como curiosidad, cabe señalar que, aunque tenían unas medidas aproximadas de entre 30 y 40 centímetros, solían variar de tamaño dependiendo del lugar en el que se colocaran para dar sensación de perspectiva y de mayor realidad al espectador. De entre todos los personajes, podremos contemplar algunos vestidos "a la española" con indumentaria de fiesta; estas piezas podrían haber sido encargadas por el príncipe Carlos, habiendo sido atribuida su realización al escultor Esteve.

En la sala, también se exponen más piezas relacionadas con el episodio del nacimiento y su asociación a la Navidad. Por ejemplo, veremos un conjunto de tres Reyes Magos realizados en Filipinas durante el mandato del rey Felipe IV; también hay dos escaparates, obra ambos de Fray Eugenio de Torices, en los que se representan dos escenas diferentes con figuras de cera: una, sobre la Huída de Egipto, y otra, sobre varios momentos de la infancia de Jesús.


Museo Nacional de Artes Decorativas, Innovaciones técnicas. Marquetería y porcelana

Vamos avanzando y entramos en la sala de Innovaciones técnicas. Marquetería y porcelana, dedicada a estas dos técnicas tan características del siglo XVIII y a su utilización de cara a realizar objetos de lujo que llenarían las ya mencionadas "habitaciones de sociedad". Tal fue el auge y la importancia de estos productos que, en España, el rey Carlos III creó el Real Taller de Ebanistería y la Real Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro con el fin de, entre otros motivos, fomentar el desarrollo de estas técnicas y así no sólo depender menos de las importaciones de otros países, sino también impulsar el comercio exterior español.

De esta forma, aquí podremos ver diferentes ejemplos de ambas técnicas. Por un lado, los de marquetería, representada por varios tipos de muebles, como una cómoda perteneciente a los duques de Santoña, quienes levantaron el palacio en el que está instalado el museo, o una mesa de juego plegable hecha en el ya mencionado Real Taller de Ebanistería, entre otros. De todos los trabajos en marquetería que existen, podríamos nombrar dos de los más usados: el llamado "chapeado plumeado", en el que la decoración se obtiene combinando la dirección de las vetas que tiene la propia madera, y el de "elemento por elemento", en el que se usan pequeñas piezas cortadas y posteriormente unidas para formar distintas composiciones.

Museo Nacional de Artes Decorativas, Pordelana de la Real Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro

Por otro lado, se exponen varias piezas de porcelana realizadas en la Real Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro entre los siglos XVIII y XIX y procedentes de diferentes conjuntos, como un enfriador de botellas que pertenecía a una vajilla de Isabel de Farnesio, o una fuente de la vajilla de Carlos IV y María Luisa de Parma, así como otras figuras decorativas de carácter mitológico, o el juego de café que podemos ver en la imagen que acompaña estas líneas.

La producción que se llevó a cabo en la Fábrica de Porcelanas podría dividirse en tres etapas atendiendo a dos factores. Por una parte, si seguimos la pauta de los directores del obrador de composición de pasta, la división podría ser: primera etapa, de 1760 a 1784, con Cayetano y Carlos Schepers al frente; segunda etapa, de 1784 a 1803, con Carlos y Felipe Gricci; y tercera etapa, con Bartolomé Sureda. Por otra parte, si tenemos en cuenta el estilo empleado, las obras que salieron de esta fábrica evolucionaron de la semejanza con las piezas napolitanas de los años finales del barroco, al neoclasicismo de la mano de la influencia de las producciones de Sèvres, llegando al llamado estilo Imperio de comienzos del siglo XIX.


Museo Nacional de Artes Decorativas, Neoclasicismo

Esa evolución en los gustos por estilos más clásicos la podemos encontrar en la siguiente sala, en la que se ha recreado un salón para recibir a las visitas fuera del protocolo ("pieza de compañía", que se decía en la época). Esta sala está dedicada al Neoclasicismo, modelo que se fue desarrollando a lo largo del último tercio del siglo XVIII. Como características principales, podemos destacar la vuelta a la simetría y las líneas rectas, perdidas en cierto modo con el barroco. El descubrimiento de las ciudades de Pompeya y Herculano cerca de Nápoles reavivó el gusto por la semejanza con la Antigüedad Clásica, introducida en España por Carlos III, bajo cuyo reinado vieron la luz ambas ciudades. Será con Carlos IV con quien se extienda entre los nobles y la burguesía este nuevo modelo artístico; un ejemplo de ello lo podemos ver en esta sala: por un lado, tenemos un busto del X Duque de Híjar, obra de Joaquín Ferrer de 1810; y, por otro, un retrato de Doña María Josefa Salcedo y Cañas, Duquesa del Parque, que aparece vestida a la moda francesa de la época, óleo de Agustín Esteve de entre 1810 y 1818.

En lo que se refiere a los muebles, éstos adoptan los colores pastel, principalmente los azules, verdes y color de perla, propios de aquellos que se fabricaron bajo manufactura madrileña. De los que aquí se exponen, podemos destacar el sofá que aparece a la derecha de la imagen que acompaña estas líneas y cuyo respaldo es desmontable, pudiendo convertirse así en una otomana17. La reina María Luisa lo llevó cuando la Corte viajó a Barcelona para recibir a María Antonia de Nápoles, primera esposa del futuro rey Fernando VII.

Por último, cobran especial interés los relojes como elementos puramente decorativos, siendo su procedencia de dos escuelas: por un lado, la inglesa, cuyos relojes tenían una maquinaria duradera y de muy buena calidad; y por otro lado, la francesa, de la cual sobresalía la ornamentación de la caja con adornos escultóricos y arquitectónicos hechos con materiales nobles, aunque eso sí, en detrimento de la maquinaria. En la sala, podremos ver un par de bellos relojes de este tipo.


Museo Nacional de Artes Decorativas, Mobiliario europeo. Abanicos

Desde donde estamos, la siguiente sala la tenemos a nuestra espalda bajo el nombre de Mobiliario europeo. Abanicos. En esta estancia aneja, se han reunido diferentes ejemplos de referencias internacionales en las que se han basado las artes decorativas en España. A lo largo del siglo XVIII, se hizo más acusada la diferenciación entre las dependencias de carácter público y las de carácter privado dentro de los palacios y las casas de personas adineradas. De este modo, las estancias destinadas a un uso público continuaron teniendo un mobiliario sobrio y, como ya hemos visto en otras dependencias, arrimado a la pared; por su parte, las habitaciones privadas cambiaron sus muebles por otros de mayor comodidad, siendo los sillones y sillas colocados en grupo en el centro de las salas para, así, facilitar la conversación de los presentes. En la fotografía, tenemos una muestra de este tipo de muebles; concretamente, se trata de una sillería18 formada por un sofá, sillones y banquetas; procedente de la Corte de Luis XIV, fue adquirida por el Duque de Alba.

Museo Nacional de Artes Decorativas, Sillas de mano

Otro de los ejemplos de los muebles de esta época son las sillas de mano, destinadas a transportar personas en su interior. Muy utilizadas en Madrid ya en el siglo XVII, llegando a veces a ser usadas incluso para los desplazamientos dentro de los palacios, a lo largo del XVIII fueron transformadas con una ampliación de sus ventanas. Será también en este siglo cuando su uso deje de estar restringido a determinadas clases sociales, teniendo así un uso más extendido.

El resto de la sala se completa con otros muebles, como por ejemplo unos taburetes de tijera que podrían haber sido heredados por Felipe V de su abuelo el Rey Sol; una papelera con motivos dedicados a este mismo monarca y que formaba parte de un conjunto de cuatro encargado en Amberes por Don Francisco María de Paula Téllez Girón, VI Duque de Osuna; una biblioteca de marquetería realizada en el Real Taller de Ebanistería y en cuyo interior se guarda una vajilla de porcelana de Compañía de Indias, fabricada en China y que lleva los escudos de la familia Asteguieta; o una mesa de juegos con los pies de madera dorada del siglo XVIII y el precioso tablero hecho en Italia hacia el año 1600 con un mosaico de piedras duras.

Museo Nacional de Artes Decorativas, Abanico

No podemos abandonar la estancia en la que estamos sin fijarnos en una pequeña vitrina donde hay expuestos un conjunto de abanicos. Conocidos en prácticamente toda Europa ya desde el siglo XVI debido a las importaciones que se venían haciendo desde Oriente, su importancia aquí viene determinada por su transformación de objetos preciosos a ser un complemento más de la vestimenta de las damas nobles durante el siglo XVII.

La mayoría de ellos se importaba de Inglaterra y Francia, así como de las ciudades asiáticas de Cantón y Macao. El varillaje se fabricaba con materiales nobles, como el marfil, el carey, o el nácar. El país19 se hacía de papel, seda, o piel, y estaba pintado a mano con representaciones de escenas mitológicas y/o históricas, fiestas, etc.; además, su tamaño y apertura se amplió hasta los 180º en el año 1715. Así, en esta vitrina, podremos ver algunos de estos abanicos hechos en China y que se llamaban "de pantalla", siendo los más importantes con que cuenta el museo dentro de su colección de abanicos orientales.


Museo Nacional de Artes Decorativas, El gabinete. Porcelanas centroeuropeas

Regresamos a la sala ya vista sobre el Neoclasicismo y la atravesamos para dirigirnos, siguiendo el orden del plano del museo, a la que hay a continuación: El gabinete. Porcelanas centroeuropeas. En ella, y como su nombre indica, se ha recreado un gabinete, habitación de no muy grandes dimensiones que se solía utilizar para recibir a las visitas de confianza. En algunas casas, también servía como lugar de trabajo e incluso donde colocar algunas colecciones de objetos que se usarían para el estudio de determinadas materias.

En esta sala, el mobiliario guarda relación con el tipo de estancia recreada como habitación de trabajo. Así, podemos ver un escritorio de madera de pino de finales del siglo XVIII y procedente de Italia, o un sillón y un par de sillas, todos españoles. En una de las vitrinas, también veremos algunos objetos propios de esta habitación, como una escribanía20 de plata de comienzos del siglo XIX, obra de Salvador Seco.

Museo Nacional de Artes Decorativas, El gabinete. Porcelanas centroeuropeas, otra vista

Por otro lado, aquí podremos tener un primer acercamiento a la importancia que comenzaron a tener las porcelanas en Europa. En el siglo XVIII, el continente europeo empezó a acoger la creación de fábricas de porcelana, siendo la primera de ellas la de Meissen, en Sajonia, Alemania, en 1710, dirigida por el químico F. W. Bötlger, quien ya había descubierto minas de caolín en la zona. De ella, se expone una botella con chinerías en una de las vitrinas de esta sala. Pero ésta fábrica no fue la única, sino que sólo fue el precedente de otras que vinieron a continuación, como Sèvres, Viena, Capodimonte, el Buen Retiro, Alcora (que veremos más adelante), etc. Conseguir una buena producción llegó a convertirse en un símbolo de prestigio para un país, por lo que las élites, con las monarquías a la cabeza, ayudaron y fomentaron la investigación para aprovechar una forma eficiente los recursos. Tal sería el fervor, que algunas Cortes de Europa incluso competían para ver qué fábrica de qué país lograba una porcelana más parecida a la "auténtica", la de China. La ausencia de caolín en la mayoría de estas fábricas hizo que tuvieran que experimentar lo indecible a la hora de crear las pastas, por lo que a veces las "recetas" eran guardadas como un secreto de lo más preciado.

De este modo, en la vitrina que tenemos en esta sala, se exponen algunas piezas de estilo rococó de las que sin duda lo que más nos llamará la atención serán sus ricos colores y sus adornos, así como otras piezas de color blanco, algunas de ellas esmaltadas. También será una delicia contemplar la preciosa lámpara que cuelga del techo.


Museo Nacional de Artes Decorativas, Sala de la Cerámica de Alcora

Avanzamos y entramos en una sala alargada denominada Cerámica de Alcora, en la que, a través las piezas expuestas en ella, nos acercaremos a la historia de esta fábrica ubicada en la provincia de Castellón. El germen de su origen lo encontramos, como era de esperar, en Francia. Allí, Jean Baptiste Colbert, ministro de Luis XIV, apostó por la creación de manufacturas reales y de empresas de mano de las clases nobles, todo ello con el fin de relanzar la economía del país. Siguiendo las ideas de Colbert, los Borbones intentaron introducir poco a poco un modelo similar en una España en la que aún sobrevivían los talleres de artesanos y los gremios21. Sin embargo, se encontraron con algunos frenos que ralentizaban aún más el proceso, como el exceso de burocracia y la propia nobleza española, que se decantaba por unas formas de ingresos más tradicionales.

Pero bien es cierto que hubo algunas excepciones, como el caso que ahora nos ocupa. En el año 1727, Don Buenaventura Pedro de Alcántara Jiménez de Urrea, IX Conde de Aranda, funda en su señorío de Alcalatén, en Castellón, una fábrica de loza. La tradición alfarera que ya había en la zona, así como unos buenos yacimientos de arcilla, abundante leña para el combustible y una inmejorable situación geográfica de cara al comercio por mar, hicieron de la localidad de Alcora la elegida para su ubicación. Para ello, además, contó con numerosas ayudas por parte de la Corona. De este modo, el Conde insistió en la importancia de traer maestros franceses que enseñasen a los trabajadores locales. Al poco, consiguió crear una buena red de distribución en toda España, gracias asimismo a la gran calidad que tenían las piezas fabricadas, vendidas a un precio menor que el que se pagaba hasta entonces por las porcelanas. Fue así como la Fábrica de Alcora alcanzó el éxito.

Museo Nacional de Artes Decorativas, Cerámica de Alcora

Es curioso el funcionamiento interno que tenía la fábrica, pues marchaba como si fueran realmente una pequeña comunidad. Dentro, se regía por unas ordenanzas creadas en el mismo año de su fundación, 1727, y que fueron actualizadas cuatro veces. Todo estaba bajo control, desde las jornadas de trabajo, hasta los libros de cuentas, pasando por los materiales, inventarios, etc. Incluso existía una cárcel, siendo especialmente castigados aquellos que cometiesen espionaje industrial.

En Alcora, lo que se producía básicamente era cerámica esmaltada, o "loza común". Muchos fueron los intentos por conseguir la pasta de la auténtica porcelana... esfuerzos que fueron en vano. Tan sólo el maestro sajón Juan Knipffer creó, en 1760, lo que se llamó "porcelana media", o "loza fina", que venía a sustituir a la anterior. Otro tipo fue la denominada "tierra de pipa"; comenzada a fabricar por Francisco Martín en 1774, de color crema y acabado pulido y brillante, sería la que, con el tiempo, llegara a tener mayor demanda.

La fabricación de piezas de vajilla se producía en serie gracias a la utilización de una gran variedad de moldes. En cuanto a las esculturas, el maestro, u oficial, realizaba una matriz22 en barro cocido de la cual se extraía el molde que más tarde serviría para hacer las piezas. Finalmente, la decoración se aplicaba con un pincel sobre el esmalte, el cual contenía estaño, y por lo general se trataba de copias de bocetos previos. Más adelante, esto derivó a técnicas más avanzadas, como los estampados y los reflejos dorados, entre otras.

Museo Nacional de Artes Decorativas, Evolución de la cerámica de Alcora

En lo que concierne a la evolución de la producción de la fábrica, ésta se suele dividir en cuatro etapas en función de las series decorativas y/o de los materiales empleados. Así, la primera etapa va de 1727 a 1742; durante este período, los maestros franceses ayudaron al inicio de la fábrica, trayendo además las técnicas y gustos galos y destacando de entre todos ellos el ceramista y dibujante Joseph Olerys. La segunda época discurre entre 1742 y 1787, iniciándose con el traspaso de la dirección a manos del hijo del Conde de Aranda; tras su visita a la fábrica de Meissen (Sajonia), su obsesión será la de conseguir la porcelana pura; aquí se enmarcan series de esculturas, fauna de Alcora, serie de rayado rojo, de ramito, piezas de engaño, etc. A continuación, la tercera etapa va de 1787 a 1798; el X Conde de Aranda contrató al pintor de la Fábrica de Sêvres Pierre Cloostermans para que fabricase tierra de pipa y porcelana; este nuevo período traerá consigo la adopción de modelos franceses (serie de "estilo Sèvres") y alemanes (serie de "flores alemanas"). Y, por último, la cuarta época, entre 1798 y 1858, momento en que la fábrica pasará a un sobrino del director, el IX Duque de Híjar; entonces, serán artistas italianos procedentes de la Fábrica del Buen Retiro los que se incorporen al trabajo, aportando así nuevas técnicas. Finalmente, la fábrica es arrendada a Ramón y Matías Girona en 1858. Más adelante, en 1895, la adquiere Cristóbal Aycart, cerrando de manera definitiva en 1944.

De todas las series mencionadas aquí y de varias más que por su extensión no recogemos, podremos ver un buen número de ejemplos en la exposición que tenemos en esta sala. Las piezas son de lo más diversas, desde platos, floreros, o jarrones, pasando por alguna escribanía, u diversos objetos relacionados con el uso doméstico, como tazas, salseras, etc., además de alguna que otra pequeña escultura.


Museo Nacional de Artes Decorativas, La alcoba estilo rococó

Vamos llegando casi al final del recorrido por esta tercera planta del museo y, al lado de la escalera por la que subimos hasta aquí, nos encontramos con la sala de La alcoba, recreación de un dormitorio con muebles de estilo rococó y con imágenes religiosas del siglo XVIII. La pieza principal de esta habitación es, como ya nos habremos dado cuenta, la cama levantina que hay situada en el centro. De ella, destaca el imponente cabecero pintado, dorado y decorado con bajorrelieves en los que se representan guirnaldas, rocallas y falsas construcciones arquitectónicas, todos ellos elementos típicos del rococó; la escena que aparece en la tabla es la parábola de San Agustín, en la que el santo intenta explicar el misterio de la Santísima Trinidad. Estas camas procedían de talleres ubicados en diversas localidades catalanas y, si bien la calidad podía ser discutible, lo cierto es que eran de lo más vistosas.

Como hemos dicho, el resto de la alcoba se completa con una variada selección de imágenes devocionales, lo cual nos da una idea de que la religión continuaba muy presente en la cotidianeidad del día a día. Aquí, podemos ver una capilla portátil del primer tercio del siglo XVIII que acoge una talla de la Inmaculada Concepción de comienzos del XIX; también hay sendos ángeles a los lados de la cama, ambos realizados en metal recortado y esmaltado, así como un relieve siciliano que representa un Calvario, entre otras imágenes.

En lo que respecta al mobiliario, éste es del mismo estilo que la cama. Vemos un sofá de 1779, una pequeña mesita rinconera y una silla de brazos de mediados del siglo XVIII.

Y no deberemos irnos sin antes alzar la vista al techo y admirar la bella lámpara de cristal de Murano, ejemplo de la ornamentación barroca que tanto éxito tuvo en los países del Mediterráneo.


Museo Nacional de Artes Decorativas, Real Fábrica de Cristales de la Granja

La última sala está instalada en un pabellón central que hay en esta tercera planta y está dedicada al Cristal de la Granja. Ya hemos visto en salas anteriores el interés que tenían los Borbones por impulsar las manufacturas reales nacionales; pues bien, en el caso del vidrio, esto se llevó a cabo con la fundación de la Real Fábrica de Cristales de la Granja, en la provincia de Segovia.

En el año 1719, Don Juan de Goyeneche, tesorero de la reina Isabel de Farnesio, instala en la localidad madrileña de Nuevo Baztán una fábrica de vidrio, pero la competencia de otros países y la falta de materias primas hicieron que tuviera que cerrarla poco después, en 1724. Tres años más tarde, a partir de 1727, Ventura Sit y Carlos Sac, ambos de origen catalán, consiguen una autorización real por parte del monarca Felipe V por la cual se les permite fabricar vidrio plano en el Real Sitio de la Granja de San Ildefonso (Segovia). Diez años después, en 1737, esta Fábrica de Planos sería convertida en Manufactura Real con el propósito de abastecer las necesidades de palacio y de otras dependencias de la Corona. La incorporación de maestros galos trajo consigo que en 1746 se fundara otra manufactura, la Fábrica de Franceses, o Labrados. A continuación, en 1750, serán los artistas alemanes los que lleguen al país, creándose la Fábrica de Entrefinos, o de Alemanes. Estas dos últimas se encargarían de elaborar todo tipo de piezas que formaban las vajillas entonces, decorándolas con las más variopintas técnicas europeas. Un grave incendio destruiría la Fábrica de Planos en 1770, tras lo cual se levantó un edificio extramuros en el que se instalarían todas las fábricas y los almacenes que, hasta ese momento, estaban dispersos por el Real Sitio de la Granja.

Museo Nacional de Artes Decorativas, Real Fábrica de Cristales de la Granja, segunda época

Varias fueron las técnicas llevadas a cabo a lo largo de su historia, pero, sin ser expertos en la elaboración del vidrio, no entraremos a fondo en ellas. Sin embargo, sí nos parece interesante apuntar que la producción en esta Fábrica de Cristales de la Granja puede dividirse en cuatro etapas principales, pudiendo ver diferentes ejemplos de ellas en las numerosas vitrinas que se exponen en esta sala.

La primera etapa iría desde 1727 a 1787 y, durante ella, es posible ver en el material realizado la influencia de otros dos lugares productores de cristal ampliamente conocidos aún hoy día: Murano (cerca de Venecia, al Noreste de Italia), de donde se tomó la decoración de hilos embebidos de distintos colores, y Bohemia (República Checa), de donde se imitaron las técnicas del grabado a la rueda y la talla sobre vidrio transparente. Durante este período, concretamente en 1746 con la incorporación de los maestros franceses, se empezará a producir la opalina23, material parecido a la porcelana.

La segunda época tuvo lugar entre 1787 y 1810 y estuvo marcada por una grave crisis económica que castigaba entonces a España, motivo por el cual la Real Fábrica de Cristales tuvo que producir piezas más baratas para que pudieran ser comercializadas con éxito. Esta producción se basó en vajillas de mesa de opalina (especialmente las decoradas con flores esmaltadas) y cristal transparente, si bien tuvieron bastante aceptación las imitaciones de tallas a la inglesas y el esmalte de Bohemia. La foto que acompaña estas líneas muestra varias piezas en la vitrina que son ejemplo de este segundo período.

Museo Nacional de Artes Decorativas, Real Fábrica de Cristales de la Granja, tercera época

La tercera etapa abarca desde 1815 a 1833 y está caracterizada por la bajada en la producción una vez pasada la dominación francesa de nuestro país, volviendo a reactivarse después de que el monarca Fernando VII regrese de nuevo a trono. Se continuarán realizando piezas grabadas en cristal transparente, pero cobrarán mayor auge las ya mencionadas opalinas, especialmente las de color rosa, azul cobalto y azul turquesa, decoradas además con esmaltes. En lo que se refiere a los motivos de las decoraciones, éstos serán en relieve durante estos años, destacando principalmente las guirnaldas y los racimos de uvas, entre otros; también se realizarán pequeños medallones con retratos, o con representaciones de escenas galantes, todo ello bajo la clara influencia de los trabajos de Bohemia. En la vitrina, se exponen varias piezas realizadas durante esta época; aquí, podemos ver no sólo las características mencionadas, sino también cómo influyó en su producción la época del Romanticismo, reflejándose en las escenas bucólicas y los paisajes idealizados que decoran algunas de las piezas.

Museo Nacional de Artes Decorativas, Real Fábrica de Cristales de la Granja, cuarta época

Finalmente, la cuarta época va desde 1833 a 1900. La muerte de Fernando VII trajo consigo que, a partir de entonces, las manufacturas perdieran el apoyo de la Corona, por lo que las fábricas debían llegar a un público más amplio, algo que las obligó a bajar los precios y, por tanto, los costes de producción. Se empezó a producir en serie (como los vasos recordatorio, que triunfaron entre los turistas, algunos de los cuales podemos ver hoy en una de las vitrinas de la sala) y los motivos con los que se decoraban las piezas imitaban a los ya usados en etapas anteriores. La consecuencia no fue otra que la pérdida de calidad y de originalidad.

* * *

Regresamos a la escalera de servicio y subimos a la cuarta planta, última de nuestro reportaje. En ella, veremos algún ejemplo de la decoración en las casas del siglo XIX, representado aquí a través de la recreación un dormitorio. Pero sin duda, la sala más llamativa de esta planta será la de la cocina valenciana, cuya historia detallaremos más adelante. Finalmente, tendremos la oportunidad de contemplar un buen ejemplo de azulejos realizados en Levante, muestra de la importancia que adquirió este producto en toda España. El resto de la planta lo completan algunas salas dedicadas a exposiciones temporales.


Museo Nacional de Artes Decorativas, El dormitorio estilo imperio

Como hemos dicho, la visita por la cuarta planta comienza en una pequeña sala llamada El dormitorio. Si en la planta tercera veíamos una alcoba con mobiliario y decoración propia del rococó, en esta ocasión podremos contemplar la recreación de una habitación de estilo imperio24. A lo largo del reportaje ya nos habremos podido dar cuenta de que Francia ejercía una notable influencia en España en todo lo relacionado con las artes, ya fuera en la arquitectura o en la decoración. Esto continuaría en esta línea hasta bien entrado el siglo XIX, pues, a pesar de seguir los gustos franceses, su adopción en nuestro país se producía con un retraso de algunas décadas.

Como decíamos, en esta sala veremos un ejemplo del estilo imperio, cuya apariencia consistía en hacer propaganda del poder absolutista de Napoleón Bonaparte. Estéticamente, podríamos decir que era una "revisión" ampliada del neoclasicismo que tenía como base la visión francesa sobre los gustos grecorromanos y que consiguió, poco a poco, implantarse en otros países más allá del galo. Como aporte novedoso, a los elementos de la Antigüedad se sumaron las representaciones idealizadas relacionadas con la civilización egipcia, tales como las esfinges25, o los obeliscos26, que fueron incorporados a la arquitectura y a las artes decorativas en general. En España, su adopción definitiva vino con el ascenso al trono del rey intruso José I Bonaparte, en 1808.

De este modo, en los dormitorios, tal y como podemos ver en la fotografía, los muebles serán los verdaderos protagonistas que nos mostrarán las líneas de este nuevo estilo de manera más clara. Así, el mobiliario adquirirá formas menos sinuosas y más rectas, con curvas y proporciones menos atrevidas y con una mayor elegancia. En esta sala, concretamente, encontramos tres elementos principales: por un lado, la cama, realizada en España hacia 1820 en madera y bronce, la cual nos sirve de ejemplo perfecto a la hora de definir esa simplificación de las formas de la que hacíamos mención; por otro lado, un tocador, también español y hecho en madera, bronce y cristal; y, finalmente, una pequeña cuna en el centro de la habitación, igualmente española, tallada en madera y provista de un dosel27. El dormitorio se completa con otras piezas decorativas: unos cuadros, como una Sagrada Familia, obra de Luis Paret y Alcázar de alrededor de 1746, o un boceto del siglo XVII que representa una escena religiosa atribuido a Sebastián Herrera Barnuevo, o a Francisco Herrera "el Joven"; una pareja de candeleros28 de plata hechos en Madrid en 1843, concretamente en la Real Fábrica de Platería Martínez; o algunos objetos utilizados para el aseo personal diario, como un jarro y una jofaina29, ambos de plata y los dos obra de Juan Sellán de 1850 y 1855, respectivamente.


Museo Nacional de Artes Decorativas, La Cocina valenciana

A continuación, veremos una de las joyas del museo, la llamada Cocina valenciana. Esta cocina estuvo originalmente en una casa palaciega de finales del siglo XVIII situada en la Calle del Mar, 18, en Valencia, y los 1.604 azulejos que la componen fueron realizados en alguna de las fábricas que funcionaban en la zona. Tras derribarse la casa durante la Guerra Civil Española (1936-1939), la cocina fue comprada por el Estado en 1941, momento en que sería instalada en el museo fielmente a la original en una sala exclusiva para ella.

Museo Nacional de Artes Decorativas, La Cocina valenciana, zona de cocción

Los dibujos que aparecen en los azulejos representan diferentes escenas relacionadas con el servicio doméstico: alimentos que simulan estar colgados de las paredes, la señora de la casa revisando la merienda, distintos personajes del servicio, etc. Al fondo a la derecha, hay un pozo sobre el cual vemos una imagen de Nuestra Señora del Carmen, lo cual puede tener varias interpretaciones: por un lado, es posible que fuese un símbolo de protección del agua; por otro lado, puede que haga referencia a la profesión de navieros30 de la familia; o, lo más sencillo, que quizá su presencia sólo se debiera a la devoción de los dueños de la casa. A su lado, hay una alacena31 con diferentes vasijas y otras piezas de cerámica de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX. En lo que respecta al suelo, éste se cubre con una solería de losas rojas bizcochadas33 carentes de esmalte y que, normalmente, alternaban con otras losas decoradas. El resto de la habitación se completa con distintos utensilios propios de una cocina de ese tiempo.

Cabe mencionar que será en el siglo XVIII cuando se separen definitivamente en las casas el ámbito señorial y el de los criados, de ahí la importancia de esta cocina, pues llama la atención que, habiendo ya esa separación, ésta fuera tan ricamente decorada con este tipo de azulejería.


Museo Nacional de Artes Decorativas, Sala de Azulejos levantinos

Y terminamos nuestro recorrido por la cuarta planta y por el museo en la sala dedicada a los Azulejos levantinos. Ya hemos visto un ejemplo de bastante importancia en la cocina anterior, pero no sólo en Valencia se fabricaba este producto, sino que hubo varios centros de producción instalados de toda España, siendo los más importantes, junto a los de Levante, los que había en ciudades como Sevilla, Teruel, Talavera (Toledo), o Cataluña. El éxito que alcanzaron y la demanda que tuvieron se debió a diferentes factores, desde su función arquitectónica y aislante, hasta su utilización meramente decorativa gracias a los más amplios temas que en ellos se podían representar; esto trajo que fuesen usados en muy diferentes ámbitos, como pavimentos, balcones, altares, retablos, etc.

En lo que concierne a los azulejos valencianos en concreto, a lo largo del siglo XVIII las fábricas levantinas basaron la decoración de estas piezas en series de temas religiosos, de caza, marinos, taurinos, animales (reales o fantásticos), alimentos, objetos, etc. En cambio, la llegada del siglo XIX trajo otros referentes: escenas populares y de costumbres, representaciones de temática real o literaria, personajes pintados según épocas anteriores, etc. Esto lo podemos ver muy bien en los varios ejemplos que hay en esta sala, desde el panel de azulejos que ocupa en gran parte una de las paredes, a las piezas más pequeñas que abordan una temática más variada, tal y como hemos contado aquí.

Museo Nacional de Artes Decorativas, Alacena catalana

Sin querer entrar en hacer una explicación profesional de cómo se fabricaban, pues no es ése nuestro cometido ni somos expertos en la materia, sí que es interesante recoger los apuntes que sobre ello podemos ver en los paneles informativos que el museo dispone en esta sala. Para la realización de los azulejos era necesario un molde de madera, hierro, o escayola, el cual se rellenaba con barro cuya superficie era alisado con una paleta de nogal, eliminándose a continuación las posibles bolsas de aire apretando con una tabla. Después, se cortaba lo que sobraba fuera del molde con una media luna metálica, se sacaba del molde y se dejaba secar. Ya cocidos, se les daba una capa de esmalte hecho con plomo y estaño, y se decoraban. Esta decoración se basaba en algún boceto previo que se copiaba directamente en el azulejo con un pincel, o con una plantilla y carboncillo. Una vez hechos los contornos, se pintaba el interior con óxidos metálicos, los cuales estaban mezclados con goma arábiga35, o aceite, y ya estaba listo para volver a ser cocido, tras lo cual adquiría esa apariencia vidriosa.

En cuanto al resto de la sala, ésta se completa con diferente mobiliario, como una bonita alacena hecha en Cataluña en el último cuarto del siglo XVIII, o una silla de brazos procedente del Norte de España y datada también de finales del mismo siglo. En el centro de la estancia, veremos un brasero de latón y bronce realizado posiblemente en algún taller castellano.

Finalizamos aquí nuestra visita al Museo Nacional de Artes Decorativas, un antiguo palacio cuyo interior atesora las más diversas representaciones artísticas que un día adornaron otras casas palaciegas y gracias a las cuales hoy día sus visitantes pueden imaginar el recorrido histórico y estético que tuvieron las artes ornamentales a lo largo del tiempo hasta bien entrado el siglo XIX.


* * *

Lourdes Morales Farfán es Licenciada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. ↑


AGRADECIMIENTOS

En "una Ventana desde Madrid", queremos dar las gracias a todos aquellos que desempeñan una labor dentro del Museo Nacional de Artes Decorativas, especialmente al personal del departamento de difusión, sin cuya ayuda y atención no habría sido posible la elaboración de este reportaje.

Más Museo Nacional de Artes Decorativas


Museo Nacional de Artes Decorativas (I)



GLOSARIO

- 1 Rococó: Se dice del estilo barroco que predominó en Francia en tiempo de Luis XV.
- 2 Neoclasicismo: Corriente literaria y artística, dominante en Europa desde finales del siglo XVII hasta entrado el siglo XIX, que aspiraba a restaurar el gusto y normas del clasicismo3
- 3 Clasicismo: Estilo literario o artístico fundado en la imitación de los modelos de la Antigüedad griega o romana.
- 4 Barroco: Se dice del estilo que en la arquitectura y en las artes plásticas se desarrolló en Europa e Iberoamérica durante los siglos XVII y XVIII, opuesto al clasicismo y caracterizado por la complejidad y el dinamismo de las formas, la riqueza de la ornamentación y el efectismo.
- 5 Consola: Mesa hecha para estar arrimada a la pared, comúnmente sin cajones y con un segundo tablero inmediato al suelo.
- 6 Cómoda: Mueble con tablero de mesa y tres o cuatro cajones que ocupan todo el frente y sirven para guardar ropa.
- 7 Canapé: Escaño con el asiento y el respaldo acolchado.
- 8 Rocalla: Decoración disimétrica inspirada en el arte chino, que imita contornos de piedras y de conchas y caracteriza una modalidad del estilo dominante en el reinado de Luis XV de Francia en la arquitectura, la cerámica y el moblaje.
- 9 Tibor: Vaso grande de barro, de China o el Japón, por lo regular en forma de tinaja, aunque los hay de varias hechuras, y decorado exteriormente.
- 10 Paulonia: Árbol de la familia de las Escrofulariáceas, con hojas grandes, opuestas y acorazonadas, flores azules, olorosas y dispuestas en panojas, cáliz con cinco divisiones, tubo de la corola largo y encorvado, y su limbo oblicuo y laciniado, cuatro estambres, caja leñosa y semillas aladas. Se cría en el Japón y se cultiva en los jardines de Europa, donde suele alcanzar la altura de diez a doce metros.
- 11 Peonía: Planta de la familia de las Ranunculáceas, de grandes flores rojas o rosáceas, propia de lugares húmedos y laderas montañosas. Se cultiva como ornamental.
- 12 Damasco: Tela fuerte de seda o lana y con dibujos formados con el tejido.
- 13 Caolín: Arcilla blanca muy pura que se emplea en la fabricación de porcelanas, aprestos y medicamentos.
- 14 Salterio: Instrumento musical que consiste en una caja prismática de madera, más estrecha por la parte superior, donde está abierta, y sobre la cual se extienden muchas hileras de cuerdas metálicas que se tocan con un macillo, con un plectro15, con uñas de marfil o con las de las manos.
- 15 Plectro: Palillo o púa que usaban los antiguos para tocar instrumentos de cuerda.
- 16 Estopa: Parte basta o gruesa del lino o del cáñamo, que queda en el rastrillo cuando se peina y rastrilla.
- 17 Otomana: Sofá alargado para sentarse o tumbarse, parecido a los que usan los turcos o los árabes.
- 18 Sillería: Conjunto de sillas iguales o de sillas, sillones y canapés de una misma clase, con que se amuebla una habitación.
- 19 País: Papel, piel o tela que cubre la parte superior del varillaje del abanico.
- 20 Escribanía: Caja portátil que llevaban pendiente de una cinta los escribanos y los niños de la escuela, en que había un estuche para las plumas y un tintero.
- 21 Gremio: Corporación formada por los maestros, oficiales y aprendices de una misma profesión u oficio, regida por ordenanzas o estatutos especiales. // Conjunto de personas que tienen un mismo ejercicio, profesión o estado social.
- 22 Matriz: Molde de cualquier clase con que se da forma a algo.
- 23 Opalina: Vidrio opaco, o semitranslúcido, de gran parecido a la porcelana. Puede ser de varios colores, siendo el más popular el blanco.
- 24 Estilo imperio: Es el estilo artístico característico en la Francia de principios del siglo XIX, en tiempos del I Imperio Francés, bajo el gobierno de Napoleón Bonaparte. Se caracteriza por la solidez de sus formas y la profusión de motivos decorativos.
- 25 Esfinge: Monstruo fabuloso, generalmente con cabeza, cuello y pecho humanos y cuerpo y pies de león.
- 26 Obelisco: Pilar muy alto, de cuatro caras iguales un poco convergentes y terminado por una punta piramidal muy achatada, que sirve de adorno en lugares públicos.
- 27 Dosel: Mueble que a cierta altura cubre o resguarda un altar, sitial, lecho, etc., adelantándose en pabellón horizontal y cayendo por detrás a modo de colgadura.
- 28 Candelero: Utensilio que sirve para mantener derecha la vela o candela, y consiste en un cilindro hueco unido a un pie por una barreta o columnilla.
- 29 Jofaina: Vasija en forma de taza, de gran diámetro y poca profundidad, que sirve principalmente para lavarse la cara y las manos.
- 30 Naviero: Perteneciente o relativo a las naves o a la navegación. Acciones navieras. // Dueño de un navío u otra embarcación capaz de navegar en alta mar. // Persona que avitualla un buque mercante.
- 31 Alacena: Armario, generalmente empotrado en la pared, con puertas y anaqueles32, donde se guardan diversos objetos.
- 32 Anaquel: Cada una de las tablas puestas horizontalmente en los muros, o en armarios, alacenas, etc., para colocar sobre ellas libros, piezas de vajilla o cualesquiera otras cosas de uso doméstico o destinadas a la venta.
- 33 Bizcocho: Objeto de loza o porcelana después de la primera cochura34 y antes de recibir algún barniz o esmalte.
- 34 Cochura: Cocción.
- 35 Goma arábiga: Goma que producen ciertas acacias muy abundantes en Arabia. Es amarillenta, de fractura vítrea casi transparente, muy usada en medicina como pectoral y en multitud de aplicaciones en la industria.

DATOS DE INTERES

HORARIOS DE APERTURA/VISITA:

- Martes a sábados de 9:30 a 15:00 horas.
- Domingo y festivos: de 10:00 a 15:00 horas.

El museo permanece cerrado:

- Todos los lunes.
- Los festivos 1 y 6 de enero, 1 de mayo, 9 de noviembre, 24, 25 y 31 de diciembre.

LOCALIZACIÓN Y COMUNICACIONES:
TREN:
METRO: Estaciones de Banco de España y Retiro, Línea 2.

AUTOBÚS:

- Plaza de Cibeles, Líneas 1, 2, 5, 9,10, 14, 15, 20, 27, 34, 37, 45, 51, 52, 53, 74, 146, y 150.
- Puerta de Alcalá, Líneas 1, 2, 9, 15, 19, 20, 28, 51, 52, 74, y 146.

COCHE:

- Dirección museo: Calle Montalbán, 12.
- Aparcamientos públicos: C/ Montalbán.


Estos datos se han tomado, en abril de 2013, de la información que facilita en su web oficial el Museo Nacional de Artes Decorativas, no haciéndose "una Ventana desde Madrid (uVdM)" responsable de las posibles modificaciones de horarios y otros datos que puedan llevar a cabo en el futuro los organismos aquí citados.


BIBLIOGRAFIA Y ENLACES EXTERNOS:
- "Reforma de las salas del siglo XVIII (planta 3ª)", Revista "Estrado", nº 13 (enero - marzo 2013), págs.: 50-57.
- Museo Nacional de Artes Decorativas
- DRAE

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